Fantasías hechas realidad 1
Cuando un amigo se cuela en sus fantasías...
En sus fantasías nunca entraba nadie real, solo pensaba en imágenes más o menos sexuales y con eso era suficiente. Hasta que conoció a Juan. Por algún motivo, él era capaz de encenderla sólo con palabras, liberando todos sus instintos. Con él no había represión, pero solo en sus fantasías, ya que, a pesar de que eran buenos amigos, nunca se habían acostado.
Una noche de fiesta loca, ella le confesó que había tenido alguna fantasía con él. Juan se quedó un poco cortado, aunque por supuesto a cualquiera le gusta que una chica guapa le diga algo así. En la confesión no había morbo, solo la confianza de una amiga, así que medio en serio medio en broma, Juan empezó a preguntarle por sus fantasías. Ella era muy vaga, no daba muchos detalles, pero transmitía la sensación de que se lo estaba pasando muy bien masturbándose a su costa. Al pensar en ella tocándose, se excitó y, medio de broma, le dijo que le gustaría mucho verla mientras tiene una fantasía con él. Ella se rió y le dijo que si estaba él delante no tendría que fantasear... ni tampoco masturbarse ella sola. El lo tomó como una invitación y le preguntó si quería ir a su casa...
En el salón él le pidió que se sentara en un sillón mientras él se quedaba de pie. Volvió a preguntarle cuáles eran sus fantasías y sintió cómo ella se encendía con sus palabras. Contestó que casi siempre él le daba órdenes con lo que tenía que hacer para llegar al orgasmo. Entendido, pensó él, voy a hacer que se vuelva loca de gusto, tanto que me rogará que le meta la polla en el culo.
- Enséñame las tetas, pero no te quites el sujetador
Ella se sacó la camiseta y se sacó las tetas por encima del sujetador, mostrando unos pezones suaves y rosas. El la rodeó y comenzó a tocarle el cuello, los hombros... fue bajando hacia las tetas, las masajeó como si estuviese haciendo pan. Se arrollidó a su lado y tomó un pecho. Su lengua trazó círculos alrededor de los pezones, sin tocarlos. Ella sintió cómo su coño se mojaba y arqueo el cuerpo intentando meterle el pezón en la boca. Él se alejó, aún no quería hacerlo. Tenía que controlarse, hacerla sufrir, que suplicase para llegar al orgasmo. Se arrodilló entre las piernas de ella y, apretando una teta en cada mano, empezó a lamer alrededor de los dos pezones lentamente, dejando la zona totalmente brillante. La saliva se deslizaba por los pezones, que se endurecían a su contacto, pero su lengua aún no los había tocado. Su coño ya estaba tan mojado y sentía la vagina tan abierta, tan lista para recibirlo, que pensó que se iba a correr en dos segundos. Se arqueó de nuevo y él sintió cómo apretaba su coño contra él, estaba ardiendo. No pudo más, se metió un pezón entero en la boca y empezó a succionarlo y a lamerlo como si fuese el primero que se comía. Tomó el otro pezón entre los dedos índice y pulgar y, mientras notaba uno duro en su lengua, notaba como el otro se ponía como una roca entre sus dedos. Cambió de pezón y acercó su lengua al que ya estaba como una roca, que lo lamió hasta que ella gimió de placer.
- Levántate del sillón y desnúdate.
Ella obedeció. Mientras tanto, él hizo lo mismo y se sentó en el sillón. Cuando ella acabó de desnudarse, le dió la vuelta y la sentó sobre él. El tenía las piernas cerradas y ella estaba sentada sobre sus muslos con las piernas a los lados. En esa posición él la recostó sobre su pecho y abrió sus piernas, dejándola totalmente expuesta delante del espejo. Vió su coño mojado, que dejaba caer gotas de flujo sobre la alfombra, recogió un poco de líquido con dos dedos y se los metió en la boca. Ella sintió que se mojaba aún más. El le agarró las tetas con las dos manos, tomando los pezones entre los dedos y girándolos firme pero suavemente. En el espejo, él veía como el coño se iba abriendo y mojando cada vez más y se preguntó si sería capaz de correrse solo tocándole las tetas. Bajó su mano derecha y, con el dedo corazón, empezó a juguetear con la entrada de su vagina. Estaba empapada, sus líquidos caían por su dedo y notaba como se mojaba más a su contacto. Bajó la otra mano. Con los dedos índice y corazón, separó totalmente los labios húmedos y, con la otra mano, empezó a frotar el clítoris. Ella gemía y abría más las piernas, sentía que estaba a punto de correrse. El paró y, separándole aún los labios, metió dos dedos en su vagina, donde empezó a masajear lenta e intensamente. Ella abrió más las piernas, a lo que él contestó sacando y metiendo los dos dedos totalmente chorreantes.
- Levántate y ponte de rodillas en el sillón.
Obedeciendo, se puso de rodillas sobre los reposa brazos y puso el culo en pompa. Él observó su coño, temblaba de placer, los líquidos fluían por todas partes, llegándole al ano incluso. Se fijó y vió que el ano también se estaba dilantando. Nunca había tenido a una mujer tan expuesta y tan cerca de su cara. uno por uno, fue metiendo todos los dedos en aquella vagina, para dejarlos bien lubricados. Ella gemía y se retorcía... y solo estaba empezando. Metió el dedo indice y el corazón de la mano derecha en la vagina mientras con el dedo pulgar acariciaba y mojaba el ano suave y dilatado. Notaba como se dilataba más a su contacto y que, poco a poco, el dedo entraba solo, como si fuese mantequilla. Cuando tuvo todo el dedo pulgar dentro comenzó un masaje intentando unir los dedos de la vagina y el del culo a través de la pared que los separaba. El coño y el culo chorreaban sobre el sillón y tenía la mano empapada. Con la otra mano, le pellizcaba los pezones por turnos, para que siempre estuviesen duros. Después de unos minutos, el coño y el culo estaban tan dilatados que decidió insertar alguno más.
- Deja caer las piernas hacia los lados de los reposabrazos y echa abre el coño
De nuevo obedeció, dejando ante él un ano que se abría y se cerraba y un coño que no dejaba de chorrear líquido. Metió tres dedos de su mano izquierda en la vagina y el índice y el corazón de la derecha en el ano. Cuando sacaba los tres dedos de la vagina, metía los dos en el culo y cuando le sacaba los dedos del culo, se los metía en la vagina. Cada vez la notaba más cachonda, gemía y se acercaba a sus manos como pidiendo más. Metió otro dedo más en la vagina, ella se volvió loca y le pidió que le metiese la mano entera. Al principio dudo, pero con lo mojada que estaba y con todo el lubricante de ella que le chorreaba por las manos, pensó que no había problema. Metió otro dedo más y empezó a empujar para meter los nudillos. Ella chillaba de placer y se abría más el coño para que entrase más fácilmente. Finalmente entró, le había metido la mano entera, hasta la muñeca!!
- Eres la tía más guarra con la que he estado, después de esto, me voy a correr en tu boca y te lo vas a tragar todo zorra
Ella sintió como su coño temblaba con estas palabras y él pensó que había tenido un pequeño orgasmo. Con la mano izquierda totalmente en su coño empezó a meter y a sacar la mano, que ya estaba totalmente chorreante de un líquido que se estaba volviendo blanquecino. Mientras tanto, metía y sacaba también los dos dedos de su culo, que también estaban brillantes debído al aceite que estaba perdiendo. Quiso averiguar si estaría lo suficientemente dilatada como para que le metiese la polla así que separó los dedos como si fuesen tijeras y empezó a sacárselos del culo. Estaba bastante dilatado, aún podría meterle otro dedo más. Con los tres dedos del medio empezó a penetrarla más rápido hasta que ella gimió tanto que le suplicó que le metiese la polla por el culo de golpe.
- Levántate, dame la espalda y métete mi polla en el culo zorra
Así lo hizo, se sentó sobre él como al principio, pero esta vez cogió su polla con una mano y la dirigió a su coño para lubricarla bien, cuando ya estuvo brillante, se la insertó en el ano en un solo gesto. Después colgó las piernas a cada lado del reposabrazos y, apoyándose en estos, comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo. Gracias al espejo veía cómo esa polla enorme y brillante entraba y salía de su culo, cada vez más mojada. El bajó las dos manos hasta su coño y empezó a abrirselo, metía un dedo, luego otro, luego otro, hasta que al final tuvo seis dedos metidos y podía ver la vagina totalmente dilatada en el espejo. Ella se retorcía como una perra en celo y gemía como una puta de las películas. Esto no se lo imaginaba ni en sus mejores fantasías. Estaba a punto de correrse, sentía la polla a punto de estallar y quería hacerlo en su boca, pero antes quería sentir en su polla como ella se corría, cuando le metiese la polla en la boca para explotar, quería que estuviese empapada de su propio orgasmo. Sacó la mano derecha de su coño y le metió la mano izquierda hasta casi la muñeca, ella gritó de placer mientras seguía mirando en el espejo como la polla le entraba y le salía del culo, apunto de estallar. Mientras tanto con la mano derecha, él comenzó a frotarle el clitoris. En ese momento, ella gimió como no lo había hecho antes y empezó a moverse más rápido, se cogió las tetas con las manos y se apretaba los pezones, que estaban duros como piedras. Se lamió las manos enteras y se arqueó para levantar los pezones duros, empezó a frotarse las manos mojadas con los pezones, que parecía que iban a explotar. De repente, abrió muchísimo las piernas y se dejó caer sobre su polla con todo su peso, moviéndse para que le diese un masaje interno. Juan sintió cómo se corría, como los músculos de la vágina atrapaban su mano y como los líquidos fluian de su culo.
- Arrollídate y cómemela
Ella se arrollidó ante él, abriendo totalmente las piernas para que todos sus líquidos fuesen cayendo al suelo mientras se seguía tocando y se metió la polla entera en la boca, apretándola por la base. Sintió como le explotaba dentro y cómo la leche que salía borbotones le iba llenando la boca. Y su coño seguía mojándose... ¿es que aquello no iba a parar nunca? Ya queria más...