Fantasias de Araceli (3)

Mi esposa se quedo observando las grandes bolas del cerdo lo que al viejo ranchero no le paso desprevenido.

Hola amigos, esta es la continuación de esas experiencias y fantasías de nuestra pareja. Solo que utilizo el nombre de Araceli porque ella es la que esta gozando todo en cuerpo y alma. Y su esposo esta contento con verla satisfecha. También se me había olvidado describirla físicamente, así que lo haré de la mejor manera posible. Ella es de piel blanca, su cabello es rubio y rizado, sus ojos de color verde y una carita de muñeca que les encantaría. No dispongo de una foto pero estoy seguro que puedo conseguirla después. Es delgada de 1.65 mts de altura, con pechitos parados no muy exagerados, así como sus pompis que son la adoración de su esposo. Ahora espero gocen con la continuación de esta aventura.


El viejo ranchero Parte II

Al siguiente día en aquel rancho al cual llegamos mi esposa Araceli y yo, desperté muy temprano. Creía que lo que había presenciado la noche anterior había sido un sueño, pero la evidencia estaba a mi lado. Mi esposa acostada boca abajo completamente desnuda y profundamente dormida, como un bebe que no tiene preocupaciones de nada ni de nadie. Al ver su hermoso cuerpo me llegaban imágenes del viejo ranchero montándola como una potranca en celo, y el como un viejo semental tratando de dejar su semilla bien adentro de ella. Me la imaginé de repente bajo un caballo prieto, con los labios apretados aguantando esa tremenda tranca en su rica panochita, así que decidí darme un baño y de paso hacerme una paja bien merecida, ya que la noche anterior no me dio tiempo al ver aquella posesión animal. Podría decir que sufrió mi querida mujercita.

Me di un buen baño y no la desperté, me asomé por la ventana de la habitación y observé como el viejo don Luís le daba de comer a unas vacas que tenía en el corral, donde lo vi la noche anterior con mi mujer. Me propuso ayudarle y yo acepté con gusto, me pregunto por mi mujer le dije que estaba dormida, que tal vez lo había pasado mal por el calor, ya que yo por lo cansado que estaba me dormí profundamente y no supe a que hora se durmió. Él dijo que así era ese calor provocado por el campo. Entramos al granero donde poseyó como animal a mí mujer y sacamos alimento en pacas del viejo camión en donde sucedió todo. Pude ver rastros de semen en una pequeña sabana en el mismo, pero inmediatamente le ayudé con la comida para las vacas. Cuando terminamos mi mujer ya se había levantado y estaba preparando un desayuno estupendo, que al viejo don Luis le agradó mucho. La saludó con un beso en la mejilla y le dijo que la casa se sentía distinta.

-Que hace muchos años que una mujer no entraba en ella, 20 años para ser exacto.

Desde que enviudó. También mi esposa le dijo que ella se sentía como nunca se había sentido en mucho tiempo y me guiño un ojo. Ella sabía que yo estaba enterado de su encuentro con el viejo.

Al terminar de desayunar, don Luís nos ofreció mostrarnos el rancho montando a caballo. Pero primero se comunicaría con el mecánico para que se apurara con la reparación del coche. Le llamó y dijo que, al parecer, tenía otros detalles que revisaría, pero llamaría para avisar en la tarde. Así que nos fuimos a conocer el rancho, que era enorme y tenía además de ganado vacuno, caballos, ovejas, cabras y cerdos. Algunos de ellos estaban en celo, y tenía que separar las hembras ya preñadas de los machos. Los había colocado dentro del granero para que no molestaran. Fuimos a verlos y tenía varios animales divididos en cubículos. Dos carneros enormes y un cerdo que pesaba casi 300 Kg. Los carneros expedían un olor penetrante a orines, y él nos explico que era la forma de llamar la atención de las hembras, porque ellas a su vez hacían lo mismo. En cuanto al cerdo estaba acostado, y su cubil olía limpio, ya que a don Luís no le gustaba tener sucios a sus animales. Él era especial, era muy dócil y lo quería mucho. Mi esposa llamó mi atención al notar como veía las enormes pelotas del cerdo, y creo que don Luís también lo notó.

Ella preguntó como preñaban a las cerdas, y él le dijo que las montaban igual que las vacas, caballos o las ovejas. Después nos dirigimos a un arroyo y nos sentamos a descansar, mi esposa y yo estábamos adoloridos por la montura de los caballos, aunque ella más que yo, ya que ella había sido "montada". Y ahora que montaba al caballo, su cuerpo le dolía horrores. Don Luís dijo que con un masaje con alcohol se le quitaría. Que si quería, llegando a la casa, con mucho gusto él le daría ese famoso masaje. Llegamos a la casa y le dije que yo descansaría, ya que según el mecánico, el carro estaría listo al mediodía, y tendría que descansar para el viaje. Le dije a mí esposa que me acompañara, subió conmigo y le dije todo lo que había presenciado la noche anterior. Que me pareció maravilloso, que si quería, por favor lo repitiera, pero en un lugar donde los pudiera ver, como en el granero. Y que de preferencia, le dijera a don Luís que quería hacerlo con un animal de su rancho, aparte de él. Ella asintió, aunque la idea le parecía un poco desquiciada y nunca había tenido sexo zoofílico. Pero que si yo lo quería, lo probaría por primera vez ayudada por don Luís.

Estaba segura que el viejo, después de volverla a disfrutar, no le negaría nada. Los escuché platicar como media hora, después hubo un silencio, abrí la puerta y me asomé. Vi a mi mujer mamándole la vergota al viejo, hincada en la alfombra con sus pechos de fuera, noté que el viejo cerró los ojos y la tomó por la nuca para acercarla. Le derramó, le salió leche por la comisura de los labios aunque la mayoría la trago. Él la levantó, yo hice un poco de ruido ya que quería que fueran al granero a seguir con su juego. Los escuché salir de la casa y supe que mi esposa había entendido el mensaje. Entraron al granero y yo salí de la habitación, armado con mi cámara. Llegué a la misma ventana que la noche anterior, pensando que estarían igual. Pero habían cambiado de Lugar y los distinguí besándose, cerca de la otra puerta que llevaba a los cubículos de los machos, que don Luis tenía separados.

Ahí estaban varias pacas de alfalfa, había colocado la luz ahí, así que era fácil verlos desde dentro del mismo granero. Subí al camión de alimento y tuve una vista mejor que la de la otra noche. Solo un portón, que le llegaba a la cintura al ranchero, los dividía de los animales. Ya estaban desnudos y mi esposa parecía una niña al lado de ese grandísimo ranchero. La recostó sobre la alfalfa y se perdió en sus muslos mientras ella echaba sus brazos atrás. Y por las pequeñas rejas, un carnero le lamía las manos mientras don Luis hacia lo mismo en su concha.

El viejo la levantó y la hizo mamarle de nuevo la verga. Ya que al parecer, le encantaba como lo hacía mi chelys. Y le decía que lo hacía mejor que sus ovejas, ya que a falta de mujer, se había dejado llevar por el deseo en algunas ocasiones. La colocó boca abajo y mi esposa no quería, ella lo quería de frente pero el hombre le gustaba más como lo hacían los animales. Así la colocó de nuevo boca abajo y la penetró tomándola esta vez de sus cabellos rizados. Y montándola completamente como la noche anterior, la embestía. Ahora sí con mucha fuerza, no como lo había hecho antes. Mi chelys mordía la paja para no gritar. En cada embestida su cara se acercaba más a las rejas de los borregos, y en su excitación, la vi moverse más adelante y pegó su cara a las mismas. El viejo se sostuvo de las rejas y la montaba así. Ella con sus manos agarraba también las rejas, y su mejilla izquierda estaba pegada a las mismas, siendo lamida por los carneros. El viejo sabía lo caliente que ella estaba para dejarse hacer de esa manera. Sabía que como en esa época de calor, no solo los animales estaban en celo, parecía que al llegar al rancho, eso le había afectado a mi linda mujercita, y la tenía que aprovechar.

Se derramó más de 2 veces dentro de mi chelys, que lloraba también de tanto orgasmos que el viejo semental le había provocado. Ahora prácticamente ella lamía la lengua de los carneros, por entre la reja él le dejó. Un momento ella seguía caliente besando esos sementales que estaban en espera de una hembra, y el viejo estaba dispuesto a compartirla.

La tomó en sus brazos y la metió en el corral. Los carneros inmediatamente se fueron hacia atrás, y él la depositó en el suelo. Yo me imaginaba "qué sentiría mi mujer en ese cubil impregnado del olor de los sementales". Acercó una paca de alfalfa y colocó a mi chelys encima de ella, dando las nalgas hacia los animales, y luego le ató las manos a la reja. Él se colocó detrás de la misma. Por la parte de atrás, se podía ver el hermoso y blanco culo de mi mujer, levantado su barbilla. Estaba apoyada en el borde de la reja y el ranchero le ofreció su tremenda verga. Al momento, ella la tomó con la boca y comenzó a mamarla. Como le gustaba que los carneros estaban solo mirando, no se acercaban. Así que el ranchero salió de su boca y salió fuera del granero.

Regresó de inmediato con un trapo, se lo pasó por los genitales a mi mujer. Se podía ver bastante nerviosos a los sementales. Luego se los dio a oler y se colocó donde mismo dándole su verga a mí chelys. De nuevo ella mamaba y hacía ese sonido de ovejita que tanto le había gustado al ranchero. Enfoqué la cámara para sacar una foto de esa mamada y vi que algo empujo a mí mujer. Vi como un semental le lamía la panocha haciéndola hacia delante. Con lo que mi mujer tragaba mas verga del viejo ranchero. De pronto lo que estábamos esperando, el animal la montó y comenzó a moverse detrás de ella. Por su cara supe que estaba siendo penetrada. El ranchero también se dio cuenta, le sacó la verga y acercó su pecho a su cara. La tomó por la nuca ya que mi esposa quería safarse. Aunque estaba atada había hecho intentos. Él le decía.

-Cálmate, relájate, déjalo que termine.

El enorme carnero se movía feroz detrás de mi mujer y bufaba. Sus enormes cuernos hacían ver una sombra sobre la blanca espalda de mi mujer. Impresionante, hasta que se dejó de mover, había terminado; Chelys lloraba, no se si por sentirse completamente llena, o por sentirse usada. El hecho es que el otro carnero no perdió tiempo y también la montó. Moviéndose con furia detrás de ella, yo veía como la cabeza de mi mujer rebotaba en el pecho del ranchero. Que se la tomó con sus enormes manos y comenzó a besarla y a morderle los labios. Esos labios carnosos y hermosos de mi chelys, hasta que ella la decía a la bestia que la montara con mas fuerza. El segundo semental se bajó de su espalda y la pude ver algo raspada por las pezuñas de los animales. Pero eso a mi esposa no le importaba. Aún estaba en celo, el ranchero la desató y la cambió de corral.

Ahora le tocaba al enorme cerdo disfrutar de esa linda mujer. La colocó de la misma manera, pero puso una manta en su espalda y le dijo que recostara todo su abdomen sobre el colchón de paja. Él se colocó de la misma manera para que ella le mamara. El cerdo se acercó inmediatamente a lamer el sexo impregnado de líquidos de macho, y mi chelys seguía mamando a su otro semental. El cerdo la montó y alcancé a ver como ese raro miembro en forma de broca se perdía en su panocha. Embestía como lo haría cualquier humano, daba la impresión que estaba gozando al máximo aquella hermosa hembra que le habían llevado. Se salió de ella y luego, al volver a montarla, le metió el miembro en el ano. Mi mujer dio un respingo, pero como el miembro era delgado, no la lastimó.

Ahora era la segunda vez que alguien le perforaba el ano, y había similitud en los dos seres que lo habían hecho. Primero mi jefe, que fue quien la desvirgo de ahí y que era bastante regordete, como este cerdo que ahora la penetraba, y parecía que ponía rostro de satisfacción al gozarla. Se bajó de ella y el ranchero la dejó un momento para que terminara de mamarle. Luego él se vino dentro de su boquita.

Después la llevó a la casa, yo los seguí y vi que la metió a su cuarto. Oí la tina, al parecer la limpiaría para no dejar rastros ni olores de todos los sementales que la habían penetrado esa noche. Al siguiente día mi mujer no se levanto temprano. Solo cuando llegó el ayudante de don Luís, con el coche, subió su maleta y dijo que antes de irse quería ver otra vez a los animales. Fuimos acompañados con el viejo, ella le puso la mano a los carneros y la lamían como recordándola. Igual hizo el cerdo y por ultimo le dio un beso a don Luís en la mejilla, y dijo que nunca olvidaría todo aquello. A lo que él respondió que ellos, mirando a los animales, tampoco la olvidarían. Me hizo prometerle que pasáramos a saludarlo en nuestro próximo viaje. Ya que compraría un par de perros de clase que le gustaría que conociéramos. Mi esposa me miró y dijo.

-por supuesto, será un placer.

Espero que les haya gustado esta aventura de 2 partes. Por supuesto volverán a visitar al ranchero, pero eso lo contaremos después....

dvazquezontiveros@yahoo.es