FANTASIA O REALIDA VI. Un nuevo amanecer.
Tratando de olvidar los errores del pasado se presenta en mi vida una oportunidad única; pero antes tengo que cerrar un ciclo que inicié con la ilusión de que no terminara: Giancarlo. Llega un nuevo día, una nueva esperanza, un nuevo amor. ¿Será?......
Sexta parte. Espero y sea de su agrado, gracias por leer......
Lunes, seis y treinta de la mañana, la alarma de mi móvil comenzaba a sonar y a vibrar con un leve sonido que al paso de los minutos se hacia escuchar con mas fuerza hasta que me despertaba y acudía a su llamado, me avisaba que se había llegado la hora de ponerme de pie y recuperar la cotidianidad de mi vida. Lunes, el día que yo mas odiaba, el día de la semana en el que me levantaba mas por compromiso que por gusto, tenia que empezar la semana laboral deseando que el fin de semana, mi único día de descanso, se convirtiera en una eternidad. Este día me desperté y mire por la ventana de mi habitación, con los ojos entreabiertos, pude ver que en el horizonte ya se podía apreciar la claridad de los rayos del sol que iban saliendo sobre las montañas que a lo lejos resaltaban, me senté para regresar mi alma al cuerpo mientras observaba el amanecer tan tranquilo que estaba delante de mis ojos, en las calles ya se podía escuchar el andar los autos que llevan de un lado otro a las personas que tan temprano empiezan sus horas laborales, escuchaba las voces de los pocos transeúntes que pasaban por la acera de mi casa, sonrientes como siempre, saludando alegremente con un “buen día” a cuanta persona encontraban en su andar, platicaban y reían rumbo a sus trabajos, yo solo escuchaba sus pasos y los sonidos que emanaban de su boca, poco a poco se iban perdiendo en la lejanía de la calle hasta desaparecer, al escuchar todo esto me contagié de su buen humor, me levante y me dirigí al escusado para realizar la primera acción fisiológica de todo ser humano, refresqué mi rostro con el agua un tanto fría que salía del grifo y la sequé, al salir me cambié la piyama que llenaba puesta por la ropa deportiva que usaba para la caminata matutina de todos los días, un pants y una sudadera con gorro, me calcé los tenis desgastados que tenia y dirigí mis pasos un poco apresurados a la puerta de la casa, al salir, la frescura de la mañana fue lo primero que sintió mi cuerpo, una frescura que hizo erizar mis vellos y despejar un poco mas mi confundida mente, empecé lentamente a caminar encontrando las personas conocidas de la colonia saludando con un “buen día” a todas ellas, caminaba y el andar de mis pasos iba aumentando cada vez más la velocidad hasta correr y tratar de superar el record del día anterior, pues cada día mi propósito de todas la mañanas era el de superar el tiempo que podía resistir al correr y así poco a poco aumentar mi condición física, esto me parecía estúpido, era un reto que yo mismo me había puesto para bajar un poco de peso, peso al que yo llamaba “energía acumulada”.
Este día no había pasado a casa de Marcela a recoger a Giancarlo para salir a correr, no tenia ganas de verlo y creo que él tampoco, así que decidí olvidarme en ese instante de él, pero no podía olvidar lo vivido en la playa, no pude evitar recordar la noche que pase junto al que creía el amor de mi vida, el solo pensar en eso hacia que suspirara y me incitaba a revivirlo en días posteriores, solo tenía que contentarme con Gian y había la posibilidad de volver a repetir la inolvidable noche. Pensaba en cómo sería, pero perdía la esperanza al recordar la reacción que tenia Gian después de lo sucedido y trataba de olvidarlo.
Seguía corriendo, escuchando música en mi MP3, en ese momento me percate de que un tipo corría tras de mí, queriendo alcanzar mis pasos, al parecer lo había estado haciendo durante todo mi recorrido y yo no me había dado cuenta, voltee a verlo disimuladamente y me senté en la orilla de una de las jardineras del parque, el se detuvo para descansar, hacía ejercicios para seguir trabajando sus músculos, me miraba con insistencia, al darme cuenta de su acoso visual, volvía la vista hacia donde él estaba y el joven cambiaba el rumbo de sus ojos hacia otro objetivo, estuvimos así por unos minutos hasta que nuestras miradas se cruzaron, nos miramos fijamente y el esbozó una sonrisa que a mi me llenó de alegría la mañana, yo respondí su noble gesto con la misma expresión y agitando la mano en señal de un “hola”, entonces dejo de hacer sus movimientos y comenzó a caminar hacia donde yo me encontraba, caminaba lentamente sin quitarme de encima su mirada amenazadora, en ese momento me sentí nervioso, mi corazón comenzó a latir cada vez mas a prisa, mi respiración era agitada, no por el ejercicio, sino por la situación a la que me enfrentaría cuando ese chico llegara ante mí, me relaje un poco y me recosté en el fresco pasto de la jardinera, cerré los ojos y esperé. Al llegar se sentó a mi lado, sentí su presencia, seguí con los ojos cerrados y el corazón acelerado en espera de las palabras de mi nuevo acompañante. El joven suspiro profundamente.
- Uuffff…… que cansancio, eso de estar en forma requiere muchísimo trabajo y esfuerzo, ¿no lo crees? –decía y al momento abrí los ojos para confirmar que me dirigía la palabra.
- Heee…… sí, claro, para mantenerse en forma hay que estar ejercitándose a diario, como dicen por ahí, “la belleza cuesta”. –Respondí sonriente levantándome para verlo de frente.
- Pues este cuerpecito tiene muchos años de ejercicio, y vaya que me a costado –sonrió– no creas que me gusta ser presumido, solo me gusta estar en forma –me respondió mirando a todos lados y sonrió por los comentarios.
- Si, - sonreí - se nota tu cuerpo trabajado.
- ¿Y tú? ¿Haces mucho ejercicio? –preguntó.
Sonrió nuevamente al verme, nuestras miradas se cruzaron y sus ojos se clavaron en los míos haciéndome temblar por su presencia, suspiró profundamente mientras seguía con la mirada acosadora.
- Mmmm…… ¿Yo?...... sí, bueno no tanto como tu, mi cuerpo debe hablar por sí solo, ese exceso de grasita es difícil de eliminar y no soy tan aficionado al ejercicio. –sonreí tímidamente.
- Tu no estas gordito, ¿Quién te dijo eso? –pregunto inspeccionando mi cuerpo.
- Mi espejo –respondí al instante – mi espejo me lo dice a diario. –sonreí- y quiero bajar un poco.
- Pues para mi estas muy bien. –aseveró, mi mirada seguía inmersa en ese universo que representaban sus bellos ojos para mi y en mi mente tenia pensamientos llenos de fantasías al estar frente al joven que me acompañaba.
- Mucho gusto, me llamo Ricardo –me decía mientras estiraba la mano para saludar. -¿Y tu? ¿Como te llamas?
- Ma… mar…Marco, me llamo Marco, el gusto es mío Ricardo. –respondí con nerviosismo saliendo de mi imaginación y respondiendo su amable saludo con un apretón de manos.
- ¿amigos? –pregunto.
- Amigos. –respondí.
- Y bien Marco ¿vas a seguir corriendo? Lo podríamos hacer juntos para platicar y conocernos un poco mas, ¿no crees? –preguntó.
- Si, otros minutos más antes de regresar a casa para prepararme para el trabajo. –contesté.
- Pues vamos para que no se te haga tarde.
Retomamos juntos nuestra caminata mientras platicábamos de lo que hacíamos, de nuestras cosas, nuestras vidas estaban quedando al descubierto frente a un desconocido, si este era el nacimiento de una nueva amistad, tendría que ser sin cohibiciones, sin secretos y eso era lo que pretendía hacer para tratar de no recordar, más bien olvidar, a Giancarlo.
Después de correr un rato y conocer a este chico que había llegado a remover mis sentimientos le comente que ya era tarde, ya eran las ocho de la mañana y tenía que regresar a casa para prepararme y salir rumbo a mi trabajo para llegar antes de las nueve a comenzar mis labores.
- Ya es tarde, me tengo que ir, sino no alcanzo a llegar a mi trabajo. –le comenté.
- Esta bien, ¿vienes caminando?
- Si, vivo a siete cuadras de aquí –respondí.
- Yo traigo mi auto, si quieres te llevo, llegas mas pronto y no andas tan aprisa, ¿te parece?
- Mmmm…… no quiero abusar de la amistad que apenas comenzamos. –le dije.
- No te preocupes, yo te quiero llevar, anda vamos.
Y salimos rumbo a donde estaba su auto, al llegar nos subimos y el arranco el motor haciéndolo caminar para salir del estacionamiento mientras me preguntaba sobre mi trabajo.
- Y ¿en que trabajas?
- En “MEDIC CENTER”, una empresa que fabrica instrumental médico, ya tengo dos años ahí trabajando y estoy muy contento en ese lugar. –señale.
- ¿En serio? En la misma empresa trabaja mi prima, se llama Natalia pero todos le decimos Naty, ¿la conoces? –preguntó.
- Si, claro que la conozco, está en mi área y nos llevamos muy bien, es una gran amiga. –respondí.
- Y ¿que te cuenta la prima?......
Así se pasaron los diez minutos que tardamos en llegar a casa, entre preguntas y respuestas referentes a mi trabajo y a la relación que llevaba con su prima, mi amiga Natalia, entre risas, miradas insinuantes y señalamientos que explicaban como llegar a mi domicilio, hasta que por fin nos encontramos enfrente de nuestro destino.
- Aquí, aquí es, la casa con el portón café, ahí tienes tu casa. –comenté.
- Ahh, gracias…… ahora no me voy hasta que cruces la puerta, no quiero que te pase nada –sonrió.
- Bueno, gracias por traerme fue un placer conocerte. –dije mientras bajaba del coche.
- El placer fue mío, mañana te veo en el parque para seguir platicando o quieres que pase por ti y nos vamos juntos. –sugirió.
- No, como crees, bastante hiciste con traerme hoy, mañana te veo allá, ¿te parece?
- Como quieras, pero antes ¿me das tu numero de móvil? – me lo pidió con cara de gato de shrek y yo no se lo pude negar.
Intercambiamos números y me despedí con un apretón de manos, entré a casa recordando al joven que había conocido en el parque, una persona mas se sumaba a mi lista, o de amigos o de conquistas fallidas, era muy guapo y yo sentía que había tenido algo de interés en mi, o tal ves eran solo ideas y falsas ilusiones mías. Entré a mi habitación sin darme cuenta que ya eran las ocho y treinta, solo tenía media hora para arreglar mi recamara, ducharme, preparar mi ropa, vestirme, peinarme, desayunar algo ligero, cepillar los dientes, y llegar a la empresa, solo treinta malditos minutos que no me alcanzaban para dejar las cosas tan perfectas como era mi costumbre, estaba un poco molesto porque había perdido mas tiempo del debido, todo por quedarme a conversar con el hermoso de Ricardo, solo al recordarlo lo olvidaba todo. Una ves hecho todo esto salí de casa en el auto de papá, eran las ocho con cincuenta y cinco, mi padre me llevaría para no llegar tan tarde y evitar una sanción por mi retraso en el trabajo, llegue volando a la empresa y directo fui a mi lugar de trabajo.
El día como todos los anteriores ocurrió normal, claro, con un poco menos de stress, me había olvidado de ese estado de ánimo durante mi estancia en la playa y solo me daba tiempo para pensar en el chico, Ricardo, otra vez comenzaba con mis pensamientos ilusos y ni siquiera sabia lo que Rick sentía, podría haberse interesado en mi o solo me veía como un amigo, podría, pero nada era seguro, tal vez y con el tiempo se darían las cosas, total, ya me estaba acostumbrando a estar solo y quizá solo era mi necesidad de estar con alguien, era prematuro pensar el algo así si apenas lo había conocido, pensaba y echaba a volar mi imaginación sobre lo que podría pasar entre los dos.
Cuando lo conocí Ricardo era un chico moreno, de 26 años, como de 1.82 m de estatura, pelo negro muy corto a los lados, un poco mas largo arriba, barba ligeramente crecida como de dos días sin afeitar, poblada, en su cara resaltaban sus ojos, unos ojos grandes de un color negro profundo, cautivadores, sus labios de color rosado y algo gruesos, apetecibles, delgado pero con un cuerpo detalladamente marcado como esculpido por los ángeles, sus músculos siempre definidos, muy ágil y adicto a los deportes en especial al futbol, unas piernas torneadas bien marcadas que pude apreciar por encima del pants que llevaba puesto, un pantalón ajustado a su figura y una sudadera igualmente adherida a su piel con unas pequeñas marcas de sudor que lo hacían ver aun mas sexi, no terminaba de admirarlo, era simplemente un Dios griego.
Al día siguiente, martes, desperté antes de que sonara la estrepitosa alarma de mi móvil, eran las seis de la mañana y ya deseaba que llegara la hora para ir al encuentro con mi nuevo amigo, me levante para ir recogiendo mi recamara, quería evitar que me ocurriera lo del día anterior, acomodar zapatos, separar ropa sucia mientras escuchaba música con poco volumen para no despertar a mi familia y busque entre la ropa de mi inmenso clóset las prendas que llevaría puestas durante el día, hecho esto me quite la piyama y me puse la ropa de ejercicio, me dispuse a esperar la hora para salir de casa y correr hasta llegar a tan concurrido lugar y encontrarme con Ricardo.
Seis y treinta, salía de casa mas a prisa que nunca encontrándome con las personas de siempre, esa mañana no caminaba, corría tan a prisa que parecía estar en una persecución con la policía tras de mi, las pocas personas que encontraba me veían con desconcierto, con caras de asombro, como preguntándose el porque de mi carrera, pues era raro verme corriendo tan pronto cuando siempre lo hacia en el parque, me detuve al terminar la sexta calle antes de llegar al lugar, la ultima cuadra la caminé con la intención de recobrar un poco el aliento y no llegar tan agitado a mi destino, llegue al parque en menos de 10 minutos, nuevo tiempo record, al entrar voltee para todos lados con la esperanza de ver Ricardo ejercitándose, no lo vi, me coloque los audífonos de mi MP3 para escuchar algo de música, comencé a caminar despacio por la pista que daba la vuelta al parque, no me di cuenta que detrás de mí Ricardo venia corriendo, solo pude ver cuando había pasado por uno de mis lados y sentí el remolino de viento que dejaba tras su paso.
- Si no corres nunca vas a bajar de peso y te quedaras así de “gordito”. –me dijo esto con una risa, no, que digo risa, una carcajada burlona que me hizo tratar de alcanzarlo, pues ya iba como 5 metros delante mío.
- Ahh…… ¿siii? –fue lo único que pude decir antes de comenzar a correr tras los pasos de Ricardo.
- ¡corre! ¡corre! Y trata de alcanzarme y te aseguro que no lo logras. – me decía aun con su risa burlona. –buuuuu con ese paso nunca bajaras de peso. –seguía riendo.
- ¿Eso crees? –la decía- si te alcanzo me las vas a pagar, te lo juro. – seguía gritando mientras trataba de correr lo mas rápido posible, dar lo mejor que mi cuerpo pudiera para alcanzar a Ricardo y demostrarle que no era tan perezoso para el ejercicio.
Corría y corría a mas no poder, mi objetivo si que era demasiado rápido para mi y eso era una desventaja, al ver que Ricardo me había dejado muy atrás me detuve un momento para descansar, me agache y puse mis manos el las rodillas para tomar un poco de aire y recuperar la respiración casi ausente que tenia, inhalaba y exhalaba rápida y profundamente hasta hacer que el aire llegara a ventilar mis pulmones que estaban sin oxigeno, parecía asmático, en ese instante Rick se acerco, se paro frente a mi con las manos en la cintura, ahí parado, me veía muy desgastado y el estaba tan fresco como la mañana, parecía no haber hecho nada.
- ¿Y?...... ¿lo seguimos intentando? –me preguntó con la respiración un poquito acelerada.
- No, no ves que me muero y tú ¿quieres que siga? –le dije con el aliento entrecortado.
- Creo que te hice correr demasiado, ¿verdad? –dijo.
- Pues algo, si, pero te alcancé. –respondí con una sonrisa al ver que estaba parado delante de mí.
Seguía con mi recuperación y en el momento menos esperado me lancé encima de Ricardo, él se dio cuenta de mi acto y trató de correr para no ser embestido por mi cuerpo pero fue inútil, lo atrape de frente, abrasé su cuerpo y ambos caímos en el pasto de los jardines, dimos media vuelta en el aire y el calló encima de mí, los dos reíamos como locos, nuestras caras quedaron frente a frente, solo unos cuantos centímetros de distancia las separaba, nos miramos a los ojos fijamente y poco a poco se fue perdiendo la sonrisa por los nervios que la situación presentaba hasta quedar solo con la mirada de uno clavada en los ojos del otro, me quede muy serio al ver esos ojos negros tan profundos, me hipnotizaron al instante, eran verdaderamente hermosos, después de unos minutos Ricardo sonrió para romper el silencio que nos invadía, lo correspondí haciendo lo mismo, él se fue acercando cada vez más hacia mi boca, hasta que nuestros labios se unieron en uno solo, me besó, fue un beso corto, lleno de ternura, un beso superficial donde no hubo nada de lujuria, sin deseo, un beso inocente, como el beso de un hijo a su madre, yo solo me deje llevar por la situación, durante los pocos segundos que duro el sorprendente e inesperado beso me sentí flotando entre las nubes, no existía nada ni nadie a nuestro alrededor, no me importó el lugar donde nos encontrábamos, solo quería disfrutar del momento y seguir sintiendo la tibieza de los labios de Ricardo, al separarnos el volvió sus ojos a los míos y sonrió tiernamente, yo le correspondí con el mismo gesto y enseguida sin decir nada se separó de mi, se levantó y me extendió la mano para ayudar a ponerme de pie.
- Disculpa por hacerlo, espero no te haya molestado, solo me deje llevar por la situación. –me decía con las mejillas sonrojadas.
- No te preocupes, no lo hiciste solo, yo también participé –sonreí tímidamente- pero dime ¿Por qué lo hiciste?
- Mmmm…… pues…… primero, como te dije, porque me deje llevar y además desde que te vi por primera vez me gustaste mucho y eso fue hace como seis meses, no te vayas a enojar pero tengo todo ese tiempo viniendo a este parque a correr, a acosarte, a observarte, siempre buscando la oportunidad de acercarme a ti pero nunca estabas solo, siempre acompañado de un chico con el que te ejercitabas a diario, y hoy que tuve la oportunidad no la quise desaprovechar. –seguía diciendo.
- Ok, ok y ¿tú sabías que soy gay? –pregunté.
- La verdad tenía mis sospechas, el verte siempre solo con el mismo chico me hizo hacer mis conclusiones y confirme todo cuando te vi en un antro gay en el centro y también ibas acompañado por el mismo chico, por cierto ¿es tu novio? –preguntó.
- ¿Giancarlo?- sonreí- no, solo somos amigos, amigos con derecho a roce nada mas, es hijo de una amiga y ahora no quiero hablar de él. –le dije con antipatía.
- Está bien, ese tal Giancarlo no está en discusión, ah y volviendo al tema, ese día que te vi en el bar quería acercarme a ti, pero te note muy emocionado con el espectáculo de aquella noche y no quise interrumpirte –sonrío- y desde entonces seguía intentando acercarme a ti, te confieso que me había convencido que tu amigo era tu pareja.
- No, ya quiero olvidarme de él por un momento, no me arruines el día por favor. –dije secamente con molestia.
- Bueno, ¿y te gustó? –preguntó.
- Perdón……
- Si, el beso, ¿te gustó? –repitió la pregunta.
- Mmmm…… la verdad…… mmmm…… si, me gusto, pero por ahora no quiero hablar de eso, mejor seguimos con el ejercicio, ¿ok?
- Ok, vamos entonces, trata de atraparme y ahora si me dejo alcanzar, ya se cual es mi premio. –dijo entre risas empezando a correr.
Seguimos con la caminata, platicando y conociéndonos un poco más, ahora yo era el entrevistador, quería saber de su vida, su trabajo, todo sobre él, por lo que me contó supe que es abogado, un joven abogado que tenía su propia firma en sociedad con su hermano, no tenia horario puesto que siendo su negocio podría atender al cliente cuando el cliente quisiera con la mejor disponibilidad y sino su hermano se encargaría de los asuntos en su ausencia. Después de una larga charla Ricardo me llevo de regreso a casa, otra vez se me había hecho tarde para el trabajo, me dejó en el domicilio y se fue rápidamente quedando en llamarme para salir en alguna ocasión.
Tras entrar a casa reflexionaba en lo que me había ocurrido con Rick en el parque, pensaba en que era demasiado prematuro lo que había pasado, pero, sentía que había sido algo sincero, honesto, en los dos días que tenia de conocer a Ricardo me había sentido muy bien con su compañía, había sido un libro abierto para mí y claro, el no lo había hecho solo, yo había correspondido su sinceridad y su beso aunque tenía una revolución de ideas en la cabeza, por otro lado pensaba en que solo era mi necesidad de sentirme acompañado, de dejar la horrible soledad de la que era víctima y pues tendría que estar de un solo lado, dejarme guiar por el corazón que era capaz de hacerse falsas ilusiones o por el pensamiento, que buscaba razones para no dejarme llevar por lo que el corazón me decía, en verdad estaba confundido.
Lunes, Martes, Miércoles, Jueves, Viernes, todos los días había estado entrando a una nueva rutina, por las mañanas, levantarme muy temprano para salir a ejercitarme con Ricardo, regresar para ir al trabajo y realizar mis actividades correspondientes, salir por la tarde y dedicarme a descansar y platicar por medio de mensajes de texto con Rick, mensajes en los que me decía frases de amor, piropos, algún poema o parte de alguna canción que hablaba de lo que estaba viviendo conmigo, eran palabras que me alegraban la tarde y me hacían sentir amado, me hacia invitaciones al cine o tal vez a salir solo a tomar un helado para platicar y pasar más tiempo juntos, invitaciones que no podía aceptar porque tenía cosas que hacer en casa y el aceptaba mi respuesta sin reparo alguno y comprendiendo mis excusas, esto no detuvo a Ricardo ni un solo momento ya que me seguía mensajeando durante todos los días a veces hasta la media noche expresándome su sentir que cada vez me parecía mas y mas sincero.
Por fin, sábado, había llegado el último día de la semana laboral, el más corto, el día en que me levantaba con más ánimo que nunca dispuesto a acelerar mi ritmo de trabajo para que pasaran más rápido las horas y salir de esa prisión con rumbo a la diversión del sábado por la noche. Esa mañana me levanté como siempre y me dirigí al tan esperado encuentro con Ricardo, parecía que ese día Rick había llegado más temprano que de costumbre, al entrar al parque lo vi a lo lejos sentado en el pasto de los jardines con la mirada fija en la nada, parecía muy pensativo, me dirigí hacia donde estaba y lentamente giró la cabeza para verme, se levantó al darse cuenta de mi acercamiento y se dirigió a encontrarme.
- Ya no aguanto más, es demasiado, tengo que hacerlo, no me importa nada solo lo que yo quiero y debo hacer, te amo, estoy enamorado de ti y lo sabes. –me decía mientras me tomaba por el cuello y me empujaba haciéndome quedar entra el tronco de un árbol y su cuerpo pegado al mío.
- Perooo……-traté de habla y él me calló en un segundo.
Puso sus manos tras de mi cabeza, me miro fijamente a los ojos, se acercó a mis labios y comenzó a besarme con desespero como si fuera la última vez que nos veríamos en ese lugar, me besó intensamente y con sus labios me pedía que no me alejara nunca más de su lado, nuestras lenguas se fundieron en una sola, mordisqueaba mis labios deseando poseerlos eternamente, yo correspondí su caluroso beso con el mismo deseo, no tenía otra opción puesto que estaba atrapado entre el árbol y el fantástico cuerpo de Ricardo, pase mis manos a su espalda y lo apreté fuertemente para que no se apartara de mi lado mientras seguíamos fundidos en la efusiva unión de nuestros labios, después de unos segundos nos separamos para recobrar un poco la respiración que se estaba ausentando, lo mire directamente a los ojos con las mejillas sonrojadas y una sonrisa tímida, Rick sonrió igualmente, por la emoción me lancé a sus brazos y lo abrace fuertemente por el cuello vitando la mirada insinuante de Ricardo y mi semblante cambio radicalmente de una cara llena de felicidad con una sonrisa de oreja a oreja a una mueca de terror, de sorpresa, de vergüenza al reconocer a una persona que rondaba el lugar y que había presenciado toda la escena.
- ¿Qué te pasa?......... –me preguntó Ricardo sorprendido al darse cuenta de mi cambio de expresión mientras lo alejaba desesperadamente de mi lado………
valoren, comenten, sugieran, critiquen y hagan todo lo que ustedes hacen, me ayudarian muchisimo si me escribieran que piensan sobre el relato, XD XD XD XD XD 1000 6R4C145!!!!!!! =) =) =) =)