Fantasias realizadas
Fernando de golpe realiza dos de sus fantasias más excitantes. Follar con Alicia y Carmen, dos maduras que hacía tiempo que le excitaban mucho
FANTASIAS REALIZADAS
A veces las fantasías son eso, fantasías. Pocas veces se cumplen, mucho menos las sexuales pero ésta vez se iban a cumplir y por partida doble. Fernando siempre había deseado a la vecina de su abuela, pero lo que no había pensado es que por un acontecimiento fortuito iba a follar con ella.
Se estaban desarrollando unas obras en la comunidad. Todos arrimaban el hombro para intentar abaratar el costo de la obra. Eran pocos vecinos, entre el padre de Fernando y el vecino de su abuela hacían la mayor parte y Fernando a veces cuando tenía tiempo les ayudaba.
Fernando estaba bajando sacos de escombro cuando vió como la mujer del vecino se quería subir a una escalera para sustituir una bombilla y cuando pasó Fernando le pidió ayuda para que le sujetase la escalera. Fernando lo hizo de buena gana, aunque en ese momento ni pensó lo que le ponía esa mujer.
Ella nunca se había fijado en Fernando en un sentido sexual. Alicia subió a la escalera y empezó a manipular la bombilla. La camiseta blanca que llevaba se salió de la cintura de sus jeans y por el hueco que se abría Fernando empezó a ver sus pechos y pezones. Disimulaba para que ella no se diera cuenta, pero una de las veces ella vió algo raro que la hizo sospechar. Iba a recriminarle, pero pensó que no tenía pruebas y además por la postura que tenía ella era natural que él viera. Además, la situación a ella empezó a darle morbo y se dio cuenta que Fernando ya no era ningún niño sino un hombre en toda regla y que le parecía atractivo.
Terminó de poner la bombilla y se bajó de la escalera. Fernando siguió bajando escombros. A Alicia no se le había olvidado el suceso y Fernando todavía estaba más excitado si cabe. Alicia no paraba de darle vueltas al tema y no sabía cómo hacer si olvidar o dar el paso y follarse al hombre y decidió esto último. Estaba muy enamorada de su marido, pero últimamente estaba muy salida. Navegar por la red le había hecho descubrir cosas nuevas y se iba a servir de las redes sociales para poder tener contacto con el chico, primero de forma suave y luego cuando hubiera suficiente confianza para ello intentar tirárselo.
Ella casi en los sesenta y él recién entrado en los treinta. Había diferencia de edad, pero para esto ella no tenía reparos. Esa noche decidió llevar su plan adelante. Buscó al chico en alguna red social donde se creó ella un perfil. Solicitó su amistad y él aceptó rápidamente. Ella había rellenado con algún comentario y fotos. Empezaron a hablar, la conversación fluía, pero se notaba que los dos estaban con el freno de mano así que ella decidió darle un empujoncito, pero sin que se notase.
Así, con el transcurrir de los días la confianza se fue acrecentando y las pullitas y picardías fueron apareciendo poco a poco hasta que un día estalló todo y los dos tuvieron claro lo que querían. Alicia le comentó.
Sé que vas alguna mañana al camarote a ordenar cosas, si quieres éste sábado estoy sola y puedo subir para ayudarte y echarte una mano.
Tú lo que quieres es que la mano te la eche yo, ó más bien que te meta la mano y algo más.
Me has pillado Fer, quiero que follemos, desde el día que me viste las tetas tengo ganas de que me folles.
De acuerdo, el sábado a las 11 en el camarote te espero.
Pasó toda la semana. Ella se vistió con unos jeans cómodos y la misma camiseta que cuando Fernando le vió las tetas. Subió la escalera intentando no hacer ruido y allí le vió. Él estaba intentando lijar los marcos de la puerta de entrada al camarote y con el ruido de la lijadora no se había dado cuenta. Se acercó más y besó su cuello pasando su mano por el torso y bajándola hasta tocar su polla por encima del pantalón de chándal.
Con todo su cuerpo de forma cariñosa le empujó dentro y cerró la puerta. Le hizo sentarse en un taburete y apagó la lijadora, le posó un dedo en sus labios para que no dijera nada. Se quitó la camiseta para que viera mejor aquello que le gustaba. Luego se acercó y se sentó encima de sus piernas mientras le besaba en la boca. Sus bocas se unieron, danzaron una danza de fuego en que las lenguas jugaban por unirse y se despegaban. El soltó los jeans de la mujer a la vez que intentaba bajárselos. Para facilitarle la labor ella se levantó y entonces él logró lo que intentaba desnudarla. Ella no era delgada pero tampoco gruesa, sus pechos le encantaban. Ella se agachó y le bajó los pantalones y le vió como la polla se marcaba por el bóxer. Estaba tan caliente que se la sacó del bóxer y se sentó encima a la vez que le besaba.
Exhaló un suspiro de placer y comenzó a cabalgar. A caballo había montado pocas veces, pero ahora simulaba como si lo estuviera haciendo. El placer que sentía era inmenso. Los dos se besaban. El la llenaba de caricias y también besaba sus pechos y adoraba sus pezones para aspirarlos y jugar con ellos.
Ahora no era un trote, era un galope desenfrenado. El no paraba de alternar los besos profundos y ardientes con los mordiscos en los pezones y chupones en sus pechos para, de repente, ella contraerse en todos sus músculos y morderle el hombro para evitar que su grito fuera audible. Tuvo un orgasmo que mojó con sus fluidos la polla del chico y apretando ésta el chico no pudo evitarlo y se corrió.
Se quedaron unidos, como un cuerpo solo besándose y acariciándose. Proporcionándose mimos a la vez que se miraban con una bobalicona sonrisa.
Bueno, me tengo que ir que tengo que ducharme e ir donde una amiga de mi madre a sintonizarle bien la televisión que se le ha estropeado. ----- dijo Fernando.
Yo también que tengo que ir a recados, si quieres te duchas en mi casa. --- respondió Alicia.
No sé si es conveniente porque seguro que me entretengo contigo…
Tranquilo, haré que solo te duches, más bien nos duchemos.
De acuerdo, solo ducha.
Pero una condición ya que no hay vecinos en el piso de enfrente, bajamos los dos desnudos con la ropa en la mano hasta el baño--- dijo Alicia guiñándole el ojo.
Fernando aceptó y bajaron lo más rápido posible y se ducharon juntos. Fernando se vistió y salió de la casa. Tenía prisa.
Iba a casa de Carmen, amiga de su madre. Era una mujer con casi sesenta años, se había quedado viuda joven cuando sus hijos era muy niños y siempre le había parecido muy atractiva pero nunca se había atrevido a ir más allá porque parecía una mujer muy modosita y no quería meter la pata. Hacía años que se le había olvidado el tema, aunque seguía creyendo que era muy guapa y tenía bastante buen cuerpo.
En esos pensamientos estaba cuando llegó a casa de la mujer. Como no sabía qué se iba a encontrar llevaba un juego de destornilladores y un cable de antena y varios conectores. Tocó el timbre y escuchó:
Espera, ahora bajo…
Llevaba unos segundos esperando cuando la puerta del garaje se abrió y allí estaba Carmen, vestía un albornoz de estar por casa sujeto bien cerrado. Bien peinada estaba tan guapa como la recordaba.
Hola, soy Carmen, tú debes ser Fernando.
Sí, me ha dicho mi madre que tenías problema con la televisión, con la toma de la antena del tejado ó tienes fibra?
Creo que es con la fibra, hace poco contraté un pack y no me va bien, no logro verla. Se supone que ayer ellos me revisaron todo de modo remoto y me dijeron que estaba bien pero no logro verlo.
Bueno. Empecemos por el principio, ¿dónde entra la fibra a la casa?
Entra en el salón arriba, solo hay dos viviendas, la del primer piso que es la mía y en el segundo mi hermana. Mis hijos ya no viven conmigo y estar sin televisión me hace aburrirme un poco, aunque salgo bastante a pasear etc.
Pues vamos al salón a ver la toma principal y veremos.
Subieron al piso de arriba. Se dirigieron al salón. Durante el camino él fue detrás de ella y viendo sus formas estaba medio excitado. Carmen, el chico que aparte de simpático le parecía guapo. Ella siempre había sido muy tranquila, pero al poco de enviudar tuvo sus necesidades y las solventaba tocándose y acariciándose. Tuvo que aprender sola. Con los niños pequeños no quería meter a ningún hombre en casa. Con el paso de los años y el avance de las tecnologías compró algún juguete y con la llegada de Internet que tuvo que poner también por los estudios de su hijo e hija pues descubrió el porno, aunque veía poco y normalmente para ayudarse con lo que en cuanto tenía su orgasmo cerraba el ordenador, se había agenciado uno para ella sola para que nadie pudiera descubrir su historial y ver las webs que visitaba.
Hace poco había descubierto alguna categoría en el porno que le habían producido curiosidad. Una era hacerlo con otra mujer y la segunda era el BDSM ó sadomasoquismo y ahí tenía ganas de penetrar a un hombre. Pero le daba mucho corte la verdad proponérselo a ninguno y a su edad mucho menos porque encima tenía que ser menor que ella.
Fernando comprobó el router, conectores etc. y se dispuso a encender la televisión del salón. Buscó donde debía estar la televisión que entraba desde la fibra y ahí estaba. Se la enseñó a la mujer y le hizo una demostración de cómo entrar y navegar por los distintos canales y justo pasó por varios canales para adultos.
Ella se puso roja y solo balbuceó que le habían dicho que si contrataba todo tendría todo tipo de canales. Le enseñó como contratar películas o eventos deportivos y no hizo ningún comentario sobre lo que había visto. Lo que Fernando no se dio cuenta es que el incidente había hecho que su pantalón mostrase un sospechoso bulto.
Pasaron al dormitorio y comprobó el cable y todo. La televisión se veía también por la antena y la fibra. Estaba preparada para ello. Fernando ya había terminado y tenía que marcharse. No tenía prisa, porque iba a comer en casa y se había dejado listo un bocadillo con lo que no debía preparar nada, aparte que era la una del mediodía.
Carmen pensó rápido. Tenía una oportunidad que pocas veces se le iba a presentar. No sabía si iba a tener sus mismos gustos, pero por lo menos seguro que podía follar con alguien que no fuera de caucho después de tantos años. El chico le caía bien, sabía que sería discreto y encima era guapo y estaba bien. Así que cuando pasó al cuarto y vió que tenía lo que parecía una erección ya sabía cómo iba a hacerlo.
Cuando Fernando se giró para decirla que había terminado y marcharse ella se hizo la distraída y se chocó con él y le cogió de lo que creía que era una erección y lo era, le echó morro y le dijo.
Veo que compartimos gustos…
Fernando balbuceó y no supo que responder y cerró los ojos y entonces de forma instintiva los dos se besaron primero de forma torpe porque tenían como miedo de incomodar al otro hasta que se fueron soltando y lo hicieron apasionadamente. Se fueron desnudando. Primero Fernando soltó el albornoz de ella y descubrió que debajo llevaba un camisón de raso que le llegaba por medio muslo. Ella le había quitado la sudadera y con su boca pasó por su cuello hasta bajando por el torso llegar a sus pezones y morderlos. Lo hizo para calibrar su gusto por el dolor. Él se dejó hacer hasta que el mordisco fue algo más fuerte de lo normal.
Ella volvió a besarle en la boca y le dijo lo que había deseado hacer eso con alguien de carne y hueso y que se alegraba que le hubiera puesto a él en su camino. Él respondió que siempre le había parecido una mujer muy atractiva y que eso que estaba ocurriendo era mágico. Que ella podía hacer con él lo que quisiera. Lo dijo sin malicia sin pensar en las consecuencias de sus palabras. Ella le respondió que igual le tomaba la palabra, pero no quería dar el paso por si se equivocaba y cuando diera el paso él no quería y perdía también esa pasión y ese amante con quien ahora se abría la posibilidad de follar.
Estaban en la habitación con la cómoda a un lado. Él le había quitado a ella el salto de cama y se había quedado Carmen solo con las braguitas. El también solo portaba el bóxer. En la cómoda había un bote de crema para manos y ella untó un dedo. Con ello iba a hacer la prueba definitiva. Ella bajó los boxers con una mano a la vez que sus braguitas se deslizaban al suelo bajo las temblorosas manos de Fernando. Con el dedo ella jugó en la rajita trasera del chico hasta llegar al agujerito estrellado y empujó un poco. El dedo con la crema entró sin dificultad y el chico en lugar de quejarse solo se dejó hacer.
Ella ya había perdido todo tipo de vergüenza y se lanzó:
¿De verdad, te pondrías en mis manos? ---- preguntó Carmen.
Sin dudarlo--- Respondió él sin saber la trascendencia de sus palabras.
Entonces ella le hizo arrodillarse de espaldas a la puerta y a los pies de la cama. Esta tenía unas barras verticales de hierro forjado. Primero le tapó los ojos y le susurró al oído que estuviera tranquilo. Él tuvo claro que se debía poner en sus manos, pero no sabía en qué iba a consistir. Ahora estaba con los ojos tapados y esposado a la cama de rodillas. La sintió retirarse y abrir cajones. Ella se colocó un strapon y se acercó al chico. Se puso a cuatro patas y empezó a lamer el culito del chico. A él le sorprendió, pero enseguida empezó a gemir y suspirar. Con el dedo empezó a metérselo y a girarlo y se dio cuenta que de una determinada forma él se excitaba muchísimo con lo que debía de estar dando en algún punto clave, con lo que se centró en él.
Coloco un condón en el strapon y mucho lubricante y empezó a empujar suave pero intensamente hasta que entró todo dentro. Él se dio cuenta a lo que se refería ella cuando dijo lo de ponerse en sus manos. Ahora ella lo estaba sodomizando mientras con la mano lo masturbaba y con la boca besaba su cuello, mordía su oreja derecha y besaba apasionadamente su boca.
El arnés tenía un plug que a la hora de ponérselo ella había tenido que introducirse en su vagina. Cada vez que lo sodomizaba el plug que tenía varias rugosidades la rozaba el clítoris y eso hacía que su excitación aumentase. Él estaba sumamente excitado y para que no se corriera ella a veces paraba la paja, pero no sus acometidas con el strapon. Fue regulando hasta que ella se corrió.
Se había comprado también una fusta y cuando se quitó el strapon lo comenzó a azotar hasta que el culo se puso rojo. Alternaba los azotes con la fusta con manotazos. Cuando las nalgas ya estaban rojas introdujo en el ano del chico un plug que se inflaba con un mano a distancia.
Lo soltó y lo hizo tumbarse en la cama boca arriba, infló el plug hasta que vió que el chico pasaba de sentir placer a sentir molestias.
Luego se sentó encima de él penetrándose. El chico se le notaba que estaba muy excitado por la paja que ella le había hecho antes. Ella le rozaba los pezones con las uñas y lo iba cabalgando. Ella no era experta, pero se guiaba con la cara de él. Ella también se estaba calentando mucho ya que después de tantos años de no follar con un hombre hacerlo ahora le estaba poniendo a mil. Tuvo que parar dos veces para que él no se viniera, pero la tercera no pudo parar y mientras él eyaculaba ella que ya iba a galope tendido no tardó más que unos pocos segundos en tener un orgasmo que hizo que cayera casi sin fuerzas sobre el pecho de Fernando quedando abrazados los dos amantes.
Luego se levantaron, se ducharon juntos y se despidieron, pero algo les quedó claro. Eso había sido un comienzo y no un fin.