Fantasias (1.8 El Profesor de Deportes)

El profesor de deportes sabe lo que sucede entre mi amo y yo, y con su pervertida mente tratará de sacarle provecho.

1.8

El Profesor de Deportes

Cualquier duda, sugerencia o comentario pueden escribirme a leopoldo_relatos80@yahoo.com.mx y yo con gusto les responderé, además disfruto mucho recibir mails de mis lectores. Lamento haber tardado en poner el octavo capítulo de la saga.

I

La experiencia vivida en el torneo de fútbol ciertamente me hizo odiar aún más a mi amo, Santiago Mijares, pero me acercó a Juan Carlos Poulat de modo considerable. Ya no sólo me veía como una puta cualquier a la que podía violar y desechar una vez que llegara el orgasmo. Podía acariciar sus grandes músculos, besar sus pies, y aunque aún me seguía considerando una perra, había más comunicación entre nosotros. Cuando mi amo me informaba que debía darle placer a Poulat, sabía que parte de la pesadilla podía desaparecer porque realmente estaba disfrutando el sexo. Otro aspecto importante que cambió fue el acercamiento al hermano de mi amo, porque me cuidaba tiernamente y me trataba más como una persona. A veces no sólo era él quién daba las órdenes, sino que podíamos desenvolvernos en una escena de sexo que los dos pudiéramos disfrutar más allá de una relación de dominación. En cuanto al mejor amigo de mi amo, todo se mantuvo normal entre nosotros dos. Él disfrutaba el sexo de la misma manera que lo hacía yo, recordándome constantemente que debía pagarle un favor por mi mal comportamiento. Tarde o temprano lo haría.

Pero esta historia no es realmente sobre estas personas con las que constantemente compartía encuentros sexuales, generalmente contra mi voluntad. Quiero referirme a un hecho que he mencionado en relatos anteriores y que se va a desarrollar más a fondo dentro de este relato. Y es que desde aquel primer encuentro sexual donde me sometí a la completa voluntad de Mijares convirtiéndome en el autómata sexual de un macho fuerte y dominante, alguien nos estuvo observando. Cada vez que mi boca se unía a la de Xavier Oscio, o a la de Juan Carlos Poulat ahí estaba el fisgón excitándose en secreto. Masturbándose en su oficina. Y pronto sabría la identidad del desconocido.

Era una clase de deportes usual, con el grupo jugando fútbol bajo las órdenes del profesor Saúl. Yo estaba en la banca viendo a todos esos machos que me dominaban cubrirse de sudor, y sabía que sólo sería cuestión de tiempo para que pudiera lamer cada gota aperlada en su pecho musculoso. Estaba excitado y mi pene formaba una carpa en mi pantalón que el profesor debió notar inmediatamente, de modo que se me acercó para poner su mano en mi pantalón.

"Sabes, tus calificaciones no han sido muy buenas en estos últimos meses, y la verdad es que no me gustaría reprobarte nada más porque haces más ejercicio montado en el sexo de tus compañeros que en mi propia clase", dijo susurrándome al oído.

Lo que dijo me dejó helado. ¡Alguien más sabía lo que estaba pasando dentro de los salones, y sabía que querría algo a cambio! El profesor continuó.

"Creo que ambos podemos llegar a un acuerdo que nos puede beneficiar a ambos. Sólo tienes que prestarme ese culito por un rato y haré que te de un diez en tu calificación. Supongo que en el primero recreo serás usado por los compañeros de tu clase, y entiendo perfectamente porqué. Eres una perra muy golosa. Así que nos veremos en tu segunda recreo en el salón audiovisual número uno. Recuerda que es por tu propio bien y por tu propia calificación. Además si no lo haces voy a desenmascarar su club sexual frente a toda la escuela y tú serás el único responsable."

No hizo falta que yo diera mi respuesta porque sabía que lo haría por una razón o por otra. La verdad es que no lo hice por la calificación, sino por proteger a mi amo y a sus amigos, incluso para protegerme a mí. No quería imaginarme lo que sucedería si todos llegaran a saber lo que hacíamos en los salones durante los recreos.

Así pues, en el primer recreo fui cogido por los tres machos sudorosos rompiendo el culo con sus embestidas salvajes, mientras yo me resistía a contarles el secreto. No quería que se enteraran para no preocuparlos, porque realmente sabía que me echarían la culpa y me castigarían. Arreglaría este problema yo solo.

Con miedo esperé que llegara la campana que anunciaba el segundo recreo, y ante la mirada escrupulosa de los tres machos (que debieron sospechar que algo extraño estaba pasando, aunque nunca lo confirmé), entre en el salón que asignado por el profesor de deportes. Las ventanas estaban pintadas de negro, había butacas similares a las que podemos encontrar en un cine, y al frente había una televisión con grandes bocinas a cada lado y con sus respectivos reproductores DVD y VHS. Ahí me encontré al profesor solamente en bóxers, y debo decir que a pesar de enseñar deportes en una escuela no tenía un cuerpo tan atlético como el de mis machos poseedores. Frente a él otro hombre que se encontraba dos años arriba de mí, y que puedo decir siempre me había gustado mucho. No sabía su nombre. Su traje era de tal fina oscura y su corbata de seda roja. Parecía muy nervioso.

"Los dos han tenido un pésimo desempeño en mi clase y si quieren pasar van a tener que hacer algo especial para mí. He hecho una rifa en la mañana para decidir quién será el macho dominante, y quién la putita sumisa. Tú será la puta perra", se dirigió a mí. "Tú serás un hombre macho que violarás a esta puta porque es lo único que conoce y sabe hacer. Nació para darte placer. ¿Entendido?", dijo al otro alumno, y este movió nerviosamente la cabeza sin entender lo que pasaba.

Me quedé quieto esperando órdenes, pero mi nuevo macho siguió temblando de miedo y comprendí que él no era parte del club sexual y que seguramente era la primera vez que hacía esto. Hasta sospechaba que no era gay. Así que me acerqué tentadoramente hacia él, tratando de ser lo más coqueta que podía y lo besé, pero sus labios se mantuvieron cerrados impidiendo el paso de mi lengua su boca. El profesor tuvo que poner orden.

"Tú que golpeas todos los días a la mitad de tu salón, que te has visto dominante en todos los aspectos en mi clase, y que tienes una de las personalidades más fuertes que puede tener esta puta escuela, no puedes dominar a una bastarda sin voluntad más allá que la de los machos fuertes. ¿Acaso eres un cobarde?"

Y estas últimas palabras parecieron cambiar algo dentro de mi nuevo amo, pues su rostro pareció volverse aún más serio creando la apariencia de ser fuerte.

"No soy un cobarde", le respondió tomándome de las caderas y llevándome hasta él. Ahora su beso era diferente, y era su lengua la que quería entrar en mi boca; dominándome.

A pesar de su nueva actitud, sabía que no conocía muy bien lo que yo podía o debía hacer en tales circunstancias, así que le quité su saco, su corbata y su camisa, dejándolos en una de las sillas. Al tratar de quitarle el pantalón, me detuvo con una cachetada y me volvió a besar.

"Quiero que te desnudes ante mí, bailando como una bailarina exótica. Quiero que me excites.", y quitándome poco a poco los pants de la escuela me apoyé en sus hombros para restregar mi pecho en el suyo. Al llegar a la ropa interior, sonrió al ver que tenía una tanga roja de encaje (regalo de mi amo Mijares). Espero a que me quitará los calcetines, y aún con la tanga puesta, tomó su corbata y me amarró las manos detrás de la espalda. Aún intenté bailar para él.

"Quieres un poco de esto, ¿no, puta?", dijo agarrándose el paquete que crecía en su pantalón.

"Sí, amo. Sabes que soy una puta golosa", respondí siguiendo el juego.

El nuevo macho misterioso se quitó el cinturón y lo usó para darme tres golpes en el pecho antes de aventarlo al otro lado del salón. Se bajó el cierre del pantalón lentamente y tras desabotonárselo lo dejó caer enseñándome unos bóxers negros ajustados. ¡El cuerpo de mi nuevo macho era delicioso con sus pectorales perfectamente marcados y delineados, un abdomen de lavadero para derretirse en él y muslos firmes. Parecía modelo de revista. Así, que se quitó el pantalón, los zapatos perfectamente boleados y los calcetines. Tomando mi cabeza, la llevó directamente hasta su pene, que al principio pude mamar a través de la tela viendo como crecía hasta llegar a su erección completa. Entonces se quitó esos bóxers negros y pude saborear la piel de mi nuevo amo. Mamé como si fuera mi última verga, con suavidad y fuerza al mismo tiempo, y sabiendo él que justo cuando saboreaba la punta de su pene estaba por correrse, quiso darme un poco de dignidad para alejarse de mí. Pero yo me sentía realmente curioso de saborear todo lo que ese macho podía ofrecerme y me apreté aún más a su pelvis para que toda su leche cayera en mi boca. Justo cuando él iba disculparse por lo que acaba de hacer, se volvió hacia el profesor que, sin bóxers, ya se masturbaba gimiendo lo más alto que podía.

Mi nuevo amo no sabía muy bien que otra cosa más podía hacer así que me vio a los ojos como esperando una respuesta de mí, y yo se la di.

"Mi culo se encuentra tan huerfanito sin tu verga, quiero que me taladres y me penetres como ningún hombre ha sabido hacerlo."

"¿Sin condón?", preguntó preocupado.

"Sin condón", respondió el profesor entre gemidos.

"Es que quiero que me embaraces, amo", respondí pícaramente.

De nuevo su rostro volvió a cambiar, y con una patada en el pecho me dejó tirado sobre la alfombra.

"Eso es lo que quieres, puta, tener un hijo de mí. ¿De este macho musculoso y poderoso? Apuesto a que no puedes resistirte a mis grandes músculos", repetía una otra vez mientras ensalivaba sus dedos y los metía dentro mi culo, luego dejaba que los lamiera para limpiarlos. Cuando el juzgó que ya estaba listo para penetrarme colocó la punta de su pene en la entrada de mi hoyo y empujó con fuerza. Ahí se notó su falta de experiencia en el sexo, porque mi culo no estaba bien dilatado y me dolió como nunca. Esto, en cambio, pareció darle más placer a mi nuevo amo, que no dejó de gemir tomándome fuertemente del pelo. Así que yo acostado gimiendo de dolor, y el detrás de mí jalándome el pelo y haciendo un movimiento metisaca con su pelvis podía gemir de placer.

"Ahí va para que te embaraces, puta", gritó cuando su movimiento paró y todas mis entrañas se llenaron de su delicioso semen.

Salió de mi cuerpo y me ayudó a levantarme besándome con más fuerza y pasión que antes. Empujándome contra una pared, mientras me detenía ocasionalmente para lamer sus músculos llenos de sudor a causa de la sesión que acabábamos de tener. Y cuando quedó limpio lamí sus pies ladrando lo que provocó su risa. Y así besándonos se acercó el profesor para darnos una cachetada a cada uno.

"No cabe duda que los dos son de las más golfas de esta escuela."

Y me dio un beso de lengua, y luego le dio uno al nuevo macho.

"Ya entró a tu cuerpo y le mereces respeto. Vístelo", me ordenó y justo cuando iba a hacerlo me dio su bóxer negro y me pidió que lo guardara para que recordara siempre ese encuentro sexual. Lo vestí totalmente, y luego tuve que vestir a mi profesor mientras mi nuevo macho y yo éramos forzados a lamer todo su cuerpo. Yo me vestí ante la mirada lujuriosa de los dos.

Al terminar el recreo regresé al salón sabiendo que no sólo había salvado el secreto sexual de Santiago Mijares y sus amigos machos, sino que también tendría una mejor calificación en esa materia. Y además había descubierto a un hombre que sólo se mostraba dominante si se lo pedían, pero que era guapo y podía ser amoroso y romántico. Volviendo a la realidad, mi amo Mijares tenía un encargo para mí que involucraba su familia y lo tendría que cumplir. Después de todo era su puta y esclava.