Fantasias bisexuales

En mi adolescencia comencé a masturbarme pensando en hombres pero también en mujeres. Era delicioso.

FANTASIAS BISEXUALES

Recuerdo mis años en el instituto. No sé si en 1º, en 2º o en 3º. Es cuando la gente que tiene esas edades más fantasea. Había tenido experiencias reales con hombres, uno de ellos muy guarro. La gente no sabía nada. Ni mis compañeras ni mis compañeros. Tampoco sabían que por las noches me masturbaba tres o cuatro veces y que no sólo pensaba en hombres. Tenía épocas en que sólo pensaba en mujeres.

Tenía una profesora de inglés, de pelo teñido de rubio y pechos abultados sobre el jersey o la camisa. Cuando daba la clase los chicos estaban empalmados. Era atractiva y a todos nos parecía mayor pero debía tener unos 30 años.

Otra era un a profesora de matemáticas. Llevaba siempre una ropa muy ajustada, especialmente los pantalones de tela por lo que se le marcaban las bragas. Era también muy atractiva. Tendría unos 27 años. Era estilizada. Cuando se agachaba a los chicos se les iban los ojos.

Había una compañera, tímida, que cuando salía a la pizarra, automáticamente se nos ponían los pezones y las pollas duros. Tenía el culo más hermoso que recuerdo haber visto jamás. Era guapa. Una chica callada. De grandes curvas pero no gorda.

Una noche me imaginé que la profesora de inglés quería hablar conmigo porque sacaba malas notas (lo cual era verdad) y me iba a su casa. Estaba casada pero su marido no estaba. Entonces ella abusaba de mí. Me obligaba a desnudarme y se deleitaba con mi bonito cuerpo y mi rostro hermoso. Creo que era la chica más guapa de la clase, con mi pelo ensortijado castaño y mis ojos castaños. Algunos me llamaban "dolly". Pero ya entonces mi voz era grave, así que tan delicada no era. Ya hablaba mucho y tenía un gran carácter.

Los labios pintados de la profesora se acercaban a los míos y me besaban. Me metía la lengua. Con sólo esta fantasía tuve un orgasmo.

Se bajaba su falda escocesa y las bragas. Me cogía uno de los pies y se lo plantaba sobre el clítoris, jadeando fuerte. Luego me besaba en la cara dejándome el carmín y se quitaba la camisa. Su sujetador. Los pechos eran grandes, deliciosos, guapísima. Me cogió una mano y me obligo a tocarle el pie. La que jadeaba era yo. Me besó en ambas orejas, metiendo su lengua por todos los recovecos. Me obligaba a lamerle la vagina aunque me daba asco por lo sucia y húmeda que estaba. Ella gemía.

Me cogía uno de mis pies y se lo metía entre los senos. Y los míos explotaban de duros. Me besaba, mordía y lamía el cuello. No podía más y acerqué mi vagina a su boca y me la lamió toda. Y después me besó y lamió los hombros. ¡Vaya paja verdad!. Y me chupaba los senos.

Ella me atrapaba el pie y se lo metía todo por la vagina. ¡Qué locura!. A cambio me lamía los pezones a toda velocidad hasta hacerme casi daño. Y yo le volvía a lamer la vagina de arriba abajo.

La profe me metió el dedo gordo en la boca y yo lo devoraba. Llegaba a mordisquearlo. Luego se agachaba para lamerme el clítoris. Eso era lo mejor.

Al final ella me decía que me iba a suspender de todas formas y que a partir de ese momento iba a ser su puta o su esclava. ¡Creo que yo estaba loca!. Me apretaba con fuerza contra la almohada.

Me imaginaba que la profesora de matemáticas me llamaba por teléfono para invitarme a cenar. Una cena con velas. Me confesaba que era lesbiana y que me amaba. Era decírmelo y dejar la cena para ir rápidamente a su habitación. Me bajaba los pantalones vaqueros y las bragas y me lamía la vagina de arriba a abajo. La carne se me ponía de gallina. Un pezón se me erizaba y ella lo presionaba con una uña roja. Olía su perfume. Me ponía completamente salida, la desnudaba por la fuerza y sentaba mi vagina sobre sus pechos erguidos. Ella me besaba entre el orificio del pis y el ano. Y finalmente me lamía el culo metiéndome toda su lengua. Yo reaccionaba de forma violenta poniendo mi pie en su boca. Ella me lamía cada uno de los dedos extasiándome y hurgando entre ellos con la punta de su lengua. Terminábamos besándonos. Tragando nuestros alientos, sintiendo palpitaciones en las lenguas. Me acercó una de sus tetitas para que se las tocase. Y luego le chupaba un seno pero sin lamerle el pezón. Nuestras tetas chocaban, aplastándolas sudorosas. Las mías son más grandes. Después apretamos nuestras vaginas. Lástima que no estuviesen afeitadas para sentir mejor esos roces húmedos y calientes. Me estremecí. Apretaba sus tetitas contra mi vagina y yo apretaba los dientes . Metía uno de mis pies entre sus pechitos. A cambia le aplastaba mi pie por debajo de su vagina. Me acercaba su pezón afilado a mi mano. Yo tironeaba. Ella hizo: "ay". Luego le tocaba toda la teta. Estábamos muy salidas. La besaba en la cara. La amaba. Puse mi vagina sobre su cara para que lamiese todo. Llegué a gritar. Me clavo su pezón afilado en el orificio de mi culo como si me estuviese follando. Tuve un acceso de rabia de ninfómana y le puse mi pie en la cara para que se jodiese. Me acerco su clítoris a un dedo para que se lo acariciase hasta el orgasmo.

A la compañera de clase de culo estupendo la invitaba a mi casa, a mi habitación para estudiar juntas. A pesar de ser más grande que yo ella no era muy fuerte y me tiraba a por ella. A causa de su timidez y su salidez, al no haber estado todavía con chicos terminaba cediendo. La desnudaba a empujones como en una batalla para lamerle el clítoris y así se quedaba quieta. Ella dio una especie de salto a causa del orgasmo. Recuerdo que al imaginarme eso tuve una corrida fenomenal. Después de eso nuestros pies se juntaban uno contra el otro y reíamos a carcajadas.

La obligaba a que frotase su clítoris contra mi pezón. Y luego manosee sus tetitas. Me abalanzaba sobre ella hasta conseguir la posición en que nuestros clítoris se frotaban uno contra el otro.

  • Pero déjame – me decía.

Era una falsa. Estaba como loca. Me acercó su vagina y le metí un dedo. ¡Que mojada estaba! Tanto como la mía. Se me subió a la cara y le tuve que chupar su raja. No aguanté más y la tumbe y me puse sobre ella como si fuese un hombre que le estaba haciendo el coito.

  • Quiero que me mojen- me dijo la muy tonta.

Y eso es lo que estábamos haciendo.

Estas eran mis fantasías lésbicas.

¡Qué buena la masturbación femenina!.

¡Cómo nos lo callamos!.