Fantasías adolescentes II

Víctor y Roberto consiguen que Aitor se una a sus aventuras sexuales.

Nos besamos durante un rato más. Finalmente me tumbé a su lado y él me rodeó con sus brazos, agradeciéndome la experiencia. Tras un buen rato en esa postura, escuchamos el timbre. Miramos la hora; las 19:10. Era Aitor, que venía a jugar al fifa. Pero Roberto y yo nos miramos, sonriendo; teníamos otros planes distintos.

Roberto me besó brevemente antes de levantarse. Se puso los calzoncillos y fue a abrir mientras yo me vestía de nuevo, aunque esta vez sin ponerme la camiseta. Abrió la puerta y allí estaba Aitor, con una camiseta y el bañador puesto.

-Madre mía -dijo mientras entraba en la casa-. ¿Tanto calor tienes que estás casi en bolas?

Roberto sonrió. Bajó la vista a la entrepierna de Aitor, que como acto reflejo se tocó el paquete. El bulto de Roberto comenzó a crecer de nuevo, pero nuestro amigo no pareció darse cuenta, ya que pasó sin más al salón y se sentó a mi lado.

-Joder, y tú sin la camiseta. Pero esto qué es, ¿una sauna?

-Jajaja, es que hace un calor de la ostia -me excusé-. ¿Por qué no te desvistes tú también? Yo creo que me voy a quedar en boxers también -añadí al tiempo que me deshacía del pantalón.

Aitor no pudo evitar mirar a mi entrepierna, en la que se podía notar mi polla, que aún seguía morcillona tras lo que había pasado un rato antes. Se tocó el paquete casi sin ser consciente de ello, lo que me puso bastante cachondo. En su entrepierna empezaba a crecer un bulto considerable.

-Se ve que te gusta vernos así -le dije bromeando.

-Qué va, que yo no soy mariquita.

-No no, ni yo -respondí-. Pero me excita pensar que me la chupan. Y más si se trata de alguien con quien tengo mucha confianza... -dije insinuándome.

Aitor miró entonces a Roberto. Bajo sus boxers podía observarse su cipote que pedía salir a gritos de la prenda.

-Joder Rober, vaya pollón gastas, ¿no?

Eso fue una invitación para el pequeño, que sin avisar se deshizo de los calzoncillos, sacando a relucir so preciosa polla de preadolescente.

-14 centímetros -dijo-. Puedes tocar, que parece que quieres.

Aitor se quedó algo cortado. Fue entonces cuando me acerque a Roberto para mostrarle a Aitor lo que debía hacer. Palpé suavemente el cipote de Roberto, que soltó un leve gemido. Masturbé lentamente al pequeño mientras miraba al mayor, sintiendo por dentro una excitación increíble. Aitor parecía estar embobado con la polla de nuestro amigo. Le cogí la mano derecha y la acerqué al cipote de Roberto. Poco a poco empezó a hacer él los movimientos, por lo que le solté la mano para comenzar a tocarle a él.

Primero le palpé el bulto de su entrepierna por encima del bañador. Al ser uno corto, su cipote empezó a salirse por debajo, lo que me permitió contemplar esa belleza. Un buen falo de unos 16 centímetros en plena erección. Comencé a masturbarle mientras él hacía lo propio con Roberto, que había cerrado los ojos de puro placer. Pude recorrer la polla de mi amigo con lentitud, palpando cada vena de esta, relamiéndome al tiempo que pensaba en lo que iba a hacer con ella. Decidí bajarle la piel para descubrir un glande de buen tamaño con líquido preseminal. Con dos de mis dedos recorrí el capullo, untándolos de su esencia, para después llevármelos a la boca y saborearlo.

Tras esto, le quité el bañador e hice lo mismo con su camiseta, dejándolo desnudo por fin, para poder observar su torso. Le mordí uno de los pezones mientras con mis manos acariciaba su cuerpo entero. Él, por su parte, había decidido pasar a la acción, y había comenzado a dar lametazos al capullo de Roberto, que empezaba a gemir cada vez más. Se metió por fin su polla entera en la boca para saborear cada centímetro de esta. Roberto estaba en las nubes, a punto de correrse por segunda vez. Aitor succionaba cada vez con más fuerza, dándole un placer infinito.

Mientras tanto, yo comencé a darle besos al cuerpo desnudo de Aitor, bajando poco a poco hasta llegar a su gran falo. Con los 14 centímetros del pequeño Roberto había podido sin problemas, pero quizá los 16 de Aitor me resultaban más difíciles. Empecé por los huevos, metiéndome ambos a la boca mientras con una mano masturbaba a mi amigo y con la otra me masturbaba a mí mismo. Tras esto, pase directamente a su cipote, que contemplé unos segundos antes de introducirlo en mi boca. Decidí intentar metérmelo entero a la primera, y aunque con algo de dificultad, entró bien. Aitor gimió.

Le chupé la polla durante un buen rato, subiendo y bajando sin parar. Aceleré el ritmo al tiempo que su respiración se agitaba, Intentó avisarme de que se iba a correr, pero yo quise tragarme toda su lefa. El primer trallazo cayó por mi garganta, mientras los demás me iban inundando la boca. Yo tragué como pude. Fue entonces cuando Roberto también gimió, dando a entender que se había corrido él también.

-Bien, ahora solo quedas tú -dijo el pequeño.

Roberto se acercó a mí y me quitó los pantalones y los calzoncillos, liberando de nuevo mi herramienta.

-Joder, vaya tamaño -comentó Aitor impresionado-. No nos entra eso ni de coña.

-Vaya que no -dijo Roberto sonriendo, al tiempo que se metía mi polla en la boca.

Pude sentir de nuevo su cavidad mojando mi falo, apretándose contra él para darle más placer. Mientras Roberto me comía la polla, Aitor decidió tirarse a por mis huevos. Y ahi estaba yo, tumbado boca arriba en el sofá, con mi amigo de 13 años tragándose mi polla y mi amigo de 17 haciendo lo propio con mis huevos, que apenas le cabían en la boca. El mamón de Roberto me la comía de manera espectacular, y yo no daba crédito. Yo estaba cada vez más cachondo, y avisé a mis amigos de que me iba a correr.

-Espera -dijo Roberto.

Se levantó y se puso de rodillas en el sofá. Fue la invitación perfecta para que le comiera el culo. De modo que eso hice, mientras por delante Aitor le metía la polla en la boca. El capullo no paraba de gemir. Y yo empecé a jugar con mi lengua dentro del culo de Roberto, que era estrecho a más no poder. También jugué un poco con su nabo, que había vuelto a la acción tras la corrida de antes. Cuando hube lubricado bien el ano de mi amigo, le metí un dedo. Lo recibió sin problemas, de modo que de inmediato introduje el segundo. Roberto gimió, en parte de placer y en parte de dolor. Su estrecho orificio hacía presión en mis dedos, y no pude evitar pensar en el placer que eso causaría en mi polla.

Saqué mis dedos para lubricarle más el ano, y los introduje de nuevo. Esta vez fueron tres, por lo que Roberto se resistió un poco más. Pero cuando se adaptó al tamaño, mis dedos pudieron entrar y salir sin problemas.

-Ve a por aceite -le dijo Roberto a Aitor-. Está en la cocina.

Aitor obedeció y trajo una botella de aceite. Yo puse a Roberto boca arriba, con sus piernas sobre mis hombros. Unté un poco en mi polla y luego un poco más en el ano de mi amigo, que de nuevo se tragaba el cipote de Aitor. Al mamón le entraba entera. Estaba hecho un buen comepollas. Gracias al aceite, los tres dedos entraron con bastante más facilidad, y fue entonces cuando situé mi nabo a la altura del ano de Roberto.

-Allá voy, Rober. Poco a poco. Si te duele mucho, me avisas.

Roberto asintió, y yo introduje lentamente mi polla en su orificio. Lo más complicado fue el glande, que le iba abriendo el culo cada vez más y más. Pero al parecer, mi amigo también estaba hecho toda una putita, porque no se quejó ni un momento. Cuando entró el capullo al completo, fui empujando suavemente hasta introducir mi polla al completo. Su estrecho ano apretaba mi nabo, lo que me producía un placer sin igual. Mientras tanto, el cipote de Aitor entraba y salía sin parar de la boca de Roberto.

Cuando el culo de mi amigo se hubo adaptado a las dimensiones de mi pene, empecé a moverme dentro de él. Pude sentir cómo mi polla entraba y salía de mi amigo, cómo recorría las cavidades de este, y como su cipote se tensaba cada vez más. Yo lo agarré con una de mis manos para masturbarlo. Su cara de placer mientras se la chupaba a Aitor y yo le daba por el culo era un espectáculo para mí. Por su parte, Aitor gemía más y más cada vez.

Mis embestidas comenzaron a hacerse más rápidas y fuertes. Me estaba follando a mi amigo, y él lo estaba disfrutando como una buena perra. Para tener 13 años, parecía que tenía una experiencia increíble. Me lo follaba cada vez más rápido, cada vez más fuerte, hasta que sentí que había llegado al extasis. Tuve un orgasmo como nunca antes, y estallé dentro de Roberto. Esto pareció ponerle cachondo al enano, ya que empezó a correrse de nuevo, cayendo su lefa sobre su barriga. Como una reacción, la respiración de Aitor se aceleró hasta que, por fin, se corrió en la boca de Roberto, que recibía su leche con gusto, tragándosela entera.

Mientras el limpiaba los restos de semen de la polla de Aitor, yo decidí hacer lo mismo con los restos que habían quedado en la barriga de Roberto. Lamí su vientre con mi lengua para, después, mezclar la lefa de Roberto en un beso que incluía a los tres. Acabó el beso, y nos tumbamos en el sofá durante unos minutos.

-Bueno qué, ¿te ha gustado? -le pregunté a Aitor.

-¿Que si me ha gustado? Joder, es lo mejor que me ha pasado nunca. Quiero comeros las pollas otra vez. y la próxima vez, seré yo quien reciba tu enorme cipote.

Sonreí. Miré a Roberto, que aún se relamía intentando saborear hasta la última gota de su semen. Parecía que nuestras aventuras iban a continuar durante todo el verano.


¿Qué tal esta segunda parte? Espero que os haya gustado tanto como a mí escribirla. Intentaré subir el próximo capítulo pronto. Agradezco comentarios y sugerencias.