Fantasias (1.7 El Torneo de Fútbol)
Mi amo me lleva a un partido de futbol donde el entrenador y los jugadores abusan de mí.
**1.7
El Torneo de Fútbol**
Cualquier duda, sugerencia o comentario pueden escribirme a leopoldo_relatos80@yahoo.com.mx y yo con gusto les responderé, además disfruto mucho recibir mails de mis lectores. Lamento haber tardado en poner el séptimo capítulo de la saga.
I
Habían pasado dos semanas desde mi primer encuentro con Juan Carlos Poulat, y aún podía recordar aquellos músculos enormes cubiertos de sudor, su cara angelical que se volvía dura al dar las ordenes. En sueños pude ver otra vez esos bóxers que se ajustaban a su musculoso cuerpo que me dominaba una y otra vez mientras los hermanitos Mijares cogían frente a mí. Era tan excitante ver a mi amo, al que se supone que debo de obedecer y que veo como un ser superior, sometido ante su hermano. La carne de su carne y sangre de su sangre. Ya lo dije antes, ver realizar este acto sexual hizo que me diera cuenta lo mucho que se amaban, y que se excitaban el uno al otro. Dos semanas habían pasado desde aquel encuentro de los cuatro y desde entonces Juan Carlos se había incorporado a nuestras sesiones sexuales de los recreos, al que también se unía a veces Xavier Oscio.
Fue por esas fechas que la escuela estaba organizando un torneo de fútbol con otras escuelas, y casi todos los machos dominantes que me cogían día tras día estaban en nuestro equipo. Yo prefería evitar el deporte y me concentraba en ir al gimnasio un par de días por semana. Poulat se quedaba conmigo cuando el equipo salía, pues tampoco estaba en el equipo, y juntos nos desatrampábamos dentro del recinto escolar. A veces simplemente me dejaba admirar sus músculos, otra vez lamerlos, pero la mayoría de las veces prefería que le diera mamadas o le ofreciera mi culo para que lo penetrara. Estaba muy feliz con él hasta que Santiago Mijares se enteró que estaba sintiendo más amor y respeto por otro hombre que por él y se puso celoso.
"Mira, mi putita, yo soy tu hombre y tu macho. Debes respetarme más que los demás. No porque Juan Carlos haya sido el que me adentró en este mundo de sexo y placer significa que le des más respeto a él que a mí. Yo te dominé, yo te violé, ahora eres sólo para mí. Mañana vamos a jugar la final y le pedí al entrenador que nos deje llevarte al campo. Lo que suceda en la cancha decidirá lo que pase. Si perdemos serás castigado por tu insolencia, si ganamos podrás recibir nuestra leche, sudor y perdón. ¿Has entendido?"
Yo asentí.
Así pues, al día siguiente no participé en el resto de mis clases sino que fui llevado en camión a una escuela cercana. Me quedé sentado en los vestidores mientras veía a todos los hombres cambiarse en esos ajustados uniformes negro y dorado. Después se fueron a la cancha y me quedé ahí sentado esperando a que llegara el medio tiempo, mientras tanto podía aspirar el olor de la ropa de cada uno de mis compañeros de clase. Después entraron todos para hacerme saber que estaban perdiendo el partido, hubo unas palabras de aliento del entrenador y partieron de regreso. El entrenador se había quedado conmigo.
"Ahora sí cabrón", dijo mientras empezaba a quitarse la ropa, "Yo no soy una de esas putitas que se quieren hacer pasar por hombres y te cogen todos los días. Yo ya soy un hombre experimentado, que toda su vida la ha dedicado a dar a entender a las putas como tú quién manda. Desnúdate."
Creo que es tiempo que describa al entrenador. Era un hombre alto, musculoso (después me diría Mijares que por las tardes trabajaba en un gimnasio), cabello corto. La ropa, que empezaba a quitarse de forma lenta para excitarme, estaba totalmente ajustada al cuerpo.
"Ahora vas a probar que eres una putita muy obediente y vas a mamar como nunca has mamado en la vida. Y ¿Quién te dijo que las perras deben caminar en dos patas? Eres un animal sucio que camina en cuatro patas y ladra."
Como me había ordenado, me acerqué a él caminando en cuatro patas y engullí su pene. A veces me divertía sólo con la punta y a veces lo dejaba entrar por completo en mi boca. Era como al entrenador le gustaba, según podía oír en sus gemidos.
"Sí, eres un maldito animal que sólo te guías por el placer. No sirvas para nada más, perra bastarda. Mama mi pene para que aprendas lo que es un hombre de verdad, para que veas que esas putitas que te cogen todos los días no son nada comparado conmigo."
La mamada continuó hasta que grandes trallazos se semen llenaron mi boca y cayeron caliente por mi garganta. Estaban deliciosos.
El entrenador se vistió y regresó al campo.
Esperé pacientemente a que el partido terminara. Pronto empecé a oír gritos de victoria y vi como el equipo iba entrando. Quitándose las playeras sudadas, mostrando esos cuerpos atléticos que se aperlaban en sudor de macho. El entrenador parecía ser el jefe de todos ellos.
"Miren a esta perra que sigue desnuda en cuatro patas esperando a que lleguemos a violarla. Muchachos, sólo los goleadores van a disfrutar de ella, los demás van a ser disfrutados por mí."
Oscio y Mijares me tomaron de la mano y me arrastraron hasta las regaderas.
"Tú nos inspiraste a meter esos goles y nos inspiras a meterte algo más", respondió mi amo.
"¿Estás seguro que este es el momento?", preguntó Oscio.
"Sí, ponte en cuatro patas como la perra y límpiale el culo para dilatarlo."
Sentí que el mejor amigo de mi amo me penetraba con su lengua para seguir las órdenes de Santiago Mijares y limpiarme el culo, haciéndolo digno para que un gran macho, mi amo, pueda penetrarme. Oscio se estaba humillando para darme placer y yo gemía y me dilataba.
"Es suficiente, es tiempo de que hagamos algo que refuerce nuestra autoridad sobre ti. A veces la usamos sobre putas nuevas. Cuando se lo hicimos a Oscio quedó desmayado del dolor y eso no ayudó a seguirlo violando por varias horas más hasta que despertó con un gran dolor en el trasero. Eso nos hizo más unidos."
El mejor amigo de mi amo le echó una mirada para que pedirle que parara la explicación.
"Entonces nos colocaremos de rodillas a un lado de ti y nos entregarás los últimos grados de voluntad que quedan en tu cuerpo."
Pronto sentí como la verga que me había penetrado por casi todo ese curso escolar entraba en mi cuerpo, abriéndose paso entre mis entrañas. Cuando un dolor inusual me invadió me di cuenta que no estaba bien dilatado. A continuación sentí como otro mátil de carne se colocaba en la entrada de mi culo y empujaba para entrar. La cosa se ponía difícil.
"Aunque estemos aquí todo el día serás penetrado por los dos", aclaró Oscio.
Y siguieron empujando en la entrada de mi culo, y justo su gran pene de macho empezaba a entrar el dolor se volvió muy intenso. Lo último que alcancé a ver antes del desmayo fueron hilillos de sangre cayendo por mis rodillas. Luego silencio y oscuridad.
Desperté algunas horas más tarde en la sala de la casa de Santiago Mijares. Yo seguía desnudo. Su hermano me observaba desde el otro lado del cuarto.
"¿Supongo que quieres saber que pasó?"
Yo asentí.
"Después de que mi hermano y su mejor amigo te empezaron a violar te desmayaste completamente. Después de que llegaron al orgasmo y te llenaron de su leche. Cuando el entrenador del equipo se enteró decidió que el equipo celebraría llenándote de leche. Según mi hermano, te violarían hasta embarazarte. En medio de la orgía llegó Juan Carlos Poulat y sacó tu cuerpo de ahí. Te trajo hasta acá, para que nosotros dos te pudiéramos bañar y curar. Nunca vuelvas a meterte con el entrenador. Es una persona muy viciosa y violenta."
Luego se acercó a mí y me dio un beso profundo en la boca.
"Ven, vamos a vestirnos y te llevo a tu casa."
"¿Me dejarías mamar tu pene antes de eso?", pregunté con una sonrisa de agradecimiento.
"Por supuesto, mi leche es para las putas como tú."
Y cargándome en brazos me llevo hasta su cuarto.