Fantasía Oral
Sueño de un masturbador que quuiere que su musa cumpla un deseo. Imposible a todas luces.
Estoy enamorado de una mujer, la cual no me hace ni caso. Pero mi mente no consigue que me olvide de ella. Y no hay día que no me masturbe pensando en ella.
Pero cada día que pasa ya no consigo tener nuevas historias para meneármela. Me encantaría poder meneármela delante de ella. Pero su no rotundo ya lo tengo. Ahora la última fantasía que tengo es comprar un vibrador. Regalárselo y que pasara esto:
-Hola, ¿Tomamos un café?- Le pregunte. Su cara mostraba sorpresa.
-Si, esperara cinco minutos que acabe con estos papeles y ya voy- Me contesto.
-OK, tiro para la cafetería y allí te espero.
Los dos trabajamos en el Ayuntamiento de Vigo, ella se llama S ., mujer de unos 31 años, morena, aunque ahora tiene el pelo teñido de castaño claro. Sobre un metro setenta centímetros y cuerpo de impresión. Siempre va vestida con pantalones vaqueros ajustados y suéteres. Un culo muy bonito y unas buenas peras. Del resto no puedo hablar porque nunca lo vi. Pero todos los días me lo intento imaginar.
Pedí un descafeinado para mí y un café con leche para ella. Mientras esperaba a que llegara, estaba pensando como le iba a decir lo que quería que hiciese por mí y no me mandara a paseo. Si que la cosa era sencilla quería ver como ella hacia una felación a un pene de plástico. Decirlo era más fácil que realmente conseguirlo.
Se sentó enfrente mía, y empezó a sorber el café despacito. Mi mirada no se podía apartar de sus labios. Tenía unos labios sensuales. Hablamos de trivialidades durante los quince minutos que dura el café. Aunque a veces nos echábamos media hora. Por algo éramos funcionarios.
Nos levantamos y nos dirigimos a los ascensores. Al llegar a nuestra planta le dije que viniera a mi despacho que le quería enseñar el último juguete que me había comprado.
La hice pasar y cerré la puerta.
-Pasa, siéntate.
Fui al armario y saque el vibrador que había pedido la semana anterior, me había costado 11,95 más portes, en la tienda erótica de Internet Erotinet. Me senté en mi sitio y ella estaba sentada enfrente. Le di el paquete para que lo abriera. Lo cogio y empezó a desenvolverlo.
-¿Qué es esto?
-Pues es un pene de plástico.
-¿Y que quieres que haga con el?
-Pues me encantaría que le hicieras una buena felación.
-Estas loco.
-Anda porfi, se buena haz que mi corazón se salga del pecho.
Tras varios minutos de tira y afloja, al final fui capaz de convencerla que le hiciera una felación al pene de plástico.
Saco el pene de la caja y lo cogio con la mano. Empezó a besarlo en la punta. Poco a poco fue pasando la lengua por todo el glande. Yo ya tenía el corazón a 110 pulsaciones por minuto. Me estaba dando un tabardillo. Con una mano me cogí mi miembro y me lo empecé a manosear. Ya estaba trempado como un mulo. Y seguía mirando como ella estaba lamiendo el pene de plástico. Creí morir cuando ella empezó a tragar el pene de plástico. Se lo metió hasta la mitad, era un pene de unos catorce centímetros. Y siguió comiéndole, lo sacaba y lo volvía a introducir dentro de su boca. Su mirada era de una excitación animal. Yo ya no podía más. Ver como mi musa lamía aquella polla me estaba llevando al culmen. Yo no apartaba mi mirada de su cara y sin darme me cuenta eyacule.
Ella se dio cuenta. Y se sonrió.
-Adiós cariño, mañana seguimos.
No pude decir nada. Deje el pene de plástico en la caja, se levanto y se marcho. Cerrando la puerta con suavidad dejándome a solas con mis pensamientos y la corrida espectacular que tenía encima de los pantalones.