¿Fantasías o deseos?. Capítulo 1.
Relato de una joven pareja que llevando poco tiempo juntos aún tiene mucho que conocer el uno del otro. Espero que les guste.
FANTASÍAS Y DESEOS 1.
Veintiuno de junio en una ciudad costera del sur de España bajo un calor sofocante.
-¡Cariñooooooo!, no vamos a llegar, se oyó una voz femenina desde el baño del dormitorio principal.
-Si claro y me lo dices tú que no sales del baño ni que griten fuego.
-Vale pero no vamos a llegar, avisado estás.
La que tal cosa decía era Raquel, una andaluza de 24 años, 1.72 de altura, 60 kilos de peso, preciosas piernas, buen culo, senos redondos tirando a grandes (talla de copa C) con los pezones medianos mirando al exterior, un vientre liso sin ser musculado muy femenino, cintura ni ancha ni estrecha, una melena morena que le llegaba casi a la cintura y una carita fina preciosa.
-A ver anda déjame que te ayude con la corbata que eres un desastre total, dijo mientras terminaba de ponerse un pendiente e iba taconeando deprisa al dormitorio en el que Juan luchaba a muerte con la corbata…a ver…si así, dijo ella muy segura tras hacerle el nudo y darle una palmadita en un pectoral.
Porque si ella era guapa Juan también era un hombre atractivo la verdad. 30 años, 1.84 de alto, musculado pero no demasiado, anchas espaldas, vientre duro sin marcarse demasiado, fuertes brazos, un culo que te mueres y lo que más le gustaba a ella: unas manos fuertes y unos ojazos azules que la enamoraron nada más conocerse en el concesionario donde él trabajaba. De cara normalito pero agradable de ver con un hoyuelo en el mentón que llamaba mucho la atención de las chicas.
-Tas guapo cabrónnnnn, ¡muacks!, le dijo ella cogiéndole las mejillas y estampándole un sonoro y corto beso en los labios. Momento en el que él la cogió por el culo, la levantó a pulso en intentó darle un muerdo.
-No no no ni se te ocurra que se me corre el pinta labios…¡que no joder, suéltame te lo ordeno!, jaja, rió ella tratando de alejar sus labios de los de él cosa difícil sin pisar el suelo. No va, cariño, no es el momento de hacer el tonto que ya te digo que no llegamos.
Pero él ni caso, a lo suyo. Sin soltarla la llevó a pulso hasta el dormitorio entre golpes que ella le daba en el pecho mientras gritaba: “suéltame bruto…¡que me sueltes coño!”. Y eso hizo.
La tiró sobre la cama colocándola bocabajo e inmovilizándola con su antebrazo apoyado en la espalda, le levantó el vestido de gasa que llevaba hasta dejar libre su precioso culo que se veía desnudo en su totalidad por el tanga amarillo pálido tipo hilo dental que llevaba y tiró del mismo hasta bajárselo y sacárselo por los pies.
-¡Que me sueltes capullo!, decía ella mientras él amasaba su culo con la mano derecha, le daba un par de nalgadas que provocaron un par de grititos y finalmente se dedicó a frotar la vulva o penetrarla con el dedo anular indistintamente mientras mordía uno de los cachetes.
-¡AY Juan! no muerdas tan fuerte por favor, decía ella ya algo más resignada pero igual de cabreada.
Juan se abrió la cremallera del pantalón, sacó un pene normal tirando a grande con un glande precioso y tras mucho tantear con el entre los labios vaginales se lo puso justo a la entrada.
-Eh eh eh…para ya joder, ¿estás tonto?... no seas bruto joé…ah ah…no de verdad, ¡para violador! jaja…¡AAHHH!.
Tarde, Juan ya había guiado su pene con una mano mientras se apoyaba en la cama con la otra, le había metido el glande tras hacer un poco de fuerza y empezaba a follarla despacio al comienzo como sabía que le gustaba.
-Te pasa por payasa, ya lo sabes, le murmuró él al oído mientras hundía su carne entra la de ella.
Raquel se calló porque tras el pequeño dolor inicial que le produjo la penetración empezó a disfrutar el polvo agarrándose al cobertor de la cama con una mano mientras con la otra abría sus labios mayores para facilitar la penetración, pasando del mosqueo inicial a cerrar los ojos y dejarse llevar por las sensaciones que llegaban a su cerebro desde su vagina, culo y parte trasera de los muslos que eran las partes de su cuerpo que tocaban con él.
Muslos que abrió más que nada para que poder acariciarse el clítoris y que el pene de él entrase más profundamente ya que lo prominente de su culo no lo dejaba entrar por completo.
-¡Oh…mmmm…joder que bien follas cariño…más…más rápido…mmm…aaah!. Raquel era más lista que el hambre así que decía esas cosas en parte porque las sentía claro, pero fundamentalmente para que él se corriera pronto.
Juan empezó a darle caderazos fuertes y rápidos, sabía que a ella le gustaba que en los polvos rápidos la follase duro y no se equivocaba. A los cinco minutos Raquel ya estaba muy próxima al orgasmo y él aceleraba tanto sus caderazos y eran tan violentos, que el cuerpo de ella y la cama se movían adelante y atrás mientras ella no dejaba de morder la almohada con fuerza entre quejidos y grititos ahogados.
La imagen era de película. Ella tumbada bocabajo en la cama vestida y con solo su culo y piernas al aire mientras el pene de él aparecía y desparecía entre aquellos dos preciosos trozos de carne ya dorada por el sol.
-¡Ah…ah…ah…ah!, los gemidos de ella se fundían con el “plop plop plop plop” del vientre y muslos de él al chocar con los suyos.
-¡Ohhh…0ohhhh!...¡oooooooooh!...me voy cielo me voy, dijo Juan tras un primer espasmo que mandó un buen chorro de semen a lo más profundo de las entrañas de ella y al que siguieron otros muchos…lo siento cariño no he podido esperarte, dijo entre resoplidos completamente tumbado sobre ella.
-Vale pero no la saques que ya termino yo si dejas de aplastarme con tu cuerpo, dijo Raquel mientras se frotaba el clítoris notando dentro de ella el durísimo pene de Juan hasta derramarse en un orgasmo tan intenso como ella quiso porque en sus masturbaciones de estudiante aprendió a retrasarlos, alargarlos, seguir hasta tener otro, buscarlos más fuertes apretando el culo…
A Juan no dejaba de asombrarle lo fuertes que eran los temblores que tenía Raquel cuando se corría ni lo que duraban en el tiempo. Tras esos diez a treinta segundos de espasmos, ella solía quedarse como muerta, completamente calmada.
-Bufffff que bueno, dijo ella tras un par de minutos en los que él no dejó de mirar su culo, los muslos y hasta las contracciones de la entrada de la vagina y ano cuando se corrió.
-Ea, ahora a lavarme y cambiarme de vestido que me lo has arrugado…pues si que…no llegamos, ya si que no llegamos. Y otra cosa Juan, no vuelvas a correrte dentro que tener un hijo ahora no se yo.
Raquel era muy sensata y aunque era cierto que le amaba también lo era que solo llevaban viviendo juntos tres meses, demasiado poco tiempo para saber si deseaba tener un hijo con él o no.
Tras arreglarse ambos otra vez bajaron al garaje. A Raquel aún no se le había pasado el cabreo del todo y los mimitos de Juan no mejoraban la cosa.
-Que no tío, que me dejes que no tiene gracia. Es una cena importante para mí y lo sabes, estarán todos mis compañeros del hospital y acabo de entrar. ¿Te imaginas qué van a pensar si llego tarde en la primera cena?. De verdad Juan que a veces piensas con la polla. No, siempre piensas con la polla.
-Eso es desde que te conocí que me tienes empalmado todo el día muslazos. Casi desde que empezaron a salir Juan le llamaba “muslazos” en la intimidad cosa que a ella le agradaba la verdad
-Con eso no te vas a librar guapetón, anda vámonos a ver si con suerte llegamos a los postres.
Solo llevaban viviendo juntos tres meses tras haber estado saliendo otro. Fue un noviazgo corto, un flechazo. Chica que va a comprarse un Mini a un concesionario, jefe de ventas que la ve de lejos y le dice a un vendedor:”deja que ya me encargo”. Miraditas, conversación… un “¿cenamos para celebrar la compra de tu nuevo coche?” y caer los dos cada uno fascinado por los encantos del otro en la primera cena. A la semana de salir ya se besaban y magreaban y a la segunda ya habían follado.
-Písale Juan, písale que no llegamos.
-Tranquila cariño, no te pongas nerviosa que llegamos de sobra. Dijo dándole palmaditas en el muslo.
-¿Quieres dejar de sobarme y conducir?...¿estoy guapa?...¿cómo me ves?. Preguntó mientras se miraba nerviosa en el espejo.
-Preciosa, este vestido que te has puesto ahora te sienta mejor que el otro.
-Ya, ¿un poco ceñido no?. Es que como las otras me vean provocativa mal empiezo te lo digo ya, las chicas somos así. Bueno y los tíos supongo.
-A ver más ceñido si que es. El otro era como con vuelo y este ceñido.
-Ya pero de verano así para vestir no tengo mucho más. Mi santo es el dos de septiembre, te recuerdo…
-Jaja, que bicho estás hecha. Tranquila este mismo viernes vamos de tiendas. Proposición que a ella le abrió una amplia sonrisa mientras miraba los escaparates de las tiendas al otro lado de la ventanilla del coche.
Y es que el vestido que había elegido tras el polvo fue uno de algodón con elastán amarillo pastel que se pegaba a sus muslos, caderas y cintura. Al pecho también claro pero el vestido llevaba el sujetador cosido con lo que se veía la forma de los mismos y muy claramente pero no los pezones. De tirillas con escote redondo dejaba ver los costados, espalda y escote al aire. También escogió una chaquetilla fina que daba al conjunto un toque elegante.
Por su parte él no se complicó la vida y prefirió ponerse un pantalón beige de lino y una camisa blanca también del mismo material, hacía demasiado calor como para chaqueta y corbata.
Genial, pensó Raquel, primera fiesta y llego tarde y provocativa a la que me quite la chaqueta. Tras treinta minutos conduciendo llegaron al hotel restaurante sobre las diez de la noche, la hora acordada.
-¿Ves como llegábamos cabezona?.
Un mozo se acercó al coche abriendo la puerta de Raquel sin esperar el regalito que iba a tener. Al ser el vestido elástico, llevar tacón y tener que sacer un pie del coche para salir, el mozo pudo ver las preciosas piernas de la chica e incluso el tanga durante milésimas de segundo que seguro quedaron grabados en su memoria hasta que cumpliese ochenta años. Incluso al ser el tejido del tanga muy fino le pareció ver el triángulo de vello púbico recortado que llevaba siempre.
Una vez se lo rasuró por completo pero le pareció que quedaba como cuando era una niña, así que desde entonces se lo depilaba y recortaba con una maquinilla cuando el pelo le crecía pero nada más.
Una chica les recibió a la puerta y les llevó al restaurante indicándoles una mesa y una silla con sus nombres. Iban a sentarse cuando desde una mesa distante les llegaron unos gritos.
-¡Raqueeeeeeeel!...¡eh Raquel!. Ambos se miraron extrañados hasta que ella localizó a la persona que le gritaba.
-¡Marta!, ah ja aja ja…Raquel salió echando leches hasta otra mesa del comedor. Marta guapa, mi Marta, jaja…¿cómo estás, qué haces aquí?.
-Tía que trabajo en administración, conseguiste plaza de enfermera por fin ¿eh?. Le dijo con una afectuosa sonrisa de oreja a oreja. Eran muy buenas amigas, quizás la más íntima para Raquel como lo era ella para Marta.
-Siiiiiiiiiiii, jaja. Oye estás super guapa ¿eh?.
-¿Guapa yo?, guapa tú. No me digas que ese chico es tu pareja que me muero…¡Diossssssss que hombre!.
-¡Eeeeeh, que es mio!, jaja. Si es Juan, el chico que te dije que me vendió el coche, es un amor…¡Juan ven aquí corre!. Él se dirigió a la mesa y saludó a Marta con un suave apretón de manos. Juan Castro, un placer.
Lo de “un placer” no era ningún cumplido sino una afirmación ya que Marta era bastante atractiva. Más bajita que Raquel, más tetona, con más curvas y más guapa de cara que. Tenía unos ojos verdes preciosos mientras Raquel los tenía negros. Eran muy distintas pero puestas una junto a la otra Raquel destacaba claramente.
-Bueno nos ha tocado aquella mesa, sería mejor sentarnos Raquel, le apremió Juan.
-Ni hablar, dijo Marta con gran seguridad. Mira Juan llévate estos cartones con nombres a vuestra mesa y trae los vuestros y cenamos juntos, nadie se dará cuenta. Y así lo hizo.
Una vez juntos comenzaron una charla que se prolongó hasta los postres y en la que las chicas hablaron de mil y una cosas que les habían pasado en los dos años que llevaban sin verse tras irse Marta a trabajar a Inglaterra y volver, charla que a Juan aburrió soberanamente y cuyo único aliciente para él era mirar de reojo los escotes de las chicas tan atractivos el uno como el otro. No es que fuese descarado ni mal educado e incluso luchaba por no mirar, pero el movimiento de los pechos de ellas en sus escotes cuando hablaban o respiraban era una delicia para la vista.
Sobre las doce una empleada del hotel fue mesa por mesa recordando a los comensales que si lo deseaban y habían terminado ya los postres, podían pasar al pub contiguo a tomar un coctel.
-Vaya se me ha pasado el tiempo volando, dijo Marta. Oye que no me quedo al coctel porque entro en mi turno en unas horas, me habría encantado cielo te lo juro.
-¡No fastidies!, respondió Raquel realmente desilusionada, si aquí solo conozco a dos o tres compañeras de promoción. Bueno pues que le vamos a hacer, dijo mirando abajo disgustada...no te preocupes que la semana que viene nos vamos de vinos tú y yo solas si o si. La semana que viene no, todas las semanas, jaja.
-Si joder, tengo tantísimas cosas que contarte que saldremos borrachas como cubas, jaja. Te quiero mi niña, diviértete. Tras un abrazo muy de buenas amigas y unos besos se despidieron las dos.
-Vaya no sabía que os queríais tanto la verdad.
-Lo mío con Marta es especial, te la he mencionado poco pero ya hablaremos con calma. Además te encantará conocerla y salir en parejas, no sé por qué esta noche no ha venido acompañada se lo tendré que preguntar porque siempre ha ligado mucho más que yo.
-Igual acaba de salir de una relación o su chico está trabajando o simplemente desea estar sola. Pero guapa es a rabiar, tengo yo varios amigos que…
-No no, ni se te ocurra buscarle pareja entre tus amigos que menuda panda de buitres son. Raquel no quiso entrar en detalles para no tener que decirle que al menos dos de ellos le mandaban privados por Facebook y que sino los había bloqueado era para que Juan no pensase nada raro. ¿Uno de esos para Marta?, ni de coña.
-Vale pero son muy majos.
Majos con los cojones pensó ella.
Tras levantarse de sus asientos Raquel y Juan se dirigieron al pub. Era coqueto. Tenía dos barras, dos pistas de baile, reservados y desde ambientes muy iluminados en una pista de baile y una barra a otros más acogedores en la otra barra, pista y reservados.
Había gente de varias edades lógicamente. Desde auxiliares de enfermería recién graduados con 20 años a médicos de 40 o 50 años pasando por los diplomados en enfermería también de distintas edades. Elegantes algunos, con vestimenta más casual otros…una fiesta informal de bienvenida a los novatos.
Tras charlar con unas compañeras Raquel y Juan se fueron a la barra a tomarse una copa a su aire, ya habría tiempo de hacer amigos.
-Pues es muy guapa Marta ¿eh?. Y encantadora.
-Ya te digo y mejor persona. Y para las fiestas única, menudas juergas nos hemos corrido juntas.
-¿Os habéis corrido juntas?, dijo él aparentemente serio pero completamente en broma.
-Pero mira que eres cerdo tú, siempre pensando en lo mismo. ¡Plassssssh!, dijo simulando darle un guantazo.
-No pues nunca hemos hablado de esas cosas.
-Porque no habrá salido el tema, solo llevamos tres meses viviendo juntos.
-Debe ser eso. Raquel mira de reojo a aquellos que están sentados en un sofá al fondo.
Ella hizo lo que le indicaba. Pudo ver a varios hombres y mujeres de mediana edad sentados alrededor de una mesa.
-Ostras que descarado el que tiene bigote, ¿no?, no para de mirar hacia acá.
-Hacia acá no, hacia ti. Le matizó él tranquilamente.
-Si claro, pues a lo mejor es gay y te mira a ti. No sé es que más tapada no puedo estar, no sé qué miran.
-Sentada el vestido se ciñe mucho más a tu cuerpo que de pie. Déjalos que disfruten no lo veo importante.
-¿En serio?, dijo ella algo extrañada. ¿No tienes celos?.
-No para nada. Es más me gusta que gustes a los demás porque eso me hace valorar más lo que tengo, dijo Juan con un guiño y un beso casto para no llamar la atención.
-Chico pues me extraña pero vamos…me voy a asegurar. Mira su reacción que me voy a cruzar de piernas le susurró al oído mientras colocaba un muslo sobre el otro. Al hacerlo la falda elástica subió por si sola quedando a solo unos diez centímetros de su tanga dejando unas buenas vistas de su muslo izquierdo casi al completo.
-Joder como están algunas nuevas Dr. Andrade, este verano va a dar gusto hacer guardias. Era un hombre de unos 45 años el que decía esto y al que iba destinada la “jugada” de Raquel.
-La verdad es que ya he visto varias con unos cuerpazos impresionantes pero las piernas de esa chica son de locura, ¡quién lo diría cuando va con el uniforme puesto!.
-Jaja, pero mira que eres traviesa dijo Juan. A ver, ahora te mira con más atención…ahora se roza el pene brevemente …ahora cuchichea con el hombre que tiene al lado, ahora te miran los dos…demonios Raquel, ¡te ha salido novio!, jaja.
-¡No!, jaja, dijo ella llevándose la mano a la boca para tapar su risa. Bueno voy a dejarme de juegos que no está bien, debería de ir dejándome de tonterías y ser más madura, dijo Raquel algo enfadada consigo misma volviendo a sentarse con las rodillas juntas tras colocarse bien la falda.
-Pero mujer que los dejas con las ganas jaja, ¡que cruel!. A él la travesura de ella no le incomodaba en absoluto, es más parecía gustarle.
-Ya bueno. Dijo ella mirando distraídamente a Juan mientras le ponía la mano en el muslo sobre el pantalón izquierdo que era donde él metía siempre el pene. Vaya con como estás hoy chico, es tocarte y empalmarte, jaja
-A ver Raquel que magia no haces ¿eh?, ha sido cuando le enseñabas el muslo a los hombres aquellos.
-¿En serio, eso te pone?, dijo con una mezcla de asombro y extrañeza.
-Aja, mucho.
-Vaya pues mira que cosas aprende una. Pide otra copa por favor, estoy algo seca.
Pasaron un tiempo en la barra tras el cual socializaron con las personas que ella conocía y con otras que conocieron esa noche. Bailaron tras dejar Raquel su chaquetilla en el vestidor para el deleite de algunos chicos, no se puede gustar a todos. Juan tampoco se podía quejar ya que varias chicas a lo largo del baile se fueron arrimando a él e incluso alguna frotó su culo contra el suyo o chocó sus tetas contra su pecho descuidadamente.
“Menamoré me nanana moré, lo vi solito y me lancé” sonaba en la sala. Raquel bailaba con las piernas flexionadas moviendo las caderas al tiempo que de vez en cuando subía sus manos ahuecándose el pelo con los dedos y levantándoselo, quedaba espectacular…”mira que ojitos bonitos, que boca más redontita, me gusta esa barbita”…ella señalaba con los dedos índice de ambas manos los ojos, la boca o la barbilla de Juan mientras seguía la canción con gestos muy graciosos. Cada vez que subía los brazos sus pechos se levantaban y salían algo más de por su escote, cosa que ella controlaba perfectamente y a lo que no daba importancia.
-Oye es tu pareja ¿no?, le dijo chillando una chica a Raquel.
-Si, ¿por?. Rara vez ella marcaba territorio al rededor de su chico pero le salió sin pensar.
-Tranquila solo era para decirte la suerte que tienes, jaja.
Por supuesto con Raquel también se rozaban algunos chicos como por casualidad, hasta uno bastante atrevido consiguió tocarle el culo varias veces lo que la molestó lo suficiente como para lanzarle una mirada tipo: “vuelve a hacerlo y te corto los huevos” y desentendiéndose después, no quería una pelea por tan poca cosa.
Tampoco es que ella bailase de forma más provocativa que las demás ya que casi todas bailaban parecido, de hecho las había con cuerpos similares e incluso mejores que si que bailaban muy provocativamente a esas alturas de la fiesta. Eran su simpatía, naturalidad y la armonía con la que bailaba lo que hacía que las miradas de los chicos se centrasen en ella durante más tiempo. No bailaba para nadie sino para sí misma y eso es una diferencia importante y que se nota.
-Juan, ¿nos sentamos en un sofá del fondo?, dijo cuando terminó la canción jadeando y ya con el brillo del sudor incipiente en su cara, escote y espalda.
-Claro cariño, lo que quieras, dijo quitándose de encima a una veinteañera ya algo pasada de copas.
-Vale, vamos antes a la barra a por bebida que me apetece un mojito bien frio.
Ya sentados en el sitio más apartado de miradas Raquel lanzó un suspiro…¡uffffff, que alivio!, después de tanto estudiar y hacer las prácticas casi tenía olvidado lo que es una fiesta de estas…dame mimitos anda, dijo esperando los besos y caricias que se avecinaban cada vez que le decía eso a Juan.
No lo tuvo que repetir, Juan empezó a besarla apasionadamente acariciando su muslo lentamente cada vez más hacia arriba y hacia dentro mientras ella le desabrochaba dos botones de la camisa y acariciaba uno de sus pectorales. Le gustaba jugar con el pelo del pecho de Juan y endurecer sus pezones mucho más pequeños que los suyos.
-Mmmmm…eres un amor…le decía mientras dejaba entrar la mano entre sus muslos ya cerca de la vulva…sigue más arriba le susurró al oído.
-¿Así?, susurraba él sin apenas separar sus labios de los de ella y comenzando ya a acariciar su vulva sobre el tejido finísimo del tanga.
-Mmmmm…siiiiii.
-Oye sobre las cosas que hablamos antes, ¿cuál es tu fantasía sexual más inconfesable?, preguntó Juan.
-Un…un trío con dos hombres dijo sorprendiéndose hasta ella misma mientras el dedo de él ya entraba libremente en su vagina y hacía un gancho hacia arriba buscando su “lentejita”, esa que si tocaba hacía que ella tuviese como calambres que antes o después la llevaban a derramarse en orgasmos brutales si lo combinaba con caricias en el clítoris con el pulgar.
-Joder Juan…no pares…mmmm…Diosssssssssss…ah ah ah…mmmmmmm. Tuvo un orgasmo impresionante en el que no dejó de temblar durante lo menos treinta segundos por mucho que intentó apagar sus gemidos y controlar los espasmos para no dar un escándalo.
-Buah, ¡que bueno!, sonrió mientras cogió la cara de él con ambas manos y le daba un apasionado beso de agradecimiento.
Tras unos minutos en los que ella se recuperaba con su cabeza apoyada en el pecho de Juan se separó de repente y le preguntó: “¿y cuál es tu fantasía?”.
-Ver como te folla otro, le soltó como si tal cosa.
-¿En serio?, pues es raro. Voy un momento al baño a limpiarme y retocarme los labios, ya hablaremos de eso, dijo sin dar importancia a lo que Juan le acababa de decir. Total una fantasía no es más que eso.
Se levantó dejando el tanga un poco bajado para no mojarlo con su vulva y se dirigió al baño de chicas. Afortunadamente estaban muy limpios así que cogió varias toallas de papel y humedeció una con agua y un poco de jabón antes de dirigirse a uno de los aseos libres. Al sentarse en el retrete se bajó el tanga hasta los tobillos y tras subirse el vestido hasta la cintura procedió a lavarse la vulva, las ingles, el vello del pubis y el interior de sus muslos.
Sabía que el olor a sexo cuando te corres es difícilmente disimulable y aún quedaba fiesta por delante. Una vez limpia se secó bien con el resto de toallas, las echó al retrete, tiró de la cadena, se volvió a colocar el tanga y el vestido y salió a los lavabos con espejo donde habían un par de chicas retocándose.
-Hola, ¿buena fiesta verdad?, preguntó mientras se pasaba el pintalabios por el labio inferior…si muy buena música unos tíos tremendos y los cocteles estupendos…los mojitos están de muerte…aja yo ya llevo unos cuantos pero te recomiendo los “lavaca punch” si te gustan la ginebra y los frutos rojos…gracias oye ese no lo he probado. Bueno te dejo, a ver si nos vemos…dijo dirigiéndose a la salida.
Tras salir de los aseos se dirigió al sofá donde estaba Juan y se volvió a sentar junto a él.
-¿Oye qué tal si hablamos un poco con la peña y nos vamos a casa cariño?. Son las tres y media y estoy algo cansada.
-Por mi perfecto esto ya empieza a decaer y mañana me gustaría que fuéramos a la playa temprano, me apetece coger el coche y tirar para alguna cala apartada. No sé, por Nerja o por Marbella.
-Marbella mejor, hace más fresco. Sentenció Raquel como si fuera una experta en playas. Pero mañana es muy pronto apenas vamos a dormir cuatro horas, ¿no es mejor el domingo?.
-Como quieras pero entonces le pido a Luís su zodiac, la enganchamos al coche y nos vamos a la calita esa donde solo se puede llegar en barca o a nado.
-Genial mejor así porque las playas un domingo se ponen hasta los topes.
Tras algunas conversaciones con conocidos de ella salieron del pub y el mozo les llevó el coche dirigiéndose después a la puerta por donde entraría Raquel. Tras abrirle la puerta bingo, otra exhibición de las piernas de ella que el chaval recordaría toda su vida.
Ya en casa cada uno se duchó en su baño y se fueron a la cama él con un bóxer negro tan fino que era casi transparente que le sentaba genial al moreno de su piel y ella con una braguita de encaje muy fresca y un sujetador sin aros también negro y fresco. Como a ninguno de los dos le gustaba dormir con el aire acondicionado puesto dormían destapados capeando el calor de las noches de verano del sur.
-Bueno pues no ha estado mal la noche, ¿no?, dijo él colocando su mano sobre el vientre de ella, cosa que sabía que le encantaba. A veces incluso la ponía cachonda pero a esas horas y tras correrse dos veces en la noche Raquel no estaba para más fiestas, solo le agradaba tener su mano en el vientre.
-Para nada ha estado muy bien, dijo ella ladeando la cabeza para mirarle al tiempo que colocaba su mano sobre la de él, le encantaba acariciar la mano de Juan. Oye hay una cosa que no me ha quedado clara, cuando dijiste que te gustaría verme con otro hombre…no se, me he quedado algo descolocada.
-Ya claro es natural. Verás tú hablabas de fantasías pero yo de deseos, de cosas que se llevan a la práctica.
Raquel se quedó pensativa mirando al techo en la oscuridad de la noche. Una fantasía es algo que uno tiene pero que normalmente no intenta cumplirla. Ella no querría hacer un trío de verdad ni por asomo y sin embargo algunas veces fantaseaba con ello cuando se masturbaba. Pocas porque normalmente lo hacía pensando en su chico. Sin embargo un deseo es algo que quieres hacer o intentarlo al menos.
-¿En serio quieres que me toque otro hombre, que me bese, que me folle?. Seguía mirando al techo, era algo que le hacía sentir realmente incómoda, con vergüenza. Un tema difícil.
Juan también tardó en responder. Verás, si que me gustaría ver cómo te folla otro pero no me preguntes por qué, no tengo ni idea. Será algo sexual, morbosidad…no se. De todas formas no tienes que preocuparte porque si tú no lo deseas el tema acaba aquí y no se vuelve a hablar de él.
-¡Buffff!. Pues claro que no lo deseo cielo pero me gustaría hacerte feliz. A ver, si separo mi cuerpo de mi mente solo es un cuerpo, ¿no?. Y entregaría mi cuerpo igual que cuando me pongo en manos de mi ginecólogo, no mi mente. Otra cosa es qué pasaría después. ¿A ver tú estarías dispuesto a poner a prueba nuestro amor, nuestro futuro como pareja solo por complacer ese deseo?. Le dijo ella dejando de mirar al techo y ladeando la cabeza para mirarle a él.
-No lo se Raquel, te juro que no lo sé. Mejor hablarlo en otro momento con más tiempo y calma, buenas noches cariño, dijo besando a Raquel en el hombro.
-Buenas noches amor, dijo ella dándose la vuelta para poder besarle la boca y mirarle a los ojos fijamente hasta que se durmió con una mano sobre el pecho de Juan.
Así dormida parecía una niña, pensó Juan viéndola dormir. Si miraba el resto de su cuerpo veía una mujer increíblemente deseable, muy mujer y muy madura en la vida real, pero así dormida no era más que una chiquilla pura y confiada. Y eso a Juan le hacía sentir una tremenda ternura.