Fantasía realizada
Por fin he podido cumplir mi mayor fantasía sexual, hacer un trío con dos chicos.
Hoy es el día que llevo esperando tanto tiempo, el día en que al fin cumpliré mi fantasía sexual más anhelada. Hacer un trío con dos chicos. No dos chicos cualquiera, dos amigos que están tremendos. No se conocen entre ellos, solo de haberles hablado de la posibilidad de tener un encuentro sexual los tres, cosa que conseguí a la que accedieran ayer mismo. Me costó más convencer a Joel. Es un chico algo tímido pero muy agradable. Es compañero de trabajo. Ambos estamos ocupados en el sector privado, como ingenieros. Yeray es un amigo del gimnasio al que voy desde hace unos meses. Es bastante más extrovertido que Joel, y la verdad es que si no fuese por él, el ir al gimnasio sería de lo más aburrido. Al tener el turno de tarde en el trabajo, suelo madrugar para ir pronto y luego aprovechar la mañana haciendo algo que me guste para desconectar. Siempre coincido con Yeray a esas horas.
Con Yeray suelo hablar de todo, y entre ejercicio y ejercicio, el sexo es un tema recurrente. Tengo que reconocer que se toma el gimnasio muy en serio y tiene un buen físico. Me costó poco convencerlo. Es algo más joven que yo, tiene 25 y yo 28, pero tiene la cabeza bastante amueblada y pensamos bastante parecido. El tema salió la semana pasada, hablando de nuestras fantasías. Le estaba contando la mía, y le dije claramente que si algún día hacía uno él sería el primero al que se lo ofrecería. No tardó ni dos segundos en decir que si encontraba a otro chico él lo haría sin problema.
Fue en ese momento cuando realmente fui consciente de que tenía la mitad del trabajo hecho, y me empecé a sentir realmente caliente, viendo que no estaba tan lejos de cumplir algo que siempre había estado en mi cabeza.
Como segundo chico pensé en Joel, porque es un chico que conozco desde hace años y con el que más confianza tengo. Al principio le pareció raro, y me negó la propuesta, para mi desánimo, pero con el paso de los días traté de convencerlo, pues vi que el “no” que me daba no era rotundo. Le di un par de días para que reflexionase. Joel tiene mi edad, lleva sin pareja 4 años, y últimamente no tiene mucho tiempo para salir y conocer gente, por lo que pensé que aceptaría, como así hizo justo ayer.
Me llamó y me dijo que antes quería que, al menos, quedásemos los tres a tomar algo y conocernos, cosa que ya había planeado yo. Los cité en un bar que queda cerca de mi casa, donde más tarde iríamos. Serían dos chicos contra mí, pero al menos sería en mi territorio...
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Por fin quedo con ellos. Yeray está en la puerta del local y me ve llegar. Veo por el cristal que Joel está sentado en una mesa. No se conocen, pienso mientras sonrío y le doy un beso en la mejilla a Yeray.
-Vamos, Joel ya está dentro, es ese chico.- Le señalo mientras entramos.
-Claro, lo supuse, pero bueno, acababa de llegar y ya vi que venías.- Explicó Yeray.
-Hola Joel, este es Yeray.- Los presento mientras me acerco a la barra a pedir.
En la cafetería todo va genial. Hay bastante buen rollo, aun así me noto nerviosa, y Yeray está bastante tranquilo y más hablador. Llevamos una hora y pico charlando. Impaciente, propongo ir a mi casa. Los chicos están de acuerdo. La verdad es que nos comportamos con bastante naturalidad.
En el ascensor se nota bastante tensión. Me muerdo el labio mientras los miro de reojo por el espejo, ansiosa por empezar. Entramos en casa.
-¿Queréis tomar algo?- Pregunto.
-Vale- Contesta Joel. Les saco dos cervezas de la nevera.
Esperad en el salón, enseguida vuelvo.- Les sugiero guiñando un ojo, a lo que responden con una sonrisa. Oigo que se ponen a hablar mientras me voy derecha a mi cuarto. Cada vez estoy más caliente.
Me recojo mi pelo azabache en una larga coleta. Lo tengo tan largo que me llega hasta el final de la espalda. Busco en mi armario una lencería que había comprado pensando en este día, un sujetador y un tanga negros que me hace una figura bastante potente. Soy una chica alta, mido 1’73. Pero ellos son realmente altos. Yo diría que 1’90 cada uno, así me subo en unos tacones negros de aguja para intentar estar a su altura. Confío estarlo también en el sexo, aunque será difícil. Espero que se comporten. Oigo que siguen hablando mientras voy al baño a maquillarme. Me apetecen unos labios rojos muy oscuros. Pongo morritos en el espejo y sonrío. Ahora un poco de ahumado en los ojos. Genial. Me giro para ver que tal encaja el tanga. Perfecto. No debería decirlo, pero creo que estoy bastante buena. Estos dos se van a quedar con la boca abierta cuando me vean aparecer.
Estoy en la puerta del salón, cagada de miedo, pero a la vez el corazón me va a mil y tengo unas ganas enormes de disfrutar de ellos, y que ellos lo hagan de mí. Me decido a entrar y de repente se callan. Creo que les ha impresionado mi muy ligero modelito. Me armo de valor y me acerco al sofá en el que están sentados. Me acomodo en medio, entre ambos. Ellos me miran de arriba abajo y se acercan, y yo en medio de dos chicos visiblemente calientes, observo a uno, y luego al otro, mientras me muerdo un labio. Pongo una cara tan lasciva que podría considerarse delito. Quiero que estén cachondos perdidos incluso antes de tocarme.
Yeray se decide a besarme, con suavidad, mientras noto como una mano se posa en mi muslo desnudo. Es la de Joel, reclamando atención. Tranquilo, ahora te doy lo que quieres, pienso mientras me caliento cada vez más.
Me giro hacia él y pruebo sus labios, nuestras lenguas juegan mientras noto las manos de Yeray recorriendo mis pechos y la de Joel sigue recorriendo mi muslo. Qué pasada. Me noto mojada y comienzo a gemir, mientras cambio de uno a otro. Un mar de besos y tocamientos en los que yo también aprovecho para palpar los agrandados bultos en sus pantalones. Madre mía. Entre beso y beso acierto a desabrocharlos. Yeray ya juega con sus dedos bajo mi tanga, y eso me distrae mucho. Acabamos de empezar y ya me siento algo superada.
Agarro sus pollas con fuerza, están mojadas. Comienzo a masturbarlas y ellos recorren mi cuello con su boca. Me lo chupan y me lo lamen, que gusto, y no puedo girarme para aplacar ese placer, cada uno viene por un lado. Gimo fuerte, Yeray me mete un dedo en la vagina muy despacio, y me muerde la oreja. Joel, mientras tanto, sigue lamiendo mi cuello de arriba abajo a la vez que masajea mis pechos, aun con el sujetador. Me lo quito para sentir mejor el masaje. Que gustazo, y lo que me queda aún. Cierro los ojos y en mi cabeza está la imagen de uno de ellos dándome por detrás mientras yo se la como al otro. Sé que eso no tardará mucho en suceder.
Me levanto, ellos me siguen y me rodean, Joel delante y Yeray detrás. Noto sus pollas duras en mi culo y en mi vientre, y seguimos con los besos. Cada vez estoy más acelerada. Yeray me coge la coleta y me obliga a agacharme entre ellos. Yo me arrodillo, y me preparo para darles placer. Después de mirarles agarro sus pollas de nuevo y me meto una en la boca poco a poco. Antes doy suaves lametones en el glande de Joel, mientras no descuido a Yeray, le masturbo despacio. Ellos, con los brazos en jarras, emiten sonidos de placer mientras llevan la vista al techo y cierran los ojos. Sé que lo hago muy bien, aunque satisfacer a dos chicos a la vez es complicado, pero eso ya me lo imaginaba.
Voy cambiando de uno a otro cada vez más rápido, el ansia crece en mí y llego a casi juntar sus pollas para pasar mi lengua y mis labios de una a otra, jugando con ellas. De vez en cuando les dedico a los chicos miradas con gesto serio, pero lascivas, dando a entender que estoy tremendamente caliente, ellos me devuelven la mirada cuando el placer se lo permite. Se muerden el labio, sus caras muestran placer por lo que sienten, pero también por lo que ven. El sexo tiene un componente visual muy importante, que al parecer domino a la perfección.
Yeray me vuelve a coger la coleta y tira de mi cabeza hacia atrás dejando mi cara mirando hacia arriba, y me besa, me besa un buen rato mientras me halaga:
-Lo haces tan bien...
Me levanto mientras me quito la saliva de los labios con el dorso de la mano, con un gesto bastante cerdo que me puso bastante hacer. Fue totalmente improvisado, pero vista su reacción, me lo apunto para otras ocasiones.
-Vamos a mi cuarto.- Les digo, encaminándome yo primero. Noto sus miradas clavarse en mí y lo confirmo cuando llegamos al espejo que hay en el pasillo, justo al lado de la puerta. Concretamente se centran en mi culo. La verdad es que las horas de gimnasio dan sus frutos y lo tengo bastante trabajado, y ese tanga negro encaja a la perfección. Sonrío, y me pongo más cachonda, creo que harían cualquier cosa que les pidiera, y tengo bastantes en mi mente.
Entramos en la habitación y me siento en la cama. Otra vez los tengo uno a cada lado, manoseando mis muslos y mis pechos y besándonos de nuevo. Cada vez me dejan menos espacio, pero bendito agobio, no puedo estar más cachonda.
Me arrodillo en la cama para comérsela a Joel, y noto como la boca de Yeray recorre mi culo y me baja el tanga muy despacio. Sé que estoy tremendamente mojada, y noto como juega con mi lubricante natural con sus dedos, estimulando mi clítoris y metiendo un dedo por la vagina.
De pronto, ¡qué sensación! Siento uno de sus dedos lubricados penetrar lentamente en mi culo, contraigo las nalgas de forma refleja y me da un azote. ¡Dios! Este tío sabe lo que hace. Joel es más tímido, está algo más cortado. Vamos a jugar con él, pienso mientras le miro, con su polla en mi boca, y él me devuelve la mirada. Está serio, cachondo. La libero y la agarro con firmeza con la mano, para después pasarla suavemente por mis labios, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Me mantiene la mirada, desprende fuego, me golpeo los labios cada vez más fuerte con su polla. La dejo bien mojada y vuelve a desaparecer en mi boca.
Yeray me come por detrás especialmente bien. Noto sus labios y su lengua recorrer desde mi clítoris hasta mi ano. Con sus manos me acaricia las nalgas y los muslos, en ocasiones introduce un dedo en la vagina. La polla de Joel, en mi boca, aplaca mis gemidos, que aun así son bastante sonoros.
¿Cómo lo hace Yeray tan bien? Sin duda quiero repetir con él a solas, en un cara a cara, para ver si es tan experto o esto que siento es fruto de la desventaja de ser el centro del trío. Intento abusar levemente de él, le agarro del pelo e intento sumergir aún más su cara entre mis nalgas. Lo noto más intensamente, me siento realmente poderosa, y para completar mi poder masturbo a Joel con más rapidez. Sí. Me siento una diosa, puedo con dos tíos buenos, los tengo a mis pies.
Dejo salir a Yeray de mi culo, le miro con una sonrisa y él me corresponde, me giro para centrarme en su polla, y noto como Joel no pierde el tiempo y penetra mi vagina cuando me arrodillo ante Yeray.
Noto el vaivén de su polla dentro de mí, y me cuesta comérsela a Yeray. Gimo cada vez más, esto no es tan sencillo. Yeray reclama más atención y se balancea con su polla en mi boca. Dentro, fuera, dentro, fuera. Por delante y por detrás. Me siento en la gloria.
Se oyen quejidos de los tres, por el placer, pero yo soy la que más grito, de placer, de gusto, y noto que me voy a correr por todo lo vivido, y esa sensación no cesa, cada vez va a más. La polla de Yeray se escapa de mi boca en ocasiones por el ímpetu que pone en su balanceo, cada vez con más ansia, y me resbala por la mejilla para después volver a entrar en mi boca. Me agarra la coleta para controlarme. Aprieto los labios para que no se salga de nuevo pero no puedo evitar que, moje mi cara. Parece que disfruta con eso. ¿Le excita restregarme su polla? Qué guarro es, pero estoy tan cachonda que me pone hasta eso. Dios, ahora mismo me pondría cachonda incluso que se corrieran en mi boca, o en mis tetas o en mi culo, yo que sé. Me asusto a mí misma por pensar así, pero estoy tan cachonda que me lo imagino, y me gusta. No descarto planteárselo luego, si se siguen portando tan bien.
Vamos alternando, ahora es Yeray el que me da duro por detrás, que gusto, y vuelvo a tener la polla de Joel frente a mi boca. Juego a lamérsela mientras le miro. Me pone pensar que esté tan cachondo, me mira como si lo que le hago le pareciera imposible, y noto que su respiración se acelera.
-Chicos si os vais a correr avisar, eh.- Les advierto. Veo que asienten ambos. Joel no deja de mirar, muevo mi cabeza a los lados, rozando el glande con mis labios, suavemente, para su deleite, por fin cierra sus ojos de placer. Pienso en un juego para ponerle más cachondo.
-No quiero más. –Le digo, aun rozando su glande con los labios mientras giro la cabeza, negando.
-¿Pero por qué? –Me dice, preocupado. Yo me río internamente mientras sigo con el juego.
-No quiero, Joel. –Pero aún sigo pasando mi lengua, y dejo que resbale por mis mejillas, pasa bajo mi nariz, por mis labios, y veo que por fin lo capta. Veo que sonríe levemente y se relaja, lo veía muy tenso.
-Vamos, solo un poco más. –Me suplica, y yo accedo, porque tengo más ganas que nunca de que se corra, y Joel ve como su polla desaparece de nuevo en mi boca, con un sonoro quejido.
Yeray sigue aguantando el ritmo con sus embestidas, cada vez me apetece estar con él a solas, o quizá con otra chica para matarle doblemente de gusto. Igual se lo propongo. Mientras pienso en estos encuentros, noto como me viene el orgasmo. Tanto jueguecito con Joel y la dura penetración de Yeray hacen que estalle de placer y gima como nunca. Yeray, mientras me corro de gusto, agarra mi coleta y sigue envistiendo. Me acapara para él solo, pues no puedo seguir dando placer a Joel por el vaivén que me produce. Así que se queda mirando la escena y empieza a masturbarse mientras ve como Yeray me maneja a su antojo. Lo peor es que me encanta que lo haga, me dejo ir de atrás hacia adelante con cada tirón, para evitar que me duela. Me tiene totalmente dominada, y eso me pone mucho. Decididamente quiero hacer un trío con él y otra chica, a ver si da la talla.
Joel, que ahora nos mira, cada vez se masturba más rápido.
-Me voy a correr ya, masculla.- Quiero hacer que se corra, pero Yeray me sigue dominando, y no para. ¿Cuánto aguanta este chico? Por fin, me suelta.
-Yo también voy a acabar.- Yeray se levanta y espera de pie, masturbándose suavemente. Mientras se sigue tocando Joel se incorpora y hace lo mismo junto a él.
Me arrodillo ante ellos, expectante, inexplicablemente más cachonda que nunca en mi vida. ¿Será porque son dos? Lo he hecho muchas veces y nunca me ha hecho mucha ilusión que se corran sobre mí. De hecho, no suelo dejar que los chicos acaben en mi boca, a no ser que me lo pidan y yo acceda. Miro a Yeray, el claro ganador en cuanto a placer proporcionado si de una competición se hubiese tratado. Sin duda es el que más me pone de los dos. Murmuro ante su polla, implorando que se corra de una vez, y mientras mascullo, noto sus quejidos y su leche llenar mi boca, para después deslizarse por mis labios y mi barbilla y caer al suelo de parqué. Mientras se corre, noto como un chorro de leche caliente choca con mi mejilla. Joel se corre abundantemente, mientras rodeo el glande de Yeray con mis labios. Cuando acabo con él hago lo mismo con Joel. Entre quejidos, paso de una polla a otra, mientras les miro, aún muy cachonda, con gesto serio. Me siento una diosa. He hecho un trío con dos chicos y me encantaría repetir, porque ha sido lo mejor que he hecho en mi vida. ¿Me gustaría con otra chica y un chico?
Cuando los quejidos cesan y termino de jugar con sus pollas, ya calmadas, me levanto y nos limpiamos, después vamos al salón y nos tomamos la cerveza que apenas les había dejado empezar, cuando aparecí sorpresivamente.
Comentamos como ha sido. Se les ve satisfechos. Yo desde luego me siento genial.
-Ha sido una pasada. –Dice Yeray. -¿Te lo has pasado bien?- Me pregunta.
-Genial, ha sido lo mejor que he hecho nunca. Gracias, chicos, habéis estado genial. ¿Tú que tal, Joel? Cuando te la comía estabas embobado. –Le dijo riéndome con suficiencia.
-Es que nunca lo había hecho tan guarro, estaba flipando, de verdad. Si lo volviéramos a hacer haría más cosas así. Cuando me la dejaste de comer fue cuando más caliente me puse.
-Ya, me hubiera gustado que me la metierais los dos a la vez, por la vagina y por el culo. –Les digo mientras me miran, incrédulos.
-¿De verdad te gustaría? –Pregunta Yeray, con un brillo de felicidad y calor en sus ojos.
-Me gustaría probar, pero otro día, me habéis dejado servida por hoy.
-Sí, esto hay que repetirlo. –Dice Joel, bastante animado. Seguro que la próxima vez cambia su actitud a mejor, quizá debería darle otra oportunidad.
Les acompaño a la puerta y me despido dando un largo beso a cada uno. Antes de irse, Joel me dice por lo bajo que se apuntará al gimnasio. Pienso inmediatamente en las cabinas de ducha individuales del gym y en los tres en una de ellas, y me vuelvo a poner cachonda. Ya se han ido, y me puedo relajar. Ha sido un día doblemente duro, pero me encantan.