Fantasías en la intimidad
Fantasía en la que mi esposa, delante de mi, se deja acariar por un tercero al que acaba masturbando.
Hola me llamo Manolo, estoy felizmente casado y ambos tenemos 37 años. Vivimos en un pueblo a unos 30 km de Madrid ( España ).
Jamás hemos tenido relación ajena a nuestra pareja, pero si que nos gusta utilizar fantasías cuando estamos en nuestros momentos más íntimos.
Voy a contaros la última, aunque os advierto que nos atraen las fantasías un tanto "light" y no salvajes.
Como ya os he comentado jamás hemos compartido cama con nadie, ni creo que esto ocurra, pero siempre me ha gustado imaginarme a mi esposa disfrutando con otro y a ella también le excita que le cuente este tipo de fantasías, habiendo bromeado a veces sobre si yo sería capaz de dejarla hacer con otro mientras estoy presente sin intervenir, opinando ella siempre que sería incapaz.
Un día llegamos a hacer una apuesta y buscamos a través de internet un chico de 23 años, Adolfo, que se prestó al siguiente juego :
Yo estaría presenciándolo todo inmovilizado en un sillón, él y mi esposa jugarían con ciertas condiciones : ella no se desprendería de su ropa interior, él si aunque no podría tocarta con las manos (solo con su boca podría besarla y lamerla, siempre por encima de su ropa interior, que por cierto debería ser casi transparente y de "infarto"), a cambio ella debería acariciarle a él hasta que se corriese, ahí se acabaría el juego y por supuesto todo ello transcurría en un sillón situado a un metro delante de mi.
Subimos a la parte de arriba del duplex y me inmovilizarón, empezando el juego con música y baile, sus cuerpos empezaron a frotarse y los primeros muerdos y besos fueron al cuello, ví como se iban desabrochando los botones de la camisa y aparecía su sujetador, blanco de un tejido muy fijo que dejaba entrever sus grandes pezones que debían de estar ya duros, muy duros. Cayó la camisa y su falda dejando al aire su tanga blanco, a juego, que hacía un conjunto irresistible.
Yo tenía una sensación agridulce de malestar y calentón salvaje, que aún sin quererlo me tenía como una moto.
El empezó a trabajar sus pezones, cosa que la vuelve loca, y ella poco a poco se iba dejando hacer y comenzaba a disfrutar, al rato su mano sin disimulo estaba acariciando la entrepierna del joven.
Mi mujer que decidió tomar la iniciativa lo dejo en calzoncillos, se sentó en el sillón situado frente a mi y abrió sus piernas, obligándole a que acariciase con la lengua su rajita, yo era víctima del mayor calentón de mi vida.
Después le obligó a pasar a sus pezones, en aquel momento ella ya tenía en su mano su polla y se la meneaba de forma tranquila.
Después le hizo sentarse y ella empezó a acariciarse sobre las braguitas con la polla que ya dominaba.
Durante el juego una de las reglas es que sólo ella podía hablar, Adolfo y yo a aguantar el chaparrón, y bien que lo aprovechaba, diciéndome lo caliente que estaba, lo mojadita que se encontraba ó como le dolían los pezones del calentón. Me preguntaba que si me gustaba y que si eso era lo que yo quería, limitándome a asentir con la cabeza.
Estaba llegando el final y ella se situó de rodillas junto a él, mientras éste permanecía sentado, y empezó a menearle el rabo de forma decidida, entretanto no paraba de repetirle cuanto le gustaba su polla, lo gruesa y dura que era, lo caliente que la había puesto y le pedía sin cesar que vaciase su rica crema, como evidentemente ocurrió al momento.
No os podéis imaginar el polvo que echamos mientras ibamos desgranando en detalle la historia, yo siempre soy el que la propone y ella me sigue el juego entrando en detalles que ni a mi se me ocurrirían. Si estais "aburridos" utilizad este juego de las fantasías, funciona.
Besos, te quiero.