FANTASIA O REALIDAD X. Secreto de amor.

En la vida, a veces hay que sacrificar lo que sentimos, ocultar el amor por alguien para no herir a los demás, yo tenía que volver a ser como antes y guardar mis sentimientos en lo más profundo de mi alma, Giancarlo siempre sería un secreto de amor

Bueno, pues he aquí el capitulo diez de la mini.historia, léanlo y diganme que les pareció, espero y les guste.................

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Despertar, recuperar la noción del tiempo, recordar los momentos más felices, sonreír, dejar que los minutos pasen sin preocupaciones hasta recobrar la rutinaria vida a la que ya estaba acostumbrado, estas, eran las cosas que cada mañana hacia antes de iniciar mis actividades cotidianas.

Lunes, otra vez lunes, este día había sido diferente, la alarma de mi móvil sonó, desperté, me sentía agotado, sin el más mínimo aliento de levantarme, las ganas de hacer los ejercicios de cada mañana desaparecieron, nada me inspiraba a seguir haciéndolo, los ojos los tenia sensibles a la luz tenue de la habitación, cansados, solo quería seguir durmiendo y olvidarme de todo y de todos, hoy por primera vez rompía con la cotidianidad de mi vida, reprogramé la alarma para más tarde, apagué la luz y seguí durmiendo.

Ocho treinta, la insistente alarma volvía a sonar avisándome que ahora si tenía que levantarme y comenzar más relajado mi activo día, pensé en quedarme cinco minutos más en reposo pero recordé que Medic Center estaba a mi espera, rápidamente salí de la cama y me duché, me vestí con la ropa que tenia a la mano, no tenía tiempo de buscar y decidirme por el atuendo adecuado, bajé para tomar algo ligero para desayunar, me despedí de mi madre, que siempre se levantaba para ver que todo en mí estuviera bien, y salí disparado de la casa, todo esto para tratar de evitar el retraso al trabajo, solo tenía quince minutos para llegar a la empresa, así que tomé la motocicleta de mi hermano y me dirigí a mi destino, llegue puntual, nueve en punto, estacioné la moto y entré a hacer mis tareas de cada día, saludé a mis compañeros que me recibieron con la alegría de siempre y entre platicas y risas comenzamos nuestras labores.

La mañana pasó tranquila, no había visto a Marcela sino hasta la hora del almuerzo, nos encontramos en el comedor y al verme sonrió feliz, parecía tener días o semanas sin tener noticias mías, pero no lo vi así, entendía que yo era alguien especial para ella y de manera correspondida, ella lo era para mí también, no pude evitar regresar el mismo gesto hacia su persona, caminó hacia donde estaba, al llegar conmigo me abrazó, me beso en la mejilla y reiteró con palabras su alegría por verme de nuevo.

-      Hola, Marco, ¿Cómo amaneciste? –me dijo al encontrarnos.

-      Hola, Marce, muy bien y ¿tu? –contesté- que entusiasmo, parece que tenías años sin verme. –dije con ironía.

-      No sé porque te extraña,  ya sabes que soy muy expresiva con la gente que me importa y que tanto quiero –dijo- y sabes que eres como un hijo más para mí, me importas más de lo que piensas. –decía con felicidad- Ahh…… otra cosa, el sábado te gritaba como loca cuando salías de aquí y nunca me respondiste, te quería invitar a comer a casa como siempre, traté de seguirte y cuando salí ya no estabas, ¿me ignoraste? o ¿ya no quieres ir?……

-      No como crees, si no te respondí es porque no te escuché……

-      ¡¡Pero si te grité como mil veces!! –dijo exageradamente.

-      Tranquila, no exageres, si no te escuché es porque iba escuchando música en mi MP3,  ya sabes que sin mi música no puedo vivir. –le expliqué sonriente.

-      Bueno, te perdono, y aún así te quiero mucho. –me dijo y volvió a besar mi mejilla.

-      Gracias, sabes que también te quiero mucho y aprecio a tu familia. –contesté.

-      Si, lo sé, -me dijo con otro abrazo- ¿estuviste llorando? – me preguntó.

-      Ahh…… mmmm…… ¿yoooo?...... no… no…… ¿Por qué? –le dije algo nervioso.

-      Porque traes unos ojos………… hinchados e irritados, -dijo- ¿seguro que no te pasa nada? ¿te ves raro?

-      Seguro, -afirmé- estoy bien, tal vez es porque dormí demasiado, la lluvia de ayer me arrulló, me dormí toda la tarde, la noche entera de principio a fin y me levanté un poco tarde, eso fue, dormí en exceso, no te preocupes. –le confirmé.

-      Bueno, parece que todos durmieron demasiado, menos yo. –me comentó.

-      ¿Por qué lo dices?

-      Porque Giancarlo también se levantó con los mismos ojos, al parecer durmió por la tarde, ayer se quedó solo en casa, no quiso acompañarnos a la fiesta de mi sobrina, llegamos por la noche y estaba encerrado en su recamara, le avisamos de nuestra llegada y no salió a recibirnos, pensamos que ya estaba dormido, y hoy se levantó muy temprano…… - al escuchar esto me imaginé que Gian también la había pasado mal después de lo ocurrido la tarde anterior, me di cuenta de que a él le había dolido tanto como a mi nuestra separación, nuestro distanciamiento, mi rostro se tornó triste y desilusionado.

-      Se fue…… -susurré y Marce escuchó lo que dije.

-      Si, se fue, ¿Cómo sabes? ¿lo viste en estos días? –dijo desconcertada por mi comentario.

-      Esteee…… mmmm…… No, no lo vi, -contesté rápidamente- Gian me había comentado que se iría a una escuela militar o algo así, me lo dijo desde la última vez que estuve en tu casa y eso fue hace como una semana. –contesté.

-      Qué raro, me dijo que nadie lo sabía, se iba a ir la próxima semana y estos últimos días los utilizaría para despedirse de sus amigos, pero hoy se levantó diciendo que ayer le habían llamado de la escuela y que le habían dicho que era necesario presentarse con urgencia, nos pidió que lo lleváramos al aeropuerto y se fue, mi niño se me fue. –dijo y no pudo evitar derramar una lagrima.

-      Pero va a regresar, no te preocupes, volverá. –comenté. – Sí, se me fue el amor de mi vida, -pensé.

-      Si, va a regresar, pero algún día se ira y ya no regresará, se casará, formará su familia, y seguirá su vida lejos de nosotros, estoy consciente de ello, es por eso que quisiera seguir disfrutando de él mientras lo tenga conmigo. –me dijo.

-      No lo veas de esa manera, piensa en que todo esto lo hace por tener un futuro mejor, seguro que todo el tiempo alejado de ustedes lo va a reponer algún día… - fue lo único que se me ocurrió decir.

-      Si, tienes razón. –me contestó y seguimos caminando hacia la salida de la empresa.

Nos dirigimos entonces al estacionamiento platicando y sonrientes como era nuestra costumbre, acompañé a Marcela hasta su auto, me ofreció llevarme a casa pero me negué porque mi papá pasaría a recogerme y ya me esperaba, nos despedimos con otro abrazo, nos deseamos una buena tarde y salimos de la empresa con rumbo a nuestro descanso.

En el trayecto de regreso a casa conversaba con mi papá de cualquier cosa, no importaba el tema en discusión, sino que solo quería recuperar el tiempo que habíamos perdido al no tomarnos un solo momento para platicar, de sentarnos uno frente al otro y poner nuestros problemas sobre la mesa y recibir apoyo mutuo, esos pequeños ratos con su compañía eran solo para eso, para recuperar al amigo que había encerrado en el cuerpo de papá, siempre estaba dispuesto a escucharme, a hablar de cualquier tema sin tapujos, siempre me decía que en él veía a un padre y me olvidaba del gran amigo que podía ser. Al llegar a nuestro domicilio bajamos del coche, no parábamos de platicar, entramos a casa y mamá ya nos esperaba, estaba sola, nos recibió con un beso y nos dirigimos al comedor para sentarnos a comer, mamá sirvió la comida, seguimos inmersos en la conversación, mamá se nos unió y seguimos con el intercambio de palabras entre los tres, nos sentamos y comenzamos a comer, no pararon las palabras, risas, preguntas, consejos, y todo eso que hace amena una plática interesante. Pasaron los minutos, terminamos la comida, levantamos la mesa, lavamos los trastes y después de otra tarde en compañía de mis papás subí a mi recamara para descansar un poco, al entrar me recosté en la cama y traté de dormir, no lo conseguí, recordé mi MP3 pues no lo había visto desde el día anterior, me levanté a buscarlo por toda la habitación sin lograr encontrarlo,  seguí buscando por los rincones de la casa, mi MP3 no apareció, desilusionado regresé para intentar dormir, tenía bastante sueño a pesar de que la noche anterior había dormido como rey, nada durante mis horas de sueño me había perturbado ni siquiera un solo momento, llegué a la cama, retomé mi lugar y cerré los ojos sin lograr conciliar el sueño, solo me llegaron a la mente bastantes ideas como para pensar y olvidarme de que quería dormir. Pensaba sobre la relación que tenia con mis padres, una relación hermosa llena de amor, cariño, respeto, admiración, confianza, comprensión, honradez y sobre todo sinceridad, esa era la principal característica de nuestro círculo familiar, la sinceridad era un ingrediente especial en nuestra relación ya que sin ella no tendrían la confianza de sentarse con nosotros, sus hijos, a platicar, a aconsejarnos, a ser ese amigo incondicional que siempre estaba ahí para salir en auxilio de los que lo necesitábamos, siempre estaban ahí, con toda la disponibilidad del mundo, esperando pacientes el llamado de S.O.S. de alguno de los seres que procrearon, ese detalle que tenían con nosotros era lo más especial que veía en ellos, siempre fueron y han sido unos padres ejemplares, únicos e inigualables, solo tenía un problema, yo no era del todo sincero con ellos. Todo me hacia feliz, mi vida seria perfecta si no fuera por mi “condición”, por mi forma de ser, soy homosexual y eso es un secreto para todos, eso fue lo que me hizo traicionar, de cierta manera, la confianza que ellos depositaron en mí al abrirme de par en par las puertas de su corazón diciéndome siempre que ahí estaban, esperando que les contara mis problemas, mis frustraciones, que depositara en ellos la misma confianza, que abriera mis sentimientos y pensamientos a ellos, sin embargo yo no podía hacerlo, no sería capaz de enfrentar mi realidad, no sería capaz de aceptarme tal cual soy ante ellos, ante la sociedad, me aterraba el solo pensarlo, no me imaginaba frente a ellos confesando todo mi sentir, explicando lo que mi corazón tenía guardado, no me quería imaginar la reacción que tendrían si les confesaba mis orientaciones sexuales, me daba miedo hacerlo, y no miedo al rechazo por que estaba consciente de que me entenderían, sino  miedo a defraudarlos como hijo, a decepcionarlos por confesar mis preferencias, ellos habían tenido un hijo varón y lo natural seria que formara mi familia con una mujer y no con un hombre como yo lo quería hacer, ese era mi mayor temor y por ello rompía los lazos que unían nuestra relación padre-hijo.

Habían pasado varios minutos desde que me adentré en mi mundo de pensamientos, estaba por oscurecer y ya no quería seguir atormentándome con el mismo tema por el resto de la noche, me levanté, encendí el estéreo y comencé a escuchar mi música favorita coreando cada una de las notas de las canciones que sonaban para olvidar mis preocupaciones y relajarme, dejar que la vida siguiera su rumbo sin mí y esperar a que llegara el día laboral que tarde o temprano estaría esperándome.

Martes, un nuevo día comenzaba, otro día mas de vida, desperté y agradecí a Dios el poder ponerme de pie y ver una mañana mas, un despertar soleado como los de siempre y que a mí tanto me agradaban, un día en el que desperté y después de sentirme vivo recordé el caos por el que pasaba mi vida, el amargo pasado me venía a la mente, Giancarlo volvía a ocupar mis pensamientos como siempre, él con su simpática sonrisa, sus ojos miel, su tierna mirada, su contagiosa y enérgica alegría, sus dulces y cálidos labios, sus suaves caricias, su forma de ser, a veces un poco rara y especial pero que yo tanto amaba, todo su ser regresaba a mi memoria lastimando mi vida, haciendo aun mas grande la herida que sentía en el corazón, sin embargo recordaba todas las palabras que mi boca emanó y que causaron esa separación que me hacia sufrir, esa herida de la que yo era causante porque él no se hubiera alejado de mí sin que yo se lo pidiera, yo fui el que causó todo este distanciamiento entre los dos, yo era el culpable de todo por no pedir que fuera del todo sincero conmigo, las cosas jamás se aclararían entre los dos, lo hecho, hecho estaba, él, lejos como yo se lo pedí, y yo, sufriendo por estar sin él, y no había manera de regresar el tiempo y solicitar un rato a solas con él para pedir explicaciones, para exigir aclaraciones sobre nuestra relación de amigos o de pareja, los sentimientos entre los dos nunca fueron tema de conversación en nuestra relación, solo pasábamos el tiempo juntos sin preguntar lo que sentía el uno por el otro, en esos momentos solo importaba la compañía, el estar con el ser que era importante en nuestras vidas, y ahora sufro las consecuencias de ese silencio, de esa falta de confianza y de comunicación que nos hubieran ayudado a exponer nuestros sentimientos, a dejar las cosas claras entre los dos, lástima, ya era tarde, lo pasado se quedaba en el pasado, no había vuelta atrás. Al recordarlo todo mi cara expresó una tristeza imborrable, mis ojos se llenaron de lagrimas al saber que el amor se alejaba de mí cada vez mas y nuevamente me dejaba en soledad, lloraba porque verdaderamente por primera vez estaba enamorado y con todo lo que me pasaba pensaba que enamorarme solo había traído dolor a mi vida, ¡que decepcionante!. Después de minutos de estar sufriendo a solas tenía que comenzar mi día, eran las siete y treinta, así que salí de la cama, triste y dispuesto a comenzar el inevitable día laboral. Limpio, vestido y desayunado salía de casa, pero antes retomé la búsqueda de mi MP3, me era indispensable llevarlo camino al trabajo, no lo encontré, concluí entonces que lo había perdido en algún lugar fuera de mi domicilio, más que triste, desilusionado, salí rumbo a la empresa.

Entrando al edificio todo era como siempre, saludos de bienvenida, pláticas con compañeros, risas, bromas y demás, mi vida en Medic Center era como cada mañana, trataba de disimular un poco mi estado de ánimo, no quería cuestiones referentes al cambio de mi forma de ser, no estaba dispuesto a dar explicaciones a nadie y mucho menos por el tema del que se trataba, antes de todo abriría mi sexualidad para que entendieran el problema que me afligía y no estaba listo para hacerlo, afortunadamente nadie se dio cuenta de mi depresión, mi día transcurrió como los anteriores, además había evitado cualquier encuentro con Marcela, su intuición me provocaba miedo, su suspicacia me alejaba de ella por temor a ser descubierto y ahora más que nunca debía alejarme de ella, su persuasión haría que confesara, evitaría mirarla a los ojos y esto me delataría, en estos momentos estaba muy frágil para soportar la presión de las preguntas que haría para obtener las respuestas que satisficieran su curiosidad por mi forma de actuar, todo esto fue inevitable, por la tarde, al salir de la empresa escuché su voz gritando mi nombre, me detuve para esperar a que llegara a mi lado, triste y nervioso, la saludé.

-      Marco, ¿como te fue hoy? –preguntó.

-      Bien, gracias, y ¿a ti? –pregunté secamente besando su mejilla.

-      Solo quería regresarte esto. – me dijo dándome mi MP3.

-      Gracias, -contesté- ¿Dónde lo encontraste?

-      Dime tu donde lo dejaste…… -contestó, su forma de decirlo no me gusto nada, parecía molesta, seria, definitivamente algo le pasaba y en mí estaba averiguarlo. Recordé lo que había pasado el domingo y claro ya tenía una idea de donde lo había encontrado, me puse nervioso.

-      Mmmm…… no recuerdo, me he vuelto muy olvidadizo últimamente. –le dije sonriendo nerviosamente.

-      Lo encontré bajo la cama de Giancarlo, ¿Qué estaba haciendo ahí, si este aparato es tuyo? –seguía con el cuestionario que me ponía al borde del precipicio, mi nerviosismo crecía y mi corazón latía más fuerte.

-      Mmmm…… este…… pues no sé. –no sabía que decir, pensé lo peor, el estar en situaciones tan estresantes no me dejaba pensar claramente e inventar algo convincente.

-      ¿Como que no sabes? Ayer me dijiste que la última vez que viste a Giancarlo había sido hace más de una semana, que últimamente no lo viste, este sábado pasado tú estabas escuchando música con esto, y hoy no sabes ¿como llegó hasta la habitación de mi hijo? –me dijo con tono de molestia.

-      Bueno…… este…… yo…… mmmm…… no…… -traté de decir algo, nada se me ocurría.

-      ¡Ya Marco! Quiero que me expliques que está pasando con ustedes, desde hace tiempo los he notado muy raros a los dos, quería creer que estaba equivocada, pero con esto…… -exigió molesta por mi silencio.

-      No…… no…… este…… no pasa na…… na…… nada entre nosotros. –me estaba convirtiendo en presa del pánico por la escena, después me di cuenta de que me estaba delatando, el miedo a su interrogatorio hacia que confesara la relación entre Gian y yo.

-      Yo nunca dije que pasara algo entre ustedes, solo dije que algo pasaba con ustedes, con su actitud, o ¿en verdad pasó algo entre los dos? –me dijo con la vista fija en la mía, no soportaba esa mirada amenazadora, sus palabras me acosaban o al menos eso era lo que yo sentía, la adrenalina recorría mi cuerpo de pies a cabeza, estaba atrapado, pensé que mi única salida sería la confesión de nuestra relación, pero no podía, no era capaz de hablar, me armé de valor y por fin pude pronunciar alguna palabra.

-      ¡¡No!! –repliqué al instante- no, Marce, me tengo que ir, gracias por mi MP3, adiós.- dicho esto salí corriendo de la empresa sin escuchar el llamado de Marcela.

-      ¡¡Marco!! ¡¡espera!! ¡¡Marco!! ¡¡¿qué pasa?!! ¡¡Marco!! –me gritaba mientras trataba de alcanzar mis pasos.

Salí corriendo nuevamente de mis problemas como los cobardes que huyen a todo, que no saben cómo enfrentar una situación por la que yo estaba pasando, nuevamente me alejaba de cualquier situación que afectara mi vida, corría sin parar, lejos donde nadie me encontrara, las calles se hacían cortas al paso acelerado que llevaba, después de varias cuadras recorridas llegué al parque donde me ejercitaba acompañado por Gian, estaba muy solo, unas cuantas personas caminaban disfrutando de la fresca tarde, traté de alejarme y refugiarme en algún espacio tranquilo del lugar, encontré un jardín rodeado por rosales llenos de flores y de espinas, al llegar me arrodillé tristemente en el pasto,  giré la cabeza mirando al cielo y preguntándome ¿Por qué a mí? las lagrimas comenzaron a brotar de mis ojos, me agache y comencé a golpear el suelo fuertemente con mis puños que parecía que éste tenía la culpa de todo lo que me estaba pasando, golpeaba con rabia, con desesperación,  el coraje que tenia con la vida que llevaba se apoderaba de mi cuerpo. –Perdóname Marcela, perdóname pero no podía decirte que estoy enamorado de tu hijo, que no puedo vivir sin él, que nos amamos, perdóname por enamorar a Giancarlo, por querer robarte a tu hijo, perdóname por favor, perdóname, pero no puedo decirte nada de esto, no mereces que te haga sufrir, perdóname…… -decía arrancando y golpeando pasto con mis puños que sacaban fuerza de no sé donde para desquitar la pena que me atormentaba mientras seguía llorando desconsoladamente, tomé una de las ramas secas de los rosales y lo presioné con fuerza con una de mis manos, quería mitigar el dolor que sentía mi corazón, pero las espinas al clavarse en la palma de mi mano solo causaron que comenzara a sangrar, el dolor que me causaron no era mayor al que tenia dentro de mi ser, nada podría sanar el dolor punzante que se refugiaba en el interior de mi pecho, me cansé de esta situación y me tiré en el pasto mirando los arboles que me rodeaban, seguía con mi llanto y reprochándole a la vida el porque me ocurría esto a mí, habiendo tantos hombres en el mundo porque me tuve que enamorar de Giancarlo, porque de él, del hijo de mi mejor amiga, no encontraba explicación alguna del porque me pasaba esto a mí, ya no quería seguir viviendo, quería que mi vida terminara en esos momentos, ya no quería saber nada mas de mi, de nadie, quería olvidar todo mi sufrimiento, mi traición, imaginaba la reacción de los seres más allegados a mi vida si yo hablara sobre mis sentimientos, mi mamá, mi papá, mis hermanos, Marcela, Jorge, todos lo que me importaban en ese momento, los decepcionaría, me odiarían, recordaba la pesadilla que había tenido en días pasados y estaba convencido que tarde o temprano se convertiría en realidad y este era el inicio de ese mal sueño, sueño que me llevaría directo a mi soledad. –perdóname mamá, papá, perdón Marcela, perdónenme,- seguía diciendo en secreto, seguí llorando en silencio pero ya sin lagrimase en los ojos, la tristeza que me invadía no se alejaba de mi, lloré sin encontrar un motivo para dejar de hacerlo, estaba cansado y las pocas fuerzas que me quedaban las utilizaba para repetir la misma frase una y otra vez, -perdónenme, perdón, - mis ojos se empezaron a cerrar, minutos después no supe nada mas de mi.

Habían pasado varios minutos, mi cuerpo permaneció inerte por un rato tirado en el jardín, a lo lejos escuché un sonido que se hacía más fuerte al paso de los segundos, era mi teléfono móvil que sonaba, desperté de mi profundo sueño o mi inesperado desmayo, contesté, era mi madre que preocupada insistía en el teléfono para saber donde me encontraba, sorpresivamente ya era casi de noche y yo como si nada seguía en el parque, le inventé a mi madre una excusa creíble y que ella sin reprochar comprendió, le ofrecí una disculpa por no haber tenido la decencia de avisar que llegaría tarde, terminamos la llamada , me levante del lugar donde me encontraba, me limpié un poco la ropa y emprendí el camino de regreso a casa.

Caminaba las pocas calles que me separaban de mi hogar escuchando música con mi MP3, solitario, deprimido, callado, triste, desorientado, alejado de este mundo, no veía nada ni a nadie de regreso a casa, los pasos eran lentos, cansados, sin ánimo de nada, por fin llegué a casa, entré y sin avisar me dirigí a la habitación, me desvestí y entre  la ducha, el agua fría comenzó a humedecer mi frágil cuerpo, me recargué con manos y frente en la pared, el liquido me recorría limpiando el resto de tierra y pasto que tenia sobre el cuerpo, la mano sucia y ensangrentada se limpiaba y comenzaba a arder debido a las pequeñas cortadas que tenia, heridas causadas por las espinas de aquel rosal, me puse espalda contra la pared, me dejé caer lentamente mientras el agua seguía saliendo de la regadera, mi llanto nuevamente emanaba de los ojos al recordar la situación trágica por la que estaba pasando, al sentirme atrapado en un juego en el que yo llevaba todas las de perder, Marcela sospechaba algo y con mi actitud confirmaba todas sus sospechas y mi familia más temprano que tarde se daría cuenta de todo, trate de parar mi sufrimiento y ducharme para salir y avisar mi llegada pero mamá al parecer se había dado cuenta de que ya estaba en casa.

-      ¡Marco! Hijo ¿estás ahí? –preguntó mamá tocando la puerta de mi habitación.

-      He……si…… si mamá, -suspiré profundamente-  llegué hace un momento. –le contesté tratando de que mi voz pareciera lo más normal posible.

-      ¿Estás bien hijo? Te escucho un poco raro…… -decía.

-      No…… si…… si mamá…... si…… si estoy bien.

-      ¿Seguro? –insistía preocupada.

-      Si mama…… no te preocupes. –contesté secándome un poco para salir a verla y se convenciera de mi estado.

-      Bueno, te esperamos abajo para cenar, no tardes. –decía alejándose de mi recamara, salí de la ducha y me dirigí a la puerta.

-      Mamá, -le llamé cuando abrí la puerta para verla,- ¿ves que estoy bien? No salía por que estaba en la ducha.

-      ¡Marco! –contesto con una sonrisa al percatarse de mi bienestar, regresó y me dio un beso en la mejilla- me pareció escuchar que estabas llorando.

-      ¿Llorando? No tengo motivos, seguro fue el agua de la regadera. –contesté.

-      Si, seguro fue eso ¿vas a cenar? –preguntó.

-      No mamá, gracias, no tengo hambre, ahora quiero dormir.

-      Pero tienes que comer algo. –insistía- pero bueno, si no quieres, no te voy a obligar, que pases buena noche mi amor. –me dijo despidiéndose con otro beso.

-      Si mamá, gracias por todo, y que pases una buena noche tu también. –le contesté y vi como se alejaba de mi lado.

Regresé a la ducha y terminé de limpiar mi cuerpo, al salir me puse la piyama y me fui directo a la cama, me cobijé de pies a cabeza y dormí profundamente.

Los días pasaron, confundido, pensativo, triste, mi ánimo no cambiaba en lo absoluto, siempre esperando algún reproche de Marcela por no hablar sobre el tema de Giancarlo, sobre las sospechas que ella tenía o más bien dudas que yo había sembrado en ella sobre la relación entre su hijo y yo.

Llegó el miércoles, pasé mi día normal…… jueves…… viernes, los días transcurrieron tan rutinarios como siempre, solo había una insignificante diferencia a los días anteriores, mi llegada a la empresa “casualmente” era quince minutos más tarde, no me importaba tener retrasos que desmejoraban mi suelo, a la larga se convertirían en horas que afectarían directamente mi salario que de por si era bajo, pero esto me tenia sin cuidado, mis salidas de Medic Center siempre se adelantaban, mínimo diez minutos, siempre estaba atento a mi reloj de pulso para salir antes que la mayoría de los empleados del lugar, todo esto tenía una razón; evitar cualquier cruce con Marcela, le estaba huyendo cual ladrón se esconde de la justicia, jamás quería repetir ese encuentro tan lamentable para mí en el que ella me pediría explicaciones sobre la actitud tan sospechosa que estaba teniendo al tocar el tema de su hijo, durante mi estancia en el trabajo siempre evitaba los lugares a los que Marcela solía asistir durante las horas de almuerzo, evitaba a toda costa coincidir con ella porque estaba convencido de que el interrogatorio volvería a acusarme, pero de igual manera pensaba en que este encuentro era inevitable, que en algún momento tendría que enfrentarme de nuevo a ella, solo que no sabía cómo, mi nerviosismo se hacía obvio con solo estar frente a ella, este era el primer punto que debía controlar, el segundo, inventar una mentira creíble si no quería confesarlo todo y romper mi relación con ella y su familia, y tercero, enfrentar mis miedos y dejar de ser tan débil ante tal situación, pero para lograr dar este paso tendría que completar el primero, de eso estaba más que convencido.

El encuentro no tardó mucho en hacerse presente en mi vida, era viernes, quince minutos para la hora de salida, el fin de mi día laboral estaba cerca, ya no tenía nada que hacer, así que decidí retirarme de mi área de trabajo para salir de la empresa y como días atrás tratar de evitar lo inevitable, pasé al checador y marqué mi hora de salida, salí apresuradamente del edificio, iba rumbo a la puerta de la empresa, de pronto sale a mi encuentro la persona menos esperada.

-      Marco, ¿Por qué vas tan a prisa? –preguntó.

-      Mar-ce-la…… -le dije sorprendido.

-      ¿Te estás escondiendo de mí, verdad? Tenemos una conversación pendiente. ¿recuerdas? –decía y yo no salía de mi asombro.

-      Si…… si…… dime. –fue lo único que pude decir.

-      Me explicarías lo del MP3, como es que había llegado a la habitación de Giancarlo. –dijo.

-      Bueno, se lo presté y seguro olvidó regresármelo. –dije sin pensarlo.

-      Mmmmmmm…… no te creo, para que prestárselo si él tiene el suyo, además ya estaba por irse, no entiendo……. –me decía desconcertada.

-      Marcela, si me crees o no ese no es mi problema, ya te dije lo que pasó. –le dije un poco enfadado, la situación ya me estaba molestando.

-      Pues no te creo, sé que es mentira y no voy a dejar de insistir hasta que me digas la verdad, o mejor, se lo voy a preguntar a mi hijo, el no me va a mentir como tú. –me dijo muy seria.

-      Haz lo que quieras, no me importa pero ya déjame en paz. –le contesté casi en un grito apartándome de ella y dejándola sola en la entrada del edificio.

-      ¡¡Marco!! Qué te pasa, últimamente estas muy raro, te desconozco, dime y así te podré ayudar, ¿Qué está pasando? –me dijo preocupada, detuve mis pasos y sin regresar la mirada a ella le contesté.

-      Marcela, no me pasa nada, me desconoces simplemente porque nunca llegaste a conocerme tal como soy. –seguí mis pasos, Marcela ya no dijo nada.

Llegue a casa y no podía creer la forma en que había tratado a mi mejor amiga, a la persona que me tendió la mano cuando llegué a Medic Center, ingratitud, el peor defecto que había demostrado últimamente, pero la situación se me estaba saliendo de control y esa había sido la única manera de hacer que ella dejara de hostigarme, me dolió haberla tratado así, era la única opción, el miedo a seguir siendo interrogado no me había permitido pensar en otra manera de solucionar el problema, ahora tenía que conseguir, a como diera lugar, hablar con Gian y ponerlo en alerta por si Marcela le preguntaba algo sobre su repentina huida, mi vida nuevamente estaba al límite de la desesperación.


comenten, valoren, critiquen, sugieran, califiquen y hagan todo lo que saben hacer, gracias por leerlo y a esperar el siguiente capitulo............

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