FANTASIA O REALIDAD XII. Al borde del precipicio.

La frustración, las malas experiencias y el aferrarnos a un amor imposible pueden llevarnos a realizar actos que nos ponen a prueba y traen como consecuencia cambios drásticos en nuestras vidas, actitudes que nos acercan al abismo, acciones que nos ponen al borde del precipicio

De regreso con un nuevo capitulo de la vida de "Marco", espero y les agrade el rumbo que toma la mini-historia, de antemano gracias por tomarse el tiempo de leerme, recuerden valorar, comentar, sugerir, criticar, calificar y hacer lo que sea para tomar en cuenta y mejorar la redaccion o la propia historia.

MIL GRACIAS........             XD        XD          XD         XD         XD


Al recibir la tan esperada llamada de mi cómplice de amores no pude hacer otra cosa más que salir a su encuentro para que me dijera la respuesta que me urgía escuchar, buena o mala, acerca de la relación que había entre Giancarlo y yo, respuesta que sería determinante para mi futuro, así que preparado salí de casa camino al café donde Ricardo me esperaba. Llegué y me dirigí hacia la mesa donde se encontraba mi amigo.

-      Hola Ricardo. –le dije estrechándole un fuerte abrazo.

-      Marco, siéntate por favor, creo que tenemos que hablar. –contestó.

-      Si, dime, ¿Qué te dijo? –le pregunté ansioso sentándome frente a él.

-      Bueno, pues………… ¿Qué te diré? –decía dubitativo.

-      Pues solo di lo que te dijo, o ¿no lo viste? –pregunté.

-      Mmmmm…… Sí, claro, estuvimos platicando por un buen rato, al principio como que no quería recibirme, pero después de tanto insistir pude hablar con él.

-      ¿Y? …… ¿Qué pasó? ¿Qué te dijo? Habla por favor. –insistí.

-      Bueno...... es que…… mmmm…… -decía.

-      Es que ¡¿Qué?! –reproché casi en un grito- Dime lo que sea pero dime algo, por favor, mírame a los ojos y dime lo que te dijo, sea lo que sea quiero saberlo, dímelo. –le exigía con desespero.

-      No quiero hacerte…… -decía titubeante.

-      ¡Ya! Por favor…… -exigí.

-      Dijo que no quiere volver a verte, que no le interesa saber nada más de ti, que lo dejes en paz, que todo lo que pasó lo olvides, que te odia, te desprecia. –me dijo.

-      Pero…. ¿y sobre la sospecha de Marcela? –pregunté desilusionado.

-      Que  no te preocupes por eso, él ya lo arregló y que Marcela nunca va a enterarse de la clase de persona que eres, pero que te alejes de ella y de su familia. –seguía diciendo.

-      No puedo creerte, por que hizo eso…… -respondí con lágrimas en los ojos.

-      No te quería decir, no quería que siguieras sufriendo, pero es la verdad, ya no tienes posibilidades con Giancarlo, es mejor que te olvides de él. –trataba de consolarme pero fue inútil.

-      ¡No!, porque dijo eso si me ama, no puedo creer que su amor se haya convertido en odio, así, tan fácilmente. –contesté recordando y reprochándome todas las tonterías que lo habían alejado de mi.

-      No lo culpo por hacerte sufrir, tu lo alejaste de tu lado, estas son las consecuencias de tus actos, acéptalo, y discúlpame por ser tan insensible, no hay mas culpable que……… tu. –decía lastimado mi ser.

-      Si, lo acepto, soy culpable, pero no del todo, él también tiene culpa en todo esto, pero ya dijo la última palabra, no lo voy a buscar mas y no merece que este llorando como estúpido por él, ya no voy a sufrir por alguien que no vale la pena como él, ¡ya no!, -decía llorando lleno de rabia por lo que había dicho y Ricardo con sus palabras estaba avivando mas el sentimiento de culpabilidad que tenia- adiós Ricardo y gracias por todo. –dicho esto me levanté del asiento y salí del lugar.

Al escuchar todo lo que Gian había dicho, no pude soportar el desprecio que sentía por mí, así que salí caminando aceleradamente del lugar, confundido, desorientado, llorando y sin saber qué hacer, lo había perdido, a él, a mi amiga Marcela, mi amistad con su familia, todo se iba  a la basura, otra vez solo, sin amor, con los sentimientos destrozados, al ver el estado en el que estaba, Ricardo salió tras mis pasos gritando mi nombre, esperando que yo atendiera el llamado pero yo solo tenía en la cabeza el desconsuelo que me causaba el desamor de Giancarlo.

Seguía con mi camino sin rumbo, escuchando a lo lejos la voz de Ricardo gritando mi nombre, lo ignoraba, paso tras paso mi mente se llenaba de ideas y recuerdos dolorosos, malos recuerdos que afectaban mi vida, mi presente. La rabia y el dolor que sentía por las palabras que Gian había dicho era tan grande que lo único que quería era olvidarme de todo, hacer algo urgente que borrara esas palabras que me hacían tanto daño, traté de no llorar mas por él, pero mis intentos eran inútiles, mi mente no podía pensar en otra cosa que no fuera Giancarlo. Seguía con mi camino y Ricardo tras de mí, no aguante mas y me tiré en el piso, caí de rodillas y apoyándome con las manos, comencé a gritar desesperadamente preguntándome el porqué la situación, él porque me pasaba esto a mí, porque a mí, gritaba y lloraba sin tener respuesta alguna a mis preguntas, Ricardo me alcanzó y se acercó a mi lado, se arrodilló y me abrazó, resguardándome entre sus brazos, tratando de hacer que me olvidara del dolor y el sufrimiento por el que estaba pasando.

-      Ya cálmate Marco, todo va a estar bien, ya no sigas llorando por ese imbécil, no vale la pena que derrames ni una sola lagrima por alguien como él, aquí estoy yo para ayudarte a sobreponerte de todo esto, somos amigos, recuérdalo, no quiero que sufras, me duele verte así, tienes que entender que el amor es así, a veces se gana y a veces se pierde, y hoy te tocó perder, todos pensamos que el amor es solo felicidad, alegría, solo cosas buenas, pero hoy entendiste que no es así, el amor duele Marco, y duele muchísimo, hoy sabes cuánto, pero aquí estoy yo, para consolarte. –decía tratando de consolar ese dolor que perturbaba mi vida.

-      ¿Por qué a mí? ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué me tuve que enamorar del hijo de mi mejor amiga? Siempre me lo he preguntado, nunca creí que me fuera a pasar todo esto, el amor me cambió la vida…… el amor…… destruyó mi vida. –seguía diciendo tristemente más calmado, el llanto poco a poco se iba alejando de mí.

-      Porque el amor, es así…… ahora estas solo y mañana conoces a alguien que te mueve el piso, tal como me pasó a mí contigo, en el corazón no se manda, simplemente te enamoras, el amor llega sin avisar, así son las cosas, y no las puedes cambiar. –me dijo Ricardo y sus palabras me fortalecieron, me hicieron reflexionar, tenía razón. – ¿te sientes mejor? Ven vamos a tomar algo para que te olvides de todo esto, tienes que vivir más y no aferrarte a una sola persona, vamos. –me dijo mientras me levantaba.

Continuamos nuestro camino de regreso al café, regresamos a la mesa donde estábamos sentados, pedimos unas bebidas mientras platicábamos del pasado, de todas las cosas buenas que habíamos vivido anteriormente, así pasaron los minutos, las horas, sentados uno frente al otro recordando momentos pasados de nuestra corta vida juntos, las horas que estuvimos sentados en el lugar se hicieron nada, pronto ya era de noche, más calmado y sonriente me despedía de Ricardo para regresar a casa para descansar.

-      Bueno Ricardo, ya es tarde y tengo que regresar a casa, no quiero que se preocupen por mí, gracias por todo, en verdad que reencontrarme contigo me ha ayudado bastante…… -decía levantándome de la mesa.

-      Espera, no te vayas, mejor llama a tu casa y les dices que vas a llegar tarde, vámonos de antro, necesitamos disfrutar de la noche y olvidarnos de lo pasado, veras que te ayudara muchísimo…… -propuso Ricardo.

-      Pero…… no se…… -contesté.

-      No hay pero que valga, hoy vamos a vivir de noche, no seas “aguafiestas” y vamos a disfrutar de una velada inolvidable. -insistía- Es más, te quedas a dormir en casa para que no haya problemas, vamos, anímate……

-      Está bien, espera un momento mientras le aviso a mi familia. –contesté resignado.

Me aparte de la mesa para hacer la llamada, una vez hecha regresé con Ricardo, pagó la cuenta del café y salimos del lugar, nos dirigimos al estacionamiento donde estaba su auto, subimos en el coche y salimos hacia un lugar desconocido, un lugar donde me relajaría y disfrutaría de la compañía de mi nuevo mejor amigo.

Llegamos al antro, el lugar donde se podía apreciar desde afuera el buen ambiente que había, entramos y nos sentamos en la barra, Ricardo pidió una bebida, me invitó una, fue inevitable rechazarla, Ricardo insistió en que tomara bebidas alcohólicas justificándose con que el día siguiente no iría a trabajar, además de que eso me ayudaría a olvidar mis penas, no me quedó más remedio que aceptar, tomar con él y disfrutar de la noche que apenas comenzaba y pintaba de lo mejor para los dos. Pues así estuvimos disfrutando del ambiente, tomando copa tras copa, platicando casi a gritos para podernos escuchar ya que debido al alto volumen de la música del lugar era imposible conversar como acostumbramos. Entre risas, conversaciones, tragos y demás, fueron pasando los minutos, era la primera vez que tomaba en exceso, nunca había consumido tanto alcohol en un solo día, mis celebraciones se limitaban a tomar uno o dos tragos cuando mucho por fiesta, esa noche sí que me la estaba pasando de lujo, disfrutaba del momento como pocas veces lo hacía, trataba de que el alcohol ayudara a aminorar el sufrimiento por el que pasaba, que traía guardado en mi corazón, trago tras trago mi diversión aumentaba, a pesar del buen momento que estaba pasando no pude evitar que llegara la melancolía a mí nuevamente, al calor de las copas regresó a mi mente el problema que tenia y todas sus consecuencias, volvía a ser presa de la tristeza, de la culpa, de la soledad que me rodeaba sentimentalmente, ante todos era una persona común y corriente, y por dentro estaba solo, deshecho, el corazón lo tenía destrozado y esto era lo que más me preocupaba, a pesar de aparentar una vida feliz, interiormente no era nada, esto me hacía sentir mal, quería estar solo, me aparte de todos y me dirigí  hacia el baño, Ricardo se percató de mi estado y me siguió para hablarme.

-      ­¿Qué pasa? Ya habíamos olvidado las penas ¿o no? –preguntó tranquilamente mientras orinaba en el mingitorio.

-      Es inevitable, por más que intento olvidarlo, no puedo. –contesté pensativo recargado en los lavabos del lugar.

-      ¿No puedes o no quieres? Porque si no quieres olvidarte de él, va a ser imposible que lo superes, pero si quieres dejar el pasado en el pasado, puedes porque puedes, querer es poder, ¿comprendes? –me dijo lavándose las manos a un lado de mí.

-      Si, entiendo, si puedo pero no sé cómo, ayúdame a olvidarlo. –le dije, Ricardo se sorprendió de mi respuesta, se acercó a mi lado y me tomó por la cintura, trató de besarme. – ¡No Ricardo! No de esa manera. –le dije apartándome de él.

-      ¿Entonces?......... –preguntó desconcertado.

-      Mmmm……no sé……

-      ¿Estás seguro que quieres que te ayude? Porque tengo un método que te hace olvidar todo, absolutamente todo, pero necesito que estés seguro de lo que harás…… -dijo muy convencido.

-      Si, dime que es, y si me conviene vamos a probarlo. –aseguré.

-      ¿Estás seguro?...... no es sencillo aceptar, cuando les digo lo que es, se arrepienten, ¿seguro, seguro?–insistió.

-      Si, -suspiré profundamente- acepto lo que sea.

-      Ok, tómate esto. –me dijo mostrándome en la mano una cápsula, me quedé anonadado al verlo, droga, era droga lo que me ofrecía, sería mi primera vez tomando eso que hasta en ese entonces consideraba basura, porquerías que destruían a las personas adictas a esas sustancias, hoy era yo quien estaba a punto de hacerlo, no podía salir de mi asombro. – ¡Hey! –me dijo chasqueando los dedos – despierta, tierra llamando Marco, ¡hey! ¡Acá estoy!, ¡Marco!……

-      He…… si…… Ricardo. –respondí confundido.

-      Entonces que, ¿lo aceptas? Y no tengo que recordarte que es un secreto ¿verdad? …… -preguntó.

-      Ok, ok, es un secreto y si acepto, dámela. –le dije decidido y consciente de lo que podía pasar al ser mi primera vez.

-      Pero tienes que estar seguro……… -trató de decir.

-      Si ya ¡dámela!......... –le dije arrebatándole eso de la mano.

-      Qué seguridad…… -dijo sonriendo- ya verás que con esto tus problemas se hacen nada, te olvidas de todo, no te importa nadie más.

-      Ya vámonos a seguir disfrutando de la noche. –le dije, salimos del baño y nos incorporamos a la fiesta.

Llegamos a la mesa y no pude esperar, tomé mi copa y me tomé la “cápsula milagrosa” que me había regalado mi amigo, al principio no sentía algún cambio significativo en mi cuerpo, reproché a Ricardo por no sentir alivio a mis penas como me lo había dicho, a lo que me respondió que tenía que esperar un momento, el efecto de manifestaría pronto, solo tenía que ser paciente, pasaron los minutos, seguimos tomando, una copa, y nada nuevo, dos copas, tres, cuatro copas y de repente empecé a sentir como mi cuerpo me respondía de una manera poco usual, las extremidades se sentían ligeras, como hechas de tela que puedes manipular a tu antojo, sentía que la cabeza daba vueltas sin motivo, la vista se nublaba, el corazón latía cada vez más acelerado, volteaba de un lado a otro y me mareaba el ver a tanta gente bailando y disfrutando de la noche, me recargué en la barra, mi respiración era más agitada, el estado en el que estaba comenzaba a asustarme, era algo nuevo en mi organismo y obviamente tenía que tener cambios en mi interior.

-      Ricardo, Ricardo, -decía entre mis delirios- Ricardo no me siento bien, ¿Qué me pasa?

-      No te asustes, es normal, primero tienes que aprender a controlarla y después vamos a comenzar la verdadera fiesta. –lo escuché decir a lo lejos, entre risas, parecía burlarse de mi estado. Sacudí la cabeza con los ojos cerrados y apretándolos fuertemente, quería que lo que sentía pasara, y pasara pronto- vamos tómate otra copa y ahorita se te pasa.

-      Está bien, confío en ti. –y seguí tomando, después de consumir más alcohol mi cuerpo se adaptaba al efecto de la droga, todos mis sentidos se agudizaron en un instante, - vamos a bailar. –le dije.

-      Pero no tenemos pareja. –respondió Rick.

-      ¿Y eso qué? No me digas que no quieres bailar solito, -le dije riéndome como tonto- huy al pobre de Rick le da miedo estar solito, -y seguía con la risa estúpida de la que no sabía la razón- idiota, pues quédate solo, que yo vine a disfrutar. –le dije adentrándome en el tumulto de gente que había en la pista de baile.

Me uní al baile grupal que había en el lugar, comencé a bailar como loco entre  hombres y mujeres, con pasos de baile que en mi vida imaginé tener entre mis conocimientos, con la gran alegría que traía guardada en lo más profundo de mi ser, alegría, felicidad, entusiasmo, energía, fuerza que salía por los poros de mi piel y que no sabía cómo sacarla y expresarla a los que me rodeaban esa noche, gritaba y disfrutaba de cada roce con los ahí presentes, nadie en la pista parecía tener pareja, todos bailaban al ritmo de la música sin importar la persona que había al lado, todos bailaban con todos, el mundo de caos en el que vivía últimamente se quedaba atrás, olvidado, solo importaba el momento, me encontraba sumido en el placer que me daba el estar brincando y bailando como demente a causa de la droga que había consumido, la noche sin duda seria inolvidable, nueva, única, no pensaba en las consecuencias que traería consigo el haber probado un poco del éxtasis de las drogas, no pensaba en nada, solo en el momento y me encargaba de disfrutar cada segundo de lo que vivía durante el efecto de la pastillita.

Estaba felizmente bailando en medio de la pista, Ricardo se adentró al ambiente y desesperadamente  me buscó hasta encontrarme, al parecer ya se había tomado una de sus “fuentes de energía”, noté esto al ver la actitud tan diferente que tenia de cuando lo había dejado en la barra del antro a cómo llegó cuando se acercó a mi lado, comenzó entonces la verdadera fiesta como él me lo había dicho, se unió a nuestro baile y seguimos entre la multitud.

-      ¡Marco!  ¡¿Cómo te sientes?! –me dijo en un grito.

-      ¡Eso que importa!  ¡¿te parece que estoy mal?! –dije irónicamente con risas.

-      ¡No! – me dijo.

-      ¡Entonces! ¡sigue disfrutando que la noche es corta! –le respondí.

Después de gritarnos en medio de la gente seguimos bailando acompañando nuestros pasos con la música disco del lugar, espacio que estaba oscuro completamente, solo iluminado con las luces de colores que parecían salir disparadas de la nada, se encendían y apagaban al ritmo de la música, me sentía como objetivo de los flashes de varias cámaras fotográficas a mi alrededor, las personas desaparecían al compás de las luces, cambiando rápidamente de posición, miraba de un lado a otro, nada me molestaba, veía a las personas hipnotizadas por la música, mis ojos tenían la capacidad de verlos como se movían, muy lentamente. La música se fue apagando, bajando de volumen, todo ante mi vista se hacía más lento, nada me parecía raro, de repente empecé a sentir como si estuviera flotando en el espacio, solo, sin preocupaciones, sin nada que me molestara, era dueño de mi espacio, de mi vida, de mi mundo, escuchaba voces que me llamaban, distantes, hacia caso omiso a ellas, la música del lugar sonaba a kilómetros de distancia de donde estaba, estaba volando, por fin los problemas los dejaba atrás, mis preocupaciones ya no eran mías, existía solo para mí, en mi mundo perfecto, después de navegar un instante por la infinidad del  espacio recordé que para ser feliz completamente hacía falta algo, alguien que llenara un espacio en mi interior, en mi corazón, un amor, un verdadero amor, me di cuenta de ello y de un momento a otro regresé a la tierra, al antro, la música se escuchó fuertemente hasta estremecerme, el baile siguió sin cansancio alguno, las voces gritando de alegría recuperaron el volumen normal, me di cuenta de la realidad de mi vida, busqué con desespero a Ricardo y al localizarlo me lancé hacia él, lo tomé por el cuello y lo besé desenfrenadamente, Ricardo correspondió mi beso con la misma intensidad, nos abrazamos y nos fundimos en la pasión que se desbordaba de nuestros cuerpos, nos demostrábamos ese cariño que tanta falta nos hacía a los dos.

-      Marco, vámonos, quiero estar solo contigo, vamos a un lugar donde podamos estar solos, tú y yo. –me decía Rick entre besos, yo ignoraba sus suplicas, -¿Qué dices, hee? ¿quieres ir conmigo? No te vas a arrepentir, vamos por favor, te necesito a mi lado. –seguía insistiendo.

-      Está bien, vamos, yo también quiero sentirme amado. –contesté titubeante.

Dicho esto, Ricardo me tomó de la mano y rápidamente me guió hacia la salida del lugar, llegamos a su coche, me beso nuevamente con deseo, subimos al auto y nos dirigimos hacia su casa, en el trayecto de vuelta Ricardo acariciaba cada parte de mi cuerpo que le fuera posible demostrándome el deseo que tenía tan guardado y esa noche expondría para mí.

Llegamos entonces a su casa, entramos y directo a su habitación, nos adentramos en la recamara que esperaba pacifica nuestra llegada, Ricardo cerró la puerta tras sus pasos, se acercó a mí, me tomó por la cintura y recobró el acto que en el antro habíamos comenzado, besos, caricias, desgarradores masajes que él le propiciaba  a mi cuerpo desesperadamente, comenzó entonces a quitarme las prendas de vestir, primero la camisa para poder acariciar y mordisquear mis pezones erectos, lamer y disfrutar el sabor de mi cuerpo, besaba y acariciaba cada centímetro de mi piel, el cuello, los pezones, el abdomen, me hacia gemir de placer, siguió con el pantalón, los bajo velozmente, solo me dejo puesto el bóxer que ya dejada ver mi abultado paquete, grande y duro, preso por la tela de mis calzoncillos, Ricardo comenzó a masajear aquel bulto excitado a punto de estallar, primero con las manos, después con la boca, presionaba ligeramente con los labios mi verga por encima de la tela, acaricia con las manos mis tetillas, mis piernas, recorría mi cuerpo con caricias llenas de lujuria, de deseo, de un momento a otro retiró el bóxer y mi mástil de acero salió disparado de la prisión en la que se encontraba, resaltó dando un ligero golpe a la cara de mi acompañante, Ricardo se sorprendió por la repentina aparición de mi “amiguito” babeante de pre-seminal, lo miro fijamente con una sonrisa de satisfacción, se paró y se separó de mi lado, se quitó la ropa que para ese momento salía sobrando en la escena, ahora los dos estábamos como Adán en el paraíso, se acercó nuevamente, me empujó tan fuerte que caí acostado en la cama, sonrió y con la vista de ninfómano estuvo observándome de pies a cabeza sin decir ni a hacer nada, minutos después salió de la habitación y a lo lejos escuché que estaba haciendo una llamada. Regresó y confundido no pude evitar cuestionarlo.

-      ¿Pasa algo? –pregunté al verlo entrar a la habitación.

-      Nada amor, solo quiero estar contigo y nada más, disfrutarnos el uno del otro, ¿quieres? –respondió tomándose la verga con la mano y ofreciéndomela.

-      Pero……escuché que estabas llamando a alguien, ¿A quién? –insistía porque su mirada y su sospechoso actuar me llenaban de incertidumbre.

-      A nadie, no te preocupes, tenía un pendiente y justo ahora lo recordé, solo te quiero hacer pasar una noche que nunca en tu vida olvidaras. –me contestó fríamente.

Su actitud no me agradó en lo absoluto, esa manera de decirme que nunca olvidaría esa noche me puso nervioso, dicho esto se recostó en la cama, me abrazo y siguió besándome. Me besaba, me acariciaba, me llenaba de placer friccionando su verga contra la mía, yo no podía dejar de pensar en lo hecho los últimos minutos por Ricardo,  lo notaba raro, algo en él no me agradaba pero no tenía opción más que seguir con lo que había comenzado, sumido en mis pensamientos traté de corresponder con la misma pasión las muestras de cariño que me daba, traté de concentrarme en el acto sin lograrlo, pasaron los minutos y de repente me sobresalté al escuchar el sonido del timbre que anunciaba la llegada de alguien a la casa de Ricardo.

-      Ricardo, ¿esperas a alguien? –pregunté con el corazón acelerado.

-      Si, - contestó con una sonrisa maléfica en los labios- espera ahora regreso. – se levantó de la cama y se dirigió a la puerta desnudo, esto me sorprendió bastante, lo que Rick planeaba no era nada bueno, pensé.

-      ¡¡No!! No abras por favor, no quiero que me vean aquí contigo, deja que se aburran de esperar y se vallan, por favor, no abras. –le dije suplicante.

Ricardo ignoró mi petición y se fue, mi nerviosismo y desesperación crecían desmesuradamente, mi pulso aumentaba de velocidad mientras escuchaba como Rick abría la puerta y recibía a su visita, escuché las voces y me di cuenta de que no era solo una persona, eran varias, hombres, amigos tal vez, pero porque llegar tan tarde, por que llegar a las dos de la madrugada a casa de un amigo, mi mente empezó a trabajar y concluyó en que eran los amigos que Ricardo había llamado hace unos momentos, la incertidumbre crecía dentro de mí, escuchaba los pasos adentrarse en la casa, cada vez los escuchaba mas y mas cerca, entre risas y saludos de bienvenida, mi respiración agitada, y mis ojos a punto de salir de mi rostro, la puerta comenzó a abrirse y entraron todos, uno, dos, tres y finalmente Ricardo, se pararon frente a la cama, me miraron sonrientes y saludaron con un “hola”, no supe que hacer, solo me cubrí el cuerpo con la sabana de la cama viéndolos a todos con vergüenza.

-      Marco, te prometí que esta noche nunca la olvidarías, y así será. –me dijo sonriendo y mirando a sus amigos.

-      ¿Qué pretendes con todo esto Ricardo? ¿Por qué haces esto? –pregunté preocupado por el propósito que tenían esos amigos dentro de la habitación de Rick.

-      No te preocupes, son unos amigos que vienen a hacernos compañía. –me respondió.

-      Podemos hablar…… -le pedí- ¡¡a solas!! –le exigí mirando a los desconocidos.

-      Ok, ok, ¿nos esperan afuera, por favor? –les dijo a los otros abriéndoles la puerta para que salieran.

-      ¿Qué pretendes Ricardo? ¿Arruinarme la vida? –le reproché molesto.

-      Tranquilo amorcito, ellos solo la quieren pasar bien como nosotros, quieren una “fiesta” con nosotros. –me contestó con tranquilidad.

-      ¡¡Eres un imbécil Ricardo!! no soy la persona que tú crees, ¿Dónde quedó ese amor que decías tenerme? –le dije.

-      ¡¡Tu!! tu acabaste con el cuándo me despreciaste por tratar de conquistar un amor que estaba destinado al fracaso, así que ahora no creo que te importe lo que yo sienta, ¿o sí? –me dijo enfadado y casi en un grito.

-      No puedo creer que hayas cambiado tanto, pensé que volveríamos a ser amigos como antes pero ya veo que me equivoqué. –respondí.

-      Efectivamente Marco, te equivocaste, las cosas ya no van a ser lo mismo de antes. –me aseguró.

-      Entonces no sé que estoy haciendo aquí, me voy, la “fiesta” la hacen sin mí, disfruta de la compañía de tus amiguitos. –le dije recogiendo la ropa del piso para vestirme.

-      No te puedes ir, tú eres el centro de atención esta noche, sin ti no hay “fiesta”, y como queremos “fiesta”, ¡¡te quedas!! –me reafirmó molesto.

-      Adiós Ricardo. –le contesté poniéndome el pantalón.

-      Tú no vas a ningún lado. –me dijo tomándome del brazo y aventándome a la cama nuevamente, después de esto fue a la puerta, la abrió y dejo entrar a sus amigos que ya estaban semidesnudos y muy excitados, lo noté al ver sus pantalones apretados en la entrepierna- ahora sí, que comience la “fiesta”. –les dijo.

Dicho esto los amigos terminaron de quitársela ropa, yo solo los veía asustado y recorriéndome hacia atrás viendo la cara de lujuria que tenían todos ellos, me recorría en la cama apartándome de ellos hasta que llegué a la cabecera de la cama, atrás, tenia la pared de concreto, sin una salida posible, enfrente, a cuatro hombres desnudos y excitados dispuestos a hacer de mi cuerpo lo que les diera en gana, con sus vergas grandes y deseosas de penetrar, babeantes de pre-seminal, esa noche, irónicamente, estaba atrapado entre “sus espadas” y la pared, no tenia escapatoria, o lo hacía o me lo hacían.

-      Vamos Marco, hoy estas de suerte, tienes a cuatro hombres desnudos solo para ti, ¿Porqué no empiezas a disfrutarnos uno a uno? –me dijo sonriendo irónicamente mientras los cuatro comenzaban con un sube y baja lento, tratando que la erección llegara a su total plenitud.

-      Por favor Ricardo, no quiero hacerlo, déjame ir, por favor. –le supliqué a punto de llorar.

-      ¿Lo haces tú solo o lo hacemos nosotros? a nuestra manera, tú decides. –dijo tajantemente.

-      Ricardo, por favor, sabes que no soy así, por favor. –le insistía con lagrimas en los ojos.

-      Ven, acércate, no te va a pasar nada, todo va a estar bien, acércate, vamos, ven. –me pedía extendiéndome la mano para llegar a mí, yo por mi parte me acercaba lentamente para no hacer más difíciles las cosas.

-      Por favor, por favor Ricardo. –le dije tomándole la mano y mirando como los demás ya estaban preparados para lo que me esperaba.

-      Ya tranquilo, es mejor que te calles y hagas lo que sabes hacer, porque de aquí no sales libre sin antes dejarnos satisfechos a todos, ¿entendiste?, las cosas hubieran sido diferentes si no me hubieras hecho sufrir tanto al despreciarme, ahora enfrenta las consecuencias. –me confesó con cara de satisfacción por el sufrimiento que me causaba, yo al escuchar esto recordé la pesadilla que tanto me había perturbado hace días, todo se estaba volviendo realidad.

-      Entonces es una venganza. –le dije resignado a mi fatal destino.

-      Si, es una venganza, -me afirmó descaradamente- y ahora debes de hacer lo que ya sabes, ¿sí o sí?

-      Ricardo……… -traté de decir algo.

-      ¡¡Ya!! ¡¡Cállate!! -me dijo dándome una bofetada que me tiró en la cama, me tomó por el cuello- ya me harté de tu negativa, mi paciencia tiene un límite y tu ya lo rebasaste por mucho, ahora vas a empezar con tu trabajo, hoy vas a ser nuestra putita, ¿entiendes? y como tú no quieres participar, nosotros vamos a hacer el trabajo…… -me dijo gritándome molesto.

Después de esta tonta conversación Ricardo se subió encima de mi cuerpo, me agarró las manos y las sostuvo lejos de mi cuerpo evitando que me pudiera defender de su agresión y metió su verga en mi boca, obligándome a hacerle una mamada, los amigos se acercaron y comenzaron a acariciar todas y cada una de las partes de mi frágil cuerpo, no tuve más opción que corresponder a sus actos de la mejor manera si no quería que las cosas empeoraran.

Me tuvieron en esa posición por unos minutos, hicieron que me bajara de la cama y me arrodillara en el piso, me rodearon y uno a uno fueron acercando su verga a mi boca para que yo las preparara para lo que inevitablemente vendría después, la penetración de esas largas y gruesas pollas que iban desde los dieciocho hasta los veintiún centímetros, así una a una fui lamiendo, chupando, desde la base hasta la punta de cada una de ellas, no podía evitar las arcadas que me causaban el roce de los trozos de carne fresca con mi campanilla, inundando mi garganta y tragando el sabor salado del pre-seminal que de ellas emanaba, llenándome el rostro de saliva. Chupaba una, masturbaba otras con ambas manos y la cuarta me golpeaba el rostro en espera de ser saboreada por mi boca, mientras llenaba mi boca de carne, la mirada la tenia puesta en la cara de satisfacción de mis compañeros que deseosos tenían sus miembros expuestos a mí.

Posterior a este acto de sumisión, exigieron  que me subiera a la cama, pidieron que me pusiera a gatas, no podía negarme, el martirio seguiría y si me negaba a hacerlo podría ser mucho peor, me coloqué en la posición solicitada y comenzaron a besar mi cuerpo, uno de ellos me tomó el culo, me presionaba y mordía las nalgas, saboreaba mi esfínter, a cada lengüetazo, él daba gemidos de placer, poco a poco ensalivaba el ano y trataba de dilatarlo con suaves toques con uno de sus dedos, mientras otro de ellos se metía bajo mi abdomen y me mamaba la verga media erecta que tenia, con una de sus manos me presionaba los huevos y con su boca daba ligeros masajes de vaivén por todo lo largo de mi miembro, disfrutando cada centímetro, los dos faltantes se arrodillaron frente a mí para seguir alimentándome con sus carnes y disfrutar  de la calidez de mis suaves labios, mi boca estaba cansada de tanto succionar y recorrer la firmeza de sus mástiles, esto fue otro lapso de tiempo dentro de mi martirio sexual, minuto a minuto pasaba sintiendo la invasión de tantas pollas, cada vez que intercambiaban las posiciones mi culo era el más afectado, al principio lo empezaron a dilatar con un dedo para después ir aumentando dedo a dedo hasta ser cuatro los que se adentraban en mi ser y yo sin poder replicar por su actuar, no me convenía, era un verdadero sacrificio el aguantar el rol de cada uno de ellos pasando por un culo, mi verga y mi boca, todos, los cuatro sintieron suyas cada parte de mi cuerpo e hicieron con ellas lo que quisieron. Bastante rato me sometieron en ese círculo donde se rolaban las posiciones, se aburrieron de la rutina que habían tomado y ahora si lo imposible había llegado, listo y ensalivado, mi esfínter sintió la presión de uno de ellos intentando adentrarse en mis entrañas, respiré profundamente, sentí centímetro a centímetro recorrer la entrada de mi ano, el dolor no era el mismo, las caricias habían hecho que estuviera lo suficientemente dilatado como para no sentir el dolor que me causaría la penetración de esos taladros, me acariciaban, me palmeaban las nalgas para no retraer el esfínter y evitar la entrada, comenzó el primero, un bombeo suave para ir abriéndose paso en mi interior, la intensidad de las envestidas aumentaba conforme pasaba el segundo y el tercero hasta llegar a las envestidas bestiales del cuarto de ellos que tenia veintiún centímetros taladrándome, haciéndome llorar de dolor y cansancio, sin embargo tenía que seguir para terminar pronto con este problema en el que estaba más que atrapado.

Cansado y sometido me resigné a lo que estaba viviendo, después cambiaron las posiciones, dejaron de envestirme como bestias, me pusieron de pie y uno de ellos se sentó en la orilla de la cama y se recostó en ella, me ordenaron que me sentara en él dándole la espalda, metiera su firme mástil en el ano y comenzara a cabalgarlo, así lo hice mientras los otros se masturbaban lujuriosamente viendo y disfrutando del espectáculo que estábamos dando su compañero y yo, minutos después me recosté encima de él y otro de ellos me tomó las piernas y las levantó dejando ver como entraba y salía la verga en mi esfínter.

-      Marco, que afortunado eres por disfrutar de tantos hombres al mismo tiempo, ¿no crees? –decía Ricardo burlándose de mi estado.

-      ¿Lo hago? –preguntó el que me levantaba las piernas.

-      Si Oscar, hazlo. –le dijo Ricardo.

-      ¿Y tú qué piensas Roberto? –le preguntó Oscar al que me penetraba.

-      Si, hazlo, Mark está disfrutando demasiado, seguro que quiere más, ¿verdad Marquito? –decía Roberto burlándose de mí, yo solo los escuchaba sin decir nada.

-      Si hazlo. –dijeron al unísono Ricardo y Adrian, el otro joven.

-      Está bien, ahí voy. –contestó Oscar.

-      ¡¡No!! ¿Qué vas a hacer? ¡¡detente!! –repliqué al ver que Oscar estaba a punto de meter su miembro dentro de mi esfínter aun con el otro mástil dentro de mi ser, intentaban follarme con dos vergas al mismo tiempo, traté de detenerlo y frenar el tan despreciable acto pero no pude, Ricardo y Adrian me detuvieron, y Oscar siguió con su acto- ¡¡No!! por favor, ¡¡no lo hagas!! ¡¡por favor!! ¡¡Ricardo dile que se detenga!! por favor, ¡¡Rick!! ¡¡detente!!. –traté de hacerlo entrar en razón pero fue inútil.

La presión de la segunda verga abriéndose paso para entrar en mí, me causó un dolor incomparable y un grito que Ricardo calló con una de sus manos, cerré los ojos fuertemente, apreté los dientes tratando de aminorar el dolor que me causaba, el cuerpo me temblaba debido a la impotencia que sentía por no poder parar todo lo que me ocurría, los segundos que transcurrieron en ese instante fueron eternos, lentamente fueron entrando los dieciocho centímetros de Oscar, abriendo mi ano y causándole un leve desgarre que comenzó a dar muestra de ello, a pesar de mi mal estado Oscar no se detuvo y siguió centímetro a centímetro introduciéndose en mi interior hasta que no hubo más carne que meter, ambos comenzaron a envestirme fuertemente mientras yo gritaba de dolor, de desesperación.

-      ¡¡Ya basta!! ¡¡Ya no sigas por favor!! ¡¡deténganse!! –les decía suplicante con lagrimas en los ojos.

-      Aguanta, ya casi terminamos, no seas marica. –dijo Oscar burlándose irónicamente, los otros se rieron por el comentario.

-      ¡¡Ya por favor!! ¡¡Ya no puedo!! –rogaba porque me escucharan.

Al parecer escucharon mi súplica y me dejaron de follar, me arrodillaron nuevamente en el piso y comenzaron a meter sus pollas en mi boca alternadamente mientras los demás se masturbaban, luego de minutos empezaron a decir que estaban por terminar, se la mamaba a Oscar y Adrian fue el primero en pedir mi boca para terminar dentro de ella, era la primera vez que tomaría el esperma de alguien, no pude evitar mostrar una mueca de asco pero fue inevitable negarme a tragarlo, Adrian me tomó por el cabello y me obligó a esperar su corrida con la boca abierta, esperaba el disparo hasta que por fin el primero había terminado, cuatro chorros de lefa salieron expulsados a mi boca llenándome la cara de proteína, a este le siguieron Roberto y Ricardo, mas lefa caliente llegó a mi cara y a mi boca, leche que me causó arcadas de asco y que ellos no me permitieron tirar sino tragar, y por ultimo Oscar, cinco disparos grisáceos y viscosos que me llenaron pecho, boca y rostro, lefa que tragué con ayuda de sus vergas ya en estado de flacidez para después seguir chupando pollas hasta dejarlas tan limpias como al principio.

-      ¿En qué piensas Marquito? ¿En la enorme satisfacción del sexo? –me dijo burlonamente Ricardo mientras buscaba mi ropa para vestirme.

-      Pero que sexo tan mas rico acabo de tener, que satisfacción, nunca había hecho algo así. –dijo Roberto sonriendo.

-      Les dije, Marco es único. –contestó Ricardo.

-      Si, tienes razón, Marco es único, tienes un culito de puta madre…… -contestó Oscar dirigiéndose a mi persona.

-      Estoy de acuerdo, lo volvería a repetir con gusto. –agregó Adrian, y todos comenzaron a reír.

-      Pues cuando quieras, me avisas y nos ponemos de acuerdo, ¿verdad ¿Marco? –dijo Ricardo.

-      ¿Me puedes llevar a casa? No soporto estar ni un minuto más aquí. –contesté molesto.

-      Tranquilo Marco, relájate, lo que hicimos fue para relajarnos y olvidar las penas, -me dijo Ricardo y todos seguían burlándose- o ¿no querías olvidar a Giancarlo? Eso fue lo que tratamos de hacer, ahora, si no resulto, no es nuestro problema, pero no es para que te molestes. –seguía con su actitud irónica.

-      ¿Me llevas o me voy solo? –repliqué.

-      Ok, ok, vámonos. –me dijo mientras salíamos todos de casa de Ricardo.

-      Espero volver a verte pronto Marco. –me dijo Roberto dándome una nalgada, se subieron en su coche y siguieron su camino.

Subimos al coche de Rick y salimos rumbo a casa, callados, silencio, distanciados el uno del otro, el camino fue corto, llegamos y sin decir nada me bajé del auto.

-      Te llamo para......... –trató de decir Ricardo.

-      ¡¡No te quiero volver a ver en mi vida, nunca más, no me busques, olvídate de que existo!! te odio Ricardo. –le dije lleno de rabia.

-      Está bien, ya no buscaré, solo quería vengar lo que me hiciste, y ya está, yo tampoco te quiero volver a ver, nunca, ahhh…… y que no se te ocurra decir ni una sola palabra de lo que pasó, o todos, incluyendo a tu querida Marce, se van a enterar de quien eres, ¿entendiste?, y otra cosa, me fui de vacaciones pero nunca fui a ver a tu querido Giancarlo, no iba a desperdiciar mi tiempo tratando de resolver problemas sin importancia, solo quería que confiaras nuevamente en mi y así fue, las cosas salieron mejor de cómo las había planeado, definitivamente hoy fue mi día de suerte, hasta nunca, amorcito. –concluyó entre risas burlonas que me partieron el corazón.

Al escuchar todo lo que me confesaba Ricardo comencé a llorar desconsoladamente, entré sin hacer ruido a casa, me dirigí a mi habitación, me desvestí y entré a la ducha para quitarme de encima toda la suciedad que habían dejado en mi cuerpo, con rabia y coraje frotaba cada pedazo de piel que había sido tocado por ellos, llorando y adolorido física, sentimental y psicológicamente trataba de borrar todas y cada una de las huellas en mi cuerpo, golpeado las paredes, tirándome del cabello tenía que quitarme la pena, la vergüenza y la humillación por la que había pasado esa noche, no sabía qué hacer, mi cuerpo estaba agotado, cansado, no había tenido ni un minuto de reposo y necesitaba descanso, salí de la ducha, me abrigué y me metí en la cama, de un momento a otro todo mi alrededor empezó a oscurecerse, unas nubes negras empezaron a nublar mi vista, no supe nada mas de mi, por el dolor y el cansancio no aguanté mas, dormí hasta la mañana del domingo siguiente.

Después de la mala experiencia mi vida da un giro inesperado de 180°……

GRACIAS POR SEGUIR MI MINI-HISTORIA............ esperen el proximo.

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