Fantasías adolescentes III

Roberto se ha ido de vacaciones, pero eso no impide que Víctor y Aitor follen en cuanto tienen oportunidad. El hermano de Aitor también parece interesado en probar con sus amigos...

-Bueno qué, ¿te ha gustado? -le pregunté a Aitor.

-¿Que si me ha gustado? Joder, es lo mejor que me ha pasado nunca. Quiero comeros las pollas otra vez. y la próxima vez, seré yo quien reciba tu enorme cipote.

Sonreí. Miré a Roberto, que aún se relamía intentando saborear hasta la última gota de su semen. Parecía que nuestras aventuras iban a continuar durante todo el verano.


Pasaron los días, pero no pudimos volver a nuestras aventuras porque no encontrábamos el momento adecuado. Roberto se había ido con su familia a Asturias, así que solo podría follarme a Aitor mientras tanto. Hablando de familias, el hermano de Roberto era de la misma edad que Aitor: 17 años. Su nombre era Diego, y era un chico con un buen cuerpo, abdominales marcados por el deporte y bastante guapete. Todo un sex simbol. Alguna vez había fijado mi mirada en su entrepierna, en la que en muchas ocasiones se notaba el gran bulto que escondía bajo los pantalones. Parece que el tamaño del pene de Roberto le venía de familia.

Por su parte, Aitor tenía un hermano pequeño un año mayor que Roberto: 14 años. Se llamaba Rubén, y era un chaval bastante alto, más que yo a pesar de la edad. Aun así, era muy delgado, pero de cara estaba bastante bien. En su caso, aunque había centrado mi vista en su entrepierna más de una vez, casi nunca había logrado detectar su paquete; quizá no era muy grande.

Volviendo a lo importante, Roberto y Diego no estaban, lo que me dejaba opciones de hacerlo solo con Aitor. Llevábamos más de dos semanas sin volver a nuestros encuentros, y yo estaba ya desquiciado; quería volver a sentir la polla de Aitor en mi boca, y quería que él sintiera la mía dentro de su cuerpo. Cuando pensaba que no se volvería a repetir, se dio la situación perfecta. Los padres de Aitor se habían ido con su hermano Rubén a hacer la compra, por lo que me llamó para decirme que fuera a su casa.

-Se han ido mis padres -me dijo-. Vente y repetimos lo del otro día. Estoy deseando que me folles.

Aquello me puso realmente burro. Se me empalmó al momento, y no pude negarme a la oferta.

-Enseguida voy. Ve preparándote. Pilla aceite para lubricar bien y que mi polla entre bien en tu culito -le dije mientras me tocaba.

Él asintió, y yo salí de mi casa para dirigirme a la suya, que estaba a escasos 50 metros. Llamé a la puerta, y cuando abrió, me puse aún más cachondo. El cabrón se había quedado en calzoncillos, y me recibía con una sonrisa.

-Parece que tienes ganas... -le dije mientras le agarraba el paquete con mi mano derecha.

-No sabes cuántas -respondió.

Noté cómo su nabo iba creciendo por debajo del calzoncillo. Fuimos a su habitación. Por el camino se me había bajado un poco la erección, y descubrí que a él también. Se sentó en su cama, con los pies en el suelo, y yo me arrodillé ante él. Cuando le quité los boxers, me di cuenta de que su polla, desempalmada, no tenía nada que envidiarle a la mía en ese mismo estado. Casi 12 centímetros de carne que empecé a tragarme de inmediato. Al principio me entraba sin dificultad, e incluso pude comerle los huevos y la polla a la vez. Me llené la boca con su carne. Pero cuando su cipote comenzó a crecer, me costó algo más meterlo entero en mi boca. Aun así, lo conseguí y pude comerle la polla entera. Sus 16 centímetros entraban y salían de mi boca a una velocidad increíble.

-Madre mía, qué bien lo haces -decía él-. Ojalá mi hermano la chupara tan bien como tú.

Me quedé de piedra. Me saqué su nabo de la boca.

-¿Cómo? -él me miraba con una sonrisa picarona-. ¿Estás diciendo que tu hermano te ha comido la polla?

Él asintió.

-Al día siguiente de hacerlo contigo y con Roberto, se me empalmó delante suya mientras pensaba en lo que habíamos hecho. Él lo notó, y no pude evitar no contárselo. Le entró curiosidad y quiso probar. Y quién mejor que tu hermano mayor para probar estas cosas.

-No sé -le contesté, todavía de rodillas-. Me parece raro que un hermano le coma la polla al otro.

-Bueno, yo también se la chupé. No veas el pollón que gasta el capullo. Es casi igual de grande que la mía y eso que le saco tres años.

Reflexioné durante unos segundos.

-¿Crees que estaría dispuesto a unirse a nosotros? -le pregunté mientras le dama lametazos en el glande.

-¿Que si lo creo? Estaría encantado.

Sonreí, y me metí de nuevo esa polla en la boca. Esta vez quería disfrutarla bien, por lo que fui más despacio. Me la metía en la boca lentamente, recorriendo con mi lengua cada una de sus venas, hasta llegar a la base. Aitor me apretó la cabeza contra su pelvis para que pudiera sentir su cipote en mi campanilla. Estuve con su glande en mi garganta unos segundos, hasta que no pude más y tuve que toser. Eso pareció calentar a Aitor, porque acto seguido empezó a follarme la boca. Me dejé hacer, y fue él quien marcaba el ritmo de la follada de boca que me estaba dando. Yo solo podía pensar en cómo sería sentir el cipote de Rubén en mi boca. Aitor aceleró el ritmo y la fuerza de sus embestidas, hasta que, sin avisar, estalló dentro de mi boca. Recibí los trallazos con ganas, succionando con fuerza toda la leche que salía de la polla de mi amigo. Él se echó en su cama, agotado, mientras yo limpiaba los restos de su semen. Con mi lengua di vueltas alrededor de su glande, para asegurarme de tragarme cada gota que había soltado.

Tras esto, me levanté y me tumbé a su lado. Le acaricié el torso unos segundos, hasta que fue él quien empezó a acariciarme a mí. Sentí sus dedos recorriendo mi vientre. Se incorporó y se puso encima de mí, apoyando sus brazos en la cama para no dejarse caer sobre mí. En esa postura comenzó a darme besos por todo el vientre, de una manera sensual que me ponía muy caliente. Subió hasta mis pezones, donde empezó a morder uno de ellos. Sentir sus dientes y su lengua en esa zona me hizo soltar un gemido.

-Joder -le dije-. Cómeme ya la polla, que al final me voy a correr antes de follarte.

Él rio brevemente, y bajó directamente hasta mi falo. Yo abrí las piernas para que él dejara caer su peso sobre el hueco que había quedado entre ellas. Tomó mi nabo entre sus manos y, mientras lo masturbaba, se metió mis huevos en la boca. Los dos a la vez. Jugaba con ellos con la lengua mientras con las manos me hacía una lenta paja. Tras unos segundos así, se sacó mis huevos de la boca e introdujo mi cipote, que estaba al máximo. Era la primera vez que me iba a comer la polla.

-No sé si me va a entrar entera -dijo, dudando.

-A Roberto le cabe, o al menos gran parte de ella, así que no tengas morro y cómemela.

Aitor asintió y empezó suavemente. Pude sentir su lengua recorriendo los recovecos de mi glande, dándome un placer inmenso. Más tarde, intentó meterse mi polla en la boca. Al principio le costó, pero cuando su garganta se adaptó a mis dimensiones, tragó con gusto.

-Que buena perra eres -le dije-. Y qué bien comes polla, cómo se nota que te gusta.

Empecé a gemir, fruto de la increíble mamada que me estaba dando mi amigo, que apenas llevaba un par de semanas comiendo pollas. Aitor empezó a chupármela con más ahinco, dándome cada vez más placer, hasta que sentí que me correría en breve.

-Para, para. Como sigas así, me voy a correr antes de metértela.

-Fóllame -me dijo, mordiéndose el labio inferior.

Yo asentí, y él acercó su culo a mi cara. Abrí sus nalgas, contemplando el ano estrechito que aparecía ante mí. Empecé a jugar con mi lengua, humedeciéndole la zona. Le comía el culo a mi amigo mientras él gemía de placer. Introduje mi lengua en su cavidad, lo que pareció gustarle.

-Oh, joder, sigue así.

Continué comiéndole el culo a Aitor, hasta que decidí que era hora de dilatar ese orificio. Mojé un dedo en aceite, y lo extendí por el ano de Aitor. Introduje el dedo lentamente, procurando no hacerle daño. Pero al contrario, él parecía disfrutar muchísimo. Metía y sacaba el dedo para que su ano se fuera adaptando poco a poco. Mojé un segundo dedo y lo introduje junto al primero. Lo recibió sin problemas, por lo que metí el tercero casi de inmediato. Esta vez se resistió algo más, pero enseguida relajó el esfinter y dejó su ano a mi disposición. Cuando hube dilatado bien el agujero, procedí a colocar mi polla en él.

Lo tumbé boca arriba, como había hecho con Roberto en su momento, quedando sus piernas por encima de mis hombros. Le miré a la cara, y en él pude observar las ganas que tenía de que le clavara mi falo.

-Métemela. Fóllame duro -dijo.

Yo sonreí. y poco a poco introduje mi pene en su ano. Él puso cara de dolor, pero no me pidió parar en ningún momento. De hecho, me pedía que continuara. Cuando se la metí hasta el fondo, me quedé unos segundos parado para que su ano se adaptara a mi polla. Cuando estuvo preparado, Aitor asintió y yo comencé con el mete-saca. Al principio lo hice lentamente, sacándola casi entera y volviendo a meterla hasta el fondo. Pero fui acelerando el ritmo para darle más placer. Mi amigo empezó a gemir, primero suavemente y luego más alto. Yo me lo estaba follando tan duramente como me había pedido. Me apoyaba sobre la cama con mis manos aprisionando las suyas.

Mientras me lo follaba, acercó su boca a la mía y me besó. Fue un morreo intenso, de esos que se dan mientras follas. Su lengua jugaba con la mía mientras mi polla entraba y salía de él a una velocidad cada vez mayor. Mi excitación crecía por momentos, hasta que sentí que me iba a correr pronto.

-Hazlo dentro de mí -me pidió.

Yo acepté su petición, y estallé en su interior. Mi leche recorrió las paredes de su intestino al tiempo que él también se corría. No pude tragarme su corrida esta vez. Permanecí con mi polla dentro de él unos segundos, hasta que la saqué para limpiar los restos de su semen. Esta vez no los mezclé con sus labios, sino que los reservé todos para mí. Él seguía tumbado boca arriba, y yo encima suyo. Fue entonces cuando escuchamos un ruido. Giré mi cabeza y descubrí a Rubén, que sonreía con la mano escondida bajo sus shorts.

-Qué bien lo pasáis cuando no estoy yo... Pero seguro que conmigo lo pasaríais mucho mejor.

Salió de la habitación, y Aitor y yo cruzamos miradas. Definitivamente, había que aceptar a Rubén el en grupo de sexo que habíamos creado.


¿Qué tal esta segunda parte? Creo que la introducción de Rubén puede dar mucho juego. Un chico atrevido que no le tiene miedo a probar nuevas experiencias... Traeré la siguiente parte tan pronto como me sea posible. Que tengáis un buen pajote! Perdón, un buen día ;)