Fantasias de una jefa 1

Ella tenia el control de su vida, hasta que alguien apareció.

Otro día de trabajo, colocarme las gafas sin graduación, recogerme mis cabellos rubios en un moño y vestirme y mirarme al espejo.

Muchos todavía se giran al mirarme por la calle, seguro que proseguirían su camino si supieran que estoy a punto de cumplir los cuarenta años.

Llevo a los niños al colegio y voy a trabajar, soy la presidenta de una gran empresa la accionista mayoritarias, mi marido y yo junto con algunos socios fundamos la empresa, pero cuando el murió las cosas iban mal, pero yo seguí creyendo en la empresa, trabajé duro para sacarla adelante y ahora es una empresa potente con presencia en catorce países, dando trabajo a tres millones de personas.

Al llegar al trabajo, todos se levantan y me saludan.

-buenos días señora Gloria.

Ni les miro, debo ser fría, inalcanzable, pero eso no significa ser cruel, puedo ser comprensiva y ayudarlos en lo que puedo.

Hoy ha llegado un nuevo informático, le doy la bienvenida, esperaba un hombre gordo y con gafas, pero

Era un hombre musculoso, de larga melena negra, moreno, unos veinticinco años, iba muy elegante, se notaba que quería mostrar buena impresión.

Le indico con frialdad donde estaba su puesto, bueno, esperaba haber transmitido frialdad, porque.

Dios, ese hombre me ponía como una moto.

Me fijo en sus dedos, no tenía anillo.

Al volver a mi puesto cierro las persianas, pero miro al nuevo con… no se como describir la sensación, es guapo, pero…seguro que no le interesa a una cuarentona como yo.

Después de terminar el trabajo, suelo acabar una hora después que los demás, me aseguro que no me ve nadie, meto las manos bajo mi falda y me quito las bragas.

Me imagino a aquel hombre, desnudo, con su virilidad dispuesta a hacer mujer a quien fuese la afortunada en tenerle.

Separo mis labios mayores y acaricio mi clítoris, despacio, hacia tanto que no me tocaban que me excité enseguida, mis manos acariciaban mis pechos por encima de la ropa y me pellizco los pezones por encima del sujetador.

¿Me habrá imaginado desnuda para no tener miedo al primer contacto? ¿Se habrá excitado? La verdad es que tengo los pechos grandes y unas bonitas curvas, pero mis labios carnosos son lo más bonito de mi cuerpo, al menos, es lo que yo opino.

Los movimientos de mi dedo aceleran, me pellizco el pezón con más fuerza hasta llegar, vuelvo a ponerme las bragas y recoger a mis hijos.

Una vez en casa, les ayudé a hacer los deberes y a estudiar, si, mi vida es agotadora, pero ¿no es eso ser madre? Podría tener una cocinera o chofer, pero… no se, me gusta tener el control sobre mi vida.

Cuando preparé la cena, una palmada me golpeó en mi trasero respingón.

-¿Qué pasa mama? ¿Cuando tienes las vacaciones?

Era mi hija mayor, Lucia, diecisiete años, su pelo es color castaño, hermosa cintura y pechos medianos, había heredado mis largas piernas y mis ojos verdes, no me gustaba su carácter, pero ella era así, con un novio en cada barrio de la ciudad.

-en un mes pero ¿a que venia esa palmada? – pregunté alterada.

-nada, acabo de darme cuenta de que… ¿Cuánto hace que no te cogen? – preguntó como si fuera la cosa más normal del mundo.

-¿coger? – pregunté.

-es la manera sudamericana de decir, follar, joder, poner tu culo señalando a cuenca, montarte

-¡basta! ¿A que viene esa pregunta? – dije alterada.

-verás, mi novio.

-¿Cuál de ellos? – pregunté fríamente.

-si te digo la verdad, no lo se, pero me preguntó y cito con sus palabras "he visto a tu mamita cuando te recogía del colegio, ¿no podrías traértela algún día? Seguro que coge tan bien como tu"

-¿no te enfadarías? Con lo celosa que eres – le dije.

-normalmente si, pero, recordé que desde que papa murió no has traído hombres a casa.

-¿Qué tiene de malo ser fiel? – pregunté.

-aún estas buena, deberías estar con uno ¡no! Varios hombres que te follen con ganas, tu cuerpo no va a ser bonito eternamente – dijo mi hija mientras me agarraba mis pechos, los mismos con los que la alimenté cuando era un bebé.

-no pienso traicionar a mi marido – dije tajantemente.

-¿no recuerdas sus ultimas palabras? Exprime la vida.

Esas palabras me hicieron escapar una lágrima, cuando se moría mi marido, mis hijos y yo lo acompañamos en sus últimos momentos, fueron sus últimas palabras, pero, yo no podía hacer eso.

-eso ha dolido – le dije.

-¿crees que a mi no? ¿Crees que a mi no me duele su perdida? ¿Crees que a mi no me duele que estés sola? Puede que seamos de distintas opiniones, pero agradezco lo que hiciste por mí y mis hermanos, que por cierto, Carlos esta cañón y José empieza a ser atractivo, no me importaría pasar una noche con ellos.

La miré alarmada, Carlos era mi hijo mediano de quince años, luego estaba José, de trece.

-tranquila mamá, no pienso tocarlos, demasiado tiempo haciendo de hermana mayor como para tratarlos como hombres.

Cenamos pero me sentía inquieta, aquel nuevo empleado me excitaba, ¿debería despedirle? ¿Qué le digo? Lo siento señor no puede trabajar aquí porque la jefa se pone cachonda solo con verle, ¡dios mío! Despido improcedente seguro.

Me desperté pronto en la mañana, ya que no puedo evitar que trabaje en mi empresa ¿Por qué no fantasear? Abrí el armario, allí había una hermosa ropa de encaje que reservaba para mi marido en las noches apasionadas, me la puse ¡todavía me quedaba bien! Me tumbé en la cama tapando medio rostro con mis largos cabellos rubios mientras alargaba una pierna y doblaba otra, doblaba la pierna lateralmente hasta que la punta de los dedos de mis pies tocaban la rodilla, salí de la cama y me senté en la silla con las piernas estiradas, mi pie derecho enfundado en la media blanca recorría mi pie izquierdo, también enfundado en la media, mi pie subía por mi pierna hasta llegar a la rodilla, luego estire la pierna derecha horizontalmente, señalando con la punta de mis dedos, imaginaba que unas manos acariciaban mi pie y lo besaban, esos besos y caricias recorrerían mi pierna.

Me siento en el borde de la silla y abro mis piernas, simulo que agarro una cabeza que chupa mi entrepierna y me imagino el placer que me da, me levantó y empujo con mi pié a mi amante imaginario a la cama, subo a ella, de rodillas, imagino que estoy encima de el, con mis manos en mi nuca dando una buena vista de mis pechos y me muevo imaginando que mi culito y mi rajita acarician esa dureza que tienen los hombres mientras mi lengua pasa por mis labios, giro la cabeza y

¡Mi hija me grababa en su móvil!, ella me saludaba y se fue a su habitación.

Yo tardé en reaccionar y corrí hacia su puerta y la aporreé exigiéndole el móvil, ella se negaba, que había muchos compañeros que pagarían por verme así.

Aporreo más fuerte, pero interrumpo el asedio porque veía a Carlos que me miraba sorprendido, pero la sorprendida soy yo al ver la tremenda erección en sus calzoncillos que tenia.

¡Aún iba de encaje! ¡Me fui hacia mi habitación sin creerme que mi hijo se excitara al verme y me vestí! Llevé a mis hijos al colegio, exigí a mi hija el móvil, pero entonces le vi.

Era el informático, hablando con una de las profesoras, amigablemente.

Tenia novia, bueno, es normal que prefiera de su edad.

-¡¿así que es ese hombre?! Tienes muy buen gusto mamá, ciao - dijo mi hija escapándose.

Seguro que aun tenia la foto o ¡peor! Un video, me fui del trabajo no sin amenazar a mi hija por teléfono que no compartiera lo que tuviera y lo borrara, ella estaba tranquila, ¡joder! Eso me intranquilizaba más, seguro que ahora mi imagen proyectada desde un móvil o ¡desde internet! Se tapaba con manchas de…de…dios, no quiero ni pensarlo.

Al llegar al trabajo me encerré en el despacho y recé para que no hubiera nadie que me reclamase, después de ese video, ni me apetecía existir.

Pero el informático me llamó para una consulta sobre la organización de la empresa, voy y le hablo como son nuestras normas, nuestros objetivos.

Bajo mis ropas aún llevo mi lencería de encaje, si el supiera lo que llevo debajo ¿Qué pensaría? ¿Se encerraría en el baño? ¿O se lanzaría a por mí y me tomaría? Cuando terminamos la charla, el móvil del informático, Ángel se llama, sonó, era un mensaje que visionó, al volver para echarle una ultima ojeada, el me miraba sorprendido, como Carlos.

¡Dios!

Le cogí el teléfono y ¡era yo! ¡Mi hija envió el puñetero video a Ángel directamente! Borré ese mensaje y fui a mi despacho corriendo mientras escuchaba a Ángel intentando explicarse.

Al llegar a mi despacho escuché mi móvil, era mi…simplifiquemos con "hija"

-hola mamá, averigüe el teléfono del chico que mojabas las bragas y le envié el video con el mensaje de que necesitabas un hombre en tu vida, este cae en tus manos la próxima vez que te vea, como me hubiera gustado ver su cara de excitación.

-¡yo se la he visto! ¡Es mi nuevo empleado! – dije furiosa.

-vaya ¿le gustó el video?

-se lo borré antes de que pudiera verlo más – le dije.

-Lastima, pero lo guardé en el ordenador, una imagen así hay que guardarla para recordarla cuando seas ancianita.

-¡bórralo!

-ni hablar, hasta a mi me pone cachonda, tírale los tejos a ese hombre, que huelas a "zumo de hombre" al llegar a casa.

-¡Lucia! No te consiento esto.

-pásatelo bien mamá ¿Quién sabe? A lo mejor tengo una nueva hermanita, por cierto, Carlos estuvo todo el recreo en el baño ¿imaginas porque?– dijo mi hija antes de colgar.

Eso me dolió ¡mi propio hijo! ¡masturbándose imaginándome Dios sabe como me veria! ¡no podía creerlo! Miré por la ventana, todos estaban trabajando de forma tensa, me habían visto como me cabreaba, incluido Ángel.

Dios mío ¿Qué puedo hacer?