Fantasmas (2: Trío seductor)
Un grupo de 3 amigos decide exoplorar sus fantasias mas secretas...
A mi amigo Víctor, por las razones que él conoce .
Trío seductor
Ana, Felipe y yo somos un grupo de amigos que jugaron con la seducción, siempre queriendo atrapar al deseo, ese oculto que ninguno de los tres se atrevía a confesar, convirtiéndose simplemente en presas de los instintos...
Felipe estaba enamorado de Ana, a ésta le gustábamos los dos y finalmente a mí me atraía la sensualidad de ambos, aunque sentía especial predilección por Felipe.
Ana es una mujer de 1.65 m de estatura, delgada y muy blanca, ojos verdes en los cuales asoma la concupiscencia y la promesa de infinitos placeres, senos medianos tirando a pequeños que desafían a la ley de la gravedad, de forma exacta y perfecta, hechos a la medida de mis manos, tiernos y jugosos cuál fruta prohibida; piernas largas y torneadas como talladas a mano por un hábil artista, acaso semejantes a los de una bailarina.
Felipe es un hombre físicamente perfecto en cuanto a formas y características; piel morena, pelo rizado, labios anchos enmarcado por un espeso y tupido bigote negro, ojos ámbar de mirada acariciante, vello en todo el cuerpo y músculos de atleta; mas como la perfección es imposible cuenta con dos defectos; es muy corto de estatura y por consiguiente es de pies pequeños y demasiado anchos, de tal modo que deforma el calzado al poco tiempo de usarlo.
Yo no soy un cuero pero mi principal atributo es cierta sensualidad que emana de mí ser sin que me lo proponga, siempre y cuando esté con alguien que me gusta.
Volviendo al principio; acudimos a un bar a escuchar música y a beber unos tragos, Ana coqueteaba con ambos y a la vez ambos coqueteábamos con ella; solo que yo trataba de ser agradable a los dos; la música invitaba a bailar y alternadamente bailamos con ella mi amigo y yo.
La euforia de las copas y lo agradable del momento nos fue envolviendo y casi al final de aquella singular reunión, el grupo musical tocó una pieza alegre para bailar, Ana nos tomó de la mano y nos dirigimos a la pista que se iba llenando, girábamos en torno a ella felices, nos mirábamos continuamente y de cuando en cuando alguna de las manos otorgaba al otro una caricia afectuosa.
La pequeña pista estaba repleta cuando la pieza termino, seguida de una balada para lograr cierta intimidad en una pareja, pero como la gente no se retiró, seguimos ahí, los tres juntos, nos abrazamos y seguimos el ritmo cadencioso de la música siempre pegando nuestros cuerpos; las manos descansaban en la cintura del otro y otra, la sensación era tan deliciosa que subí ambas manos, una a la axila de ella, húmeda, caliente y sudorosa, que atrevidamente rozaba con las yemas de mis dedos y de manera muy lenta, el contorno de su seno que se pegaba a mis dedos sudorosos que ansiaban cerrarse en torno a el, lo que me provoco una potente erección; la otra mana al hombro de el, con lo que me permitía a la vez acariciar su cuello .
Por momentos quería abandonarme a ella, abalanzarme y besarla, tomarla en los brazos, aprisionarla a mi cuerpo caliente, olvidarme de Felipe y dejarme ir por las sensaciones que me provocaba, pero mis emociones también intensas, me daban la satisfacción de tenerlos a ambos.
La música termino y nos fuimos a la mesa, pedimos la ultima y acordamos ir a mi departamento a seguir la fiesta, por breves momentos vi incomodidad en los ojos de Felipe, titubeaba, pero no podía negarse ya que de hacerlo ella iría sola conmigo, así que se lo pensó y sonrió, puso buena cara y salimos rumbo al paraíso.
Al llegar al departamento nos pusimos cómodos, abandonamos los molestos zapatos, ella se encargo de poner la música y yo de servir las cubatas; de pronto Ana tomo una botella vacía y propuso el juego, ese cuyo castigo consiste en irse despojando de las prendas y en poco tiempo nos vimos unos en bóxer y ella enfundada en sus pantis negras con mini braga debajo y sostén a juego de media copa .
Así, semidesnudos nos abrazamos y bailamos ahora sin obstáculos; lucíamos magníficos y cachondos, erectos y orgullosos, borrachos y calientes, las caras rosadas y las miradas turbias, inundados de deseo nuestros brazos se entretejían y las tres bocas se unían en un solo beso; en tanto en algún lugar de la memoria se clavaba la música de Sting.
Con Ana en medio de ambos, caminamos buscando a oscuras la cama que recibió son suavidad a tres cuerpos ansiosos, ella se subió en mi cuerpo extendido ofreciéndome sus redondas nalgas y dejando en mi rostro su perfumada cabellera, extendió los brazos y recibió sobre si, de frente a Felipe.
Mi verga se movía entre las nalgas de ella, yo la dirigía con la mano entre su culo y los labios anhelantes, trémulos y pegajosos; por momentos mi tronco chocaba con el de Felipe en su tarea de de penetrar a Ana, quien gozaba intensamente las exigencias de los dos.
Las manos de Felipe recorrían ambos cuerpos, el de Ana y el mío, su rostro recargado en el hombro de Ana, quedo junto al mío y por vez primera nos besamos, un beso urgente, intenso y posesivo; un beso como nadie antes me había besado
Nos hincamos sobre la cama, yo tras de Ana y ella y Felipe de frente, éste con desesperación intentaba penetrar la jugosa cueva de ella, luchaba por vencer su resistencia, pero ella se encontraba inmersa en los sensaciones que le despertaban dos cuerpos de hombre que le estaban llevando a caminos desconocidos, gozaba sin duda, estaba fuera de sì, prolongaba sus orgasmo, deliraba; yo ensalivaba y mordisqueaba su espalda y atrapaba con las manos sus senos, pellizcaba los pezones duros mientras mi verga retozaba mojada en las nalgas de mi amiga.
Me acosté de nuevo y ella se montó sobre mí, la verga se hundió en sus carnes jugosas y deliciosamente Ana me cabalgó; Felipe rabiaba por meterse ya en su cuerpo pero ella complaciente tomo su miembro y se lo llevó a la boca;, con mi verga a punto de estallar por la fuerte cabalgada y para que Felipe tuviera ya su oportunidad, me retiré para recibir una dulce chupada de Ana y él gustoso cambio el lugar que ocupaba por el mío.
Llevé mi trozo de carne a la boca de ella y lo recibió con ganas de devorarlo, lo recibía y lo empujaba fuera, lo humedecía milímetro a milímetro, chupaba como si fuera helado la cabeza chorreante, mordisqueaba con suavidad el cuerpo venoso, lo llenaba de saliva, bebía su extracto como dulce vino; en tanto yo me incline sobre Felipe, lo abracé y volví a besarlo, lamí su cuello y los vellos de su torso, mordí las tetillas erectas y con mis manos empuñe su miembro duro para llevarlo a la vagina de Ana, quien lo recibió con un grito sorpresivo, arqueando su cuerpo y moviéndose frenéticamente; los gemidos se confundían, nadie podría haber dicho de cual de nosotros provenía aquella demente música de placer.
Sin resistirlo ya, me corrí en la boca de Ana y fuera de ella, chorros ardientes de esperma, choques eléctricos en el cuerpo y el cerebro inundado de colores, olores y ruidos lejanos...., Ana arañaba mis nalgas y cintura presa del orgasmo mas delirante que tuvo aquella noche, mientras Felipe felizmente se vaciaba dentro de ella.
Nos fundimos en un abrazo jadeante y eterno, caímos exhaustos, nos acurrucamos desnudos y juntos; y supongo que el alcohol ingerido nos hizo dormir muchas horas, cuando desperté Ana no estaba, me levanté y vi colgada en el marco del espejo su braguita de encaje negro y la superficie marcada con su labial, con las siguientes palabras
Gracias muchachos, "fue soberbio" los amo.
Sonriendo fui a lavar mis dientes y a recibir agua fría en la cara y nuca, aun tenia la sensación de estar flotando, me prepare un café cargado y con la taza humeante y un cigarrillo volví a la cama a ver a Felipe aun dormido, lo deseaba mas que nunca, y al ser consciente de ello, mi pene empezó a adquirir vida, esperaría su despertar para otorgarle el cálido trato que un buen anfitrión sabe dar.
Desde aquel día Ana fue "la princesa", Felipe "el toro" y yo "el gurú" , inmerecidamente, puesto que yo era tan principiante en los placeres como ellos ..........