Fantasías cumplidas
Prólogo
Todos en la mesa, mientras las conversaciones se sucedían, ella y yo estábamos a lo nuestro. Nos mirábamos todo el rato y ella aprovechaba cada ocasión para tocarme, y yo, para mirarle su cuerpo, sus ojos, sus labios, sus pechos. Su mano sobre mi pierna empieza a moverse, inquieta, deseosa de tocar algo mas, de agarrar, de satisfacer. Lo que empezó o cómo risas y bromas continuaba con demostraciones de deseos. Su mano ya no estaba dónde comenzó, se acercaba a mi entrepierna, frotándose, suavemente, mientras en sus ojos se veía la lujuria y el deseo de avanzar, de llegar a más. Mientras ella movía su mano con más fuerza, yo empezaba a notar el calor, hasta el punto de empezar la erección. Ya no nos importaban los demás comensales, estábamos en nuestro mundo. Por mi cabeza solo pasaba la idea de levantar, ponerla sobre la mesa, desnudarla y darle todo el placer posible delante de toda su familia, ganas no me faltaban, solo me resistía por que sabia que ella estaba igual que yo, y eso hacia que aumentara mi excitación. Todo se corto de una forma inesperada, por ella. Se levanto para hablar al resto de los asistentes:
- Bueno, voy a por la tarta.
Mientras se dirigía a la cocina me miro, y en esa mirada se escondía toda la lujuria que nunca enseñaba, ese calor qué tanto me excitaba, esa pasión que quería desatar sin control en ese mismo momento. Y para mi eso era suficiente:
- Voy a echarte una mano.
Rápidamente me levante e intente esconder esas ganas y prisas para que los demás no lo notaran. No sé si lo conseguí, mi cabeza estaba centrada solo en una cosa. Al llegar la encontré, mirando directamente a la puerta esperando mi llegada. Cerré la puerta tras de mí. Y sin pensarlo nos unimos rápidamente. En los besos que nos dimos no discurría solo nuestra salida, también nuestro calor y pasión. Ella coloco las manos donde las tenia cuando estábamos en la mesa, yo puse las mias en su espalda, bajándolas lentamente. Estábamos apurados y nerviosos, teníamos mucho qué hacer y nos faltaba tiempo. No sabíamos por dónde empezar, sobretodo yo, que estaba algo perdido. Ella se separo, me miro y me indico con la mirada que me tranquilizara. Me desabrocho el cinturón y los pantalones, los dejo caer junto con mi ropa interior. Se puso de rodillas, y su mirada alternaba entre mis ojos y mi pene desnudo mientras se mordía ligeramente los labios. Comenzó a manosear, a mover suavemente, a masturbarme, lo suficiente hasta que terminarse de ponerse cien por cien erecto. Cosa que no tardo en suceder, sobretodo al ver esos ojos inyectados en lujuria. Sin mas, impaciente y con ganas abrió su boca, la acerco a mi y sin pensarlo hundió mi pene, caliente, en su boca. Hasta dentro, hasta el fondo. Al principio su lengua jugaba, luego su ansia (y la mía) hico que se limitase a meterla y sacarla. Aveces rápido, aveces mas lento, otras besaba mi glande, otras solo chupaba esa parte. Mientras yo la miraba como lo hacia con esa determinación en ocasiones mi fijaba en su cuerpo escultural. Sus bellos pechos, su cintura ajustada, sus piernas kilométricas. Una mujer con todas las letras, desenfrenada, llevada por la pasión. Su ritmo hacia que yo estuviese a punto de culminar, y en ningún momento pensé en avisarla, sabia que todo debía terminar rápido y limpio, y la mejor opción era terminar en su boca. Aunque si digo la verdad el echo de verla con mis flujos en ella me excitaba aún mas. Ella seguía hundiendo su preciosa boca con labios pintados en rojo en mí, con el ritmo frenético que había cogido no puede aguantar más, necesitaba soltarlo, y lo hice.
No se lo esperaba cuando de repente sucedió, solté todo lo que tenia, y ella me miro perpleja al principio, y excitada después. Nos quedamos mirándonos mientras sucedía, quietos, en silencio, pero ambos estábamos en un estado que nunca habíamos experimentado, algo único. Al terminar ella saco la boca y me enseño sonriente todo lo que le había dejado, para luego sin mas, tragárselo. Me ayudo a subirme la ropa y yo a ella a levantarse. Me beso, nos besamos con casi más pasión que antes, pero relajados, sin esa angustia que ya nos aviamos quitado de encima. Nos separamos y paramos un momento para respirar, ella cogió la tarta, yo los platos, nos miramos una ultima vez, y nos reunimos con los demás.
- Pues sí que habéis tardado,¿ habéis fabricado la tarta o que?
- Es que no encontrábamos los platos pequeños.
Nos sentamos, uno al lado de otro como antes. Con la diferencia de que esta vez ya no hablamos entre nosotros, ya habíamos echo lo que teníamos que hacer, ya estábamos tranquilos. La persona que estaba a mi otro lado me miro:
- Gracias por ayudar a mi madre cariño.
- No pasa nada amor, para eso esta la familia.
Si queréis contactar conmigo podéis hacerlo en el correo ip_lft@outlook.es