FANTASIA O REALIDAD IX. Habla el corazón. 2da part

“Habla el corazón, que no sabe mentir, habla el corazón a todas horas de ti, oigo cosas bonitas y presto atención, habla el corazón y yo escucho su voz……” El primer trago amargo pasó, ahora solo faltaba la segunda parte, Giancarlo, las cosas claras y esperaría el inicio de mi felicidad o de mi soledad, el corazón aún tenía cosas que decir.

La mini-historia continúa, Segunda entrega de este capitulo, Habla el corazón, espero y les guste tanto o mas que a mí, nuevamente les agradezco por leerlo y mas aún si me dicen que les pareció.........


Un nuevo día comenzaba, otro día mas que descansaría después de tanto trabajar, ese fin de semana, en especial el domingo, la mañana había sido diferente, hacían falta los intensos rayos del sol que entraban cada amanecer por mi ventana para iluminar todos los rincones de la habitación, me percaté de su ausencia y me levanté acercándome a la ventana, miré el cielo que estaba completamente gris, de un color tan pálido que lo hacía ver entristecido, silencio, al voltear hacia arriba sentí como una gota de lluvia caía sobre mi rostro, me sorprendió, e inmediatamente el cielo dejó caer el agua en forma de lluvia, el día no sería el de siempre, esta mañana había comenzado mal con ese clima tan deprimente, al notar esto recordé la tristeza que le había ocasionado a Ricardo, tontamente lo relacioné todo, el color del cielo con su estado de ánimo, la lluvia con sus lagrimas, además recordaba la pesadilla que acababa de tener, ese mal sueño que me hizo dudar sobre el actuar de Ricardo, parecía que estaba destinado a recordar por siempre el dolor que le había ocasionado a ese ser que formó una pequeña parte de mi vida, me sentí aun peor, regresé a la cama, me recosté pensativo, recordando las palabras hirientes que Ricardo me había dicho con tanta desilusión, con una tristeza de la que yo era el responsable, suspiré profundamente aceptando mi culpa, mi rostro se tornó aun más triste, en mi mente se empezó a formar un gran sentimiento de culpabilidad que me atormentaba, trataba de que toda esa culpa saliera de mi cabeza, tenía que hacer algo para dejar esos pensamientos fuera de mí, ocuparme en algo para no dejar que las ideas siguieran revolucionando en mi mente. Afuera hacía frío por la lluvia que azotaba la ciudad, me cobijé, cerré los ojos para conciliar el sueño, esperando que todo pasara.

Pasaron los minutos, el sueño nunca volvió, desesperado y dando vueltas como loco sobre mi cama no supe que hacer, me puse de pie, bajé a la cocina para prepararme un taza con café y unas galletas, mi estomago me pedía alimento y que mejor que un café caliente acompañado de las ricas galletas que prepara mamá en casa para calmar un poco el hambre y ese frio que la lluvia había traído consigo haciendo parecer el día algo invernal, listo esto regresé a la habitación, reacomode las cobijas y tomé mi laptop, regresé a la cama, me senté recargándome en las almohadas para una mayor comodidad, encendí la computadora y tomaba pequeños sorbos del caliente liquido contenido en la taza mientras el programa se iniciaba, una vez encendida comencé a revisar mis perfiles en las redes sociales, checaba cada una de mis cuentas como Facebook, Twitter, hi5, Messenger, entre otras, esperando ver en mi bandeja de entrada algún nuevo mensaje de amigos o ex compañeros de clase, respondí a los que me encontré, chequé todos y cada uno de mis blogs en pocos minutos, terminé y justo en ese momento volvieron a mí los recuerdos, las vivencias con Giancarlo; lo conocí y desde el primer momento sentí la necesidad de estar cerca de él; los momentos que pasamos juntos haciendo sus trabajos de la escuela entre risas y juegos que me acercaban más a ese ser tan especial en mi vida; las mañanas que solíamos salir juntos a ejercitarnos, mañanas que disfrutaba más que nunca con su compañía; la tarde en la que aseguró saber mis preferencias sexuales sin fundamentos, su intuición que hacía que me pusiera nervioso el solo hecho de estar cerca de él; el primer sueño húmedo donde fue partícipe activo y en el que realicé por primera vez mi fantasía, estar con él; su fiesta de graduación, esa fiesta donde parecía un ángel y tuve la dicha de ser partícipe de ella; la primera noche que salimos juntos a pasear, una noche inolvidable en el antro gay donde había mostrado un Giancarlo que yo desconocía y me hizo sospechar sobre su bisexualidad; la reacción que tuvo después de la noche en el antro, cierto desprecio hacia mi persona que me hizo sentir culpable por su actuar en dicho lugar; las tardes en casa que disfrutábamos de mi pequeña sala de cine y la primera vez que lo vi desnudo, que toqué su paquete y nos pajeamos juntos en una de esas tantas tardes juntos; el viaje a la playa donde mi fantasía dejo de existir en mi mente y pasó a formar parte de mi realidad, esa inolvidable noche donde nos amamos con tanta pasión; su confusión, su frustración por no saber cómo actuar después de la noche de sexo que habíamos vivido con tanta intensidad, sus dudas acerca de su orientación sexual, el miedo a que los demás notaran y juzgaran se actuar; el viaje en yate y el regreso de la playa a casa distanciados el uno del otro, su actitud fría hacia mi persona que me culpaba de abrirle las puertas a la vida homosexual; su reacción al saber que me estaba interesando por alguien más y él pasaba a formar parte de mi pasado; la sinceridad de sus palabras la tarde que platicamos en su recamara, la confesión de sus sentimientos hacia mí, la declaración de lo que yo significaba en su vida, la reconciliación de nuestra amistad; la escena de celos que me hizo al darse cuenta de que otro estaba conquistando mi corazón y a él lo desplazaba sin temor a nada;, suspiré al recordarlo todo.

Comencé a navegar por internet en busca de videos de sexo gay, quería recordar cómo había sido aquella única noche que habíamos estado juntos, acariciándonos tímidamente, disfrutándonos el uno al otro, la mejor noche de mi vida había sido esa y deseaba con todas las fuerzas de mi alma volverla a repetir, el revivir todas esas escenas en mi cabeza no pude evitar sentir presión en mi entrepierna, me estaba excitando el solo hecho de pensar en todas las aventuras felices e infelices que había compartico con él, cerré los ojos y pasé mi mano por debajo de mi ropa hasta llegar a mi paquete, lo acaricié pensando en Gian, imaginaba que era él el que me hacia flotar en el espacio por el gran placer que estaba sintiendo, mientras con la otra mano comencé a acariciar mis pezones que estaban duros por la excitación, tomé con la mano mi miembro y comencé con un suave sube y baja, mi boca no pudo retener los gemidos de placer que de ella salían, me mordisquee los labios apasionadamente, solo pronunciaba el nombre de la persona que ocupaba mis pensamientos en ese momento, me quité la camisa y las caricias siguieron desde mis labios, pasando por el cuello, apretando ligeramente mis pezones, bajaba por mi abdomen hasta llegar nuevamente a mi verga, la tomaba y seguía masturbándome, sentía como el pre seminal me llenaba los dedos para después llevarlos a mi boca y saborear mis propios fluidos que me ponían a mil, me despojé del pants y el bóxer, mi excitación aumentó al momento que mi mano aumentaba la velocidad de la paja, en mi mente solo existía la imagen de Giancarlo, desnudo, frente a mí, con esos dieciocho centímetros de acero que deseaba tener taladrando mi esfínter, conociendo mis entrañas, lo más recóndito de mi ser, mis gemidos se hicieron más intensos, más agitados, el corazón palpitaba cada vez más rápido, el placer que sentía me avisaba el inevitable orgasmo que estaba a punto de sentir, yo solo pronunciaba Giancarlo una y otra vez, segundos después llego el momento cumbre de la escena, seis disparos de semen dirigidos al techo de la casa, que terminaron por aterrizar en parte de mi cuerpo desnudo y las sabanas de la cama, después de correrme sobre mí mi respiración fue recuperando el ritmo, mi corazón regresaba sus latidos a la normalidad, me quedé un momento relajado con una sonrisa en los labios en señal de satisfacción, después de unos minutos me levanté para limpiar la corrida que tenia encima, la lluvia parecía interminable, afuera se seguía escuchando la tormenta, me vestí y regresé a la cama, reacomodé todo, la escena de autosatisfacción que tuve me había agitado demasiado, me recosté y dormí un rato más en espera de que el mal clima terminara.

Dos horas pasaron, ya eran las once de la mañana, volví a levantarme, a esta hora la lluvia era pasado, solo quedaba como recuerdo el agua estancada y el sonido que hacen los coches al pasar velozmente sobre el agua que corre sin prisa por las calles de la ciudad, el cielo empezaba a despejarse, ya se podía notar ligeramente el color azul característico de los días soleados y alegres a los que estaba acostumbrado, las aves volaban sin parar de un lado a otro cantando y aleteando con alegría en celebración por que el mal tiempo había pasado, sonreí al ver que todo volvía a ser igual que antes, la mañana volvía a iluminarse con los rayos del astro rey y para que todo fuera solo alegría el resto dependía exclusivamente de mi, regresé y busqué la ropa que llevaría puesta durante el día, me duché, me vestí y bajé a desayunar la rica comida que mi madre prepara cada mañana, esta vez desayunaría mi familia reunida esto porque el mal clima no les había permitido salir fuera, tomamos el lugar en la mesa y comenzamos el desayuno entre risas, platicas y alegremente por estar reunidos en la mesa, disfrutando de la compañía de todos y cada uno de los integrantes de mi cálida familia, terminamos después de una hora y recogimos el comedor, lavamos los platos, los utensilios de la cocina y cada quien recuperó sus actividades de cada domingo, yo por mi parte regresé a la habitación que estaba desordenada, parecía que había pasado un huracán por el lugar, encendí en estéreo y puse mi música favorita, comencé con el trabajo que tenía pendiente esperando el tiempo se convirtiera en nada y llegara tan pronto la hora de la cita que tenia con Giancarlo. Al terminar de arreglar cada rincón de la recamara miré mi reloj de pulso, la una con treinta minutos, la cita estaba cada vez más cerca, me acerqué al espejo para ver que tan bien me veía, reacomodé un poco la ropa que llevaba puesta y salí con rumbo al lugar citado por Gian, su casa, en camino solo pensaba en cómo sería nuestro encuentro, esperaba y estuviera solo como él lo había dicho y el tiempo no causara que su familia se quedara en casa a estropear lo que Giancarlo tenía planeado para mí, por otro lado el mal sueño regresaba a mi memoria, me atormentaba el solo hecho de pensar en la situación representada en la pesadilla; si Marcela se enteraba de lo vivido entre Giancarlo y yo sería desastroso para todos, me odiaría y me separaría de él para siempre, no lo soportaría, me aterraba el solo pensarlo. Trataba de borrar los malos pensamientos mientras seguía mi camino.

Después de caminar tranquilo y sin ninguna prisa llegué al domicilio de mi amiga, respiré profundamente, me acerqué a la puerta y toqué el timbre, escuche como el sonido avisaba mi llegada haciendo eco en la inmensa casa, esperé, no recibí respuesta, toqué nuevamente y al instante la puerta se abrió, Giancarlo me recibió con una sonrisa imborrable en su rostro.

-      Hola Marco, pasa por favor. –me dijo con su enorme sonrisa.

-      Hola, ¿Cómo estás? –contesté con la misma alegría adentrándome en la casa- ¿estás solo?

-      Si, como te lo dije, se fueron desde ayer y regresan hoy por la noche, fueron a la fiesta de mi prima, quince años, me quise quedar para verte a solas. –decía sonriendo mientras subíamos las escaleras rumbo a su recamara.

-      Y bien, aquí me tienes, quiero hablar contigo seriamente –dije.

-      Adelante, -dijo abriendo la puerta de su habitación e invitándome a pasar al interior de esta- siéntete como en tu casa.

-      Gracias, -sonreí y me senté en la cama- Giancarlo escúchame……

-      Sssshhhhh, -puso su dedo índice en mis labios- no te quiero escuchar, no digas nada –me dijo.

Enseguida unió sus labios con los míos en un cálido beso, un beso lleno de deseo, desesperado, excitante, el cual correspondí intensamente, me dejaba llevar por las ganas que tenia de volver a estar con él, me besaba y con sus manos iba arrancando la playera que llevaba puesta, comenzó a acariciar mis tetillas con ligeros pellizcos que me estaban poniendo cachondo, sus labios recorrían desde mi cuello hasta mis pezones que estaban duros por la excitación que me estaba contagiando, mi paquete comenzó a reaccionar ante las muestras de pasión que Giancarlo tenía guardadas para mí, Giancarlo lo acariciaba, me quitó el pantalón y siguió con sus masajes, bajó mi bóxer y mi mazo se dejo ver en toda su plenitud lleno de pre-seminal, lo tomó por el tronco con su mano y lo aprisionó con su boca, sus labios rosados y cálidos empezaron a presionar mi miembro y lo llevaban al límite del éxtasis, subía y bajaba de la punta a la base perdiendo mi pene en su garganta mientras con sus manos acariciaba mis bolas llenas de semen en espera de ser expulsado, mi vello púbico estaba mojado por a mezcla de saliva y pre-seminal que Giancarlo dejaba escapar de su boca durante la mamada, mi respiración se estaba volviendo cada vez más agitada en reacción a la lujuria de la que era preso, gemidos, sollozos, respiración entrecortada, estaban formando parte del inicio de una sesión de sexo que estaba a punto de comenzar, Gian dejó mi verga y regresó besando mi abdomen hasta las tetillas que eran víctimas de los mordiscos que Gian me daba.

-      Giancarlo, Ahh… espera, Gian, huummmm… tenemos que hablar, no sigas, espera, Gian. –decía entre gemidos.

-      No quiero hablar, quiero volver a hacerte mío, quiero hacerte el amor. –decía entre besos.

-      Gian, es importante.

-      Ahora no importa nada, no digas nada. –dijo y me acostó en la cama de un empujón.

Se tiro encima de mi cuerpo y se quitó la camisa, continuó con sus besos mientras de quitaba en pantalón, pude volver a ver su paquete presionado por el bóxer, el paquete que tanto deseaba y que me ponía a mil, por fin volvería a ser mío, solamente mío, se deshizo entonces del bóxer que guardaba su mástil de acero, ese trozo de carne dura que había llegado a conocer lo más profundo de mi ser, sentí deseos de volver a repetir las noches de sexo con él, trataba de continuar correspondiendo su actuar de la mejor manera pero recordaba el motivo por el cual había asistido a la cita, en ese momento por primera vez me detuve a pensar en mi persona, dejé pasar mi corta vida sentimental en unos segundos mientras Gian seguía en lo suyo, después de repasar mis vivencias concluí que mi vida amorosa se reducía a sexo, frio y sin amor, siempre me dejaba llevar por la excitación, por el deseo, la lujuria, la pasión, me estaba olvidando de todo mi alrededor nuevamente, el sexo una vez más se anteponía ante todo lo que sentía, en ese momento no pensaba en otra cosa que no fueran cosas relacionadas al sexo, como siempre estaba viviendo mi vida a la ligera, sin pensar en mi, en mis sentimientos, solo pensaba en el placer que la ocasión me regalaba, reaccioné y detuve todo lo que ocurría al instante.

-      ¡No! ¡ya no, Giancarlo! ¡detente! ¡Tenemos que hablar! –le dije apartándolo de mi lado con un empujón.

-      ¡Qué te pasa! ¡de que quieres hablar! –reprochó levantándose de la cama, se paró desnudo frente a mí.

-      De nosotros, de lo que pasó, de todo. –dije.

-      No es momento, mejor hay que terminar lo que empezamos. –contestó acercándose a mi lado tratando de recobrar su acto.

-      ¡No! –repliqué- ¡Ya no Giancarlo! –dije alejándome de él buscando la ropa que estaba tirada en el piso.

-      Bueno, está bien, habla, -se sentó en la cama acariciándose la verga con un suave sube y baja- mira de lo que te estás perdiendo Marquito. –dijo señalando su miembro y sonriendo pícaramente.

-      No volverá a pasar. –contesté mientras me vestía.

-      ¡¿Qué?!...... –preguntó sorprendido.

-      Lo que escuchaste, no volverá a pasar, ya no va a volver a pasar nada entre tú y yo Giancarlo. –dije.

-      Pero ¿Por qué? …… Es por él ¿verdad?

-      No, no lo hago por nadie, lo hago por mí, por mi estabilidad emocional, por respeto a mi cuerpo, ya no quiero ser objeto sexual de nadie, ya no quiero entregarme por amor sin recibir nada a cambio, quiero amar y ser amado, no quiero ser usado para satisfacer las necesidades sexuales de otros, quiero pensar en mi, pensar con el corazón, con la cabeza, y no con mi aparato sexual, pensar en mis sentimientos y no en las satisfacciones del sexo. –le decía.

-      ¿Por qué me haces esto? Todo iba bien entre tú y yo hasta que el apareció……

-      Giancarlo, entiende, no lo hago por nadie, ya terminé mi amistad con Ricardo, ya no lo voy a ver nunca más, quiero encontrar un amor verdadero y ni con él ni contigo lo tendré, Ricardo me amaba pero…… -decía y Gian me interrumpió.

-      Lo hubieras intentado con él. –contestó.

-      No hubiera funcionado, yo estoy enamorado de alguien más, alguien que lo sabe y nunca ha sido capaz de corresponderme, alguien que nunca me va a amar. –contesté mirándolo esperando que entendiera mi indirecta.

-      Y ese alguien soy…… ¿yo? –preguntó y agachó la cabeza, se quedó pensativo con la vista puesta en la nada.

-      Si, -suspiré profundamente- ese alguien eres tú, siempre lo has sabido, pero hoy te alejo de mi vida, te saco de mi corazón, ya no quiero esperar a que algún día mi amor por ti sea correspondido, es por eso que ya no te quiero volver a ver en mi vida, quiero olvidarte Giancarlo, todo lo que vivimos fue increíble, nunca lo voy a olvidar, eso te lo prometo, pero desde hoy vas a ser un pasado en mi vida. –le dije con tristeza mirándolo fijamente esperando respuesta alguna a mis palabras, no dijo nada, se levantó en silencio y caminó, se apoyó en el marco de la ventana y miró hacia el jardín.

-      Pues vete entonces, quieres que salga de tu vida y así lo haré, no te voy a complicar eso, mañana me voy, aceptaron mi solicitud en la escuela militar de aviación y la próxima semana empiezan las clases, pero desde mañana me voy para que no tengas que verme si mi madre te invita a casa, no me veras nunca más por aquí, -decía mientras se secaba las lágrimas que brotaban de sus ojos- vete por favor, me tengo que vestir.

-      ¿Qué?...... ¿te vas a ir a la escuela de aviación? no me lo habías dicho –pregunté asombrado.

-      Para que decírtelo, si hubiéramos seguido juntos no me hubiera ido, pero ya lo decidiste por mí…… me voy. –contestó.

-      Nuestra relación no hubiera sido motivo para que te quedaras aquí, te vas y nos vemos cuando salgas de vacaciones. –le dije.

-      Yo no lo quería así, quería estar siempre contigo, a tu lado, siendo los inseparables amigos de siempre, los mejores amigos, pero tú no lo quieres así, es mejor que te vayas, tengo cosas que hacer, me tengo que vestir. –contestó.

-      Está bien Gian, me voy, te deseo lo mejor del mundo, que te vaya bien en todo lo que realices, adiós Giancarlo…… hasta nunca. –le decía y Gian seguía dándome la espalda mirando por la ventana, di media vuelta, me dirigía a la salida y las palabras de Gian me detuvieron.

-      Yo también te amo, siempre te he amado. –dijo y su confesión me alegró el corazón, regresé la vista hacia él sonriendo asombrado- estaba dispuesto a seguir contigo a escondidas y no irme a la escuela, pero ya me ayudaste a decidir, quieres que me aleje de ti, mañana ya no me verás, y como tú dices, nunca voy a ser capaz de corresponder tu amor abiertamente, el miedo a la sociedad siempre estará entre tú y yo, así que esto es lo mejor, tu por tu lado y yo por el mío, voy a sacrificar mi amor por algo que vale la pena, la distancia hará que nos olvidemos el uno del otro, busca tu felicidad con alguien más, yo haré lo mismo, adiós Marco, hasta nunca. –me dijo conteniendo el llanto.

-      Pero Giancarlo, si nos amamos, tu y……

-      Adiós, Marco. –concluyó y su ultimo adiós me hizo entender que nunca tendría el valor de aceptarme en su vida, me quedé paralizado un instante.

-      Siempre te voy a amar y nunca te voy a olvidar. –le dije, segundos después salí corriendo desesperado de la casa sin rumbo fijo.

Al salir de la casa corría sin parar, recordando las palabras que Giancarlo me había dicho, ahora si mi corazón estaba más herido que nunca, el amor de mi vida se alejaba de mi lado por culpa mía, por todas las palabras que le dije, por decir desesperadamente tantas estupideces sin antes poner las cosas claras entre los dos, por dejarme llevar por la desesperación, por la incertidumbre de no saber cuál sería mi futuro con él, actué por impulso, tratando de no ser herido, tratando de que no me hirieran sentimentalmente, actué por miedo a seguir amando con desenfreno, trataba  de formar un caparazón que me protegiera de cualquier amenaza en contra de mi enamorado corazón, de mis sentimientos, pero todo lo que hice por salir ileso de estas relaciones resulto contraproducente, ahora el dañado era yo, el que sufría era yo, el que se quedaba solo como siempre era nuevamente yo, ahora más que nunca sentía que el mundo se terminaría para mi, lloraba y lloraba desconsolado en espera de que todo este dolor pasara, deseaba que todo fuera una horrible pesadilla, una mala jugada del destino que terminaría cuando abriera los ojos y despertara de ese horroroso sueño y todo volviera a la normalidad, no era así, me percate de ello al sentir las frías gotas de lluvia que comenzaban a caer sobre la ciudad, gotas de agua que me estremecieron al sutil contacto con mi piel, me detuve, miré al cielo y el color gris lo cubría entero, volvía ese mal día que tanto odiaba y combinaba a la perfección con mi estado de ánimo, recordé la mañana que había tenido y pensé que desde temprano el cielo me mostraba un mal día para mi, un mal augurio en mi vida sentimental, un día triste, el más desastroso, todo esto me hizo sentir aun peor, mi llanto seguía, mis lagrimas se combinaban con el agua que recorría mi cara haciéndoles perder un poco ese sabor salado característico del liquido emanado de mis ojos, corrí en dirección a casa buscando un refugio que me protegiera del mal clima, no lo encontré sino hasta llegar a casa, entré mojado completamente, el llanto se había ido, mi madre se acercó con una toalla para secarme, me miro preocupada preguntando donde había estado a lo que contesté diciendo que estaba con un amigo, que no me había percatado del mal tiempo y camino a casa había comenzado la lluvia, dicho esto me dirigí a mi habitación, entré, me quité la ropa mojada, me duché aceleradamente, me puse la piyama y me recosté en la cama aun pensativo, a pesar de que los días lluviosos no eran de mi agrado, a este día le estaría agradecido siempre, la lluvia que había caído había ayudado a que mi familia no se diera cuenta de que había llorado, esta lluvia había borrado cualquier indicio de lagrimas en mis ojos, en mi rostro, de lo contrario tendría que haber explicado el porqué de mi llanto y, claro, no estaba dispuesto a abrir mi sexualidad tan fácilmente con mis padres, pensé en esto y sin duda alguna algo bueno me había ocurrido en este día tal fatal para mí.

Recostado y pensativo estuve por largo rato sobre mi cama, la tristeza predominaba en mí, la habitación se sentía sola, en silencio, afuera la lluvia seguía mas y mas fuerte, a lo lejos se escuchaban las voces de mis hermanos y padres que reían y platicaban en la parte baja de la casa, al sentirme solo, sin nadie a quien contarle la tristeza que me invadía, no pude evitar que las lagrimas rodaran nuevamente por mis mejillas, seguí llorando en silencio, minutos después mis ojos se sentían cansados, ya habían llorado demasiado, los parpados pesaban, se cerraban, luché por seguir despierto pero fue inútil, caí en un profundo sueño que me ayudo a descansar y a olvidar la escena tan intensa que acababa de vivir.

No recordé mi existencia hasta el día siguiente……


valoren, critiquen, comenten, sugieran, juzguen y hagan todo lo que saben hacer, de antemano muchas gracias...

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