Fantasía oculta

Primera parte de la vida de Linda en un viaje que hace con unos amigos. Hay que leerlo para empezar a adentrarse en lo que será una vida sexual diferente a lo que ella normalmente hacía.

Cuando abrí la ventana me llegó el frío del amanecer, aquella hora del día en la que temperatura llega a su mínimo, el aire quemaba, y entraba en mis pulmones como si de humo se tratara, pero no, era oxígeno, en esa zona no existía ni una mota de polución, tan sólo había naturaleza y paz. El paisaje que podía admirar era lo más hermoso que había visto nunca. Centenares de robles, hayas y coníferas verdes en los que se posaba el rocío de la mañana y reflejaba de tal manera que si mirabas a la nada las millones de gotitas brillaban pareciendo un enorme bosque plateado.

Me levanté con mucho ánimo y energía, tenía ganas de todo, tenía ganas de lo que fuera, tenía aquella sensación extraña e inexplicable en la que sabes que tienes una necesidad de algo inmediatamente, pero no eres capaz de averiguar el qué. Supuse que todo era por la euforia del momento, por el viaje, por la impaciencia de que el día amaneciera y los hechos sucedieran… todos sabemos cómo son los viajes y era el tercer día en aquel pueblo de los Alpes italianos.

Italia es uno de los mejores países para disfrutar de la buena vida, después de España, claro está. Las maravillosas ciudades, la amabilidad y ternura de su gente, esa comida que tanto me gusta, podría estar cada día de mi vida comiendo pizza italiana que moriría feliz.

Con la salida de los primeros rayos de sol Martín y Gina  abrieron sus ojos, ya que en esas casas rurales no existían las típicas cortinas de plástico opaco de los hoteles que no dejan entrar ni un haz de luz, tan sólo había una ventanita tableada de madera que además estaba entre abierta.

Yo les tenía el desayuno preparado, había hecho zumo de naranja, algo de café y tostadas calentitas al gusto del consumidor. Al ver aquel festín no dudaron en saltar de la cama y sin apenas abrir los ojos estaban con una mano bebiendo de un trago el zumo y con la otra cogiendo la caliente tostada para darle un bocado. Yo les miré.. – Buenos días parejita - , -Buenos días Linda, ¿todo esto ha sido obra tuya no? – preguntó Martín, - ¿de quién si no?- respondió Gina - todos sonreímos y seguimos desayunando.

Al terminar Gina fue a ducharse, cogió el neceser y la toalla y se metió corriendo a la ducha para que nadie le robara el turno. A los diez segundos de cerrar la puerta del baño me acerqué hacia Martín que estaba sin camiseta y con un pantalón ancho de lino de color verde pistacho, podía verle perfectamente todo, ya que no llevaba calzoncillos. Al ir hacia él, intentó levantarse y nuestras cabezas chocaron, él me miró y comenzó a besarme desesperadamente, me besaba como si nada en aquel momento le importara, fue directo a mis pechos, me los apretó con fuerza, le gustaba darme pellizcos en los pezones, ya me di cuenta la noche anterior. Comenzó a lamerme todo el cuerpo, estábamos de pie, después de aquel golpe en la cabeza nos quedamos inmóviles, y se dio cuenta de que así no era cómodo chuparme la barriga, así que me tumbo en mi cama, que era la pequeña, la de matrimonio la ocupaban ellos dos. Yo estaba nerviosa a la vez que excitada, tan sólo ver su torso de piel tan morena, con esos brazos tan marcados y fibrosos, su abdomen perfectamente dibujado y su mirada de ojos negros clavada en la mía, no podía hacer otra cosa que sentir el deseo de hacerlo con él una y otra vez. Sus manos entraron bajos mis bragas y notaron que aquello estaba mojado, él metió un dedo para mojárselo y subió por los labios hasta llegar al punto donde las mujeres tenemos todas las terminaciones nerviosas y en ese punto empezó con dos dedos a moverlos en círculos rápidamente, mis piernas se abrieron instantáneamente deseando ser penetrada, y cuanto más abría mis piernas mas placer llegaba.

El agua de la ducha dejó de sonar y yo me levanté de un salto e inmediatamente me fui hacia la cocina, Martín empezó a recoger los platos y todo los restos del desayuno mientras intentaba pensar en algo horrible para que se le bajara la visible erección, que aquel pantalón tan fino no disimulaba en absoluto si no que dejaba ver parte de su pene que asomaba por arriba.

Gina salió de la ducha como nueva, estaba radiante, guapísima con su pelo alborotado y mojado dispuesta a emprender un nuevo día, - ¿a quién le toca?- preguntó Gina, - a mí – dijo Martín adelantándome, y sin pensárselo dos veces se metió corriendo hacia el baño antes de que Gina notara nada. Al pasar por su lado, Martín lo hizo un poco ladeado para que lo poco que pudiera quedar de erección no se diera cuenta. Gina hizo el amago de darle un beso en la boca pero se percató de que iba directo al baño sin mirarla siquiera, y eso le molestó, porque ella es una chica detallista y observadora, a la que pueden enamorar regalándole una rosa amarilla y llevándola a cualquier sitio bonito a cenar. Lo de la rosa amarilla es porque ella es lo opuesto a la superstición, todo lo que la gente diga que da mala suerte ella lo hace. Si ve una escalera, pasa por debajo, si ve un gato negro lo llama para que pase por delante de ella, si tiene que elegir un numero elige el 13 y así un sinfín de cosas, que al igual que al supersticioso, llega a obsesionarla.

Dispuestos todos a salir del apartamento, preparados para pasear por el pueblo y disfrutar de aquel mágico lugar, nos dispusimos a andar cuando me acordé de que tenía que coger la cámara, no podíamos dejar de filmar aquellas magníficas imágenes que sin duda nuestras retinas no olvidarían. Los dos días anteriores los habíamos dedicado a hacer senderismo y rutas por las montañas, todos somos deportistas y nos encanta la mezcla de lo rural con la afición al deporte, - pero hoy es para descansar el cuerpo, que necesitamos también relajarnos y aprovechar el viaje al máximo – dijo Martin al desayuno.

El pueblo era muy peculiar, todas las casas eran enteras de piedra con ventanas de madera y miles de macetas con flores de todos los colores, era muy alegre, y por lo visto estaba considerado como uno de los pueblos más bonitos de Italia, aunque creo que eso era más bien el rumor que los propios lugareños hacían correr para que fuera un destino turístico. Cada dos pasos había una tienda, ya fuera de comida, de souvenirs, o de ropa y complementos, se intentaba vender todo lo que fuera posible. Entramos en un bar después de hora y media andando, y de hacer fotos de un lado, fotos de otro y comprar múltiples regalos para amigos y familiares. Eran las 12.45 p.m. y allí en Italia como en el resto de Europa almuerzan muy temprano, ellos aún no tenían hambre y querían seguir con el paseo, pero Gina y yo entramos un momento al baño. Casi no cabíamos en él, pero como tenemos costumbre las mujeres entramos las dos juntas, la situación era un tanto extraña ya que no somos realmente amigas, nos conocemos por Martín, pero ya habíamos compartido algo más que un desayuno. Ella me dio todos los bártulos y se dispuso a bajarse las mallas y seguidamente las bragas para hacer pipi, no pude evitar mirarla, miré su parte más íntima, lo tenía liso ni un solo pelo. En ese momento sentí que me estaba excitando al verle aquella parte, nunca antes me hubiera ocurrido si no hubiera sido por la noche anterior, por todo lo que pasó… En ese momento levantó la cabeza y me pilló mirándola justo ahí, instantáneamente sentí como el calor de la vergüenza me recorría todo el cuerpo y aparté la mirada pero ella se levantó y me giró la cara hacia la suya, y en ese momento note que su mano estaba adentrándose en mi pantalón, me quede quieta, no sabía cómo interpretar aquello, pero creo que estaba claro. Yo fui directamente a su entrepierna y ya tenía las bragas puestas, empecé a quitárselas y acaricié toda su piel que estaba suave como la de un bebé, a mi mente venían recuerdos de la noche anterior y el corazón me iba a cien. Comencé a tocarle y ella intentó besarme, pero yo aparté la cara y seguí tocándola, todo aquello me resultaba tan morboso y excitante que no quería que nadie llamara a la puerta, tiramos todas las cosas al suelo y empezamos a desvestirnos y cuando estaba bajando para lamerle sus suaves labios inferiores llamaron a la puerta, me quedé con mi cara entre sus piernas cuando oí – Linda, Gina, tenemos que irnos, ¿qué estáis haciendo? – era Martín metiéndonos prisa. Gina que apenas podía hablar por la excitación del momento, dijo – ya vamos, estamos terminando – no pudimos evitar reírnos y empezamos a vestirnos.

Cuando salimos del baño me sentí como mareada, no podía creer lo que había ocurrido ahí dentro, hacia un minuto estaba de rodillas comiéndole todo a una chica que conozco de dos meses la cual es novia de mi mejor amigo. Era algo surrealista, pero yo llevaba un calentón que no podía ni andar.

Al regresar a la casa ya era de noche y comenzaba a llover, tan sólo eran las seis de la tarde, pero en esa parte anochecía antes y era entrado el otoño. Habíamos echado un día estupendo y estábamos cansados de tanto andar y visitar cosas. Martín de pronto dijo – ¿ terminamos la botella que empezamos ayer? – todos nos miramos y empezamos a reírnos, - por supuesto – dije yo. Cuando alcanzaban las ocho de la tarde estábamos medio borrachos algunos y borrachas enteras algunas otras. Martín se abalanzó sobre su novia Gina y empezó a tocarla y besarla sin que ella mediara palabra. En ese momento no me lo esperaba y me quedé un poco cortada, pero Martín me miró y me sonrió mientras estaba quitándole el sujetador a ella y chupándole el pezón, ella le tiraba del pelo hacia atrás para poder verle mejor la cara y se percató de que me miraba a mí, entonces Gina se levantó y se fue al cuarto. Martín dejó que se marchara y se vino hacia mí sofá, estábamos algo borrachos y  no nos importó  mucho que Gina se fuera. Le quité rápido el pantalón y directamente empecé a chuparle la polla, llevaba todo el día excitada y necesitaba descargarme, se la lamia toda enterita, de arriba abajo y de abajo a arriba, le daba mordisquitos pequeños con los dientes mientras le miraba a los ojos con cara de “actriz porno” no podía controlarme, en ese momento tenía ganas de darle un bocado tan fuerte que se la hubiera arrancado de golpe. El me cogió la cabeza y me la llevo hasta su cara para pasar su lengua por toda mi boca, por todo mi cuello, mis orejas, mi barbilla, yo volví hacia abajo, tenía unas ganas tremendas de seguir chupándole la polla, en el momento en el que él vio la intención de ir hacia abajo me giro el cuerpo y mi coño quedo colocado sobre su cara y seguimos en la postura del 69, mientras yo se la comía sin parar el me lamia los labios hasta llegar al clítoris y me introducía dos o tres dedos en la vagina, esa estimulación hacia que cada vez estuviera más cachonda. Al minuto salió Gina del cuarto y nos vio en esa postura en el sofá, a Martín apenas se le veía la cara, ya que estaba entretenido jugando entre mis piernas. Al mirar la cara de Gina, me di cuenta que venía dispuesta a unirse para formar parte de aquel trío, en aquel momento nos incorporamos y Gina se puso entre nosotros dos, cuando menos me di cuenta estaba besándome a mí a la vez que le cogía la polla a Martín, y yo sin dudar le quite todo lo que le quedaba de ropa y le metí dos dedos en su vagina, al momento se hizo evidente que estaba tan húmeda como yo, a ella le costaba más todo aquello, era normal su novio estaba follándome delante suya, pero lo mejor de todo es que eso le producía placer y aún más poder practicar sexo con una mujer a la vez que con él. Todo fue surgiendo poco a poco, me senté a horcajadas  encima de Martin y comenzó a penetrarme, Gina observaba a un lado mientras se masturbaba mirándonos. Estaba botando encima de él mientras me estimulaba el clítoris y ella nos miraba.. lo sentí dentro por segunda vez en dos días, sentía como mi cuerpo se estremecía al ver como mi mejor amigo me hacia suya y a la vez compartía esa experiencia con su novia. La situación era realmente morbosa, no sé realmente como llegamos a ese punto, sólo sé que estábamos repitiendo lo de la noche anterior, esta noche fue incluso mejor, disfrutaba más cuando ella me chupaba, disfrutaba más cuando ambos estaban tocándome, penetrándome, lamiéndome, acariciándome el clítoris, los pechos, el culo, disfrutaba del primer trío que hacía en mi vida, y cumplía por  primera vez una fantasía tan oculta que ni yo misma sabia que tenia..