Fantasías cumplidas
Una de mis fantasías se cumplió: hacerlo con otra mujer.
FANTASÍA CUMPLIDA
Mi amiga de toda la vida me acaba de llamar, para decirme que se ha divorciado por fin de su marido. Llega el momento en que una amiga tiene que acudir a escuchar y consolar, a la que es más que una hermana para ti. Me recibe en su casita recién alquilada, y enseguida nos sentamos delante de una botella de buen vino y a relatar los últimos acontecimientos.
Todo es traumático para una mujer cuando se divorcia, supongo que para un hombre también, pero en este caso, una vez que cada uno está por su lado, ambos tienen el mismo problema: el sexo. O mejor, la falta de él. Con media botella ya en nuestros cuerpos, la conversación entre las dos fue subiendo de tono. Me comentó que en este momento lo que peor lleva ella es el no follar. Yo le iba dando consejos sobre este tema, diciéndole que la masturbación existe y que ya llegará el momento de pasar a la acción, que estuviera tranquila. Pero no, Mari seguía y seguía insistiendo en que tenía muchas ganas de sentir una buena tranca dentro de su chocho. En un plis plas, se quita las bragas y me enseña el arreglo de pubis que le habían hecho. Se había afeitado todo dejando sólo un mechón de pelitos en forma de corazón.
Después de conocerla durante tantos años, era la primera vez que se atrevía a mostrarme su coño tan alegremente. Yo por mi parte, con el vino, me iba poniendo más y más cachonda, porque en mis fantasías siempre estuvo presente el estar con otra mujer, pero era la primera vez que tenía delante de mí un coño así que decidí pasar a la acción. ¿Puedo tocártelo? le pregunté. Se puso a reír como una loca pero no decía que no, así que empecé a pasar mi mano por su vientre hasta llegar a la obra de arte que le habían hecho en su pubis. Ella estaba húmeda como yo, nos miramos y tocando esos labios afeitaditos, los abrí con mucha delicadeza hasta encontrar su clítoris que estaba muy duro. -Mari estás como una perra, le dije- y ella sólo me decía: sí, sí, sí ya que estás, no pares, contestaba.
Me quité la falda y las bragas, me arrodillé en la alfombra a sus pies y metí mi boca entre sus muslos en mi primera comida de coño de toda mi vida. Con mi lengua iba recorriendo el interior de los labios, hasta llegar a su clítoris, donde me paré a darle unos buenos lametones y chupetones, que le hacían dar unos grititos de placer, que a mí me iban poniendo más caliente todavía. Se fue tumbando en el sofá y quitándose toda la ropa que le quedaba, cosa que yo imité. Me tiré a sus tetas, mamándola como si fuera un bebé y rozando mi coño con el suyo, frotándonos cada vez con más ganas.
Desnudas las dos le dije que esperara un momentito que iba a ir a la cocina a por algo que nos consolara Llegué con un pepino de considerable tamaño al que coloqué un condón de los que siempre llevo encima. Empecé a metérselo por su chorreante coño suavemente al principio y con más ritmo después. Ella sobaba mis tetas y mis pezones eran ya de granito de lo duro que se me habían puesto, llamaron su atención y comenzó a chupármelos con unas ganas Tremendas , y ¡Oh dios! No pude más y me corrí, tan gran orgasmo que creí que me había hecho pipí. También ella estaba dando sacudidas con el pepino dentro, aproveché para poner mi boca en su chocho donde sentí sus líquidos en mi boca . Ambas relajadas y un poco azoradas, nos dimos un largo beso y sólo acertamos a decirnos: Gracias amiga.