Fantasías sexuales de las españolas: Paula II

Esta es una serie de narraciones con un denominador común: fantasías de mujeres descritas por ellas y convertidas en relatos donde, eso sí, las circunstancias y la misma trama es inventada. Como decían en las películas y series antiguas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Hola diario.

Hoy de nuevo me ha vuelto a pasar. He vuelto a soñar con lo que tú ya sabes. Esta vez de forma más nítida, de tal manera que me he despertado sin saber si esto había sido un sueño o ha sucedido en la realidad. Necesitando casi un minuto para despejar mi mente y aclararme. Para situarme de nuevo en mi vida real.

La culpa la tiene Jorge. Si no me hubiera saltado con aquello... La verdad es que no me cogió de sorpresa, porque yo ya había notado que eso de meternos mano con público lo ponía cardíaco. Sus besos eran más apasionados y su libido se disparaba hasta límites que… bueno, siempre tenía que pararle los pies.

  • Pero ¿qué haces? ¿Es que quieres que follemos aquí delante de todos? - tenía que reprenderle a veces cuando veía que la cosa se estaba yendo de madre.

  • Pues mira, a mí no me importaría, que se mueran de envidia - responde siempre él dejándome con la duda de si habla en serio o no. Bueno la duda que ya no lo es tanto. Porque desde el numerito del mes pasado en la playa...La verdad es que se nos fue la mano con el alcohol y yo no pude ni quise sujetarlo, pero coño, tampoco me esperaba que me lo hiciera ahí mismo, prácticamente delante de Lali y su chico. Yo pensaba que estábamos solo calentando y luego nos íbamos a ir detrás de las dunas o entre los matorrales. Pero acabo echándome el bikini a un lado y metiéndomela. También es verdad que estábamos un poco pedos y que Lali su novio se pusieron también manos a la obra, como si les importara tres pimientos que estuviéramos allí o no.

Quizá estoy exagerando. Cuando lo hablé con Lali no le dio importancia e incluso me comentó que ella había follado en la misma habitación con otras parejas. Juntos pero no revueltos, según me aclaró, cada uno a lo suyo. Que eso no tenía nada de particular, que había que aprovechar las ocasiones y cuando una dispone de una cama no hay que hacerle ascos ni sentir vergüenza, que una pareja fornicando es lo más natural del mundo.

Y sin embargo a mí esas cosas todavía me dan algo de reparo. Pero entonces ¿por qué tengo esos sueños? ¿Y por qué siempre aparece Diego? Con su cámara fotografiándonos o grabándonos mientras hacemos el amor. Eso me crea turbación porque me gusta y me repele a la vez.

Siempre temo que se acerque e intente tocarme o que participe de alguna manera. Y entonces se rompe la magia. Porque está muy bueno y es muy guapo, tengo que confesarte querido diario que me atrae, pero mi novio es Jorge y le quiero. Me da igual lo bien que se lleve con su primo y lo bueno que esté, este es un límite que no pienso traspasar. Que ahí se acabó la fantasía porque es solo una fantasía ¿verdad? ¡Dime que sí querido diario! ¿Qué tipo de chica sería yo si me dejara poseer por otro delante de mi novio? Incluso aunque solo estamos hablando de una fantasía. Incluso aunque mi cuerpo me lo pida. Creo que por eso me despierto sobresaltada. Bueno ya está bien por hoy. Seguimos en el chalet del padre de Jorge. Veremos a ver que más nos depara el fin de semana.

Diego terminó de leer y permaneció absorto unos instantes, tratando de asimilar el contenido de aquellas declaraciones tan íntimas. De repente se sintió intruso y rápidamente coloco el diario de pasta roja otra vez dentro de la mochila. Hubiera querido seguir leyendo, ir más atrás en las páginas y en el tiempo, conocer aún mejor a la novia de su primo, por qué había escrito eso y de donde venía todo, pero no podía quedarse simplemente allí un rato sin que lo echaran de menos, en teoría había subido a coger una tarjeta de memoria para la cámara que su primo le había dicho que tenía en la habitación que compartía con su novia.

Bueno, ya sabía dónde encontrar el diario, pensó con un estremecimiento siendo consciente de que deseaba volver a jugársela, de que la tentación de entrar en la intimidad de la chica era demasiado fuerte. Vaya descubrimiento, realmente aquella chica era más de lo que parecía, siempre tuvo esa corazonada. Era extraño pero tenía la sensación es que nada de esto había ocurrido aún.

Jorge ríe lanzando a su novia hacia atrás. Paula intenta llevarse la mano a la nariz y desaparece entre un remolino de espuma y salpicaduras.

  • ¡Idiota! - le grita cuando emerge y puede recuperar el aliento. Le empuja entre toses porque parece que ha tragado un poco de agua de la piscina. Él trata de retenerla con un abrazo, pero ella lo rechaza: no le sientan bien las ahogadillas y no comprende como es posible que su novio (que lo sabe), la haya tirado de espaldas, allí delante de todo el mundo - Pareces tonto - le grita enfadada mientras se aúpa sobre el borde de la piscina con el agua cayendo por su espalda y empapando el bikini, que se le baja un poco, dejando asomar la rajita de su culo moreno.

Ha conseguido enfurruñarla aunque Jorge sabe que se le pasará pronto. Y no es lo único que ha logrado. Diego la ve salir del agua y fija la atención en la chica que chorreando, tira de su bañador y se lo ajusta. Se le marca el pubis sobre la tela mojada que se pega a su piel. Sus pechos también se marcan con dos puntos negros transparentándose a través de la tela clara. Son los pezones que se le han puesto duros por el agua fresca.

Está hermosa, está sensual y también está cabreada. Y Diego está interesado. Ha estado echando algunas fotos mientras jugaban en el agua, pero sin apenas poner interés, capturando también al resto de la familia. Pero ahora se le ha puesto la mirada de cazador. Ahí ve una foto, ve una historia, ve arte, la chica se convierte en inspiración y quiere recoger su expresión seria y contrariada mientras se seca el pelo con la toalla, y luego, mientras tumba en la hamaca su cuerpo joven, hermosa y con el ceño fruncido...

Pasa un rato y ella se relaja. Jorge observa cómo se da cuenta de que Diego la fotografía. Al principio compone un gesto de fastidio, molesta porque alguien invada su intimidad, su rato de enojo. Pero Diego le sonríe y parece desarmarla. Es bueno, sabe cómo hacer participar a sus modelos. La actitud, los modos, las palabras exactas para que se sientan a gusto y protagonistas. No les roba instantes sino que las anima a construirlos.

Y ve que ella se deja llevar. Se echa el pelo al lado adoptando una postura casual como si nadie la estuviera observando. Pestañea, se muerde un labio. Saca pecho incorporándose un poco. Está posando para él aunque sin reconocérselo ella misma. Es un diálogo sin palabras. Una coreografía donde su primo lleva la batuta sugiriendo sin presionar, dándole su espacio, dejando la que se exprese, captando su esencia y ella sigue la música, dejándose llevar pero interponiendo una distancia de seguridad, que su chica es muy seria para eso, bien lo sabe él, y nunca va a dar un paso en falso en contra de sus principios, aunque el cuerpo le pida a llevarlos al límite.

Bien pues a lo mejor esa es la idea, vamos a facilitarle el camino hasta la frontera que separa deseos y convicciones: una idea se le acaba de ocurrir y decide ponerla en marcha inmediatamente. Es el momento y el lugar para dar un achuchoncito.

Jorge sale del agua, se seca con la toalla y entra en la casa. Sube a la habitación que comparte con su novia y busca su mochila. Está junto a la mesita de noche en el suelo. Sabe dónde tiene que mirar. Al fondo debajo de un montón de cosas encuentra un libro delgado con la cubierta roja. Es su diario. Lo conoce muy bien y sabe que cosas se escribe en él. Ella lo ignora pero Jorge lo lee a la menor oportunidad, le sirve de guía para saber por dónde derrotan las fantasías y las interioridades de su chica. A veces la complicidad no es suficiente. Hay cosas que todos se guardan para sí, él lo sabe bien. Paula es una chica descuidada y confiada, eso también lo sabe, si no, no dejaría el diario tan a mano.

Bueno pues es hora de dar ese empujoncito. Quizás sea bueno que alguien más conozca el diario. Deja el librito medio asomando de la mochila, un reclamo rojo sobre el cuero marrón. Luego baja a la piscina. Piensa cómo hacerlo sin llamar la atención pero la oportunidad se presenta sola: a veces la suerte es una aliada inesperada.

Diego ha agotado el espacio de la cámara, demasiados videos de la familia haciendo tonterías que él no se ha podido negar a grabar, y ahora que tiene a Paula en su objetivo, en lo mejor, se ha llenado la tarjeta.

  • ¿Qué pasa?

  • Nada, que me he quedado sin memoria en la cámara - gruñe mientras se sirve una cerveza.

  • Yo tengo una tarjeta de 32 gigas, cógela si quieres.

  • No te preocupes, ya lo dejo. Esta tarde las paso al ordenador y libero espacio.

  • Hazme caso, estas cosas siempre te dejan tirado en los mejores momentos. Nunca sabes cuándo puede salir la foto de tu vida ¿no dices siempre eso?

Diego sonríe. La frase es suya.

  • Bueno pues gracias.

  • Sube al cuarto está en la mesita de noche...

  • No hay prisa.

  • Claro, que no se caliente la cerveza, pero no lo dejes que si no se te va a olvidar.

Su primo asiente convencido ¿De verdad va a resultar todo tan fácil? Ya se verá, piensa Jorge… de todas formas, esto aún no ha sucedido.

  • Entonces ¿vamos?

  • Claro, por mí bien.

  • Viene Diego.

  • ¡Ah! Vale - Paula sabe lo unidos que están los dos primos. Le parece una buena noticia que Diego acuda a la celebración familiar este fin de semana. Pero ¿por qué lo ha tenido que mencionar? ¿Se ha dado cuenta Jorge que le gusta? Claro, no es tonto. Lo sabe de sobra. Las chicas se dan cuenta de esas cosas enseguida. Los hombres generalmente son menos suspicaces pero incluso así, ante un chico como Diego, una se vuelve un poco tonta y descuidada.

Paula se pone de mal humor y arruga un poco el labio. Nuevo error. Tampoco esto pasa desapercibido para su novio.

  • ¿Qué te pasa? si no quieres que vayamos...

  • No, sí que quiero, solo es que...

  • ¿Que? - La anima a seguir.

  • No sé porque has tenido que mencionar a Diego. No me sienta bien.

  • No quería molestarte, solo informaba de que venía. Estás un poco susceptible ¿no?

¡Pues claro que estaba susceptible, coño! Lo estaba porque era verdad que su primo le gustaba, el muy canalla: alto, moreno, con unos ojos oscuros rasgados que le daban un aire moro, pelo negro y rizado cayendo sobre una cara dibujada. Y para colmo inteligente, educado, sensible…lo tenía todo para triunfar.

También lo estaba por que no podía evitar que le gustara ¿qué chica podría hacerlo? Todas revoloteaban alrededor como las moscas en torno a un candil.

Y por último estaba enfadada porque a su novio no parecía importarle. Hubiera querido aclararle que una cosa son las fantasías y otra la realidad. Que igual que él miraba a otras chicas, ella también podía sentirse atraída por otros, pero que eso ni por asomo significaba que deseara hacer realidad esa fantasía. Que estaba muy bien como estaba, que tenía la cabeza y el coño en su sitio y que para ella no había otro hombre más que Jorge, las cosas en su lugar, no vayamos a confundirnos. Y lo hubiera hecho de no saber que posiblemente habría quedado en ridículo, porque a Jorge no podía importarle menos todo aquello. O eso parecía demostrar, pinchándola con sus alusiones y gracietas. Paula diría que incluso todo aquello parecía gustarle.

Todo ese tema de exhibirse cuando estaban acaramelados primero y cuando pasaban a temas más serios después, la descolocaba un poco. Ese afán de su novio por mostrarse en sus intimidades como si el tener público supusiera un plus a la hora de excitarse, era algo que le costaba comprender, pero a lo que ya no discutía. A base de insistencia había conseguido aburrirla e incluso, tuvo que reconocer, que también había conseguido en cierta manera que entrara al trapo: sí, también le había cogido cierto gustillo al asunto. Lo cual no hacía sino dar alas a Jorge, así que al final siempre debía poner el límite, tenía que ser ella la que le dijera hasta aquí hemos llegado, haciendo siempre el papel de mala cortarrollos. Porque una cosa es jugar y otra muy distinta dar un espectáculo de sexo delante de otros, por muy amigos que fueran.

Pero lo que más la descolocaba y había llegado incluso a inquietarla era la confianza que tenía con su primo Diego, el especial interés que ponía en que él fuera testigo de su amor. Así que Sonia se debatía entre la inquietud por algo que no acababa de encajar, una sensación de que hacía algo que no era correcto y el deseo de satisfacer a Jorge y (por qué no decirlo) a ella misma.

  • Bueno mira: vamos.

  • ¡Esa es mi Chica! - responde su novio - Nos lo pasaremos muy bien, ya verás - afirma mientras le da un abrazo tierno y la besa la boca.

Paula no lo rehúye, al contrario, le sonríe tratando de espantar dudas de su cabeza: se trata simplemente de disfrutar. Empieza a pensar que se come el coco demasiado y ve cosas donde no las hay, y sin embargo, esta decisión de acudir el fin de semana al chalet de su novio todavía no se ha tomado, todo esto aún no ha sucedido.