Fantasías adolescentes IV: Rubén se une al fiestón

Rubén parece deseoso por comerles las pollas a sus amigos. Rober vuelve de Asturias con ganas de follar, y Víctor aprovecha la oportunidad perfecta para hacerlo con ambos.

Fue entonces cuando escuchamos un ruido. Giré mi cabeza y descubrí a Rubén, que sonreía con la mano escondida bajo sus shorts.

-Qué bien lo pasáis cuando no estoy yo... Pero seguro que conmigo lo pasaríais mucho mejor.

Salió de la habitación, y Aitor y yo cruzamos miradas. Definitivamente, había que aceptar a Rubén el en grupo de sexo que habíamos creado.

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Nos vestimos y salimos de la habitación, temiendo que los padres de Aitor también nos hubiesen pillado. Pero al parecer, tan solo Rubén estaba en casa.

-Me han dejado aquí y se han ido a dar una vuelta -contestó, insinuándose un poco.

Yo me acerqué a él y le agarré el paquete por encima de los shorts.

-Va a ser verdad que tienes una buena polla -dije al tiempo que palpaba la zona, relamiéndome-. No podemos arriesgarnos a que vengan tus padres, pero en cuanto tengamos oportunidad podrás unirte a nuestra fiesta. Ve preparando esta herramienta tuya, que quiero verla en acción en mi boca. Y por qué no, en mi culo.

Le guiñé un ojo y él se mordió el labio inferior. Acto seguido, me agarró la polla él a mí.

-Yo también quiero tragarme este pollón -dijo, metiendo la mano por dentro de los calzoncillos. Estoy deseándolo. Hasta entonces, tendré que comérsela a mi hermano.

Sonrió y me soltó el paquete. Salí de su casa riendo, mientras observaba cómo a Aitor le iba creciendo el cipote y cómo su hermano le metía mano. Seguramente le comería la polla en cuanto cerraran la puerta. Pero yo ya había tenido suficiente, por lo que me fui a casa y dejé para la imaginación lo que pudieron hacer los hermanos una vez los dejé solos.

Pasaron los días hasta que volvieron Roberto y Diego de Asturias. Le contamos a Rober lo que había pasado con Rubén, y se alegró mucho de poder incluirle. "Quiero ver cómo de grande la tiene", había dicho. No habíamos vuelto a hacerlo, y yo ya me moría de ganas de follar con ellos. Sobretodo estaba ansioso por comerle la polla a Rubén, que me había puesto muy cachondo aquel día en su casa. Yo solo podía pensar en su nabo y en cómo me lo iba a comer en cuanto pudiera. Habíamos coincidido alguna vez en la piscina de la urbanización, y yo siempre intentaba rozarme con él para sentir su bulto y que él sintiera el mío sin que nadie sospechara.

Fue entonces cuando, un par de semanas después de haber follado con Aitor, tuvimos la oportunidad de hacerlo de nuevo. Esta vez, en cambio, fue Aitor quien no estuvo presente.

-Se van mis padres a casa de mi abuela -dije yo desde dentro del agua-. Podéis veniros y jugamos a algo -añadí para que la gente que había no se enterara.

-Yo no estoy -contestó Aitor-. Tengo cita en el médico.

Roberto y Rubén, en cambio, sí que accedieron. Y así llegó la tarde, y yo la esperaba con ganas, sentado en el sofá esperando a que vinieran mis amigos a follar conmigo. No tardaron en venir. Lo hicieron sobre las siete.

-Me han dicho que volverán sobre las 9, así que tenemos tiempo de sobra -les dije, invitándolos a pasar al salón.

Mi salón tenía un único sofa de los grandes, en los que caben varias personas, de modo que podríamos follar a gusto en él. Pasaron al salón mientras yo cogí un bote de lubricante que había comprado días atrás.

-Por fin lo voy a estrenar -les dije, sonriendo.

Roberto me devolvió la sonrisa, y de inmediato se acercó a Rubén. Este estaba sentado en el sofá con las piernas estiradas. Rober se puso sobre estas y acercó sus manos a las piernas de Rubén, únicamente cubiertas por el bañador que llevaba puesto. Subió las manos poco a poco hasta situarlas sobre el bulto de Rubén, que aún no había comenzado a crecer. Palpó unos segundos la entrepierna.

-Parece que tienes buen tamaño... -le dijo Roberto.

Tras esto, utilizó su mano derecha para dejar al descubierto el nabo de Rubén, mientras con la izquierda acariciaba su torso. Observé la polla de mi amigo con gran impresión. Aitor tenía razón; para tener solo 14 años, el tamaño del cipote de Rubén era bastante interesante.

-¿Cuánto te mide? -preguntó Roberto.

-15 centímetros -respondió este-. ¿A ti?

Roberto se ruborizó un poco, pero contestó enseguida.

-No está nada mal -dijo Rubén-. Ya quiero chupártela... Pero empieza tú, que quiero sentir mi polla en tus labios.

Roberto pareció perder la vergüenza que iluminaba su rostro, y acercó su boca al pene de Rubén. Yo observaba la escena con atención, con una gran erección cubierta por la tela de los pantalones. Rober dejó al descubierto el glande de Rubén y le dio un beso. Jugó un poco con su lengua hasta que Rubén le cogió la cabeza con las manos y empezó a empujar para que Roberto se tragara toda su polla. El pequeño recibió el manubrio con ganas y se lo comió entero. Los 15 centímetros fueron directos a su garganta, donde se acoplaron sin problema durante unos segundos, hasta que no pudo más y le entraron arcadas.

-Joder, menuda putita estás hecha -dijo Rubén-. Seguro que no has parado de hacerte pajas pensando en cómo nos la ibas a comer.

Roberto asintió, y Rubén gimió. Soltó la cabeza de Rober y me pidió que me situara junto a él de rodillas, de modo que mi cipote quedara a la altura de su cara. Mientras Rober le comía la polla, Rubén acarició mi entrepierna. Palpaba mi bulto mientras mi excitación crecía cada segundo. Al fin liberó mi polla, y mi amigo abrió los ojos como platos.

-Madre mía, menudo pollón que tienes, capullo.

-19 centímetros. Todo tuyo, putita.

Rubén abrió la boca y se tragó mi polla al instante. Tenía una garganta bastante profunda, ya que le entró entera.

-Al fin uno al que le cabe todo mi cipote.

Rubén rio levemente y empezó el vaivén de cuello. Es cierto que no tenía la técnica de Roberto, que parecía llevar años comiendo pollas. Pero aun así, no la comía mal. Se la metía entera y luego la sacaba, masajeando mis huevos mientras tanto. Yo miraba a Roberto, que no paraba de chupársela a Rubén. Este continuaba tragándose mi nabo entero, dándome cada vez más y más placer.

Bajó el ritmo de la mamada y se centró en mis huevos. Primero se metió uno de ellos, y lo saboreó unos segundos. Vi que Roberto imitaba a Rubén y se metía sus huevos en la boca. Al ser más pequeños pudo meterse los dos a la vez. Rubén me comía la polla palpando mis huevos con una mano mientras con la otra marcaba el ritmo de la mamada que le estaba dando Rober. Fue entonces cuando paró de pronto.

-Espera, no es justo que Rober no tenga su mamada merecida. Cambiaos de lugar.

Nosotros accedimos, y me puse yo entre las piernas de Rubén para recibir su polla mientras que Rober se ponía de rodillas frente a Rubén para recibir la mamada que le debía. Yo observé unos segundos la polla de Rubén. Era perfecta. Completamente recta, con unas venas marcadas y un glande precioso. Los huevos, por su parte, eran perfectamente redondos, y fue el manjar por el que empecé. Aún permanecían ahí los restos de saliva que Rober había dejado. Succioné y chupé los huevos de Rubén hasta que me harté, y pasé luego al falo. Para entonces, Rubén jugaba ya con el glande de Rober, dándole lametazos para saborear el precum que había sobre este.

Lamí el glande de mi amigo, que soltó un leve gemido. Rodeé el capullo con mis labios y lo acaricié con mi lengua, intentando saborear los restos de líquido preseminal que pudieran quedar. Tras esto, pasé directamente a comerle la polla, introduciéndome todo el falo de golpe. Pude tragarme los 15 centímetros sin problemas, gracias a la práctica obtenida de Aitor. A Rubén parecía estar gustándole.

-No lo haces nada mal tú tampoco. Estáis hechas unas buenas putas.

Que mi amigo me hablara así no hacía sino que me pusiera más burro. Comencé a acelerar el ritmo de la mamada. Mientras tanto, dirigí mi mano izquierda hacia el culo de Rubén, tratando de abrime paso entre su cuerpo y la tela del sofá. Mi amigo se dejó hacer, dejando al descubierto su preciado ano. Yo seguía comiéndole la polla, y él mientras tanto obligaba a Roberto a bajar la cabeza para fundirse en un beso intenso que me dejó sin aliento. Joder, tenía allí a mis dos amigos comiéndose la boca mientras yo me tragaba la polla de uno de ellos. Menudo verano estaba teniendo.

Seguí a lo mío y continué chupándosela a Rubén al tiempo que empezaba a introducir un dedo en su ano. Parecía que no era la primera vez que ese agujero recibía un intruso, ya que apenas opuso resistencia. Jugué con su ano un rato mientras seguía mamándosela. Para entonces, Rubén le comía de nuevo la polla a Roberto, que parecía a punto de estallar.

-Parad, parad -pidió el pequeño-. Estoy a punto. Quiero metértela, Víctor.

Aquello me pilló por sorpresa. Nunca me había gustado la idea, pero la excitación del momento hizo que aceptara.

-Con una condición -dije, mirando a Rubén-. Déjame que te folle yo a ti.

A Rubén le encanto la idea, porque aceptó sin dudarlo. Rober cogió el bote de lubricante que había comprado y untó un poco en su dedo para luego pasármelo. Primero decidió comerme el culo. Sentir su lengua jugueteando con mi ano me produjo un placer infinito. Después, noté cómo su dedo invadía mi zona trasera, y yo traté de relajarme. Acariciaba mi ano con suavidad, tratando de no hacerme daño, y yo cada vez estaba más cachondo. Introdujo lentamente su dedo en mi orificio, y yo ya me dejaba hacer. Sentí cómo ese dedo entraba y salía de mi cavidad, cómo exploraba el interior de mi ano.

Aproveché el momento para empezar a comerle el culo a Rubén. Estábamos ambos de rodillas, el delante de mí y Roberto detras, jugando con mi ano. Situé mi lengua sobre el orificio de mi amigo y empecé a lubricarlo. Me encantaba comerle el culo. Podía introducir mi lengua si hacía la presión suficiente, y Rubén comenzó a gemir cada vez más. Decidí que era momento de usar el lubricante, y unté un poco en mis dedos y otro poco en el ano de Rubén. Rober hizo lo mismo con mi ano.

Introduje dos dedos de golpe, pero Rubén no pareció inmutarse, de modo que enseguida añadí el tercero.

-Menuda putita estás hecha -le dije-. Luego dices de nosotros, cabrón.

-Bueno, es que ya me he metido cosas por ahí. Cosas de mi hermano...

-¿Tu hermano te ha dado por culo? -preguntó Rober de golpe. Rubén asintió-. Joder, ojalá pudiera hacer yo eso con el mío.

-Siempre podemos incluirle... -dejó caer Rubén.

La idea me gustó, pero Diego había sido siempre un chico muy hetero. No estaba seguro de que fuera a ser buena idea.

-Habrá que verlo. Y dejad de hablar de esto ahora, que estamos follando, coño.

Saqué los tres dedos del ano de mi amigo y unté lubricante en mi nabo. Me tumbé boca arriba y alcé las piernas. Rober se situó tras ellas para poder perforarme con su cipote. Por su parte, Rubén situó su culo a la altura de mi polla.

-Rober, espera a que se la meta a Rubén y luego me la metes tú -le dije.

El pequeño asintió, y Rubén comenzó a bajar lentamente hasta que mi polla tocó su ano. Fue él quien marcó el ritmo, de modo que no tuve que hacer nada.

-Joder, cómo se nota que la tienes más grande que mi hermano, capullo. Está doliendo.

-Tú acomoda mi polla en tu ano y ve a tu ritmo -dije para tranquilizarlo.

Pude notar cómo mi cipote partía en dos a mi amigo, que se agachó para besarme. Mezcló su saliva con la mía mientras yo sentía mi nabo abriéndose paso por su túnel. Al fin sentí mis huevos chocando con su culo. Había entrado entera. Rubén dejó de besarme y con sus manos palpó mis huevos. Dejó que su ano se adaptara a mis 19 centímetros.

-Bien, es mi turno -dijo Rober.

Untó lubricante en su pene y acto seguido comenzó a penetrarme. Tras la dilatación que había hecho con sus dedos, recibir su polla de 14 centímetros no fue tan doloroso como había pensado, ya que el grosor tampoco era mucho. Unos segundos después ya tenía toda su polla en mi interior. Le pedi que se quedara con ella dentro unos segundos hasta que me adaptara a ella. Cuando lo hice, comenzó a moverse.

Yo estaba boca arriba, con mis piernas sobre los hombros de Rober, mientras sobre mi falo descansaba Rubén. Este empezó a botar sobre mí, mientras que Roberto embestía una y otra vez. Solo de pensar que me estaba follando a Rubén mientras Rober me follaba a mí veía las estrellas. Aquello era lo mejor que me había pasado nunca.

Rubén botaba cada vez más rápido y Rober embestía cada vez mas fuerte. Nuestra respiración comenzó a agitarse, y Rubén acercó su boca a mi cuello para darme besos. Aquello me excitaba aún más. Más tarde comenzó a besarme de nuevo, y pude sentir el roce de su lengua con la mía una vez más. Mientras tanto, él no paraba de botar y gemir, y Rober aceleró el ritmo de las embestidas al tiempo que comenzaba a gemir cada vez más fuerte.

-Ah, ah, ahhh -se le escuchaba.

-Me voy... a correr -avisé.

-Córrete dentro -pidió Rubén.

-Tú también, Rober -le pedí-. Quiero sentir tu leche dentro de mí.

Él asintió, y los tres comenzamos a gemir cada vez más fuerte.

-Ohh, joder, que puto gusto -decía yo.

-Me vengo -avisó Rober.

Apenas un par de segundos después, Rober estalló en mi interior. Poder sentir su leche calentita recorriendo mi intestino me calentó tanto que me hizo terminar dentro de Rubén. Fueron unos seis trallazos que el pequeño recibió sin problemas. Esto le dio tanto placer que se corrió de inmediato sobre mí. Algunas gotas cayeron sobre mi cara, y como una buena putita traté de tragármelas.

Rober sacó su polla de mi culo y limpió la leche que salía de él con su lengua. Tras esto, se acercó a Rubén para fundirse en un beso, mezclando mi semen en sus bocas. Rubén se separó y me limpió el semen de la cara con la lengua, para luego besarme y que pudiera saborear su esencia. Mientras tanto, Rober le comía el culo a Rubén para eliminar cualquier rastro de mi semen.

Rubén se tumbó a mi derecha mientras que Rober lo hizo a mi izquerda. Ambos me tocaban la polla, ya algo flácida tras el éxtasis. Al mismo tiempo, yo acariciaba las suyas, que también habían perdido su dureza.

-Hay que repetir esto -dijo entonces Rubén-. La próxima vez seré yo quien te la meta -añadió mirándome.

Yo asentí.

-Y yo te follaré a ti -contestó Rober dirigiendo su mirada a Rubén.

-Estoy deseándolo -respondió este, relamiéndose.


Hasta aquí el cuarto relato, un poco más largo que los anteriores. Espero que os haya gustado. Si tenéis sugerencias no dudéis en comentármelas. Creo que incluiré a Diego en las aventuras, pero tener a cinco personajes follando a la vez puede ser algo difícil de manejar, así que igual los separo para que no coincidan los 5 a la vez. Gracias por leerme. Agradezco los comentarios. Un saludo