Fantasías que se cumplen y se dejan llevar
Capítulo I UNA NUEVA AMIGA EN EL GRUPO
Salí de la habitación con el abrigo en la mano preparado para otro viernes de botellón con los colegas en el parque. Lo hacíamos todas las semanas y aquella no sería una excepción. No tenía novia en ese momento, pues Maria me había dejado por un chulillo de discoteca y no la había vuelto a ver. Mientras buscaba por los bolsillos las llaves de casa mi hermana Belén y su amiga del alma Nuria salieron de su cuarto.
Mi hermana tenía un año menos que yo, es decir, 21 años y se parecía mucho a mí. No es que ella fuera mari-macho, sino que yo era muy femenino. Mediamos lo mismo y teníamos complexión atlética, aunque por supuesto mi hermana tenía unos melones considerables. De pequeños, y gracias a la manía de mi madre de comprarnos ropa unisex para así economizar, nos acostumbramos a que nos confundieran. Por supuesto aquello fue bastante humillante durante los años de escuela.
Las dos eran unas pijas de cuidado. Mi hermana era lo que se dice una bakaladera, con toda la ropa de marca y una pose de malota que no podía con ella. Su amiga tres cuartos de lo mismo. Aunque se conocían de siempre no sé quién de las dos influyo en la otra, pero desde hacía un tiempo iban muy maquilladas y las gafas alargadas siempre de peineta. Disimuladamente las mire el culo a ambas y salí de casa sin decirlas nada ya que no me gustaba nada que mi hermanita se hubiera convertido en una malota de barrio de las que solo saben emborracharse y dar patadas a los cubos de basura con aquellos gilipollas de novios que se echaba.
En la calle llovía y fui corriendo hasta la plaza donde estaban mis colegas. Allí empezamos a beber y entre risa y risa intentábamos ligar con alguna tía pija que nos miraba con miedo. Hasta que paso una chica parecida a mi hermana. La chica andaba a su aire hasta que mis colegas empezaron a silbarla. Ella se puso nerviosa y al querer correr se tropezó con una caja de cartón manchándose todo el pantalón blanco que llevaba. Mis colegas comenzaron a reírse y la pobre chica nos miró enojada. Sus ojos se posaron en mí y entonces reconocí a una amiga de mi hermana. Antes de que pudiera decir nada para que dejaran de gritarla ella se fue corriendo.
La noche terminó pronto, a las tres de la mañana, como empezó, todos solos volviendo a casa bajo la lluvia, aunque bastantes más mareados que a la salida. Cuando entré en casa sorteé el tendedero que mi madre había puesto en el pasillo antes de irse de puente a la sierra y comprobé que el cuarto de mi hermana tenía luz. Me metí en el mío y comprobé los emails del ordenador cuando tocaron a la puerta suavemente.
Abrí la puerta y allí estaba mi hermana con una sonrisa de oreja a oreja.
¿Cómo te ha ido la noche?
Pues como siempre…
Mi hermana entró en el cuarto.
- ¿Te he presentado ya a Sonia?
Sonia entró a mi cuarto. Era la chica que se había caído en el charco. La salude con gesto tímido y me quede callado.
- ¿No vas a pedirle perdón?
Ya estaba la malota de mi hermana el ganso, pensé.
- ¿Perdón?
Pregunté.
- Sois unos jilipollas, tú y tus amigos. Ahora mismo le vas a decir que sientes mucho haberte reído de ella o…
Eso era el colmo, pensé.
- ¿O qué?
Conteste con gesto divertido.
Ella se acercó a mí con gesto serio y comenzó a hablar en voz baja.
- O le digo a todo el mundo lo que haces con mi ropa cuando no te ve nadie.
Me quede helado. ¿Cómo coño sabía ella…?
Se sacó unas fotos de la cazadora vaquera y me las dio. Yo ya sabía de qué eran, pero aun así las miré con miedo.
Hacía cosa de un mes me había cogido una borrachera tremenda y al llegar a casa, después de ver una peli porno del plus, me puse un pantalón vaquero de mi hermana ajustado y me había hecho una paja con el puesto… pero se suponía que no había nadie allí
y además no lo había vuelto a hacer, solo fue una locura de la cual aún me avergonzaba, aunque muchas veces había pensado en hacerla. Era una fantasía que nunca le había dicho a nadie.
- ¿Cómo…
Fue lo único que salió de mi boca.
- Ahora dile que lo sientes.
Miré a la chica que se reía con mi hermana.
- Lo siento. Lo siento mucho. Ahora dame las fotos.
Mi hermana las recogió antes de que me pudiera mover y se las guardo.
- Pero no va a ser tan fácil… ¿Qué quieres que hagamos con mi hermanito, ¿Sonia?
La amiga le dijo algo al oído y las dos se rieron. Yo estaba muy nervioso.
- Sonia… Sonia dice que te quiere ver… te quiere ver con unas braguitas puestas.
La hostia.
- No.
Dije.
- Como quieras… entonces mañana todo el mundo verá las fotos de mi hermanito jugando a ser hermanita.
Yo estaba rojo de la vergüenza, pero no tenía salida. Me jugaba la humillación de mis amigos y algo peor de mis padres, así que me baje los pantalones lentamente mientras mi hermana me daba unas braguitas negras. Lentamente me las puse sobre los calzoncillos.
- No… póntelas como dios manda.
Me di la vuelta bajándome los calzoncillos y me puse la braguitas. Mi polla casi no cabía dentro y casi se me sale, por un lado. Menos mal que no tenía nada de pelo en las piernas ni en los huevos.
- Ya está… ¿contenta?
Las dos se rieron y ella me dio una de las cinco fotos que tenía. Yo la rompí en pedazos enseguida.
- Las demás. Venga.
Mi hermana hizo ademán de dármelas, pero retiro la mano justo a tiempo.
- Ya veremos. Te las daré una a una.
Las dos se fueron cerrando la puerta riéndose en mi cara. Me mire al espejo y me quite las braguitas rápidamente, aunque un toque de excitación se había apoderado de mí. Me metí en la cama y me hice una paja mirando aquellas braguitas. Tarde muchísimo en dormirme, con mi pene completamente erecto mientras recordaba aquel momento continuamente.
Al día siguiente no miré a mi hermana en todo el día. Era sábado y mis padres no vendrían hasta el jueves. Estaba muerto de miedo y vergüenza y no me atrevía a salir del cuarto por temor a encontrarme con Belén. Ya por la tarde oí risas en el cuarto de mi hermana, pero encendí el ordenador. No quería hablar con nadie. A la media hora escuche como volvían a llamar a mi puerta. Sudando abrí. Mi hermana estaba con Sonia y Nuria, su otra amiga.
- ¿Quieres que te de otra fotito?
Mi cara se volvió roja de nuevo. Aquello iba a durar mucho. Había subestimado a mi hermana.
- Me dijiste que no se lo dirías a nadie… ¿Qué quieres ahora?
Las tres se miraron.
- Pues nada, que nos gustó como te quedaban las braguitas y Sonia me ha dado una idea…
Sonia se rio mientras se encendía un cigarro.
Dile que aquí no se puede fumar. Este es mi cuarto.
No, hermanito, esta es mi casa. O haces lo que queremos o ya sabes.
Cogí aire.
- ¿Y qué va a ser ahora?
Mi hermana se encendió otro cigarro.
- ¿Desde cuándo fumas?
Ella me echó el humo a la cara.
- Hago lo que me da la gana. Ahora toma, ponte esto.
Tiro a la cama un pantalón elástico caqui con un dibujo de un tatuaje rojo en el culo que ella solía ponerse y un top azul oscuro pequeño.
- Empieza.
Sabía que me podía negar y liarme a hostias con ellas, pero aun así me di la vuelta y me puse el pantalón y el top. Las miré. Gracias a dios mi figura no muy masculina hacía que la vista en el espejo no fuera del todo grotesca, y a decir verdad el pantalón me sentaba como un guante. Empezaba a sentirme fuera de mí, y aquello comenzó a asustarme.
- ¿Contentas?
Mi hermana se me acercó y me toco el paquete.
- Veo que la tienes morcillona…
Era verdad. Estaba a punto de estallar, y el roce de las uñas largas de mi hermana sobre mi paquete me puso a mil. Entonces mi hermana hizo algo que jamás pensé que pudiera hacer. Me metió la mano por el pantalón y comenzó a darme un masaje en la polla. Instintivamente cerré los ojos. Aunque a veces lo hubiera soñado, la realidad me superaba.
- ¿Te gusta esto, ¿verdad?
Comenzó a hacerlo más rápido. Sonia me bajo los pantalones y mi hermana empezó a hacerme una paja increíble. Me tuve que apoyar en la pared para no caerme de la excitación que tenía. Antes de que me corriera noté como paraba un segundo. Con los ojos cerrados dejé salir toda mi leche sin pensar en nada más. Cuando abrí los párpados estaban las tres riéndose. Mi hermana tenía una copa de cristal en la mano lleno de mi semen. Para mi sorpresa metió un dedo hasta el fondo del vaso y después se lo metió en la boca.
- Uhmmmm… no está mal… ¿Queréis un poco vosotras?
Para mi sorpresa sus dos amigas hicieron lo mismo, lo cual me excitó aún más. Después me ofreció el vaso.
- Ahora tú.
¿YO? Estaba muy mareado por la paja que mi hermana me había hecho y me costaba razonar.
- Venga… no tengas miedo… que nosotras ya lo hemos hecho antes… Además, si lo haces te doy el resto de las fotos.
Cogí el vaso y lo miré. Estaba caliente y viscoso. Recordé una peli porno que había visto hacía unas semanas y me entro una arcada solo de pensarlo. Ella puso dos fotos en la cama.
- Bebe, joder…
Todo por las fotos, pensé. Ya me las pagaría. Cerré los ojos y comencé a bebérmelo hasta que no deje una gota. Casi devuelvo, pero mi polla me volvió a traicionar.
- Joder… lo ha hecho…
Las dos amigas estaban riéndose sorprendidas. Mi hermana se acercó y me dio otra foto.
- la hostia, hermanito…
Se fueron como entraron, dejándome solo en mi cuarto, con el top puesto, el pantalón bajado y muy confuso.
Oí la puerta de la calle cerrarse y sin poder dominarme comencé a hacerme otra paja. En ese instante entró mi hermana en la habitación.
- Me olvidaba decirte que…
Se quedó parada un momento, y después sonrió
- ¿Otra más?
Paré y me senté en la cama. Comencé a llorar de vergüenza. La situación se me había escapado de las manos, si es que alguna vez la había tenido. Mi hermana se sentó conmigo.
¿Estas bien?
Eres una zorra…
Sollocé.
- No… Tú eres la zorra… yo solo me divierto… pero parece que no tanto como tú, ¿verdad?
Me pasó la mano por la cabeza, pero se la quite de un golpe.
- Ahora dame mi ropa, hermanito… a no ser que te la quieras quedar… porque si la quieres te la regalo.
Me quité el pantalón y el top y se los di. Ella soltó una risita antes de salir de la habitación.
- Por cierto, te quedaba muy bien. Quien me iba a decir que mi hermanito tenía esa fantasía oculta… ya hablaremos de ello, si quieres.
Aquella noche me hice dos pajas hasta que me quedé dormido. Belén tenía razón, mi fantasía más oculta me dominaba cada vez más.
La mañana siguiente un colega me llamó por teléfono, pero no tenía ánimos de nada, le dije que me dolía la cabeza y me tumbe en la cama con la mente todavía confusa. No quería salir a la calle, y de nuevo cruzarme con mi hermana y sus amigas me daba pánico, aunque en el fondo esperaba que entraran de nuevo por la puerta. Según iba avanzando el día una idea bastante loca de la parte oculta de cerebro se me iba formando en la cabeza. A las seis de la tarde, con la polla completamente roja, deje de pensármelo, total, no podría ser peor. Mi hermana había salido y la casa estaba vacía. Entré en su cuarto y busqué por el armario grande. No encontré los pantalones caquis, así que cogí unos negros con pintadas blancas en los bajos, el mismo top del día anterior y me fui al baño corriendo. Allí me vestí con su ropa y comencé a pajearme de nuevo. Era una locura, pero me excitaba más de lo que hubiera imaginado. El roce de la tela elástica de los pantalones y el top me ponía la carne de gallina. Justo antes de correrme oí la puerta de casa, y cuando descargaba mi semen nervioso la puerta corredera del baño se abrió. Era Sonia.
¡Belén!… ¡Ven a ver a tu hermanito! Por la puerta apareció mi hermana corriendo.
¿Otra vez?… no me lo puedo creer, hermanito… esto ya es serio.
Yo cogí una toalla para que no me viera, pe
ro ella me quito la toalla y se acercó. Estaba muerto de la vergüenza.
- Hermanito, ¿de verdad te gusta vestirte como yo? Joder, que fuerte…
Yo no sabía que decir. Aquello me excitaba muchísimo, pero no podía reconocerlo.
- Ya no tengo más fotos… o sea, que eso lo haces porque quieres…
Se acerco a mí expulsando humo en mi cara y me toco la cara.
- Te voy a proponer algo, para que veas lo buena hermana que soy.
Se fue dejándome solo con Sonia, que me miraba de forma extraña. Al rato volvió con su bolso. Me aparto y lo abrió en el lavabo. Estaban sus pinturas y maquillajes.
- Ven aquí, hermanito… vamos a ver cómo podemos hacer que te sientas mejor, porque así no estás muy guapa que digamos…
Yo me acerque extasiado. Aquello me estaba poniendo a mil y mi mente se dejaba llevar. Mi hermana parecía estar leyéndome la mente.
- Venga… ahora cierra esos ojitos verdes…
Después de unos diez minutos me hizo abrir los ojos. Miré el espejo. Mi hermana y sus dos amigas se reían a mi espalda, y yo parecía una más. Me sentía bien, demasiado bien. Mis ojos estaban maquillados de azul y mis labios de un rojo casi negro. Me habían puesto un piercing de quita y pon con forma de anillo en la nariz.
Mi hermana me tocó el culo.
- Estás perfecta. Nadie diría que eres un tío en realidad. ¿Cómo te sientes, hermanito?
Yo estaba sin habla. Abrí la boca. Me gustaría decirle que aquella era mi fantasía cumplida, y que haría todo lo que me pidiera….
- No… no sé…
Las amigas se rieron. Sonia se acercó y me dio un beso en la mejilla.
Creo que tu hermano es ahora tu hermanita.
Si… es verdad…
Dijo ella,
- ¿te parece que te llamemos… Yolanda, hermanito?
Yo seguía mirando el espejo sin creer lo que estaba haciendo.
- Como veo que no contestas, Yolanda, ahora vas a hacernos un favor.
Mire a hermana. Ya no sabía a qué atenerme porque me había demostrado ser alguien que no conocía, pero me tenía en sus manos.
- Mira, Yolanda, ya que estás vestida y que nosotras estamos algo vagas vas a bajar al bar a comprarnos tabaco, ¿vale?, que se nos ha acabado. Toma, aquí está el dinero.
¿Bajar a la calle así vestido? La idea me dio un golpe en los testículos y casi me corro. Mi hermana saco el dinero y me lo puso en la mano que ofrecía yo como un idiota. Mi hermana me trajo unas zapatillas y un sujetador con unos calcetines dentro. Me subió el top, me puso el sujetador, dio forma a mis pezones y me abrió la puerta de casa. Antes de irme me dio un beso y me puso una gorra con una peluca morena larga que ella solía utilizar para ir a fiestas.
- Y disimula tu cosita, ¿vale?
Baje en el ascensor rezando que no viniera nadie. En el reflejo del espejo del ascensor veía a una tía bastante buena. Mi corazón comenzó a latir más y más fuerte respecto iba bajando pisos.
Al salir a la calle noté que nadie me miraba, salvo algún tío que alguna vez me seguía con la vista. Ande rápido hasta el bar, entré y metí dinero en la máquina. Di a un botón y un paquete de tabaco cayó. Lo recogí y me dispuse a salir. Entonces alguien me tocó por la espalda.
- Oye, piba, ¿tienes un cigarro?
Al darme la vuelta vi a un chico más alto que yo que me sonreía.
- Que, si me das un cigarro, tía
Del miedo que tenía casi rompo el paquete entero de tabaco para coger un cigarro. Se lo tendí notando como mi polla quería reventar. Me di la vuelta y salí corriendo muerto de miedo.
Mi hermana y sus amigas estaban esperando en el descansillo. Les di el paquete y las vueltas.
¿Como es que está abierto, Yolanda?
Me… me pidieron uno…
Sonia se rio.
- ¿Ya ha ligado la muy puta?, joder con tu hermanito…
Mi hermana se encendió uno y me ofreció otro.
- Venga, anda, tranquilízate, ya has visto que no desentonas.
Yo cogí el cigarro y lo encendí nervioso. Después las seguí a su cuarto. Seguía muy excitado, y notaba que de mi polla continuaba saliendo semen continuamente. Las tres se sentaron en la cama dejándome a mí de pie.
- ¿Que vamos a hacer ahora contigo?… es una sorpresa para todas que tengamos una nueva amiga… ¿Te apetecería salir con nosotras a tomar algo?… a lo mejor ligas y todo, total, una se pone guapa para que el resto lo vea, ¿no?…
Mi hermana dejo el cigarro en el cenicero rojo y después les pidió a sus amigas que fueran yendo a la disco.
- Tengo que hacer una cosilla antes, ¿vale?… y ni una palabra de esto a nadie o se nos acaba la diversión.
Las amigas salieron por la puerta riéndose. Mi hermana me miró.
- Esto es increíble… a quien se lo cuente no se lo cree… mi hermano disfrutando de ser tía… Bueno, ahora la prueba de fuego… voy a enseñarte a utilizar tu nuevo coñito.
¿¿Coñito??
Ella sacó un rotulador gordo eding de un cajón y lo dejo en la mesa. Después salió del cuarto y entró con un bote de crema de baño. Me imaginé para lo que lo quería y me puse cachondo, aunque bastante asustado. Mi hermana me estaba dando todo lo que siempre me había dado miedo a hacer. Ella se acercó, me manoseó el culo y el paquete. Después me dijo que me pusiera encima de la cama a cuatro patas.
- Tienes que saber utilizar tu nuevo coñito… conocerlo…
Me bajé los pantalones hasta las rodillas como hipnotizado y ella me dio un cachete en el culo.
- Es una suerte que seas tan femenina… si no habríamos tenido que quitarte todos los pelillos…
Mientras hablaba me iba untando el culo con la crema. Cuando llego con su dedo al agujero sentí que me empezaba a correr.
- Tranquilo… todavía no… Domínate…
Sin pensárselo metió todo lo largo del rotulador hasta el fondo de mi culo, que entro suavemente. Solté un alarido al sentir un escalofrió subiéndome por la espalda. Notaba algo dentro de mi culo… era como cuando cagaba, pero aquello se movía como los ángeles… era una puta pasada, sobre todo cuando el rotulador me tocaba algo por la parte de arriba… notaba que me iba a desmayar…
- Si… si… disfruta, hermanita… déjate llevar…
Yo cerré los ojos. Aquello me estaba volviendo loco. Culeé varias veces adelante y atrás hasta que mi hermana hizo que cogiera el rotulador yo mismo y ella se apartó varios pasos para mirar el espectáculo.
- Venga, zorrita…, clávatelo hasta dentro… vamos… disfrútalo… tu coño está chorreando…
Cada vez que oía su voz más fuerte me lo metía. No podía parar de moverme y gemir, lo notaba dando vueltas dentro de mi… me corrí de forma bestial sin ni siquiera tocarme la polla.
- Bien… joder, tío, como has dejado todo… ¿te ha gustado, ¿verdad?
Yo estaba exhausto, aún con el rotulador dentro. Ella lo sacó y lo puso sobre la mesa cogiéndolo con solo la punta de dos dedos.
- Estaba segura de que te gustaría… todos los tíos sois iguales, tanto hablar de lo sagrado que es vuestro culo hasta que lo probáis… Ahora sí que eres una auténtica hermanita… Venga, arréglate la peluca que nos esperan. Por cierto, toma, ponte esto.
Mi hermana me dio un par de botas blancas con una plataforma como de quince centímetros que hizo que mi cuerpo se volviera esbelto y me acercó una cazadora larga vaquera de pana azul con borrego muy ajustada hasta más allá de las rodillas. Me puso un bolso pequeño blanco en una manga y me dio un beso en la mejilla.
- Venga, que estás buenísima. Vamos a cogernos un buen pedo todas juntas en la disco… incluida tú, mi hermanita.
Se encendió un cigarro en el ascensor ante la atenta mirada de una vecina que nos miraba mal y salimos a la calle. El culo me quemaba, pero todavía quería más fantasías aquella noche.
Y las tuve a base de bien.
ESTE ES UN HOMENAJE A ESTE RELATO QUE YO NO ESCRIBI, PERO QUE TODA LA VIDA ME HA EXITADO Y HECHO CORRER INFINIDAD DE VECES
ESTARE PUBLICANDO UNO CADA SEMANA O ANTES DE SER POSIBLE, SON 18 CAPITULOS ESPERO LES GUSTE Y EXITE IGUAL QUE A MI
tsver00@gmail.com