Fantasías sexuales de las españolas: Elena II
Esta es una serie de narraciones con un denominador común: fantasías de mujeres descritas por ellas y convertidas en relatos donde, eso sí, las circunstancias y la misma trama es inventada. Como decían en las películas y series antiguas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Una sombra de pasmo mezclada con una cierta inquietud cruzó por el rostro de Mario.
¿Qué significa eso? ¿Qué está tratando de decirme?
¿Tenemos un trato de confidencialidad, Mario?
Lo tenemos.
Bien entonces. En un mes anunciaré mi última comparecencia pública. He tomado una decisión muy importante acerca de mi carrera y también para mi vida.
¿Se retira? - preguntó Mario sorprendido.
Algo así. Últimamente no me prodigo mucho en las redes sociales ni en la prensa, pero esta vez quiero hacer un anuncio. Será breve y no estoy segura de que el mundo entienda mis motivos.
Y ahí entro yo.
Efectivamente: quiero que la gente tenga el relato completo desde mi punto de vista. Quiero alguien que sea capaz de explicar el fin de mi historia.
¿Y por qué no lo hace usted misma?
Porque forma parte de la performance... ¿Se imagina usted un artista explicando su propio cuadro, su gran obra, antes de retirarse? ¿O al mejor de los cantantes teniendo que explicar la letra de su balada antes de cantarla? Yo haré lo que tengo que hacer y dejo a los demás la responsabilidad de que cada uno entienda lo que crea conveniente. No obstante, quiero que quede también mi punto de vista, digamos que una referencia para que la gente pueda entenderme… aquel que de verdad esté preparado para entender y aquel que quiera hacerlo.
Mario asintió. En ese momento, Noir apareció trayendo las bebidas: agua con limón para él y un cóctel color rojo amapola para ella. “Muy apropiado”, pensó preguntándose por cuál sería su composición. Siguieron unos instantes de cortesía, hasta que Noir se retiró y de nuevo quedaron solos. Ella parpadea y fija sus ojos verdes en Mario. Poco a poco, cambian de tonalidad y se van oscureciendo. Cirugía ocular con implantes cromáticos, una moda ya disponible, siempre que puedas pagar lo que cuesta, claro, advierte Mario. El color se adapta a las emociones y a la imagen que Amapola desea componer de sí misma. Utiliza sus ojos igual que emplea el resto de su cuerpo para crear la atmosfera y para lanzar su verdad, sea esta la que sea y llegue cuando llegue, que será cuando ella lo decida, ni un segundo antes.
- Comencemos por el principio. Antes de hablar yo, supongo que querrá usted preguntar. Le prometí una entrevista. Podríamos comenzar por ahí. Seguro que al final llegamos a la historia que quiero contar.
Amapola adopta una postura inteligente piensa Mario. Me da algo, un “quid pro quo” para que parezca que esto es un intercambio entre iguales: “yo te doy tu entrevista”, “tú transmites mi mensaje sea este el que sea”. Pero a Mario le cuesta creer que haya paridad. Duda mucho que sea un intercambio equilibrado: la diva tendría que bajar del cielo para situarse a su altura y eso no va a pasar, piensa convencido. Pero no por ello deja de ser una oportunidad única: “veamos hasta dónde podemos llegar”, se dice.
Bien, en ese caso (como usted ha dicho), empecemos por el principio – “no tan al principio”, piensa el periodista y crítico. Demasiado pronto para preguntarle por sus orígenes, así que tantea con una pregunta menos directa, aunque igual de personal.
Si tuviera que definirse profesionalmente ¿Cómo le gustaría que la nombraran? Actriz, modelo, creadora... Usted es muchas cosas
No me gustan las etiquetas ¿cómo me definirías tú?
No podría encajarla en una sola denominación.
¿Inclasificable entonces?
Verá, creo que eso no haría justicia ni la explicaría a usted profesionalmente. Tiene demasiadas aristas, demasiadas facetas. Es usted un artista global.
Ella asiente hierática, no se sabe si complacida o simplemente porque está de acuerdo.
- Si hablamos de profesión puede usted poner que soy policía.
Mario sonríe y hace un gesto cómo dando entender que acepta la broma pero Amapola permanece seria.
Habla en broma ¿verdad?
No, hablo totalmente en serio: soy policía lo que pasa que apenas llegue a ejercer.
Pero... ¿Cómo? He estudiado su vida y en ningún sitio...
Muy poca gente lo sabe. Verá, ya estaba triunfando con el cine porno pero en ese momento yo no tenía nada claro a dónde podía llegar. Desde los dieciséis quería ser policía, era algo que me llamaba la atención. Así que preparé las oposiciones a policía local. Y no dejé de estudiar mientras hacía pornografía. No sabía en ese momento cuánto tiempo aguantaría en ese mundo, entonces la rotación de actrices era muy rápida, la gente se aburría muy pronto de ellas. Y aunque yo despuntaba, cómo le digo, no tenía nada claro que mi futuro estuviera ahí. Me presenté a las oposiciones en la capital y aprobé con buena nota. Soy buena estudiando y además tenía una gran forma física. El problema fue cuando ocupé mi plaza. Lógicamente me reconocieron enseguida. Entonces se creó una situación incómoda.
Incómoda ¿en qué sentido?
Pues que por un lado no podían de negarme la plaza porque había aprobado con todas las de la ley, pero por otro yo ya tenía éxito y era muy conocida como actriz pornográfica, así que imagínate la propaganda para la policía con una actriz vistiendo el uniforme. Me sugirieron que abandonara el cine para adultos pero yo me negué, no había ninguna ley que supusiera una incompatibilidad. Soy testaruda y me mantuve en mi sitio. Había aprobado y quería mi plaza.
Pero usted no llego a ejercer - aventuró Mario convencido de que si hubiera vestido el uniforme, se habría sabido.
Sí, durante una semana me destinaron al archivo, enterrada dos pisos bajo tierra dónde nadie podía verme. Al final llegamos a un acuerdo. No era eso lo que yo quería, pero visto que no iba a conseguir estar de cara al público, acepté una excedencia. Decidí aplazar la batalla porque me salió un rodaje importante que implicaba viajar varios meses fuera. Fue la película que rodamos en Maldivas.
Ahí se dieron cita algunas de las estrellas más importantes de la industria del cine para adultos, fue todo un hito ese año.
Eso es, y yo no quería perderme ni la oportunidad, ni el jugoso contrato que me ofrecieron, así que también me venía bien quitarme una temporada de medio y acepté.
Aquel rodaje fue el despegue definitivo de su carrera. La situó definitivamente en el top ten de las actrices del cine para adultos internacional. Hasta entonces su éxito había estado más bien restringido a la producción europea.
Ella asiente mostrando su acuerdo.
Sí, a partir de entonces vi que mi camino no estaba en ser funcionaria de uniforme.
¿Rechazó la plaza?
No, nunca hice tal cosa. Cuestión de principios ¿sabe? Si me tenían que dar de baja que lo hicieran ellos, yo había obtenido mi plaza compitiendo duramente y por mis propios medios. No tenía nada de lo que esconderme: eran ellos los que querían enterrarme en un archivo. Lo cierto es que se limitaron a prorrogar sine die mi excedencia y así hasta hoy.
¿Me está diciendo que a día de hoy sigue siendo policía local?
Supongo que sí, yo no he firmado la baja: puede ir usted al ayuntamiento y preguntar.
Mario mueve la cabeza incrédulo todavía y hace una afirmación, como dando a entender que sí, que irá a comprobarlo.
Ya que hablamos del porno ¿me permite preguntarle por sus primeras películas? ¿Cómo llegó al porno? Visto desde la perspectiva actual ¿qué opinión le merecen esos primeros films?
Pues supongo que igual que a usted sus primeros artículos, sus primeros versos, su primera crítica… Ha pasado tiempo desde entonces ¿verdad? Usted ha evolucionado, ha aprendido, se ha desarrollado intelectual y personalmente. Seguro que mira aquellas primeras incursiones en su profesión con cierta conmiseración, con cierta autosuficiencia desde la distancia que le da su experiencia actual. Seguro que ahora haría las cosas de otra manera, seguro que incluso le provocan cierta ternura aquellos primeros intentos. Pero no hay que renegar de ellos ¿cierto? Un camino de mil millas comienza andando los primeros metros. Sin aquellas primeras películas, sin aquella necesidad que me empujó a tener que ganarme la vida de esa manera, yo no sería ahora la que soy. Bueno – concluyó a modo de resumen - tienen más valor desde el punto de vista personal que artístico como puede comprender. Fue una iniciación y también algo que marcó el camino que seguiría después. Como tantas otras chicas, estaba sola y desorientada y necesitaba ganarme la vida.
¿No tenía apoyo familiar?
No, ninguno. Quizá más adelante hablemos de eso pero, por ahora, le debe bastar saber que muy joven tuve que abandonar la casa donde vivía.
A Mario no se le escapó el detalle: no había hablado de hogar ni de familia, solo del sitio donde vivía...
Sin embargo usted destacó desde primera hora. Sus grititos característicos, su forma de jadear y de moverse, de mirar a la cámara, de conectar con el espectador... Su físico y sobre todo su personalidad...
Cierto. Tenía un cuerpo espectacular y para mí aquello no era actuar. Desde el principio tuve claro que si hacía algo debía hacerlo bien. Y a mí me gusta el sexo. Así que debía hacer que aquello funcionara, quería transmitir lo que sentía.
Si me lo permite creo que usted destacaba por todo el potencial que se adivinaba en cada actuación. Era una gran actriz dentro de un mal papel y eso se notaba. Siempre intentando romper el marco que la encorsetaba, ir más allá de lo que el guion le marcaba, eso cuando había algún guion…
Cierto ¡hay que ver qué pobre la pornografía! ¿Verdad? En el siglo XXII y todavía repitiendo clichés. Al contrario del erotismo, la pornografía siempre ha tenido una orientación puramente económica, es un simple y puro negocio.
Pero usted rompió esos clichés.
Si. En aquella época como en todo el siglo anterior, solo había dos caminos. El sexo amateur, real, pero que no coincidía demasiado con los estereotipos ni las fantasías que la gente esperaba ver y el profesional, que respondía a todos los clichés pero precisamente por eso, alejado tanto de la realidad como del arte. Yo conseguí unificarlos. Como usted ha dicho, chicas con un gran físico y personalidad había muchas en el porno, pero yo fui la única que se arriesgó a innovar, a sacar el sexo de los cajones donde estaba metido y lograr que se extendiera a otras áreas. Darle visibilidad. Y sobre todo, darle calidad y elevarlo como arte.
Es su época explícita. Aquella en la que demuestra que es una verdadera gran actriz y en la que da el salto a la gran pantalla. Y una vez más rompe moldes. Otras chicas habían hecho ese camino, pero ese salto suponía para ellas abandonar el porno, incluso renegar de él. En su caso no fue así. Usted llevo las imágenes más crudas al cine convencional, algo que antes solo se hacía con ciertas películas de culto. Usted lo normalizó.
Me pareció un paso lógico y necesario.
Sí, pero ahí está su talento: ahora a todo el mundo le parece algo lógico y necesario pero en aquel momento, fue Amapola Red la que arriesgó y dio el primer paso.
Entonces todavía no era Amapola Red. Pero tiene razón. No fue fácil convencer a algunos de los mejores directores para que trabajaran en este proyecto. Primero me tuve que hacer un nombre como actriz digamos, convencional.
No tardó usted mucho en convencerlos: su primera película se convirtió en una de las más aplaudidas por la crítica y taquilleras. La segunda, obtuvo el premio de la academia por primera vez dado a una producción con contenido sexual explícito. Por la última le dieron el premio a mejor actriz.
Sí, aquello marco un antes y un después.
Uno de tantos a lo largo de su carrera. Pero no se conformó. En ese momento usted lo tenía todo. Fama, reconocimiento… por no hablar del dinero. Batió records con alguno de sus contratos. Y si hubiese seguido haciendo cine o hubiese dado el salto a la televisión, habría tenido garantizado su futuro sin apenas esfuerzo.
Sí pero… ¿quién quiere eso? Yo no soy de las que se sientan en un sillón a ver pasar la vida aunque pueda disfrutar de todo lo que el dinero pueda darme. Siempre he sido una mente y un cuerpo inquieto.
Afortunadamente para todos los que le reconocemos su talento - afirma Mario con una sonrisa de aprobación.
Verá, usted ha hablado de mi gran potencial cuando empecé en el porno. Yo lo veo de otra manera. No es que tuviera potencial como actriz pornográfica, es que simplemente tenía que expresarme. Lo hice a través del sexo porque cuando era muy joven fue lo primero que me impactó. El placer desatado es de lo que más impresiona cuando eres joven. Pero en mi caso no era más que una válvula de escape de todo lo que bullía en mi mente, no solo en mi cuerpo. Quería gritar, quería crear, quería trascender. Quizás sea eso a lo que se refiere usted, cuando dice que me salía del marco y de los márgenes establecidos para una actriz pornográfica. Era liberador: más aún porque se mezclaba con el placer y con la provocación, que son los vientos que impulsan el talento ¡Como una furia desatada!
Algunos dicen que en sus primeras películas ni siquiera había cumplido la mayoría de edad... Que era su juventud y la mezcla entre inocencia y vicio lo que atraía a sus admiradores.
Y usted ¿qué opina?
Creo que puede haber algo de cierto. Al menos en lo que se refiere a esa dualidad entre chica joven pero auténticamente madura en sus propuestas. Usted aportaba una estética y un sentimiento que liberaba al porno de su capa más cruda y sórdida. Creaba empatía y por supuesto deseo, un deseo que iba más allá del subidón instantáneo que proporciona ver cuerpos desnudos en posturas obscenas. Era un deseo que se quedaba anclado al espectador y que perduraba, incluso mucho después de la erección o del alivio. Todo eso además, trufado de un empuje juvenil nuevo, casi inocente diría yo. Y efectivamente, no puedo demostrarlo, pero juraría que en alguna de sus primeras películas usted no había cumplido aún la edad legal.
Amapola red sonríe enigmática desde el pasado, igual que lo haría una esfinge recién desenterrada de la arena.
Sigamos, es mejor avanzar ¿no le aparece?
Me lo tomaré como una afirmación.
Y yo negaré haberla hecho. No ponga palabras en mi boca que yo no he dicho.
Señora: no solo se habla con la boca.
Por favor, llámame Amapola, creo que es hora de que empecemos a tutearnos.
Muy bien.
Creo que estábamos en que gané el premio de la academia a la mejor actriz…
- La primera vez que daban este premio a una chica que provenía de la industria de cine para adultos.
Sí, eso es cierto. También es verdad que ser actriz y ser actriz pornográfica son estándares diferentes. Digamos que son trabajos distintos que difícilmente admiten comparación.
Estoy de acuerdo. Entonces volviste a sorprender con el giro hacia la moda. Habías roto las paredes de cristal, ya no solo eras una actriz porno con éxito, sino una actriz con mayúsculas. Tenías todo el reconocimiento y alguno de los mejores galardones para avalarlo.
Y precisamente entonces, cuando los mejores directores llamaban a mi puerta y me rogaban que participara en sus películas, es cuando sentí la llamada de la moda.
Muchos piensan que fue la necesidad de buscar nuevos retos, el hastío, el inconformismo que te impedía centrarse solo en una actividad una vez que habías obtenido el éxito.
Es posible que hubiera algo de eso, no te lo voy a negar, pero el paso al mundo de la moda fuera una llamada que me sedujo. Simplemente me estimuló. Fue un nuevo camino para expresarme, para ilusionarme, fue todo un chute de motivación – Amapola cierra un momento los ojos como si se recreara en el recuerdo - Pierre Stein, fue mi mentor, el que me introdujo en el mundo de la moda después de diseñar el vestuario de la Casa Infinita, la película con la que gané el festival de Berlín. Su forma de trabajar y de ver el mundo, su arte, me abrió una puerta hacía otras realidades, hacia otras posibilidades.
Y te convertiste en su musa.
Al principio, ambos desconfiamos el uno del otro. Vio algo en mí, pero no tenía claro si iba a cuajar en una buena modelo y yo no tenía claro si en ese camino iba a encontrar mi sitio.
Pues vaya si lo encontró: en menos de un año se codeaba usted con las modelos de pasarela más cotizadas y se podía permitir el lujo de decidir con qué diseñadores quería desfilar.
Seleccionaba, no en función de lo que me pagaban (que por cierto era mucho), sino en función de que su propuesta me resultara motivante y que me dejaran cierta libertad para expresarme. Tenía muy claro que no quería ser simplemente una percha.
Y entonces sucedió. Usted se atrevió lo que no se había atrevido a nadie ¿Cómo se le ocurrió hacer algo así?
Lo soñé.
¿Lo soñó? - exclamó Mario escéptico.
Para entonces ya había decidido que prefería soñar con los ojos abiertos. Si no hacemos realidad nuestros sueños ¿para qué sirven?
Pero ¿por qué en ese momento? ¿Cuál fue el detonante?
¡Ah! Gracias a Luciano. Aunque ese no era su verdadero nombre.
Sí claro, era libanés... Permítame la pregunta si no es indiscreción. Algunos sugieren qué hubo una relación entre ambos más allá de lo profesional.
Follamos como locos desde el primer día que nos conocimos, si es a eso a lo que se refiere. Con él, el sexo alcanzó una nueva dimensión y créame que yo ya había visto mucho sexo. Fue mi maestro en el tema de la moda, pero fue mucho más que eso. Fue mi inspiración y el acelerador, el catalizador de todo lo que había dentro de mí. Supo darle forma a mis deseos, a mi arte y también me ayudó a encontrar la forma de expresarlo, de soltarlo al mundo. Así que una noche soñé con ello y supe que debía hacerlo. Fue en aquella pasarela, el Scarlett Secret.
Ni más ni menos que la más prestigiosa pasarela de lencería. Hay quien dice que estabas bajo el efecto de las drogas cuando todo aquello y también Natacha...
Estábamos hasta las cejas, eso es cierto, pero no fue una decisión alocada: ya lo habíamos hablado antes Natacha Hoffman y yo. Natacha, mi compañera, mi amiga y también era mi amante y la de Luciano. Siempre que coincidíamos en algún evento formábamos trío. Habíamos decidido que lo íbamos a hacer, que no tiene sentido solo desfilar con ropa erótica, solo exhibirnos, solo mostrar el escaparate… ¿qué tipo de desfile era aquel que te dejaba con la miel en los labios y que no podías transmitir más que una parte de lo de la ropa sugería? Solo llevarla puesta pero ¿cómo quitarla? ¿Cómo hacerla participe del acto sexual? ¿Cómo volver a ponerla después? No le veíamos sentido: entendimos todo aquello debía formar parte del acto. Así que decidimos desnudarnos. La verdad es que no pensábamos en llegar tan lejos. Para empezar, solo dejar caer la lencería como caen las hojas de un árbol en otoño y luego dejarnos llevar. En ese momento estábamos las dos encima de la pasarela y nos olvidamos de que el mundo nos miraba. Con lentitud, con parsimonia, lánguidamente nos deshicimos de lo accesorio para quedar desnudas: nuestra piel, nuestro uniforme.
La gente se quedó sorprendida porque no lo hicieron provocando. Sus miradas eran casi de inocencia mientras se quitaban la ropa.
Sí, había un sentimiento como de vacío. Lo cierto es que en ese momento estábamos bastante colgadas por todo lo que habíamos tomado. Pero como siempre, le dimos a la vuelta al asunto: si te caes al suelo, aprovecha para apoyarte y ponerte de nuevo en pie. Nos sentíamos como árboles que efectivamente en otoño habían dejado caer sus hojas, desnudos fríos, casi contrayéndose para acumular la vida en su interior ante el invierno que está por llegar. Y de repente, la primavera, la savia recorriendo de nuevo tus venas… realmente le puedo asegurar que nos sentíamos así, nos dimos fuerza la una a la otra, nos empoderamos.
Ese abrazo que dejó a todo el mundo pasmado con la boca abierta no era un abrazo erótico, ni de provocación, eran solo dos mujeres desnudas que se envolvían para levantarse del suelo, para apoyarse una a la otra: fue una bella demostración de fuerza, de superación, o al menos así se entendió.
Créeme que no todo el mundo entendió eso, hubo opiniones para todos los gustos.
Bien, es normal teniendo en cuenta lo que vino después. Las caricias se volvieron más íntimas y a partir de ahí fue el subidón de la primavera que acabo con la explosión de calor del verano.
Humedad, deseo, euforia. Casi sin darnos cuenta nos habíamos desatado: fue una locura. A toro pasado todo el mundo le busca una explicación y de alguna forma se la acabas encontrando. Un esquema en el que todo esto encaja. Vosotros, los críticos, lo habéis analizado desde mil perspectivas. Al final se acaba encontrando un relato coherente, pero lo cierto, es que ni la Hoffman ni yo nos planteamos otra cosa que dejarnos llevar.
Fue un gran escándalo.
Pero también un gran espectáculo, un aldabonazo en la conciencia de mucha gente. Vivíamos en una época en que el sexo virtual sustituía prácticamente al sexo real. El consumo de productos eróticos, la realidad virtual, los replicantes sexuales que imitaban casi a la perfección un cuerpo humano estaban ya prácticamente acabando con las relaciones personales, por no hablar de la maternidad a la carta… ¿Quién tiene hoy día un hijo de forma natural?
<< Al despojarnos de la lencería también nos despojamos de lo artificial, de los condicionantes y ataduras de la moda y por tanto, metafóricamente hablando, de lo establecido como correcto socialmente. Que algo se haya universalizado, que lo haga todo el mundo, que sea más cómodo o incluso más placentero, no significa que sea lo único ni que sea mejor.
<< De alguna forma eso era lo que queríamos expresar.
Mario asiente mientras a su mente vuelve otra vez a esas imágenes mil veces vistas: a Amapola y Natacha culebreando, retorciéndose, buscando con los dedos y la lengua sus agujeros más íntimos, exponiéndolos de forma obscena a las cámaras y al público allí presente. Un bombazo. Nadie esperaba algo así en vivo y en directo, rompiendo todos los esquemas y todas las reglas. Y el caso es que una vez más todo cambió. Lo que parecía haber sido un arrebato señalado por los demás y objeto de vergüenza, se convirtió por el contrario en una tendencia de moda. A la semana siguiente, en otra pasarela, otras dos chicas repitieron la performance. Al principio la cosa quedó restringida a lo que era moda de lencería pero luego se extendió, en general, por todo el circuito. Aumentando en frecuencia e intensidad, llegando a organizarse verdaderas orgías sobre el escenario.
El mundo de la moda se erigió en mascarón de proa de un movimiento que reclamaba la vuelta al contacto físico real entre personas, poner por delante los sentimientos, aunque al principio solo habláramos de sentimientos prosaicos como deseo y morbo. Pero luego la cosa excedió el marco del papel, como había dicho antes refiriéndose a Amapola Red. Al final, se destapó toda la necesidad que tenía la sociedad de recuperar el contacto, de establecer sentimientos a la vieja usanza. De equilibrarnos emocionalmente después de décadas refugiándose en la individualidad.
Aquello que al inicio muchos calificaron de espectáculo gratuito y chabacano, acabó por confirmarse como símbolo de un renacimiento de las relaciones humanas. Y nadie olvida que el germen partió de Amapola Red. Porque fue a partir de entonces que empezaste a vestir de rojo amapola. Ese color era una constante en tus espectáculos en tus películas en tus intervenciones - Indicó Mario en voz alta como resumen de sus pensamientos.
Es así, aunque luego todo desbordó cualquier expectativa que pudiéramos tener en el inicio. Yo no pretendía fundar ningún movimiento ni erigirme en representante de nada. Simplemente creo que surgió la oportunidad. El mundo estaba preparado para el mensaje y mucha gente encontró una forma de protesta, una forma de cambiar las cosas, de volver al origen a las relaciones humanas tal y como deberían ser. Y respecto a lo del color, es cierto. A partir de entonces siempre me acompañó, a veces de una forma más evidente, otras de forma más sugerente. Más adelante hablaremos de ello.
Pero una vez que comenzó todo esto, tú seguías impulsándolo: recuerdo la entrevista con Kimil Sing…
Ah sí - respondió Amapola sin poder reprimir una sonrisa.
Es la primera vez que le hacían una felación en directo a un presentador de un Live Night.
Bueno, él quiso jugar y yo decidí ver hasta dónde estaba dispuesto a llegar.
¿No estaba pactado?
En absoluto. La cosa simplemente surgió así, fue una especie de ¿a que no te atreves?
La conversación fue legendaria. Cuando tú le dijiste: “si eres capaz de correrte yo me lo trago”.
Todavía no me creo que pudiera decir aquello en directo…
Decirlo es una cosa, hacerlo otra y tú hiciste las dos cosas…
Desde luego, a estas alturas creo que todo el mundo se había dado cuenta que yo no soy persona que deje las cosas a medias.
De hecho, seguiste montando performance porno eróticas en distintos desfiles y actos de moda. Aunque otros modelos y también actores famosos siguieron su ejemplo y decidieron crear a través del sexo en directo, siempre fuiste el referente: todo el mundo estaba pendiente dónde sería el próximo espectáculo.
Yo no lo definiría como espectáculo: para mí eran obras creativas.
Por supuesto. No quería ofenderte.
No lo haces, no te preocupes: solo quiero aclarar las cosas, que se me entienda bien. A esas alturas no necesitaba hacer propaganda ni montar escándalos para ser más conocida, ni tampoco necesitaba ganar más dinero.
Todo esto empezó a evolucionar. Aunque no fuera premeditado, el show que montó con Kimil supuso ampliar el círculo y repetir la performance fuera de las pasarelas ¿Fue ese su Rubicón? A partir de entonces todo se disparó.
Visto desde ahora es posible, pero entonces no teníamos conciencia de que las cosas fueran a cambiar tanto. Hoy es fácil verlo todo como parte de un camino: el sexo explícito en el cine convencional, de ahí el salto a las pasarelas y la televisión, y una vez normalizado y asumido el escándalo, las orgías en el ámbito público. La gente no solo no lo criticaba, sino que empezó a sumarse a la fiesta. A mí me sorprendió tanto como al resto saber que había personas que quedaban en algunos parques, playas o sitios públicos para recuperar el contacto físico, el tú a tú con desconocidos, la charla, las caricias, los besos y como no, el sexo.
Quizá Amapola no inició este nuevo movimiento pero rápidamente se sumó y se convirtió en su líder.
Yo seguía siendo una referencia. Estaba de acuerdo con todo ello y decidí apoyarlo participando en alguna de aquellas (llamémoslas), fiestas del sexo. Era la continuación natural de todo lo que queríamos decir, expresar y por supuesto, cambiar. Era inevitable que los medios pusieran el foco sobre mí. Fue entonces cuando empecé a tomar realmente conciencia de mi papel en todo aquello. De la capacidad que tenía para cambiar las cosas. De a cuánta gente llegaba mi mensaje.
Era todo un fenómeno a escala planetaria, incluso en la colonia lunar un grupo emitió imágenes teniendo sexo ¿Tras la constatación de tu capacidad de influir fue cuando empezó tu etapa de sexo total globalizado?
Si. Al principio solo participé en algún evento, en alguna orgía significativa solo para mostrar mi apoyo al movimiento, pero cuando vi que cada acto en el que participaba se convertía en noticia, decidí tomar el timón. Fue entonces cuando surgió la idea de participar en una orgía alrededor del mundo, saltando por los cinco continentes. Veinte eventos en lugares especialmente seleccionados por su representatividad. Aquello fue una locura.
Una locura que siguió todo el planeta. Batió records de audiencia y tú ocupabas todo el espacio en los noticieros. La televisión se volvió loca haciendo seguimiento de aquella vuelta al mundo del sexo.
No solo era del sexo - vuelve a insistir amapola - Pero si es cierto qué rompimos moldes y el último muro que contenía el deseo se rompió. El sexo virtual bajó a niveles que no se recordaban desde el anterior siglo. Lo real, lo físico, lo que se podía tocar, los sentimientos, los fluidos, todo eso volvió a nuestras vidas.
Y no sólo en el ámbito personal: los eventos sexuales donde se juntaba la gente desconocida se pusieron a la orden del día, pero también en otros ámbitos además del de la moda en el que todo empezó. Por ejemplo, en muchas empresas se estableció el día del sexo.
Eso no tuvo demasiado éxito. El sexo debería mejorar en las relaciones personales pero cuando se instituye o se impone desde arriba no suele dar buen resultado. Acostarte porque sí con tus compañeros de trabajo no suele ser buena idea, como después se demostró. El tema no llego a calar y las empresas que lo pusieron en práctica lo echaron para atrás en su mayoría. La gente prefería encontrarse con desconocidos que no les iban a juzgar, o bien, con gente a las que les uniera algún vínculo sexual o sentimental. Lo bueno de estas orgías públicas es que luego no te comprometían a nada: te volvías a tu casa y ya está. Con el trabajo era diferente. Tenías que seguir conviviendo con gente con la que además, en muchos casos, tenías que discutir y competir por temas laborales. Globalizar el movimiento simplemente significaba que llegara a más gente, pero no creo que tuviera que alcanzar a todos los ámbitos de tu vida.
Todo esto es relativamente reciente ¿cómo lo ves ahora, aunque solo hayan pasado un par de años?
Me consideraba empoderada: por primera vez me sentí líder. Y creía que debía estar a la altura. Yo era la que abría camino así que debía dar ejemplo. Me obsesioné con el mensaje y también con la forma de exponerlo. Porque en el fondo ¿qué es lo que buscaba yo? Si no tienes claro lo que quieres ¿cómo vas a dirigir a los demás?
<< Cada vez tenía más presente, mirando en mi interior, que debía unir la denuncia, el mensaje, al deseo de ser feliz, de sentirme completa. Ya no era solo obtener placer sexual, ni tampoco retomar las relaciones piel a piel. Se trataba de conseguir remover los sentimientos, el pensamiento, las ideas. Me pregunte qué era lo que me hacía feliz a mí para poder tratar de encontrar la forma de orientar a los demás hacia su propio bienestar. Entendí que el camino para conseguir eso era el sexo, siempre lo había sido.
<< Pero ¿dónde podía experimentar? ¿Hasta dónde podía llegar? ¿Cuáles eran mis límites? ¿Qué podía ofrecer? ¿Cuál era el nuevo techo romper?
<< Entonces pensé que el camino era implicar a más gente, obtener más placer y durante más tiempo. Hacerlo todo a lo grande. Romper los límites por arriba ¿Lo entiendes, Mario?
Creo que sí.
Prueba a explicarlo – lo retó ella.
Él se tomó un momento antes de responder. No demasiado, lo justo para ordenar lo que sabía de ella más lo que acababa de aprender, todavía sin clasificar ni digerir. Luego, como si se hablara a sí mismo, comenzó:
- Primero fue el deseo de provocar como respuesta a la rebeldía. Las ganas de vivir, de sentir. Luego fue el deseo de demostrar que podía hacer las cosas bien. Más tarde la pretensión de innovar, de buscar sus límites, de romper los de los demás a través de la enormidad de sus propuestas. Y luego la búsqueda de la excelencia, que es tanto como decir la búsqueda de sí misma.
Ella hizo un gesto de aprobación que provocó cierto rubor en el periodista. El magnetismo que emanaba de sus facciones lo tenía atrapado y se descubrió preso del deseo de complacerla, de estar a su altura, si es que eso era posible con Amapola Red.
Lo has resumido muy bien, no se puede repasar mi vida de forma más breve ni más acertada – concedió para deleite de Mario, que trató de reaccionar para no caer en su embrujo: “haz lo que has venido a hacer”, pensó.
Hemos hablado de enormidad en tus propuestas y de búsqueda de la excelencia, pero algunos catalogan tu etapa “Red” como un auténtico exceso.
No hay innovación sin exceso, al menos en el arte. Ten en cuenta que vengo del mundo del porno y he pasado por el de la moda, no pretenderás que sea discreta en mis propuestas...
No me refería solo a eso. Me refería también a tus cambios físicos.
Iban en paralelo a mí actividad. No se puede batir un récord, no se puede ser la mejor si no cambias tu mente y tu cuerpo. Y en mi caso, mi mente iba muy por delante, de modo que necesitaba que en mi cuerpo fuera capaz de seguirla.
Mario asiente.
Entiendo lo que quieres decir. Una persona normal no puede batir el récord de relaciones en un solo día.
Si, y yo lo he batido dos veces. La segunda vez lo conserve casi durante dos años: no hubo otra mujer capaz de acostarse durante 24 horas continuadas con tantos hombres. También estuvo lo de participar en la orgía más multitudinaria del mundo. Practicar sexo en ausencia de gravedad en la estación lunar, permanecer un mes encerrada con cien chicos en aquel reality show, y tantas otras...
Para poder mantener esos ritmos me sometía a todo lo que la cirugía podía darme. Pechos inteligentes, vagina reconstruida con polímeros naturales que aumentaban tanto el placer propio como el ajeno gracias a los implantes nerviosos, una nueva piel rejuvenecida también con respuesta artificial, ojos adaptativos, pelo dinámico, refuerzo de la musculatura, en fin, todo lo necesario para poder mantener el nivel y afrontar los retos que me esperaban. Hacerlo más, más extremo y más intenso. Sin olvidar tampoco el buscar nuevas formas de expresión, innovar en las propuestas y seguir metiéndome en aquellos campos hasta dónde ese momento, el sexo llegaba poco o no era frecuente. Fui protagonista de algún libro de éxito, colabore con Wilson Tensit en una de sus novelas dónde se inspiró en mí para uno de sus personajes más polémicos y también más exitosos, ejercí de periodista y reportera de moda y arte, realizando entrevistas totalmente desnuda, etc... Yo era muy transversal, igual que mis propuestas, así que pudimos abrir de esa forma todo un frente que venía a aupar el sexo al lugar, al puesto que se merecía. Volvimos a conseguir que la gente, después de tanto ciber sexo, volviera a encontrarse, a tener relaciones de tú a tú. Fue todo un frente, como una ola, que barrio a toda la humanidad devolviéndole las ganas del contacto con otras personas. Era una enorme tarea y yo tenía que estar a la altura así que en lo referente a lo que comentabas de todas las operaciones y los cambios a los que me sometí, entiendo que a muchos les parezca un exceso, pero sinceramente ¿estaría ahora dónde estoy si no lo hubiera hecho? Creo que no, que me hubiera quedado en la fase de modelo de éxito proveniente del cine porno. Y yo lo que quería era avanzar, no quedarme estancada.
Sí, realmente tu carrera ha sido una sucesión de sorpresas… Nadie esperaba que pudieras dar el siguiente paso, que pudieras ofrecer una propuesta todavía más radical que la anterior, por eso hay ahora tanta expectación respecto a tu próximo movimiento. Y sin embargo me dices que vas a anunciar tu retirada ¿Crees que ya no puedes ir más lejos, que ya no puedes superar tu propuesta?
¿Me preguntas si estoy tirando la toalla? - Amapola Red sonríe con tranquilidad, no se siente ofendida ni molesta y eso tranquiliza a Mario.
<< Muchos pensarán que es así pero verás, Mario, voy a contarte una historia…