Fantasias de almohada: Voz y encanto
Has prendido la ducha. La escucho perfectamente desde mi apartamento. Ahora debes de estar desnuda, mirando el grifo y metiendo tu cuerpo de a poco a la tina. Me es imposible no imaginarte en tan celestial momento. Me es difícil, siquiera, no pegar mi rostro a la pared y escuchar detenidamente el chocar de gotas con tu cuerpo.
Fantasías de almohada: Voz y encanto Hoy, que la soledad flagela cualquier acto de libertad y la presencia de derrota hace que mi cuerpo se estampe en la cama; que el sonido ajeno es lo único que se escucha, y sol, de a poco, se oculta... pienso en vos. Y creedme que son ratos que no deseo, que son la ultima manera de desfogar lo que siento por ti. Creedme que si pudiera lo evitaría; que el soñar contigo, es una manera de seguir pegado a tu belleza, vil divinidad que te hace inalcanzable. Has prendido la ducha. La escucho perfectamente desde mi apartamento. Ahora debes de estar desnuda, mirando el grifo y metiendo tu cuerpo de a poco a la tina. Me es imposible no imaginarte en tan celestial momento. Me es difícil, siquiera, no pegar mi rostro a la pared y escuchar detenidamente el chocar de gotas con tu cuerpo. ¡Cuánto arte! ¡qué desperdicio no ser visto! Es lo que comúnmente pienso al estar tan cerca de ti y de tu cuerpo mojado. Al verme impedido de observarte por la fría pared. No hay masturbación, no es un acto simple de pajilla. Mi imaginación va más allá, va por lo divino, por lo glorioso, por la suave melodía de una flauta china en medio del mar, por un bossa- nova en pontal do Itararé. Por el chocar de gotas con tus pechos desnudos, por lo artístico del asunto. ¡Cantas! ¡Canta, musa, canta! canta, que lo haces bien. No importa que sea una versión pop de un icono de la música, canta por que solo así me haces llegar al climax, sólo así me haces desearte más. El sonido me guía hacia ti, me hace cruzar el pasillo casi en el aire y entrar a tu apartamento. Tú sigues cantando. Abro la puerta, tú sigues cantando. Me ves, te veo desnuda. No te sorprendes, sigues cantando. Me dirijo hacia ti, toco tu cabello mojado, tù sigues, mi dulce bella, afinando la canciòn. Te beso en los labios, sintiendo su resbaloza estructura en la punta de mi lengua, ahora susurras suavecito. Te empiezo a tocar el cuerpo, tú sigues imperturbable, entregando tu canto a cada caricia, al palpar de mi mano derecha en tu estomago, a la excitación que me produce sentir tus pechos de lleno en mis manos, acariciarlos suave y después excitadamente. Jugando mi dedo en tu entrepierna, depilada, como había soñado, siempre jugosa y ardiente, quemando y suavizando mis yemas, jugando a poseerme por completo, entregándote a la curiosidad del índice, siguiendo cantando. Beso tu entrepierna, cantas una de Gardel.... "No adivino el parpadeo, de las noche que a los lejos, van marcando mi retorno. Son las mismas que alumbraron, con su pálido reflejo, hondas horas de dolor. Y aunque no quise regreso... siempre se vuelve al primer amor". Tu sabor me llena, tus gritos forman delirios en mi lengua. Vuelo contigo, al son de tu voz, de tu parpadeo, de tus suaves suspiros. Despierto.