Fantasía medieval (2)

Ella ha organizado el juego, y ahora lo dsifruta

Capítulo 3

—    Gracias a Dios que ya llegó— dice una señora mayor vestida con ropas de hace siglos a modo de recibimiento al abrir la puerta de la casa.

—    Pase, pase, el señor le espera—

En cuanto traspaso la puerta, un señor de unos sesenta años vestido como un prohombre del siglo XVII sale a mi encuentro, me abraza y me explica que está muy apenado porque su hija está cada día más enferma y no sabe de qué extraña enfermedad.

Me conduce al piso superior y me acompaña hasta una alcoba decorada con una ambientación acorde a la época que representamos.

Esta casi a oscuras y solo se distingue en una esquina, frente a una ventana casi cerrada, la figura de una mujer cabizbaja. El supuesto padre, me deja a solas con ella. Me acerco y al oír que me acerco, la mujer se levanta presurosa y viene a mi encuentro abrazándome.

—     Querido primo, que alegría me da el verte. Espero que estos hábitos que llevas no hayan apagado totalmente el amor que sentiste por mí y me ayudes en este trance— me dice casi llorando.

Todavía no he asimilado el papel que me toca representar con estos hábitos que visto, así que dejo que sea ella la me muestre el camino. Se acerca hacia la ventana y abre el postigo, y se da la vuelta hacia mí, dando la espalda al chorro de luz que entra por la ventana.

Lleva puesto una especie de camisón, largo hasta los pies, de media manga y de muy fina tela, tanto que se transparenta su silueta a través de él. No lleva ninguna otra ropa interior y adivino claramente donde están sus pechos, y su velludo pubis. Lo cierto es que está sensacional y que se ha peinado y maquillado como si de una princesa barroca se tratara.

—     Mi padre se ha empeñado en casarme con un hacendado de la comarca y yo ya tengo comprometido mi corazón con otro caballero— me dice mientras se acerca sinuosa.

—     Llevo más de dos meses fingiendo una enfermedad que va a terminar por hacerse realidad, por ese motivo mi padre te ha pedido que vengas, quizás encuentres un remedio con las pócimas y hierbas que los monjes de tu orden conocéis—

—    Ahora entiendo la naturaleza de tu enfermedad— me aventuro a decir. No te preocupes que alguna solución hallaremos para que todos quedemos satisfechos.

—    Compruébalo tú mismo y así podrás informar a mi padre de mi estado— dice mientras se saca el camisón por la cabeza y se tumba completamente desnuda sobre el lecho.

Yace en una postura a medio camino entre el recato y la exhibición, parece dispuesta para que un fotógrafo capte con su cámara un cuerpo hermoso. La melena sobre los hombros, el cuerpo apoyado sobre la cadera dibujando la silueta de una guitarra, los pechos grandes con una aureola pequeña y unos pezones que se ponen de punta con sólo el roce de la ropa.

Las piernas cruzadas una sobre la otra cubren su entrepierna, hasta que al acercarme para inspeccionar de más cerca, se separan y me muestran el secreto que protegen. Su coño es puro diseño. La raja que asoma debajo del monte de venus es algo larga.

Los labios mayores no son muy mayores y los menores coronados por un suave rizadito rosado más oscuro que el resto del conjunto. El clítoris lo tiene ancho y el glande está fuera de su capucha.

Actuando en el papel de curandero le digo en voz baja:

—    eso quiere decir que siempre estás a punto, ¿eh ladronzuela?”. Vamos a ver si tenemos algún remedio para aliviar tu pesar—

Miro en el zurrón que me han entregado, saco una trompetilla y cuatro artilugios más. Hago un buen reconocimiento como cualquier curandero de la época. Mientras, disfruto del tibio contacto de su piel, de la perfección de sus formas, de su fresco aroma...

Le acaricio el vientre, su culo es prominente y duro, con unas curvas perfectas como esculpidas con el cincel del escultor. Subo la mano por su costado y rodeo sus pechos, acerco la cabeza para escuchar su corazón y aprovecho para darle una miradita a uno de los pezones...lo pellizco y tiro de él hacia arriba. Observo como el pecho se estira y al soltarlo recupera su forma.

Repito la operación varias veces para ver la carita que pone cuando lo hago. Le duele un poco pero el gusto que le da a continuación merece la pena. El otro pecho también requiere de mis cuidados y repito la operación en la otra teta. Daniela gime complacida manteniendo los ojos cerrados, dejándose hace y disfrutando de esta dulce tortura.

Mis pequeños tironcitos sobre los pezones la sacan de sus casillas cuando aplico la maniobra en ambos pechos simultáneamente. Gime, se queja…al tiempo que se relame al tiempo que juego con sus tetas. Los pezones se han puesto duros y sobresalen orgullosos de la curva del pecho.

Después de acercar mis labios a su boca y sentir el aire de su respiración sobre mi cara, le tomo por la muñeca y compruebo el pulso.

—    Se puede decir que todo está perfectamente y que necesitas unos días de descanso, no creo que precises nada más— le digo al finalizar dándome aires de entendido

—    No, no, no es eso lo que le debes decir... estoy muy malita, sobre todo me duele por aquí— me dice llegándose la mano hacia la entrepierna.

—    Creo que deberías comprobar que todavía soy virgen. Seguro que mi padre te lo preguntará; está muy preocupado por eso— dice al tiempo que pone el cojín debajo de su culo y abre las piernas para poner su coñito bien a la vista.

Daniela se ha molestado en depilarse muy bien el pubis dejado solamente un poblado triangulo por encima de donde empiezan los labios.

—     Déjame ver— le digo mientras le paso los dedos por encima de la raja que está completamente mojada.

Acerco la cara y pongo la boca encima de su rajita. Paso la lengua por encima muy despacito y luego la pongo entre los labios pegados con fuerza sobre la mitad de la vulva hasta sentir el sabor de sus jugos.

—     Hay un tratado de un sabio veneciano que dice que se puede saber el estado de salud de una mujer evaluando el sabor de los jugos del coño. Del tuyo, querida prima, no estoy seguro, tengo que repetir varias veces la prueba para asegurarme. Separa las piernas que necesitamos un estudio concienzudo y fiable.

Esto me da pie para comerle el coño durante un buen rato a “mi prima”, lo que gusta a ella tanto como a mí. Su cuerpo reacciona, se estremece y me regala la boca con sus jugos. Le chupo los labios, le sorbo el clítoris y pongo mi dedo índice dentro, con lo que el flujo es incesante y le moja todo el culo.

Hago que se ponga echada sobre el costado dándome la espalda. Tiene un culo respingón, duro y de una silueta perfecta, lo acaricio pasando la mano por ambos cachetes y apretando hacia dentro cuando tengo la mano entre sus piernas.

—    … y esto ¿Qué es? — le pregunto cuando descubro un tattoo que tiene en el costado.

—    ¿es una marca de nacimiento? ¿una señal mágica? — le digo mientras la examino, paso la mano por encima para luego dejarla resbalar hasta encontrar su pecho.

Lo cojo, lo aprieto y lo estiro terminando por el pezón que vuelvo a coger entre los dedos.

Me acerco para olisquear la flor. Daniela poner el brazo por encima de su cabeza para dejarme todo su costado libre. Me acerco, le beso desde la axila hasta la cintura, lamiendo la flor al tiempo que mi dedo hace locuras dentro de su sexo.

Antes de que se corra con mis caricias, saco el dedo y jugueteo en su ojete dándole humedad con sus propios jugos. Después de unos momentos, la primera falange de mi dedo entra en su culo con facilidad…ufff como estoy!!!

Tras un buen rato lamiéndole y sorbiendo los labios, de meter uno, dos y tres dedos para hacerla estremecer de placer, le llega su primer orgasmo. Me regala sus jugos, noto como el perineo se contrae de forma incontrolada , aprieta las piernas atrapando mi mano  y me agarra de la cabellera para tenerme bajo su control mientras disfruta de las ricas sensaciones que la recorren el cuerpo desde los pies hasta la sien.

Oigo que me llaman por mi nombre desde afuera de la alcoba. Es el padre de Daniela que quiere, recibir mi primer diagnóstico y darme las nuevas instrucciones con respecto a su hija.

—    Quiero que te quedes junto a ella día y noche. Quiero saber que come, que bebe, que piensa, con quien sueña, y sobre todo quiero estar seguro que nadie la visita a escondidas ni le manda mensajes de amores imposibles— me dice con tono autoritario

—     Debes prometer por los hábitos que llevas que así lo harás. Confío plenamente en ti— me dice muy confiado en mí diligente comportamiento.

Después vuelvo a la habitación, Daniela sigue acostada. Me acerco a comprobar que todo está bien, y ella baja la sabana que la cubre para enseñarme de nuevo su hermoso cuerpo.

—     Como ves querido primo no termino de encontrarme bien, siento un calorcito por aquí... abajo...  que me sube por aquí y se termina por poner aquí... y no puedo vivir—

Me dan ganas de subirme los hábitos y fallármela así mismo, pero pienso que si sigue la representación como va, vamos a disfrutar mucho más teniendo un poco de paciencia.

—     No te preocupes que pronto encontraremos remedio a ese mal con las medicinas y tratamientos que traigo preparados— le digo apretando el hábito contra el cuerpo de manera que se note bien el paquete.

—    Aquí tengo un posible remedio para tanto “sufrimiento” — le digo sacando un pequeño tarro que contiene un ungüento milagroso.

Unto los dedos con una buena cantidad de pócima y al reparto generosamente sobre su pubis, en el vientre, sobre los pechos y sobre todo sobre su palpitante vulva. Una vez bien repartido recreándome en cada uno de los rincones de su hermoso cuerpo, le indico que ella misma debe continuar con el tratamiento para que el efecto se vea incrementado.

Mientras ella se toca, se aprietas las tetas, se mete los dedos en la raja, yo la observo atento por si tengo que corregirla. Lo hace perfectamente y eso me permite volver a mirar dentro del zurron en búsqueda del remedio definitivo.

Encuentro un dildo grande de silicona de color carne. Lo cojo y lo acerco hasta la raja, me hago sitio entre sus manos y lo froto encima. Uhmmm esto le gusta…y a mi me pone a cien. Pongo la punta entre los labios y empujo… se hunde lentamente en medio de los hondos gemidos de Daniela.

Una vez completamente clavado hasta las protuberancias que simulas los testículos, le cojo la mano, se la conduzco hasta que lo agarra por el extremo. De una forma natural estira del dildo hasta casi sacarlo por completo para a continuación volverlo a clavar por completo.

En lento y sentido mete y saca da lugar a otro mas rápido e intenso. Estoy sentado junto a ella en el borde de la cama por lo que oigo su respiración cerca de mis oídos, la vibración del colchón ante cada embate del dildo y sobre todo puedo ver como reacciona su cuerpo, como su carita refleja su excitación…

Soy espectador… me encanta ver como se folla con el dildo… como aparecen sus jugos…como una cremita blanca sale acompañando la silicona…y se va acumulando entre su coño y el ano.

Daniela…que cosa tan deliciosa…ver cómo te “castigas” con el juguete, como sacas tu lechecita y sobre todo como gimes, como abres la boca de par en par para coger aire, que luego sacas en forma de gritos y gemidos que me recorren la médula como una descarga eléctrica.

De vez en cuando te detienes una instante, me miras, compruebas que sigo embrujado por tus movimientos, y luego continuas como una poseída.

—     Uhmmmm, que rico… me vengo…me vengo— dices mientras mantienes apretado el dildo hasta el fondo y dejas que el orgasmo se reparta por todos los rincones de tu cuerpo.

Daniela se relame, se da media vuelta y me muestra su espalda y su culito. La tapo con la sabana y me siento en una butaca junto a la cama para simular que voy a velar su sueño, aunque en realidad lo que hago es esperar a que se desarrolle la próxima escena.

Deverano