Fantasías sexuales de Naty (02)

Una hermosa mujer vive la fantasía de poseer a su hijo, que la disfruta por todos los rincones de su cuerpo.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

LAS FANTASIAS DE NATY ( II )

Hacía ya un mes de esa tarde en que había violado en pensamientos a su sobrino y aún conservaba la exquisita sensación que esa explosión de orgasmos produjo en ella. El solo pensar en ello la hacía excitarse nuevamente, aun cuando todo había sucedido solamente en sus pensamientos.

Nunca imaginó tener una imaginación tan vívida, como si fuera otra persona la que ponía esos pensamientos en ella. Era su alter ego, su "Sra. Hyde", la que vivía plena y completamente todo aquello que Naty sentía que tenía vedado.

Con esos pensamientos en su cabeza sus ojos se paseaban en la revista que tenía entre sus manos sin ver nada de lo que había en ella, con su mente puesta en algo mucho más placentero que la vida de los artistas que aparecían en las páginas que ella volteaba de cuando en cuando. Si le hubieran preguntado por lo que había leído en los últimos cinco minutos se habría visto en aprietos para responder pues no recordaba nada excepto la fantasía con su sobrino, en todos sus detalles.

Dejó la revista a un lado y se enfrascó de lleno en sus recuerdos, no sin darse cuenta antes que Fernando, su hijo, volvía bruscamente el rostro para otro lado, de manera que ella no se diera cuenta de que estaba viéndole las piernas, las que juntó automáticamente.

Fernando se turbó por el gesto de Naty, demostrativo de que ella se había percatado de su actitud para con sus piernas. Se levantó y salió de la pieza con cierta turbación.

Cuando quedó sola sus pensamientos cambiaron de su sobrino a su hijo, a lo que acababa de suceder y a las posibilidades de ello. Poco a poco todo a su alrededor se diluyó y se encontró nuevamente leyendo la revista mientras su hijo se solazaba con la visión de sus piernas.

Fernando no disimulaba lo encantado que estaba con lo que tenía al frente: su madre leyendo distraídamente, con las piernas ligeramente separadas y mostrándole gran parte de sus muslos interiores.

Se recostó en su sillón, pretendiendo dormitar pero en una posición que le permitía una mejor visión de las extremidades que tenía al frente. A decir verdad, en ese momento no era su madre. Era una mujer en edad interesante que sin desearlo le regalaba el inesperado espectáculo de un par de piernas ligeramente gorditas, con unos muslos imponentes que despertarían los sueños eróticos de cualquier hombre y él, con sus 18 años, era bastante crecido como para apreciar un buen par de extremidades femeninas.

Ella seguía tan distraída en su lectura que no se percató de que sus piernas se abrían aún más, al punto de que Fernando divisó el negro del calzón cubriendo un paquete impresionante.

Su vista semi nublada por la excitación se paseó por las piernas de Naty, disfrutando de sus muslos y del paquete que entre sus piernas delataba un una vulva de dimensiones que despertó en él sueños de sexo que se manifestaron en el grosor de su verga, la que creció a ojos vistas.

Lentamente llevó una mano a su pantalón, apretándola a su entrepierna mientras sus ojos devoraban el interior de la falda de su madre.

"¿Te gusta lo que ves?"

La voz de su madre le volvió a la realidad y levantando la vista se encontró con su rostro en que unos ojos brillantes que le miraban con expresión divertida, en tanto sus piernas seguían abriéndose, revelando todos los secretos que ocultaban en su interior.

Con la boca abierta, Fernando paseaba sus ojos asombrados entre el rostro de su madre y la visión de sus piernas completamente abiertas.

"¿Quieres ver más de cerca?"

Con un gesto de su mano le indicó que se acercara, lo que él hizo casi como un autómata, quedando sentado frente a ella. Bueno, frente a sus piernas para ser más exactos.

Naty levantó su falda hasta la cintura, con lo que Fernando tenía frente a sí el espectáculo de las piernas de su madre y al fondo de ellas el paquete que tanto deseaba, todo cubierto solamente por una panty negra y bajo ella un calzón blanco semi mojado por los efluvios provenientes de una calentura que anisaba algo más concreto que simples miradas furtivas.

"Ayúdame"

Apremió a su hijo mientras bajaba la panty y se sacaba el calzón. Con manos nerviosas Fernando secundó sus movimientos hasta que Naty quedó completamente desnuda de la cintura hacia abajo.

Naty le tomó de la cintura y dirigió su atención a su pantalón, el que abrió para dejar libre la verga de Fernando, que lucía en todo su esplendor, llevándola a su boca y aplicarle una mamada con toda la experiencia de que era capaz.

Pero su intención no era que Fernando acabara en su boca, por lo que dejó en suspenso su trabajo bucal y estirándose en el suelo abrió sus piernas en actitud de entrega, alzando sus brazos para recibir a su hijo, que se puso sobre ella y llevó su verga a la entrada de su vulva, dispuesto a penetrarla.

Naty se abrazó a él y elevó sus piernas de manera de ponerlas sobre sus espaldas. Apretándose a él subió la cintura de manera que la verga de Fernando se hundió hasta el fondo en su vulva.

Un profundo suspiro de ambos dio inicio a la copula incestuosa.

"Rico, mijito, rico"

"Me gusta mami"

"¿Te gusta follarme?"

"Si, es rico follarte mami"

"Le estas metiendo toda la pija a tu madre, degenerado"

"Si, te estoy follando en forma"

"¿Por qué follas a tu madres?"

"Porque eres caliente, mami"

"Entonces méteme todo tu chorizo, mijito rico"

"Toma, puta caliente"

Y el lenguaje siguió subiendo de tono, lo que producía en ambos una espiral erótica que los llevó a acabar al mismo tiempo.

Después de un breve descanso y viendo que la verga de Fernando alcanzaba nuevamente proporciones de combate, Naty se puso en cuatro patas y mirándole le dijo:

"Enculame, mijito"

Fernando puso su herramienta a la entrada del culo de su madre y de un empujón la hizo entrar hasta la mitad. Tomándose de su cintura empezó un mete y saca que prontamente le permitió que su barra de carne se alojara completamente en el culo de ella.

"¡Cabrón, que rico me enculas!"

"¿Te gusta, puta?"

"Si, es rico mijito. Es rico"

Naty sintió que los jugos vaginales la inundaban y sus movimientos se hicieron espasmódicos, soltando una eyaculación que parecía un torrente, que cayó en el sueldo mientras ella gritaba de gozo y sus piernas flaqueaban por el orgasmo.

Fernando sacó su herramienta cuando ella terminó de acabar y la llevó por entre sus piernas hasta metérsela por la entrada normal, aferrándose a sus senos que colgaban.

La galopó fieramente hasta que sintió que iba a acabar nuevamente, lo que aguantó esperando que su madre tuviera su tercer orgasmo, lo que sucedió al cabo de pocos segundos. Y ambos se entregaron a un frenesí de movimientos pelvianos y frases soeces que les permitiera soltar toda su capacidad sexual.

"Toma, puta caliente, toma mi fierro. Trágatelo"

"Métemelo todo, cabrón"

"¿Te gusta mi pedazo, puta?"

"Es rico mijito. Es rico"

"Acaba puta, acaba"

"Si, cabron, siiiiiiiiiiiiiiiii"

Y ambos dieron rienda suelta a su lujuria hasta que sus jugos se mezclaron en el suelo como muestra del gozo que se habían brindado mutuamente.

Cuando abrió los ojos y volvió a la realidad, cuando la "Sra. Hyde" la abandonó, vio la revista botada en el sueldo y se vio a si misma con las piernas juntas, muy juntas, mientras una de sus manos se apretaba a la altura de su falda.

Retiró su mano instintivamente, en un gesto de rechazo y miró a su alrededor, como buscando si alguien la había sorprendido en situación tan incómoda. Pero estaba sola en la habitación.

Pensó en la nueva experiencia sexual que su imaginación le había hecho vivir y se sintió complacida con la mezcla de morbo y excitación que la invadía. Era absurdo lo que su fantasía le había hecho experimentar, algo que sus sentidos se rebelaban a aceptar, algo inconcebible por lo inmoral y sin embargo muy en el fondo se sentía complacida.

Sabía que eso nunca podría pasar, ni lo de ahora con su hijo ni lo que había imaginado antes con su cuñado o con su sobrino. Todo en ella le decía que nunca viviría ese tipo de experiencias, pero sentía que si su fantasía la llevaba a límites tan increíbles y con ello conseguía satisfacer su libido, todo estaría bien. Siempre que nunca traspasara la barrera de la imaginación.

Y no estaba dispuesta a hacerlo, por nada del mundo.