Fantasías sexuales de las españolas: Icíar V
Esta es una serie de narraciones con un denominador común: fantasías de mujeres descritas por ellas y convertidas en relatos donde, eso sí, las circunstancias y la misma trama es inventada. Como decían en las películas y series antiguas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
A Icíar le pone cachonda organizar toda esta "sorpresa". Más de una vez se ha tenido que masturbar antes de contactar con Gloria o después, cuando van perfilando detalles juntas y programando su hoja de ruta antes de hacer realidad cada hito de la misma, con un Antonio que piensa que todo es más improvisado de lo que realmente es. Que lo ve como un juego en el que todo es sobrevenido. A Icíar casi le da risa lo inocentes que son los tíos. Una mujer siempre va muy por delante de todo. Y es bueno que sea así porque, en este tiempo, Gloria, ya es una más en la cama aunque todavía no esté. No se encuentra entre las sábanas pero si está en sus mentes. Se han acostumbrado a ella y ya no es una extraña aunque no la hayan visto nunca. Forma parte de sus fantasías y el trío virtualmente ya está hecho porque además, han dado el paso de conocerse a través de videoconferencia y Antonio cada vez está más cómodo con el tema. Bueno, más cómodo o más interesado: han conseguido despertarle el gusanillo del morbo. Ha visto a Gloria y de tanto nombrarla, imaginarla y ver sus fotos y algún que otro vídeo, ya la desea. Es inevitable porque se la han metido en la cabeza. Así que finalmente Icíar concluye en que están listos para dar el paso de quedar físicamente.
Es un momento delicado. Icíar cree que una vez estén los tres juntos será todo más fácil, que Antonio no se echará atrás, pero primero tiene que aceptar el encuentro y una cosa es decir que sí en la calentura de sus juegos sexuales, y otra muy distinta, dar el visto bueno en frío. Pero al final la cosa resulta sorprendentemente fácil: la fantasía ha debido calar también en su novio de forma más profunda lo que ella pensaba porque acepta con un “bueno vamos a ver qué sucede, por conocernos no creo que pase nada”.
Y allí están todos juntos un viernes por la noche, cenando en un restaurante italiano y conversando animadamente una vez roto el hielo. Como siempre, Icíar ha trazado un plan con Gloria para manejar la situación sin que lo parezca, pero al principio se crea una situación un poco extraña. Gloria parece una chica normalita a primera vista, físicamente, Icíar la supera: es más alta, más guapa y tiene mejores curvas. Pero la chica tiene fondo: posee unos pechos pequeños pero bonitos y puntiagudos, una sonrisa natural que la hace parecer más mona de lo que es y unos ojos verdes increíbles. De cuerpo es algo más menuda que ella misma pero con la ropa adecuada, se puede sacar mucho partido y resultar más apetecible de lo que a simple vista pudiera parecer.
Se trata de impresionar y seducir a Antonio pero ella no acaba de encajar en el papel. Trata de esforzarse en resultar sensual y provocativa pero no puede dejar de transmitir inseguridad y cierto toque de inmadurez. Afortunadamente eso la hace especial para Antonio, que enseguida la adopta. Esa mezcla entre la chica que quiere ser sexy y morbosa y la muchacha aparentemente inexperta, parece que le pone y eso es bueno.
No tenían nada previsto más allá de la cena según el guion oficial, porque en el plan secreto sí que estaba acabar en la cama, de manera que de una forma u otra, al final las expectativas se cumplen, porque cuando Icíar propone ir a su apartamento nadie pone ninguna objeción. Hay una cierta tensión cuando entran y se quedan un poco como bobos, mirándose entre los tres sin saber muy bien que hacer y que, Icíar, rompe abriendo una botella de cava que había dejado estratégicamente a enfriar. El alcohol termina de desinhibir y tras un pequeño rato para que Gloria se acostumbre al nuevo entorno y Antonio a la nueva situación, finalmente Icíar hace una señal a la chica para que sea ella la que tome la iniciativa tal y como habían acordado.
Gloria, un poco nerviosa, se levanta y la coge de la mano y tira de ella hacia el dormitorio.
Es por aquí ¿no? – Pregunta.
Sí, esto es muy pequeño, no te perderás - contesta Icíar mientras la sigue a la entrada del pasillo. La muchacha se gira y le dice a Antonio:
¿Tú no vienes? si te quedas aquí te lo pierdes - Y sin mirar atrás tira de Icíar para dentro. El golpe de efecto da resultado y Antonio aparece en la habitación. Unos minutos más tarde está desnudo sobre la cama. Ellas se han ocupado de quitarle la ropa mientras se van alternando para besarlo y acariciarlo.
Luego, les toca el turno a las chicas y deciden montar el espectáculo, bueno decidir es una forma de hablar, porque tenían preparada la coreografía del momento. A los pies de la cama se acarician y muy lentamente se van quitando la ropa, hasta que quedan las dos solo con unas braguitas de tanga y un sujetador de lencería fina a juego.
Icíar acerca su boca al cuello de Gloria y deposita dos o tres besos en él, sintiendo como se estremece cada vez. Luego baja hacia sus pechos y le baja el sujetador tirando con los dientes del mismo hacia abajo. Puede ver de reojo como a Antonio se le encienden los ojos cuando los dos pechos, pequeños pero duros, saltan fuera. Luego llega su turno y es Gloria la que le baja el sujetador de encaje blanco y se entretiene lamiéndole los pezones. Luego con más ternura que lascivia, deposita un beso en sus labios.
Icíar la nota nerviosa y más pendiente de ella que de su novio, lo que parece confirmar la sospecha de que la chica está allí por una tendencia lésbica. Pero eso le viene bien para sus intenciones, en cualquier caso, el trío ya está hecho.
Pero ¿qué siente Icíar ante las caricias y sobre todo cuando repiten el mismo protocolo para desembarazarse ambas de las braguitas? Ella nota que la calentura sube por momentos. El contacto con la chica no le desagrada, pero tampoco la pone especialmente. Es delicada y va despacito y su cuerpo reacciona a las caricias, pero no es lo que más la pone. Lo que realmente le está haciendo hervir la sangre es saber que unos instantes van a estar los tres entrelazados en la cama. Recuerda la historia de María del Pilar y se imagina que está allí con ellos. Fantasea si no es ella la que la está desnudando; la que le está depositando besos en cada rincón del triángulo que forma su pubis; que es su lengua la que se introduce a duras penas en su rajita mientras Gloria, de rodillas, intenta llegar a su clítoris.
Icíar se abre de piernas para facilitar la labor y pone las manos en su cabeza, atrayéndola para mantener el contacto y observa con mirada turbia a Antonio, que está alucinando en colores.
La caricia íntima es insegura e inexacta, se ve que Gloria no tiene mucha experiencia con mujeres pero precisamente por eso es algo diferente, nuevo y fresco que, unido a la fantasía que se está montando, pone a Icíar a punto de caramelo. Se ve más joven aunque apenas ha cumplido los treinta y tres años, y también ve a su novio hace diez años en aquella habitación de hotel con María del Pilar. Se imagina perpetrando la infidelidad con un trío, son los dos los que seducen a María. Los que la llevan hasta el éxtasis unos días antes de dar el SI QUIERO. Se imagina a su novio penetrándola mientras ella le aprieta los pechos y se los lame, mientras le besa la boca, desecho su rostro en un rictus de placer brutal por el acto prohibido, pero precisamente por eso, más intenso.
Cierra los ojos y se recrea en su fantasía, mientras Gloria sigue buscando las interioridades de su sexo con la lengua y los dedos. Piel más morena la suya contra piel más blanca, un contraste que parece poner más caliente a su novio. ¿Que estará pensando? probablemente él no recuerda en ese momento a su prima y no tenga ninguna fantasía, simplemente la excitación brutal con lo que está viendo.
- Puff… - Gloria ha dado con el punto bueno y ahora el placer le está llegando más intenso, tanto que es capaz de correrse allí de pie, así que le toma las manos con la cara y la separa, tirando de ella hacia arriba y dándole un muerdo húmedo y largo. La boca le sabe a su coño. No es algo que le dé asco pero tampoco supone un aliciente. Mira de reojo a su novio y lo ve con los ojos desorbitados por el espectáculo y eso sí, eso sí que la motiva. Un estremecimiento la recorre y la vagina se le humedece aún más.
Tira suavemente de Gloria intercambiando una mirada de complicidad. Ella ya sabe lo que toca ahora en la coreografía programada. Avanzan a cuatro piernas como gatas en celo, cada una siguiendo una pierna de Antonio. Le van besando, sus pechos rozan sus muslos y suben muy despacito hasta confluir las dos bocas en su entrepierna. Entonces empiezan a besar, a lamer, en una ensalada de lenguas y saliva que envuelven los huevos y el falo del hombre. Como ella le ha propuesto, Gloria lo mira a los ojos mientras chupa e intercambia saliva con ella. Las dos lo hacen.
Pasado un rato, Icíar le cede el protagonismo a la chica y la deja que se la introduzca entera en la boca, mientras ella se pone detrás y con sus dedos se hace abre paso entre los glúteos, pasando la yema del índice por el ano de la chica y luego bajando hasta encontrar su coñito. Lo encuentra húmedo y un ligero temblor recorre los muslos de Gloria cuando lo introduce. A la vez que la penetra con ese dedo, con el pulgar le roza el clítoris y por primera vez la oye jadear. Es un jadeo suave, un grito que empieza bajo y termina alto, y que ella repite cadenciosamente cada vez que me roza su nódulo.
Considera que ha llegado el momento. La cosa no está transcurriendo exactamente como su novio le había relatado aquella primera vez, cuando ella le forzó a imaginarse la escena, pero no quiere forzar más la situación: tanto él como Gloria están a punto de caramelo y es conveniente que empiecen con un buen orgasmo, mejor no tentar a la suerte. Si la cosa funciona, ya tendrán tiempo a lo largo de toda la noche y de otros encuentros de recrear más situaciones y fantasías. Se levanta y coge un condón de la mesita de noche. Aparta suavemente a Gloria mientras la besa. Ahora nota sabor a la polla de Antonio, un aroma conocido y eso sí que la excita. Se inclina y le pone el condón. Luego se la chupa un poco y finalmente empuja a Gloria hacia él, animándola a empalarse con la verga.
A ella le cuesta separarse de Icíar. Como que si pesar de todo le costara dar el paso y prefiriera estar con ella, así que la abogada la acompaña mientras se abre de piernas, se pone el prepucio en la entrada de la vagina y se deja caer despacito. En todo momento ella la acaricia y le da besos en la cara, en la boca y en el cuello.
Antonio tiene los ojos cerrados y una expresión de deseo en el rostro. Se está follando un coño nuevo después de casi cinco años de relación y de no haber estado con otra chica.
Gloria ya la tiene toda dentro y empieza a moverse despacito. Mientras le echa el brazo al cuello y mendiga más besos, le toma una mano y la dirige a su pecho. Está cabalgando a Antonio pero busca el contacto con ella, es como si usara a su chico como consolador mientras se reparten caricias. Poco a poco los grititos se van convirtiendo en jadeos más roncos y profundos y ella aumenta el ritmo de sus caderas.
Icíar le acaricia el culo y le lame un pecho y entonces ella alcanza el clímax. Le sujeta su mano contra la teta, forzándola a apretarla mucho más fuerte y delira cuando Icíar le atrapa el pezón con los labios en un bocado fuerte pero sin dientes. Se corre moviéndose como una loca y soltando jadeos secos y continuados. Demasiado para Antonio que también descarga, aferrándose a los muslos de la chica con las manos y empujando hacia arriba como si quisiera traspasarla, llenando el condón de leche caliente.
Ambos quedan exhaustos sin ser capaces de desacoplarse. Pasa un rato antes de que ella desmonte y se deje caer a un lado de la cama. Icíar le quita el condón a su chico y comprueba que, ciertamente, ha sido una eyaculación abundante y espesa. Lo limpia con la sábana y se abraza a él besándole la cara.
¿Te ha gustado? - le susurra - ¿ha estado bien mi regalo?
Sí - murmura él en una afirmación larga arrastrando la “i” y sin abrir los ojos.
Todo parece ir bien, salvo que ahora Icíar está caliente como una perra y le cuesta esperar a que su chico este de nuevo a tono. Se contiene para darles tiempo a los dos, sirviendo algo de cava frío que revive a sus dos amantes. Pasado un rato en el que nadie habla, empieza a chupársela a su chico que recupera rápidamente la erección. Hace una señal a Gloria que se sitúa entre sus piernas y le pide que le coma de nuevo el sexo. Ella obedece. Siente que se hincha su vulva a la par que el falo de Antonio. De nuevo el placer, de nuevo se moja… es su momento: ahora sí.
- Fóllame - le pide a su chico.
Antonio no pierde el tiempo: le abre los muslos y en la postura del misionero la penetra sin contemplaciones. El golpeteo de los huevos y de su vientre contra el perineo y los muslos de Icíar resuenan con eco por toda la habitación, mientras Gloria observa fascinada como la penetran a pelo. Lleva la mano a su entrepierna y comienza a masturbarse mientras los mira y entonces, a Icíar se le ocurre un juego para llegar al orgasmo.
- Fóllame desde atrás - le pide a Antonio.
Él sabe lo que quiere decir, es una de las posturas favoritas de su chica: le gusta ponerse tumbada boca abajo mientras la penetra desde atrás, con las piernas cerradas para sentirla bien. Es una de las formas en que suele llegar al orgasmo sin tocarse.
Lo hacen así, solo que esta vez, ella, en vez de enterrar la cara entre las sábanas lo hace entre los muslos de gloria. Cada vez que su novio golpea sus nalgas y se la mete todo lo profunda que puede desde atrás, su boca se estampa contra los labios vaginales de la húmeda cómplice de juegos, que recibe cada chupetón y cada lametazo con un creciente placer.
Icíar está muy caliente y ya no puede más. Le basta con rozar su vulva contra la sábana para llegar al orgasmo y eso es exactamente lo que hace. Un placer intenso, liberador, la mezcla de fantasía y realidad… todo se agolpa en su mente haciendo verdad su sueño. Es brutal, casi tan brutal como si realmente estuvieran formando un trío en aquella ocasión con su prima y ella. Lanza un alarido de placer mientras se corre, amortiguado porque Gloria la aprieta contra su vulva. La imagen para ella también es impactante: Antonio está descargando dentro del coño de Icíar, se oye claramente el chapoteo del semen con cada embestida de la verga mientras que ella intenta respirar, pegada a su sexo, llenándoselo de babas por la corrida que se está pegando. Gloria está alcanzando también el séptimo cielo y a pesar de que Antonio ya se ha detenido exhausto y satisfecho, y ya sacado la polla dejándola apoyada en los glúteos de su novia, ella continua demandando su boca. Un grueso goterón de semen asoma por la punta, yendo caer entre las nalgas de la chica al presionar contra ellas.
Ahora, por fin, consigue que Icíar saque su lengua a pasear. Aunque agotada, es suficiente para proporcionarle un nuevo orgasmo a Gloria. Se sorprende al ver como la chica tiene un squirt que le moja toda la boca y parte de la cara, haciéndole chorrear la barbilla. Ha sido algo inesperado, es la primera vez que Icíar ve uno. A veces ella se moja mucho, pero nada parecido a esa especie de eyaculación femenina.
Al acabar, Icíar apoya la mejilla en el muslo húmedo de la chica, con la boca a escasos centímetros de su sexo que todavía permanece con los labios un poco separados y rezumando flujo. Mira hacia atrás y ve a su novio todavía apoyado en su culo, dónde algunos goterones de semen recorren su piel. Está mojada por fuera y por dentro, de leche y de flujos, tanto suyos como de Gloria. Cuando por fin puede articular palabra dice:
Ha sido bestial ¡qué pasada! - Y se gira quedando boca arriba, cerrando los ojos y dejando que su corazón vaya cesando poco a poco en el galope frenético.
¡Qué pasada! - repite casi para ella misma…