Fantasias y juegos de un matrimonio

Soy una mujer con gustos sobre el sexo diferentes a lo convencional, selfbondage y escenarios y situaciones comprometedoras. El peligro de que me pillen y quedar indefensa con alguien me pone a mil.

Fantasías y juegos de un matrimonio

Hola lectores de todorelatos, soy lectora de esta página desde hace años y ahora por fin me decido a contar algunas de mis andaduras en la forma que yo disfruto el sexo. Tengo unos gustos diferentes a la gran mayoría de la gente, lo que me ha costado tiempo y quebraderos de cabeza aceptar. Soy así y para vivir feliz y en armonía conmigo misma he de disfrutar lo que me gusta. Tengo la gran suerte que lo puedo hacer junto a mi marido.

Desde adolescente cuando empiezan a despertar las hormonas, mis fantasías siempre han sido parecidas, yo me masturbaba pensando en estar atada, yo sola y que si no me soltaba rápido me podían pillar así. En alguna ocasión, sola en casa me ataba a la cama, para masturbarme. Con el tiempo he ido perfeccionando mis fantasías, siempre yo sola, y disfrutando con ellas. Hace tres años conocí al que hoy es mi marido, empezamos a salir nos enamoramos y a los dos años nos casamos. Quiero contaros como vivimos el sexo juntos, como disfrutamos los dos.

Yo nunca creí de contaría a Andrés mi “pequeño secreto” seguro que no lo entendería y se iría todo al traste, lo llevaría sola como siempre.

Un día que Andrés estaba fuera por trabajo ideé uno mis “juegos solitarios”. En la buhardilla de casa tengo un pequeño gimnasio que reconvierto en escenario de mis juegos. Esta vez, mi plan es atarme acostada encima de una mesa con las piernas abiertas a los lados de la mesa y las manos esposadas juntas en la parte trasera, para soltarme la llave de las esposas con una cadenita larga previamente congelada en un cubito de hielo del tamaño de un huevo, colgada en la lámpara. Cuando se derrite el hielo la cadena se desenrolla y la  llave cae justo en mis manos (tarda unas tres horas aproximadamente). Pongo dos pinzas en mis pezones con una cadenita cada una y una pesa pequeña y redonda al final, las pesas redondas las dejo encima de mi vientre, con cualquier pequeño movimiento, las pesas caen dando un fuerte tirón, y arrancando las pinzas de mis pezones. Tapo mi sexo con cinta americana, pegado hermético, con un tubito fino saliendo de de él que va a un recipiente que hay en el suelo, encima de un peso de cocina (un peso normal de los que todas tenemos en la cocina), debajo de la bandeja del peso, pegado, un botón que conecta por un lado un huevo vibrador inalámbrico que tengo metido en la vagina, y por otro un ventilador que hay detrás de mi que movería las llaves cuando se descuelguen y complica mucho encontrarlas ya que están en constante movimiento, el botón se conecta con medio kilo de peso más o menos (una hora antes de atarme he bebido litro y medio de agua). Con todo hecho a falta de las esposas, me tapo los ojos con parches y un antifaz encima, no hay posibilidad de ver nada,  me pongo las esposas y a esperar  quietecita a que se derrita el hielo y no se me llene mucho la vejiga, ya que me complicaría bastante, aunque las complicaciones es lo que más morbo le dan a la situación.

Son las once de la mañana, mi marido no vuelve hasta bien entrada la noche, la chica de la limpieza,         (tengo contratada una chica por horas que me ayuda en las labores de la casa) hoy tiene el día libre, así que a disfrutar. Estoy atada, las pinzas molestan pero no llegan a doler, intento no moverme para que no se caigan las pesas y me empiezo a calentar con la situación. Así pasa la primera hora, lo sé porque tengo un reloj en la pared que da las horas en punto con sonido,  tengo ganas de orinar, pero tengo que aguantar aún dos horas, los pezones ya no molestan ya duelen, y las extremidades se me empiezan a entumecer. Conforme pasan los minutos las sensaciones se acentúan, a las dos horas he tenido que hacer pis, no he llegado a llenar el recipiente pero seguro que con poquito más acciona el botoncito. Las piernas casi no las siento, muevo las manos  lo que me dejan las esposas para que sigan teniendo movilidad. Intento conseguir un poco de fricción con los muslos para obtener placer que ya no pienso en otra cosa, pero no es fácil; al mover las piernas las ataduras de los tobillos me duelen, el tubito está colocado demasiado bajo para que pueda darme placer (está así a conciencia) sigo buscando roce y ¡ah! Las pesas se han caído haciéndome mucho daño, aguanto el pis que ya molesta otra vez, pero lo que quiero es un orgasmo ya! En ese momento noto la llave de las esposas rozar en mi mano, pero yo quiero el orgasmo, así que sin coger la llave vacio mi vejiga, se conecta el vibrador y la llave desaparece de mi mano antes que la pueda coger. Con el vibrador dentro tengo un orgasmo largo, muy intenso que me deja aturdida durante un largo rato, cuando me voy despejando me doy cuenta de que la llave no ha vuelto a rozar mi mano, me asusto un poco y empiezo a ponerme nerviosa. Ya he tenido el orgasmo y ahora veo la situación de otra forma.  Si la llave no llega a mi alcance, mi marido me encontrará así. Me muero de vergüenza si eso llega a ocurrir. Por lo menos media hora estoy pensando que seguro ya no me suelto cuando de repente noto un roce cierro la mano y… ¡la tengo! Me suelto, limpio y ordeno, me doy una ducha, meriendo, y abro el correo. Tengo un correo recién llegado que pone ¡!SORPRESA!! LO abro y me quedo helada, cuatro fotos de la sesión de esta tarde, no se me ve la cara en ninguna de ellas, pero quien  ha mandado estas fotos dice tener más de 100 fotos desde todos los ángulos y  posiciones.