FANTASIA O REALIDAD IX. Habla el corazón. 1ra part
Habla el corazón, que no sabe mentir, habla el corazón a todas horas de ti, oigo cosas bonitas y presto atención, habla el corazón y yo escucho su voz El día menos esperado en mi vida, llega. Tenía que afrontar mi realidad para poder ser enteramente feliz, decidiría mi vida amorosa, este día habla el corazón.
Hola nuevamente a todos, despues de tanto tiempo sin dar señales de vida paso a dejarles un nuevo capitulo de mi mini-historia, espero y les guste, a mi me encantó escribirlo, gracias por tomarse el tiempo de leerme y sin mas que decir, se los entrego......
Pasaban mis días tranquilamente distante de mis amigos, evitando cualquier encuentro con alguno de ellos dos, aun no sentía las fuerzas suficientes para enfrentarlos, pensaba en su reacción, positiva y alegre de una parte y por el contrario la reacción negativa, la reacción que desilusionaría a alguno de los dos, le destruiría la vida y esto me aterraba, no era mi costumbre hacer sufrir a los demás, esto era lo que más me atormentaba, debido a que los dos se habían ganado, a su manera, mi simpatía, mi atención, tenían un lugar especial en mi corazón y no me gustaría separarme de alguno de ellos por no corresponder a sus sentimientos.
Esta semana el trabajo había sido como siempre, mi vida dentro y fuera de la empresa era la misma, solo había novedades en mi móvil, llamadas perdidas y mensajes que no contestaba, por parte de los dos, no quería herirlos, y evitaba el cruce de palabras con cualquiera de ellos, aunque estaba consciente de que esto era inevitable, estaba seguro que alguno de los dos, sino es que los dos, irían tarde o temprano a mi casa en busca de una explicación por la actitud tan fría que estaba teniendo con ellos, era viernes por la tarde y ni Giancarlo, ni Ricardo se habían presentado en casa para preguntar por mí, solo tenían la esperanza de que yo les contestara alguno de sus llamados por teléfono, me parecía raro, así que este día al llegar a casa, me recosté, después de notar que su preocupación por mi era mínima les mande un mensaje de texto para que se dieran cuenta de que aun existía, esperé paciente la respuesta de alguno de los dos, me contestaron al instante, mi móvil comenzó a sonar, Ricardo me llamaba.
- ¿Hola? –contesté al teléfono.
- ¿Cómo estás? Chiquito. –escuché en la bocina de mi móvil.
- Bien, gracias Rick, y ¿tu, que haces? –pregunté.
- Pues… mmmm…… extrañándote, esperando el momento que me des el sí, que me aceptes en tu vida. –respondió y pude escuchar una sonrisa.
- Paciencia, solo eso te pido, paciencia.
- Está bien, no te voy a presionar, pero, dime ¿Por qué no me contestabas? El domingo por la tarde te marqué varias veces y no me contestaste hasta hoy, -me dijo.
- Mmmm…… es que…… no estuve aquí, salí con mi familia y olvidé mi teléfono, llegamos tarde y ya no te pude contestar, discúlpame. –contesté tratando de ser convincente.
- No te preocupes, quien soy yo para pedirte explicaciones, solo un buen amigo en espera de que me des tu amor. –volvió a decir con su sonrisa.
- ¿En qué quedamos? Nada de presión por favor.
- Ok, ok. –contestó- ¿quiero verte?
- Yo también, mañana por la tarde, en la cafetería del centro, a las seis. –dije.
- Ok, ¿paso por ti? –preguntó.
- No, allá nos vemos. –contesté.
- Bueno, como quieras. –me decía, entonces escuché el sonido que avisa una nueva llamada por la segunda línea del teléfono, reconocí el número y me puso nervioso el saber quién era.
- Espera, estoy recibiendo otra llamada, espera en la línea.
- Ok, espero. –contestó.
- Hola Gian, ¿Cómo estás? –pregunté sorprendido.
- Desesperado, he querido verte, toda la semana te estuve localizando y no contestaste, iba a ir a buscarte a tu casa pero pensé que no era conveniente, decidí esperar a que contestaras, y ahora quiero que nos veamos, la última vez que nos vimos actué muy impulsivo, pero bueno ya habrá tiempo de hablar con calma, ¿nos podemos ver mañana? –preguntó,
- ¿Mañana?…… -contesté dubitativo – espera, deje una llamada pendiente por la otra línea, -retomé la llamada con Ricardo.
- Rick ¿sigues ahí? –pregunté.
- Si, aquí sigo, esperando. –contestó.
- Me tengo que ir, así quedamos, mañana en el café a las seis, cuídate, adiós. –le dije a Ricardo.
- Ok, tu igual amorcito, cuídate, bye. –finalizó la llamada y regresé a la conversación con Gian.
- Gian, mañana no puedo. –le dije.
- ¿Por qué?…… Ahh… vas a salir otra vez con él. –afirmó desilusionado- Bueno está bien el domingo nos vemos, te espero en mi casa, mi familia no va a estar, estaremos solos y podremos platicar tranquilamente.
- Ok el domingo nos vemos, ¿a qué hora? –pregunté.
- A las dos de la tarde, comemos juntos, pedimos algo para comer aquí en la casa. –me contestó.
- Bueno, nos vemos el domingo.
- Ok, hasta entonces, cuídate, adiós. –me dijo.
- Adiós –finalicé la llamada.
Después de hablar con los dos me quedé pensando en lo que estaba a punto de hacer, el fin de semana seguiría mi vida al límite al decidirme por alguno de los dos, al sacrificar los sentimientos de uno por corresponder el amor del otro, Ricardo no tiraba la toalla en ningún momento, siempre tan positivo, estaba seguro que le correspondería, en ningún momento se sintió amenazado por la presencia de Gian pero yo tenía mis dudas acerca de él, era un amor pero lo conocía muy poco y esto me detenía a aceptarlo, y al hablar con Giancarlo pude darme cuenta en su voz que estaba triste, algo lo afligía pero no estaba seguro de ello, al sentir su estado de ánimo tan decaído pensaba en como tomaría mi decisión si a él lo alejaba de mí, lo destrozaría, lo confundiría aun mas porque yo me sentía responsable de que tuviera ciertas inclinaciones por personas de su mismo sexo, tenia temor de alejarse de mí, se veía desplazado por Ricardo, me convencí de esto al ver su reacción cuando me sorprendió saliendo tan alegre con Rick, y si al contrario, lo elegía, su emoción sería enorme, volveríamos a ser los de antes, los amigos, confidentes, compañeros, nuestras vidas seguirían tal y como habían sido antes de la llegada de Ricardo a mi vida. Pensativo y sumido en mi dilema poco a poco mis parpados fueros cerrándose, cada vez más pesados, cansados de las actividades diarias hasta caer en un profundo sueño que me ayudo a descansar y dormir hasta la mañana siguiente.
Sábado, seis treinta de la mañana, me levanté animado decidido a iniciar mi día, ejercicio, ducha, desayuno, trabajo, conversaciones, mas trabajo, cansancio, casa, descanso, ducha, primer encuentro determinante con Ricardo, encuentro alegre y feliz o triste y desalentador, contaba cada instante, cada paso que daría hasta que llegara la tarde, me vería con Rick tal y como la habíamos planeado el día anterior, nervioso y ansioso por tan esperado momento el día pasó rápido, en un abrir y cerrar de ojos ya había llegado la hora de la cita, limpio y bien vestido salí de casa caminando tranquilo hacia el lugar acordado, no era mi prioridad llegar temprano, quería hacerlo esperar, hacerme el importante, tomaba fuerzas durante el trayecto para no titubear al hablar con él, no ser débil y hacer escuchar mis palabras, mis razones del porqué mi decisión, de pensar en cómo hablar, en elegir las palabras adecuadas para dejar claro lo que quería transmitir, de hablar seriamente sin escuchar razones que me hicieran cambiar de opinión, de no recordar las cosas vividas con él para que no influyeran en mi decisión final, nada de lo pasado importaba, nada de lo maravilloso que habíamos vivido juntos tenía que anteponerse a lo que pensaba en esos momentos, no importaba la emoción y la felicidad que me habían dado las vivencias con ninguno de ellos, nada de lo experimentado con el otro tenía que hacerme dudar sobre lo que estaba a punto de decir, nada, absolutamente nada de lo pasado tenía importancia, recordaba cada momento de mi vida con ellos y ya no tenían valor alguno, no en ese momento, caminaba sumido en mis pensamientos, después de tanto andar por las calles de la ciudad llegué al lugar, estaba solo, tranquilo, era raro debido a que el sábado por la tarde-noche los lugares más concurridos eran estos, cafeterías, bares, lugares donde las personas solemos asistir para olvidar la cotidianidad de las vidas, entré y mire a todos lados esperando ver a Ricardo, no lo vi, seguí mi camino lentamente, al voltear de un lado a otro lo pude ver sentado en la mesa del rincón más escondido de la cafetería, tomaba una bebida y esperaba paciente mi llegada, me acerqué y al darse cuenta de mi presencia me saludo con un apretón de mano.
- Hola Marco, llegas tarde amor, ¿me extrañaste? –dijo saliendo a mi encuentro.
- Hola, perdón pero venia caminando, pensando, no me di cuenta del tiempo que hice de camino. –contesté, evitando la respuesta a su pregunta.
- Pensando como siempre, adentrado en tu mundo –sonrió- vamos siéntate, pide algo para que me acompañes, ¡mesero! –gritó- y así poder platicar de lo que quieras, esta semana sin verte estuve extrañándote mucho, quiero que volvamos a nuestro lugar. –decía con alegría, el mesero llegó a nuestra mesa.
- Solo un vaso con agua, por favor, -le dije dirigiéndome al mesero.
- ¿Y de que quieres que hablemos? ¿De nosotros? –preguntó acercando su mano hacia mi hasta posicionarla encima de la mía que reposaba sobre la mesa.
- No...... bueno de lo que pasó entre nosotros, porque no sé si haya un nosotros desde ahora. –contesté evitando su mirada, y apartando mi mano de la suya.
- ¿Qué? –dijo- ¿Pero porque? ¿te pasa algo cariño?
- Escúchame Ricardo, te cité hoy para hablar seriamente contigo y poner las cosas en claro, ya no quiero estar en esta situación. –le dije, el mesero se acercó y dejó mi pedido a lado.
- ¿Pero qué situación? –preguntó confundido.
- Ricardo, -tomé un poco de agua- Ricardo, escúchame, todo lo que he vivido contigo ha sido lo mejor que me ha pasado, eres una persona genial, única, paso momentos muy agradables contigo, pero ya no puedo, ya no quiero estar así…… -decía y Ricardo me interrumpió.
- Lo sé, y sabes que lo hago por conquistar tu corazón, sabes que te amo pero, ¿Por qué me dices todo esto? No entiendo. –dijo aun ilusionado.
- Te lo digo porque no quiero que siga pasando nada entre tú y yo, ya no puedo seguir con esto, todo lo que hiciste por mi lo agradezco enormemente, sé que me amas pero no puedo corresponder ese amor tan grande que sientes por mí, te juro que traté de enamorarme, traté de hacer todo lo posible por llegar a sentir aunque sea un poquito del amor que me tienes pero no pude, discúlpame si te ilusioné, perdóname por herirte de esta manera, por usarte para olvidar mi pasado, perdóname por favor, no quise hacerte esto. –trataba de excusarme con cuanta idea se me venía a la cabeza para salir ileso de esta situación, miraba a Ricardo a los ojos, su ánimo había cambiado radicalmente de alegría a una tristeza profunda que yo le estaba causando con mis palabras, sus ojos se llenaron de lagrimas.
- Es por Giancarlo ¿verdad? –dijo y una lagrima rodó por sus mejillas- aun lo amas y es por él que me desprecias, quieres seguir con la esperanza de que algún día el te corresponda de la manera que lo hago yo. –dijo.
- No, no es por él, quiero pensar en todo lo que me está pasando con los dos, no sé que pueda pasar entre él y yo, y por ahora no importa, Ricardo por favor entiéndeme y perdóname, yo…….
- No…… -me interrumpió- perdóname tu a mí, el culpable de todo soy yo por haberme precipitado a demostrarte todos mis sentimientos sabiendo que estabas enamorado de otro, te mostré mis sentimientos con la esperanza de que me amaras, fui muy rápido con esta relación, te presioné para que me correspondieras y ahora éstas son las consecuencias, tu confusión, tu empeño por conquistar ese amor imposible, tal vez te hostigué tanto que te orillé a hacer esto, a alejarte de mí. –me decía con una tristeza que me llegaba hasta el alma y me hacía sentir cada vez mas culpable por causarle ese dolor tan grande.
- No, Ricardo, tú solo me demostraste tu amor y yo no supe corresponderte, yo te fallé, y por eso me siento fatal, nunca quise lastimarte. –le decía.
- No te preocupes, yo me ilusioné, tu nunca me dijiste que me amabas y yo tontamente me aferré a la idea de tener tu amor, siempre pensé que me llegarías a amar y eso fue mi culpa, como dicen por ahí, “en el corazón no se manda”, y yo le hice caso a mi corazón que me decía que tú eras la persona que estaba buscando, el amor de mi vida, mi tonto corazón se enamoró de ti y yo lo obedecí, tú no eres culpable de nada, al contrario, te doy la gracias por tu sinceridad aunque esto me duela hasta el alma. –seguía con su comentario que me acusaba de hacerle la vida tan desgraciada.
- Ricardo…… -traté de seguir hablando.
- No…… ya no sigas Marco, ya escuché demasiado y lo he entendido, no me quieres en tu vida y me alejaré de ti, no te preocupes, ya no te buscaré, has herido mi corazón como nadie lo había hecho, a pesar de todo esto te deseo que seas feliz con quien quieras, ahora te pido que te vayas y me dejes solo. –me dijo.
- No te quiero apartar de mi vida, seremos amigos si así lo quieres……Ricardo, sé que es difícil estar en tu lugar, y entiendo tu molestia, de nuevo te pido perdón y te recuerdo que en mí siempre encontraras un verdadero amigo. –le contesté levantándome del asiento.
- Adiós. –me dijo sin voltear a verme ignorando lo que le decía.
- Adiós –di unos pasos alejándome de la mesa, me detuve y regresé la mirada a Ricardo- y gracias por todo. –me fui del lugar.
Al salir del café caminaba sin rumbo tratando de que no me afectara todo lo que Ricardo me había dicho, recordaba el dolor que le hice sentir cuando le dije que no quería que me siguiera buscando, me sentía la peor de las personas sobre la tierra por haberle destrozado las ilusiones a una de las personas que habían llegado a ser importantes en mi vida, había perdido un amigo, no me importaron todo los momentos que vivimos juntos, era culpable de todo lo ocurrido por dejar que las cosas llegaran tan lejos al aceptar a Ricardo en mi vida para usarlo de comodín, de reemplazo, al ver que Giancarlo estaba alejado de mi vida, me dejé llevar por mis impulsos al querer sacar de mi mente a Giancarlo sin antes aclarar mis conflictos con él y no medir las consecuencias que traería mi actuar al buscar consuelo en Ricardo, era culpable por dejar que la situación se me saliera de las manos hasta llegar al punto de no saber qué pasaría con Ricardo al darme cuenta que Giancarlo sentía algo especial por mí, mi vida sentimental la había vivido “a la ligera”, había sido egoísta al pensar solo en mi y nunca imaginar el daño que les causaría a ellos cuando definiera el amor de mi confundido corazón. Mi vida era un completo desastre, ya le había roto el corazón a uno de ellos, y eso, no era mi especialidad, ahora tenía que ver a Giancarlo, hablar con él, definir nuestra situación que desde este momento parecía estar mejorando por no sentir confusión alguna en mi loca cabeza.
Después de andar por la ciudad como vagabundo de un lado a otro sin destino final, regresé a casa, ingresé a mi habitación, me recosté ya con la mente más tranquila, con un peso menos en mi cabeza, ya no me preocupaba por estar atrapado en el juego amoroso que representaban Ricardo y Giancarlo, Ricardo era un pasado, un ciclo que había cerrado, no de la mejor manera, pero que ya estaba en el pasado, ya no tenía por qué afectarme, me dolió hacerlo pero ya estaba hecho y no había vuelta atrás, ya lo pasado se quedaría en el pasado, ahora solo me preocupaba mi futuro, un futuro incierto, un futuro del que esperaba una mejoría en mi vida, sólo o al lado de Giancarlo, solo esto me tenía que preocupar desde ahora y estaba dispuesto a aceptar lo que la vida me tuviera preparado, ahora esperaría la mañana que estaba próxima, deseaba que transcurriera tranquila hasta llegada la hora citada con Giancarlo. Pasadas las horas mire mi reloj de pulso, las manecillas marcaban las once y treinta, me sentía cansado, preparé mi cama, mi piyama, me cambie de ropa y dormí esperando pasaran rápido las horas para el encuentro con Gian que determinaría el futuro de mi vida sentimental.
Las horas transcurrieron rápidamente, mi sueño se había ido, la noche me había parecido corta, muy corta, apenas me había alcanzado para descansar y recobrar le energía que desgasté el día anterior, me levanté, por fin domingo pensé, me duché, arreglé un poco mi recamara y bajé para desayunar algo, alegre y dispuesto salí de casa, comencé mi día como siempre, hoy tenía la cita con Giancarlo así que sin pensar me dirigí a la casa de mi amigo, caminé sonriente y coreando las canciones que mi reproductor MP3 tocaba para mí, caminaba, sonreía, cantaba, saludaba, tenía toda la disposición de llegar a mi destino para arreglar y aclarar mi mente y mi corazón con Giancarlo, ahora no había nada ni nadie que se interpusiera entre los dos, estaba seguro de que él sentía lo mismo que yo, amor, amor puro, un amor que él se guardaba en lo más profundo de su corazón, amor que no se atrevía a demostrar por miedo a la sociedad, pero ahora estaba dispuesto a aceptar cualquier condición que me pusiera todo con el fin de estar juntos, anónimamente tal vez, pero juntos, él para mí y yo para él. Caminé y caminé hasta llegar al domicilio de Gian, todo era alegría hasta que pude ver a lo lejos que había una aglomeración de personas, no entendía nada, me acerqué para satisfacer mi curiosidad, al caminar hacia el lugar todo mundo me veía, unos asombrados, otros con repudio, otros más con burla, me veían y murmuraban cosas que no pude alcanzar a escuchar, todos me señalaban y mi duda crecía aun más, llegué al punto donde se concentraba la mayor parte de personas, me abrí paso entre tanta gente, llegue al centro de todo esto y me percaté que tenían una pantalla que todos miraban atentos, como pude me esforcé por llegar a apreciar lo que todos miraban con insistencia, no pude contener mi asombro al ver lo que en la pantalla había, ¡¡ era yo!! Estaba en una situación comprometedora, alguien me había grabado teniendo relaciones sexuales con Ricardo, no pude creerlo, miré para todos lados, me di cuenta que los que me rodeaban tenían la vista puesta en mí, acusándome de algo que no era cierto, culpándome de cosas de las cuales era inocente, no sabía cómo había pasado todo eso, no era yo, comencé a caminar alejándome de todos, sus miradas seguían juzgándome, llenas de rabia y desprecio, entre la gente pude ver a mi familia, distinguí a Marcela acompañada por Giancarlo y por Ricardo, yo caminada hacia atrás y la gente caminaba hacia mí, no sabía qué hacer, comencé a llorar por sentir el repudio de la multitud, Ricardo se acercó a mí.
- Marco…… Marco…… ¿ves lo que te pasa por no saber corresponder el amor de alguien? –decía- todo habría sido distinto si me hubieras aceptado en tu vida, pero no fue así, ahora sufre las consecuencias de tu desprecio.
- Ricardo, sabes que no paso nada entre tú y yo, díselos por favor, no me hagas esto. –le supliqué hundido en mis lagrimas.
- No Marco, ya no hay vuelta atrás, lo hecho, hecho está, ya todos saben la clase de persona que eres, y me da gusto que sufras tanto como yo sufrí cuando me despreciaste después de todo lo que yo hice por ti, tu no tuviste compasión al rechazarme y yo no la tendré contigo ahora Marco, ya es tarde para arrepentimientos. –me decía y se burlaba de mi situación.
- ¡¡Por favor Ricardo!! diles que no es cierto, que es mentira, ¡¡por favor!! –le decía.
- ¿Por qué lo hiciste Marco? me has defraudado, nunca pensé que fueras……
- No Marce, -repliqué antes de que terminara esa frase que me dolería hasta el alma- por favor no creas nada de lo que viste, ese no soy yo……
- Una imagen dice más que mil palabras…… -me dijo- ahora entiendo porque estabas tan cerca de mi hijo, siempre lo has querido, no como amigo sino como hombre, eres un asco Marco, eres de lo peor…… -reprochaba y me dio una cachetada que retumbó lo más profundo de mi ser.
- No Marcela…… te juro que…… -trate de decir entre mi llanto imparable lleno de desespero y confusión.
- ¡¡ Ya basta Marco!! Ya no sigas diciendo más estupideces, no quiero volver a verte en mi vida ni cerca de mi familia, te desprecio, te odio Marco. –me dijo Marce, Giancarlo solo me veía con desprecio sin decir nada.
- No entiendo que hicimos mal para que nos pagaras de esta manera, me avergüenzo de ti, no eres digno de ser mi hijo, te desprecio como no tienes una idea, no te quiero volver a ver nunca más, eres un…… -me decía acusadora mi madre.
- No mamá, no sigas, no me dejes por favor, te necesito. –le dije mientras veía como me daba la espalda y se alejaba de mi- ¡¡mamá!! ¡¡mamá!! ¡¡no te vayas, por favor!! ¡¡te necesito!! –gritaba sin recibir atención de su parte.
- ¡¡Maricón!! ¡¡eres un marica!! ¡¡marica!! –gritaban y reían burlonamente- ¡¡marica!! ¡¡maricón!! ¡¡Marco eres un marica!! –se burlaban todos de mi.
- ¡¡Cállense!! ¡¡Cállense por favor!! No sigan, ya no sigan por favor, ya basta, me hacen daño, callen por favor, -decía mientras mi llanto se acentuaba mas a cada grito de burla y desprecio que me decían.
Me arrodillé en el piso al sentir la presión de todos sobre mi frágil cuerpo, me cubrí los oídos con las manos para no seguir escuchando todos los gritos de repudio en mi contra, gritos que lastimaban mi existir, mi vida, todo mi ser, agitaba mi cabeza de una lado a otro esperando todo terminara, llegue al límite de mi desesperación y sin pensar salí corriendo del lugar, corría sin rumbo fijo y las voces y risas burlonas se seguían escuchando a lo lejos en forma de eco, parecía nunca terminaría esta situación, corría y corría, de repente todo mi alrededor se oscureció, ya no existía nada, solo yo y esos ecos que retumbaban mis sentidos, seguí con mi carrera y note que una luz se acercaba rápidamente a mí, escuche un estruendoso estallido, me aturdió el sonido emitido y de pronto desperté, mi respiración estaba agitada, el corazón latía tan fuerte que parecía se saldría de mi pecho, mi cuerpo mojado por la excesiva transpiración que había tenido por sentirme en tan estresante situación, todo había sido una pesadilla, un espantoso sueño producto de la culpa que sentía por el sufrimiento de Ricardo, sentí miedo al pensar que él podía hacer algo para perjudicarme, aunque no lo creía capaz tenía mis dudas, poco a poco fui recuperando el aliento, miré el reloj que marcaba las cinco de la madrugada, tomé mi móvil y no me importó, le marqué varias veces a Ricardo hasta que me contestó la llamada.
- Hola, ¿Qué pasa Marco? –preguntó preocupado.
- Perdóname, por favor perdóname Ricardo, ya te explique mis razones, nunca te quise lastimar, dime que me perdonas, por favor, dímelo. –le decía insistente con lagrimas en los ojos.
- No tengo nada que perdonarte…… -contestó.
- Dime que me perdonas, por favor, dímelo, no me voy a quedar tranquilo hasta tener tu perdón Ricardo, por favor quiero escucharlo, no puedo con la culpa. –le dije con desesperación.
- No entiendo nada, pero te perdono ¿ok? Estás perdonado, tranquilo. –dijo.
- Gracias Ricardo, y discúlpame por despertarte tan temprano, ahora te dejo dormir, después hablamos, ¿si? –contesté.
- Ok, ok, hasta luego. –finalizó la llamada.
Después de escucharlo la tranquilidad volvía a mí, me relajé unos minutos y me dispuse a seguir durmiendo y con la esperanza de que la mañana llegara pronto y con miedo de volver a sentir tan real la pesadilla que había atormentado mi vida por unos minutos, minutos que para mí se habían transformado en horas.
No faltaba mucho para la mañana, por fin el día llegaría y hablaría con Giancarlo, arreglaría todas nuestras dudas y aclararíamos todo sobre nuestra relación amigo-novio, estaba ansioso por que el día comenzara, concilié el sueño y seguí con mi descanso.
La cita estaba cerca……