Fantasías de un virgen (1)
Primera parte de las fantasías sexuales de un contador de cuentos eróticos que, irónicamente, es virgen.
Fantasías de un virgen.
El relato " Fantasías de un virgen " no se basa en hechos reales y los nombres de los personajes son fruto de la imaginación del autor. Cualquier similitud con la realidad es pura casualidad.
Se solicita a los lectores que realicen el debido comentario al presente relato, para poder realizar variaciones pertinentes en los relatos futuros.
Le mundo se cree que para ser un triunfador en la vida hay que ser guapo, elegante, con el físico de Arnold Schwarzenegger, con un rostro de Leonardo DiCaprio, el atractivo de Brad Pit y como olvidarse del dinero, la riqueza, el poder o los veinticinco centímetros de una estrella de películas porno (¡guau!, esos chicos nunca son personas comunes y corrientes)
Ahora, "¡Señoras y señores!", les tengo una noticia: las apariencias engañan: los mejores candidatos no están a cientos de kilómetros, en Hollywood, lejos de las manos de las jovencitas calenturientas que deben conformarse con el frotado de sus sexos con sus dedos o utilizando a un "amigo" como substituto del apuesto Keanu Reeves, no señoritas, su felicidad se encuentra a la vuelta de la esquina, en hombres comunes y poco apuestos, como yo.
Empezando por describirme, soy una persona joven, alta (mido 1,80 m.), algo gordito (peso 103 kg., aunque estoy haciendo una dieta), mi cabello es ondulado y color castaño claro, tengo un pésimo estado físico, tengo unos incipientes quince centímetros en plena erección (bueno, en realidad doce), tengo diecinueve años y ¡diablos!, me estoy olvidando de algo. ¡Ah, sí! soy virgen. Es decir, la antítesis del macho ganador argentino.
Sí, ya sé, en estos momentos muchos deben estar pensando: "¡Ja, ja! Mirá ese pibe. Con diecinueve años y todavía virgen".
Otro en mi lugar, dirían: "Sí, soy virgen, pero por elección propia. Quiero esperar a una mina que realmente me mueva el piso, y bla, bla, bla, etc., etc. y etc.". Yo no voy a decir esas farsas, voy a decir la verdad: tengo menos levante que un colador y mi vida social-sexual (las dos se han unificado en una) no es muy gratificante: tengo una vida rutinaria, salgo muy de vez en cuando (aunque yo diría NUNCA) y (ahí viene la mejor parte de mi vida) estoy envuelto en un círculo vicioso de relatos eróticos y masturbaciones.
Ahora, mis queridos lectores, ustedes dirán: "¿Qué hace este tipo desperdiciando un espacio, si sólo nos va a decir que es virgen?". Bueno, en realidad no es tan así. Lo que en realidad sucede es que estoy atravesando por un pequeño bloqueo literario y no puedo escribir relatos eróticos (sólo puedo leerlos y masturbarme). Entonces, para intentar solucionarlo y reactivar mi imaginación escritora, decidí relatar una de mis fantasías sexuales favoritas (en realidad, una entre tantas).
Se trata de una película que he visto una y otra vez, y de una escena específica, mi predilecta, fuente de inspiración para muchas pajas.
La película es "Criaturas Salvajes". Es una película excelente, que sólo cuenta con un par de escenas de sexo, pero hay una en especial que me tiene loco. Voy a tratar de adaptarla a mis deseos, así que no quiero que las críticas escriban cosas como "Discúlpame, pero la escena no era exactamente así", porque estamos hablando de mis fantasías y yo las relato como quiera ya que son (como ya dije) mis fantasías.
Imaginen una calurosa noche de verano. Llego a mi cabaña, luego de estar en algún lado (es un detalle que no interesa y por eso no lo incluí en mi fantasía). Hace calor, decido tomar una cerveza bien helada. Abro la heladera (así se dice en Argentina, pero los españoles le dicen nevera), agarro una botella de un litro, la destapo y en el momento en el que me dispongo a beber del pico, noto que sobre la cama hay dos figuras en la penumbra, no distingo bien quienes son, así que decido encender la luz.
La imagen es fantástica. Se trata de dos de mis alumnas (en esta fantasía yo ya me recibí como profesor de Historia), Lucy y Pely (por ponerles un nombre) que me observan apasionadamente.
La escena es excitante: ambas "niñas", de unos diecisiete años cada una, esperando como pacientes pupilas que su maestro les enseñe los secretos de lo oculto y de lo prohibido por la sociedad.
Mi primera reacción fue de asombro. Por mi mente pasaron diversas preguntas: ¿Cómo entraron aquí? ¿Cuándo llegaron? ¿No es muy tarde para que esté fuera de sus casas? ¿Qué vinieron a hacer aquí?
Mis preguntas se disiparon al observarlas detenidamente. Ambas vestían sus uniformes de colegio, sólo que la falda era más diminuta de lo normal: dejaba ver parte de sus muslos; sus camisas estaban algo desarregladas, con las corbatas muy flojas por encima de las camisas desabotonadas en la parte superior. Con respecto a sus cuerpos, son algo diferentes. Lucy mide uno setenta (creo), tiene muslos firmes, unos pechos muy voluptuosos; acompañados por un rostro angelical y un cabello rubio suelto que se resbala por sus hombros. Pely, sin embargo, no es rubia, sino que tiene un color de pelo negro azabache más corto que el cabello de Lucy; sus pechos son algo más pequeños, pero con una firmeza inigualable y con unas piernas comparables con las de Lucy.
No había que ser un genio para adivinar sus intenciones. Quizá se sintieron atraídas por un hombre maduro, de unos veintisiete a treinta años y con un físico muy bien trabajado debido a los ejercicios a los que me sometía cada mañana, de un metro ochenta y cinco de estatura y una voz de locutor.
Hola profe. ¿Cómo está? Pasábamos por aquí y decidimos hacer algunas consultas sobre la tarea que nos dejó, el problema es que olvidamos nuestras mochilas dijo Lucy mientras chupaba su dedo índice y fingía voz de niña-. ¡Somos unas niñas malas! Va a tener que castigarnos haciéndonos chas chas en la colita.
Ambas se acercaron a mí con movimientos sensuales hasta colocarse una delante y la otra detrás mío, mientras suavemente acariciaban mi cuerpo. Al verme tan excitado sus caricias iban en aumento, fue entonces cuando decidí apartarlas bruscamente diciendo:
Pero, ¿Qué les pasa? ¿Están locas? Si alguien se entera me pueden meter preso y perdería mi trabajo para siempre, sin contar con que sería rechazado por todo el mundo. ¡Sería un escándalo mundial!
¡No profe "Elombligo"! Nosotras no permitiríamos nunca eso. Sólo queremos "permitirle" que nos toque un poquitito nada más. Pero por supuesto, bajo nuestro consentimiento dijo Pely.
Muchas ideas pasaron por mi cabeza. Por una parte me excitaba muchísimo la idea de acostarme con dos bombonazos como estos por un lado, pero por el otro lado me asustaba un poco la idea de lo que podría pasar después. Mis miedos comenzaron a verse tapados (lo que no significa disipados o eliminados por completo) y mis ideas comenzaron a esclarecerse (en realidad mi pene comenzó a erguirse) cuando Pely tomó mi botella de cerveza y bebió. Luego se dedicó a lamer muy suavemente el pico de la botella, acción a la que se unió Lucy. Posteriormente, ambas comenzaron a besarse apasionadamente.
Totalmente apartado de mis convicciones, sólo pude acercarme a ellas y sujetar con mis manos sus hombros.
Está bien, pero mantengamos como acuerdo que esta noche hay fiestita, pero a partir de mañana las cosas seguirán como si nada hubiera pasado nunca entre nosotros. ¿Entendido?
Si señor Elombligo. De mi parte le aseguro que esta será una de tantas noches juntos dijo Lucy de forma divertida.
No, estoy hablando de verdad. No quiero problemas.
Está bien profe, pero ahora, dejemos de hablar y pasemos a la acción.
Ambas me volvieron a rodear. Pely se colocó detrás de mí, bebiendo de la botella; mientras yo me dedicaba a acariciar la tersa piel del rostro de Lucy. Decidí bajar con mis caricias hacia el cuello y acompañarlas con suaves besos que hacían que se estremeciera con cada uno de ellos. Luego retiré su corbata y desprendí muy sensualmente uno por uno los botones de su camisa y retirándola finalmente para descubrir sus pechos ocultos tras un corpiño color turquesa claro, con unos encajes muy excitantes.
Decidí bajar por su canalillo, besando suavemente cada uno de sus bordes, pero sin tocar sus pechos y colocando mis manos en su cintura. Luego pasé a acariciar sus piernas, hasta llegar a la parte inferior de su falda, la cual levanté acariciando sus muslos, primero en por la parte exterior y luego por la cara interior. Tomé con ambas manos su ropa interior y retirándola suavemente a medida que me desplazaba acariciando sus muslos, sus rodillas
Arrojé su bombacha hacia un costado, me levanté y tomé las cabezas de ambas chicas, haciendo que se besen apasionadamente. Luego de ver esto introduje mi lengua entre ellas realizando un hermoso y excitante beso triple, y retiraba el corpiño de Lucy.
Posteriormente, tomé a Lucy por la cintura con ambas manos y la levanté hasta colocarla a la altura de mi cintura. Ella enroscó sus piernas en mí comenzando a besarnos apasionadamente. Nos arrojamos a cama y ella quedó sentada encima de mí. Sus manos se desplazaron hasta llegar a mi pantalón, y abriendo mi bragueta liberó mi pene oprimido por la tela de mi pantalón. Mis manos se posaron en sus caderas y la obligué a levantarlas lentamente para poder penetrarla. Lucy tomó mi glande con ambas manos y se dispuso a encaminarlo a su oscura y húmeda cueva.
Cuando me percaté de que ya estaba en la entrada, la atraje hacia mí muy suavemente, introduciendo mi pene centímetro a centímetro. Ambos comenzamos a sudar y a agitarnos. De un momento a otro, ambas pelvis se unieron y Lucy comenzó a moverse lentamente primero y más fuertemente después. Mis manos se desplazaron a su ano y dos de mis dedos se introdujeron en él, haciendo que sus gemidos fueran más intensos.
Mientras tanto, Pely observaba la escena muy sigilosamente, prestando atención a la escena, mientras bebía de la botella de cerveza. Se acercó lentamente al lugar de los acontecimientos mientras se desnudaba por completo (a diferencia de Lucy que aun tenía su falda y calzado) y se dispuso a arrojar cerveza sobre los voluptuosos pechos de Lucy, por lo que yo me dispuse a beber directamente de su piel esa mezcla de lúpulo y cebada fermentada con sudor.
Noté que los gemidos de Lucy fueron aumentando poco a poco y que mi pene comenzaba a inflamarse así que comenzó a acelerar el ritmo para adelantar un poco lo inevitable. Yo mientras tanto mordisqueaba sus senos, que produjo que Lucy arqueara la espalda al sentir tanto placer.
Luego de pasar largo rato de actitud pasiva, Pely se dispuso a jalar de mi cabello hacia a atrás, hasta lograr que quede acostado sobre la cama, con los pies colgando por uno de los costados y cos Lucy sobre mi pene a punto de lograr un orgasmo recíproco. Pely se subió sobre la cama y colocó su vagina sobre mi cara, de tal forma que yo me encargué de comenzar a lamerla y succionarla, mientras mis dos compañeras comenzaban a besarse y en el preciso instante en el que Lucy y yo sentimos la fuerte explosión de nuestros fluidos chocándose y mezclándose en las últimas envestidas de mi amante.
Con cierta dificultad debido al fuerte orgasmo que acababa de sentir, Lucy se levantó y se colocó de rodillas frente a mí, disponiéndose a limpiar mi pene de los restos de semen que aún fluían. Pely no quiso quedarse sin ese manjar, así que mientras yo introducía mi lengua en su vagina y masajeaba suavemente su clítoris, ella se recostó sobre mi pecho y se dispuso también a lamer mi flácido pene.
Espera, no te la tragues toda. ¡Deja algo para mí! ¡Perra! dijo Pely.
¡No señorita! Esta lechita es toda mía. Si vos querés, "ordeñalo vos".
Yo no veía bien la escena por el magnífico obstáculo que me impedía observar, pero noté que comenzaron a besarse y a jalarse del cabello, como si estuviesen peleándose por lamer los restos de mi semen.
Esta sensación de no poder ver totalmente lo que ocurría, pero saberlo y el constante roce de sus senos contra mi pene generaron una nueva erección. Ambas chicas se percataron de lo que sucedía y comenzaron a rozar suavemente con las puntas de sus lenguas, mi glande, lo que hizo que me estremeciera e involuntariamente mordiera levemente el clítoris de Pely; a lo que ella respondió con un fuerte gemido mezclado con un gritito. Ambas se incorporaron y se pararon frente a mí, dejándome una visión espectacular de sus senos.
Me parece que el profe Elombligo se está portando mal dijo Pely.
Sí afirmó Lucy- ¿Y sabés lo que le hacemos a las personas que se portan mal?
Y, no sé vos pero yo le haría muchas cositas chanchas, para que aprenda y para que se repita muchas veces
Empecemos entonces, castíguenme sin piedad.
Lucy tomó su cartera y buscó algo, al encontrarlo lo sacó, pero no logré verlo porque Pely comenzó a besarme y me tapó la óptica. Lucy se acercó: eran unas esposas. Ambas se encargaron de acomodarme en la cama, yo sin resistirme dejé que me hicieran lo que quisieran, como si fuera un simple muñeco. Me encadenaron a la cama, con los brazos y piernas estiradas.
Luego se pararon a un costado de la cama y comenzaron a besarse apasionadamente. Yo observaba sin poder hacer nada, sólo mirar y morirme de excitación, ni siquiera podía masturbarme.
Disculpen chicas, pero ¿Podrían soltarme al menos una mano para poder entretener a mi "Juanchito"?
Así que quiere que le soltemos una mano dijeron sin dejar de acariciarse- lo lamento profe, pero ahora mandamos nosotras.
Cada chica se acostó a uno de mis costados y comenzaron a acariciar y a besar lentamente toda mi piel, generando en todo mi cuerpo un insaciable deseo de sexo. Pero ambas chicas lo estaban disfrutando, gozaban con mi sufrimiento. Recorrían toda mi piel con sus lenguas, y acariciaban con las puntas de ellas mi pene. Las sensaciones eran espectaculares: todo mi cuerpo se estremecía, el sudor comenzaba a salir por mis poros. De vez en cuando, levantaba mi cintura intentando "embocar" mi pene entre los labios de alguna de ellas, pero no lo lograba. Sus risas aumentaban al mismo paso que mi deseo.
Luego, Pely se colocó sentada en mi entrepierna y con ayuda de las manos de Lucy introdujo mi pene en su ano. Como ella controlaba el movimiento, lo hizo muy lentamente, dando a cada instante algunos quejidos que llevaban en sí una mezcla de dolor y placer. Cuando sus nalgas lograron tocar mi pelvis, la sensación fue fantástica. Sentí todo su calor envolviendo mi pene con su estrecho ano.
Sus movimientos comenzaron lentamente primero y más rápido después, para tener más comodidad, se recostó sobre mí, colocando su melena en mi pecho. Mientras esto ocurría, Lucy, que se había dedicado a estar sentada en la orilla de la cama observando la escena y masturbándose, decidió participar del juego. Colocó su rostro en la entrepierna de Pely y comenzó a lamer lentamente su vagina, frotando suavemente su clítoris con los dientes.
La excitación de Pely fue tal, que sus movimientos sobre mi pene se hicieron más pausados y lentos, mi deseo aumentaba segundo a segundo y sentía la necesidad de movimientos más rápidos. Fue entonces cuando decidí acompañar sus movimientos empujando con mis caderas.
Lucy no se quiso quedar fuera de la acción, así que decidió voltearse para colocar su vagina en el rostro de Pely, quien entendió su intención de realizar un 69 espectacular y teniéndome a mi como base.
Lo más espectacular de todos fue la explosión orgásmica que ocurrió varios minutos después. No fue sincronizado; en primer lugar estalló Pely con largos gemidos que, de a momentos, parecían gritos y una fuerte convulsión corporal. Sus gritos y sus movimientos me excitaron tanto que de improviso tuve una larga y placentera eyaculación en su ano; y casi simultáneamente, por acción de sus propios dedos y la lengua de Pely, Lucy se corrió abundantemente en la boca de Pely que sorbió todos sus líquidos.
Los tres nos quedamos recostados en la cama en una actitud de éxtasis total. Lucy decidió limpiar de mi pene los restos de semen, tarea a la que ayudó Pely. Estiré mi mano hacia la mesita de luz y de allí tomé un atado de cigarrillos, el encendedor y un cenicero. Encendí mi cigarrillo y coloqué el cenicero en mi trabajado abdomen, mientras disfrutaba de la eficaz tarea de mis dos pupilas.
Muy bien niñas dije al terminar mi cigarrillo- esto es todo por hoy. Se puede decir que ya aprobaron el año.
Ambas se acercaron a mí, me besaron apasionadamente y comenzaron a vestirse para luego retirarse por la puerta, dejándome recostado en la cama con el dulce recuerdo de esa noche de placer.
Agradezco desde ya a los lectores cualquier tipo de comentarios o sugerencias que deseen realizar.
El próximo relato de esta serie de fantasías tratará de una violación que siempre soñé realizar a una de mis más odiadas enemigas íntimas.
A.V.