Fantasia hecha realidad (2 Final)

Continuación de la primera parte... espero que les guste.

FANTASIA HECHA REALIDAD. (2ª PARTE)

Y allí estaba yo, con el "soldadito" mirando hacia el techo, un dolor testicular de mil demonios y sin ninguna de las dos que me desahogara. Mi cerebro funcionó rápidamente y llegué a una conclusión: Antes de comer tenía que echar un polvote para relajar mi excitación.

Logrando encerrar bajo el slip el duro garrote que llevaba entre las piernas, recompuse mis ropas y precipitadamente salí del vehículo.

Tenía claro que con Rubí no podría desahogarme hasta la tarde, pero con Lola, es posible que tuviese la oportunidad de satisfacer mi excitación del momento, así que fui a su encuentro tratando de seguir sus pasos, aunque la había perdido de vista cuando se dirigió hacia su coche en busca de unos paquetes.

La Diosa Fortuna me sonrió y pude ver que ya se dirigía hacia una de las salidas peatonales del parking cargada con una caja bastante grande. Corrí hacia ella y la seguí a una distancia prudencial, viendo el sensual y excitante movimiento de caderas al caminar.

Entró en el establecimiento que regentaba sin percatarse de que la estaba siguiendo. Siguiendo sus pasos, instantes después franqueaba la puerta del local, encontrándome en una coqueta y bien decorada tienda de lencería femenina. En un rincón, tras el mostrador, asomó la cabeza de un hombre de edad un tanto avanzada, calculo que algo mas de más de 60 años, menudo y sumamente delgado, calvo, con grandes gafas de pasta, si bien en su vestimenta se podía apreciar buen estilo y calidad en las prendas, no le acompañaba en absoluto su físico.

Buenos días caballero ¿qué desea? – pregunto con voz cansina y rutinaria.

Hola, buenos días... ¿La señora Lola, por favor?

Sí, está en la trastienda. ¿de qué se trata?

Quería comentarle un tema sobre unos seguros de vida por los que se interesó hace unos días - mentí con total naturalidad.

Pase si quiere, en la trastienda podrán hablar con más tranquilidad de estos temas. - Me dijo el hombrecillo, invitándome a pasar tras el mostrador, donde se encontraba la puerta de acceso al almacén - Lola, el señor de los seguros - gritó hacia el interior.

Muy amable – le dije con una sonrisa en los labios

La puerta la cerró discretamente, apareciendo la espectacular Lola en la otra punta del pasillo formado por las estanterías repletas de género y de cajas, con cara de sorpresa al encontrarme frente a ella de forma tan inesperada.

¿Qué haces aquí? – Preguntó Lola, cambiando su expresión de sorpresa por el de una perra en celo.

Verás Lola, con tu inoportuna interrupción en el parking me he quedado a punto de descargar mi esencia y he venido para que tú termines la faena y cumplas en parte tu deseo – Le contesté al tiempo que liberaba de su encierro mi morcillón aparato reproductor externo.

¿Estás loco?, mi marido está ahí fuera - decía con una provocativa y lasciva sonrisa al tiempo que se aproximaba hacia mí.

¿Es tu marido el vejete de la caja?

Sí, ya te puedes imaginar, no sirve para la cama pero paga todos mis caprichos.

Déjate de explicaciones y comienza a exprimirme Lola... o ya ha bajado tu libido – la reté.

Ven aquí, guapo.

Sin mediar más palabras, me tomó del pene y me hizo caminar hasta un rincón oculto desde la puerta del almacén y poniéndose en cuclillas, sin dejar de mirarme a los ojos, comenzó a saborear con deleite mi endurecido cipote y yo a dejarme llevar por las oleadas de placer que su boca y lengua me proporcionaban.

Rubí tiene toda la razón del mundo al decir que eres una golfa... Dios, que buena mamada me estas haciendo.

Lola nada dijo de mi aseveración ni dejó de mirarme con sus chispeantes ojos llenos de lujuria. Me estaba llevando al clímax de forma sublime. Siempre consideré a Rubí como la mejor mamadora de pollas, con diferencia, de todas las damas que me han proporcionado tan sublime placer, pero Lola, no se quedaba atrás en estas lides ni mucho menos.

El sepulcral silencio que nos rodeaba, solo era roto por los sonidos bucales de Lola actuando en mi miembro. Pasados unos agradabilísimos instantes, me pareció escuchar el rechinar de unas suelas de zapatos en el suelo. Agudizando mis sentidos de la vista y oído, comencé a escudriñar entre las estanterías del almacén, y pronto pude comprobar, entre unas pilas de cajas, que el marido de Lola nos estaba espiando... y al parecer, no solo se conformaba con mirar.

Nuestras miradas se cruzaron unos segundos, mi corazón se aceleró ante tamaña "pillada" del marido pero mi pene se endureció más si cabe, quizá por el mayor bombeo de sangre por el aumento del ritmo cardiaco. Lola no se percató de nada, al estar dando la espalda al mirón.

Su rostro no reflejaba indignación ni sorpresa, mas bien todo lo contrario. Me hizo señas para no dijera nada negando con su cabeza, cosa que me tranquilizó. Por mi parte, le invité a que se aproximara con la mano y con un rictus de sonrisa por su parte se aproximó a nosotros tímidamente. El esposo apareció ante mis ojos, con su pequeño y flácido pene sujeto por sus dedos pulgar en índice realizando lentos movimientos masturbatorios y con una amplia sonrisa en su rostro, hizo que en mi rostro también se dibujara una sonrisa.

Lola, se perfectamente que te has tirado a media ciudad y por la cara de placer que tiene tu amante, eres buena en lo que haces – Dijo de forma imprevista el marido.

¡¡Mario!!... yo. – Se sobresaltó Lola al escuchar las palabras de su esposo.

Tranquila cariño, no pasa nada... solo te pido que me dejes participar alguna vez en tus juegos sexuales con alguno de tus amantes. Yo también tengo mis necesidades, aunque poco o nada pueda darte en temas sexuales, yo... por favor, te lo ruego Lola, déjame verte hacer el amor con un hombre joven y varonil.

Lola, se puso en pié frente a su esposo y se cruzaron un tierna mirada. Se abrazaron y se besaron con dulzura, diría que con un profundo amor.

Mi amor, nunca me has hecho lo que le hacías a este señor y me gustaría probar qué se siente. - Manifestó con cariño el cornudo y consentidor esposo.

Sin contestar, Lola se dobló por la cintura y comenzó a comerle el pito a su esposo, quien tuvo una especie de convulsiones en todo su cuerpo al comenzar a sentir el placer proporcionado por los labios de su infiel esposa.

Lola, me estaba dando un auténtico espectáculo, ya que en la posición que adoptó, la corta mini falda que llevaba puesta dejó ante mis ojos un espectacular culo y entre sus soberbios muslos unos brillantes y abultados labios vaginales totalmente abiertos que invitaban a ser traspasados sin piedad. Comencé a masturbarme lentamente ante lo morboso de la situación.

Mario, deja que Tony me folle por favor, lo necesito. – Rogó Lola a su esposo con voz melosa.

Sí, sí por favor, quiero ver como te folla y sentir como disfrutas con un buen pene dentro de tí.

Sinceramente, no me hice de rogar ni que me lo pidiese de nuevo ninguno de los dos. Dirigí mi miembro a su gruta de placer y tras flotar el glande reiteradas veces en su lubricada raja, entré en Lola y comencé a bombear con una cadencia lenta y profunda. Ahogados sonidos guturales salían de la garganta de Lola y los espasmos de de su cuerpo, denotaban el placer que estaba sintiendo en esos instantes... Y la expresión del esposo, era todo un poema... braceaba sin saber qué hacer con sus manos y a todas luces, su clímax estaba muy próximo. Lola se percató de ello y abrazó con fuerza a su esposo por las nalgas para recibir en su boca la descarga láctea marital, que no tardo en producirse, y por sus convulsiones, debió ser una corrida histórica.

La mujer, doblemente penetrada por su esposo y por su eventual amante, al notar la cálida lechada le produjo el tan ansiado orgasmo, simultáneamente al de su feliz marido y con sus contracciones vaginales precipitó también mi placentero y prolongado orgasmo que dejó mis testículos secos totalmente.

Pasados unos minutos y ya recuperados los tres de nuestras respectivas explosiones de placer sexual, nos miramos unos a otros con una sonrisa de complicidad, sin hacer comentario alguno de cuanto se ababa de producir, al tiempo que nos recomponíamos las ropas. Me llamó la atención que el pene del satisfecho esposo de Lola, que en un principio era casi un grotesco pellejo, ahora lucía brillante y orgullosamente apuntando hacia el techo sus escasos 12 centímetros, a pesar de haber tenido una buena eyaculación hacía pocos instantes.

Una vez recompuesta nuestro aspecto, nos dirigimos hacia la tienda propiamente dicha, donde rompí el silencio en el momento de despedirme.

Bien, ha sido todo un placer conoceros a los dos y no solo por lo que acaba de pasar ahí dentro, de verdad.

Igualmente Tony – Contestó Mario al tiempo que estrechaba mi mano con fuerza inusitada. – Y... muchas gracias. Ha sido maravilloso poder llevar a cabo una fantasía erótica que tenía desde que nos casamos Lola y yo. Espero y deseo de corazón que podamos repetirlo de nuevo, pero en la tranquilidad de nuestra casa. Estoy seguro que a mi esposa también le gustará tenerte como invitado.

Cariño, si es lo que quieres te aseguro que lo haremos, pero con variantes. Estoy segura que te encantará lo que estoy pensando - Contestó Lola sin dejar de mirarme a los ojos con una pícara sonrisa - Hasta muy pronto Tony, y gracias por haberme hecho descubrir lo feliz que va a ser mi matrimonio a partir de ahora.

Estaremos en contacto os lo aseguro. - Afirmé con rotundidad.

Lola miró a su esposo con ternura, como pidiendo su permiso para hacer alguna cosa. Dando su beneplácito con un leve movimiento de cabeza por parte de Mario. Lola me abrazó propinándome un increíble y húmedo beso que se prolongó durante bastantes segundos.

Nos despedimos definitivamente y me dirigí hacia a recoger el coche para volver al despacho. Fantástico polvo el que acababa de pegarme con Lola y su esposo y una recóndita fantasía llevada a cabo de forma involuntaria y casual: tirarme a una mujer delante de su hombre.

Pero en esos momentos, tenía otro problemilla. Tras mi reciente descarga seminal, y a pesar de faltar aún unas 3 horas para encontrarme con Rubí, posiblemente notase mi escarceo matinal y posiblemente no llegase a cumplir con las expectativas de mi amante vespertina. Recordé en esos momentos que tengo escondidas en mi escritorio una cajita de unas maravillosas pastillitas de forma triangular y de color marrón que dan renovado vigor a... Bueno, ya saben una pastillita de "Cialis". En cuanto llegué a mi lugar de trabajo, me tomé una sin pensármelo mucho.

A la hora convenida, llamé a Rubí indicándole que en 10 minutos la recogería en el punto de encuentro acordado. Cuando paré a su altura iba vestida tal como le había pedido, pero me llamó la atención unas enormes gafas de sol que cubrían su rostro. Subió al coche y rozamos nuestros labios en forma de beso. Me percaté que estaba muy seria y nerviosa.

¿Qué te pasa? – pregunté

Rubí frotaba sus manos en su regazo nerviosamente y evitaba mirarme. Las gafas de sol aún me producían más inquietud, ya que no era normal que las llevase y mucho menos de semejante tamaño.

Rubí, ¿qué cojones te pasa? - volví a preguntar elevando el tono de voz.

Como única respuesta, se quitó las oscuras gafas de sol y giró su cara hacia mí. Aprecié un fuerte moratón en su pómulo derecho que le afectaba en parte al párpado inferior del ojo.

¿Y eso? – pregunté con sorpresa

Mi marido... ha llegado a casa totalmente borracho y, muy violento diciéndome puta, ramera y cosas así y sin venir a cuento... sin previo aviso me ha pegado un puñetazo en la cara que me ha dejado casi inconsciente, tirándome al suelo. En esos momentos, me imagino que ha podido ver que no llevaba bragas, tal como me habías pedido y también habrá visto... que llevaba tu regalo de ésta mañana en el coño y el "plug" anal que me compré para dilatarme el culo. porque esta tarde me lo quieres follar. - Unas amargas lágrimas se deslizaban por sus mejillas. El resto, te lo puedes imaginar.

Rubí, hay cambio de planes, ahora mismo te llevo a comisaría y ponemos una denuncia a tu marido. Esto no lo puedes tolerar bajo ningún concepto. Pegar así a una mujer es lo último y...

Nooooo, por favor, no quiero hacerlo, no estoy preparada aún, de verdad. Te juro que lo haré, de verdad pero hoy no. Solo quiero recibir un poco de cariño y de ternura... que me hagas el amor como solo tu sabes hacerlo... por favor, te lo ruego...

Rubí, joder, déjate de ostias, mira como te ha dejado la cara ese cabronazo hijo de mil padres. Ahora mismo le pones una denuncia por malos tratos y que le...

Te lo ruego... no soy capaz de hacerlo ahora... vamos al hotel o donde quieras... solo deseo sentirte muy dentro de mí, por favor Tony.

Tras pensármelo unos instantes y tratando de controlar la ira que en esos momentos sentía, le di mi conformidad de continuar con los planes previstos para esa tarde. Si no es ella la que pone la denuncia, poco o nada podemos hace los demás. De buena gana hubiese ido a partirle la cara a semejante personaje: un puto borracho que además, es un maldito mal tratador de mujeres. Dios, como aborrezco a esta gentuza.

Esta situación me había producido un bajón anímico y mis ganas de sexo para esa tarde habían desaparecido prácticamente en su totalidad. Aún así, me dirigí hacia el hotel donde previamente había hecho la correspondiente reserva. Tras la burocracia normal en la recepción, nos dirigimos hacia la habitación. No habíamos cruzado palabra alguna desde había un buen rato y nuestros semblantes eran tristes.

En la habitación, abracé a Rubí con ternura, acariciando su cabello y besándola castamente en la frente. Finalmente esbozó una sonrisa bastante forzada y se separó de mí, comenzando a desnudarse. Increíble esta mujer, con lo que estaba pasando en las últimas horas y aún tenía ganas de "marcha".

Quedó en pocos instantes totalmente desnuda, conservando únicamente los botines de fino y pronunciado tacón. Abrió sus piernas en compás, y su mano derecha se dirigió hacia su entrepierna para dejar a la vista el cordoncito y la anilla de extracción de las bolas chinas que aún llevaba en la vagina. La espectacular visión que me estaba proporcionando, hizo que se me endureciera de forma sumamente vigorosa.

Tras percatarse de mi excitación, se giró, dándome la espalda, flexionó su cuerpo para dejar expuesto ante mis ojos el precioso culo que me debía entregar esa misma tarde.

¿Está todo a tu gusto y como me había pedido? – Me preguntó con voz melosa, de "niña buena".

Sí. Todo está en orden. Eres obediente y eso aún me gusta más.

Después del polvo que le has pegado a la guarra de Lola... ¿Podrás cumplir tu promesa de satisfacerme a mí y follar mi culito?

¿Te lo ha contado ella? – Pregunté extrañado?

Pude ver como entrabas en su tienda y también cuando salías casi una hora más tarde. La llamé por teléfono y me lo contó todo. Que os pilló el marido y que hicisteis un trío con él. - Rubí, mientras me hablaba se aproximó a mí y comenzó a desvestirme con su habitual naturalidad.

Sí, efectivamente, así ha ocurrido todo. Y... ¿no te ha propuesto alguna cosilla morbosa para el futuro?

Sí... hemos quedado en su casa los cuatro, Lola, Mario, tú y yo. Tiene ganas de montaros un espectáculo lésbico "solo para vuestros ojos".

Menuda golfa está hecha Lola... y ahora con el consentimiento de su esposo, imagino que ya no tendrá límites.

¿Te ha comido la polla mejor que yo? – Preguntó al tiempo que se puso en cuclillas y comenzó a engullirse mi erecto y duro pene.

Sabes que es muy difícil que haya una mujer que coma las pollas como tú. Pero si he de ser sincero, se aproxima bastante.

Poco a poco, y sin que Rubí dejase ni por un instante su acción bucal nos fuimos acomodando en la cama. Me estaba poniendo con sus suaves caricias muy próximo al clímax. La tomé con mis manos de la cabeza y la obligué a tumbarse sobre mi cuerpo, besándole los labios e iniciando una húmeda lucha de lenguas.

Es tu turno de placer, no el mío. Después de romperte el culo, necesitaré de la "respiración boca-polla" para recuperarme.

Como desee mi señor. - Contestó sumisa.

Ponte a cuatro patas – Ordené, e inmediatamente, con una sonrisa en sus labios, ahora para nada forzada, adoptó la posición que le había indicado.

Cambié mi posición y me tumbé con mi cabeza entre sus piernas, mirando directamente sus brillantes y abiertos labios vaginales. Tenían un fuerte color bermellón, por la acumulación sanguínea fruto del prolongado tiempo en estado de excitación sexual. Del interior de la vagina, pendía un trozo de cordón y la anilla, pudiéndose apreciar una de las bolas taponando la entrada.

Tiré de la anilla y salió de su interior la primera de las bolas, acompañada de gruesos y espesos gotarrones de flujos vaginales que irremediablemente cayeron en mi cara. Un bufido de placer salió de la garganta de Rubí. Un segundo tirón, extrajo la segunda de las bolas, y un grueso chorro de fluidos, volvió a salir de su vagina cayendo por mi cara y en parte en la misma boca. Delicioso néctar que degusté con verdadero placer y excitación.

A continuación, procedía a extraer el "plug anal", el cual salió con suma facilidad, pudiendo apreciar la dilatación anal producida por el erótico juguete. Introduje los dedos índice y corazón en su vagina, y tras moverlos unos instantes en su interior, salieron totalmente impregnados de sus flujos, llevándolos a continuación hacia su dilatado ano, lubricándolo con sus propios jugos.

Me coloqué tras ella y comencé a jugar con mi verga a lo largo de su vulva que me transmitía los placenteros temblores de sus labios y me empapaba de sus jugos. La visión de sus glúteos y de su dilatado ano era espectacular.

¿Estás preparada para ser follada por atrás?.

Sí, haz el favor de romperme el culo de una puta vez

¿Es lo que deseas?

Sí, deseo sentirte dentro de mí.

Sin mayor demora, casi con brusquedad, introduje mi ariete en un solo empujón arrancándole un gemido de placer que se convirtió en una sinfonía de gritos agónicos y bufidos que expresaban las intensas oleadas de placer que ambos estábamos sintiendo en esos momentos.

Pedimos la noción del tiempo y no puedo concretar el tiempo que estuvimos hasta completar tan fantástico estreno anal de Rubí. Mis manos no paraban de amasar sus tetas, de masajear su clítoris o de introducir mis dedos en su vagina, consiguiendo que encadenase varios orgasmos consecutivos. Yo estaba llegando al límite de mis fuerzas. Las gotas de sudor envolvían todo mi cuerpo y caían sobre la espalda y nalgas de Rubí.

Exploté en uno de los orgasmos más fuerte, intenso y prolongado que recuerdo hundiendo mi verga en lo más profundo de sus entrañas, anegando su cavidad anal con la abundante y placentera eyaculación que tuve.

Ambos, nos dejamos caer totalmente exhaustos sobre el lecho testigo de nuestra pasión.

No sé si he tenido tres o cuatro orgasmos seguidos o uno muy lago. Estoy totalmente agotada y satisfecha.

¿Te ha gustado el sexo anal?

Me ha encantado. Es sublime. Distinto al placer clitoriano o vaginal, pero igualmente satisfactorio. Gracias Tony.

Para mí también ha sido muy intenso el placer que he tenido.

Se nota. Llevo el culo totalmente encharcado de tu leche. Por cierto, el próximo domingo por la mañana ¿tienes algo que hacer?.

Ir a dar un paseo en moto, como de costumbre.

Y yo saldré a correr como cada domingo. Pero en lugar de hacer el recorrido habitual, iré directamente al chalet de Lola y de Mario. A ti también te esperan, claro. – Dijo guiñándome un ojo. - Antes del lío con mi marido, me llamó Lola a casa y me hizo la invitación.

Pues allí acudiré, pero tendrás que darme la dirección.

Te la he mandado ya al móvil, con un mensaje. A eso de la 8:30 de la mañana nos esperan.

Perfecto. Si te parece, nos vestimos marchamos ya, se me ha hecho un poco tarde.

Si no te importa, me quedaré un poco más aquí. Luego ya pediré un taxi para volver a casa.

Como quieras.

Tras una ducha rápida, me vestí y nos despedimos con un tórrido y húmedo beso.

Hasta el domingo Tony. Y hoy, me has hecho muy feliz.

Hasta el domingo, viciosilla. – Le respondí con una sonrisa y un leve beso en sus labios.

Volví a mi despacho. Las empleadas hacía un rato que habían terminado su jornada. Me limité a mirar las notas de las llamadas que había recibido durante la tarde y poco más. A partir de ese momento, se iniciaba el fin de semana, que se prometía movidito. El sábado, como dice el refrán, "sábado sabadete, camisa nueva y polvete"... tendré que cumplir con las obligaciones maritales, con cena romántica, juegos preliminares y arrancarle el orgasmo de rigor a mi esposa. Todo previsible y rutinario, como en la mayoría de los matrimonios.

Me preguntaba en esos momentos, qué tendrían preparado Lola y Rubí. Imaginé que Mario, poco o nada había participado en la preparación de ese encuentro. Por la hora que era en esos momentos, faltaban unas 36 horas para poder descubrirlo y ya me estaba devorando la impaciencia, y me estaba excitando de nuevo. Las pastillitas marrones, animan mucho más de lo que esperaba de ellas.

Me fui a casa y encontré a mi esposa sola. A mi hija, se la habían llevado mis cuñados a pasar el fin de semana en su casa. Me llamó la atención, que llevaba puesta una bata, que le tapaba algo más debajo de culo, y pude apreciar que acaba de pasar por la ducha. Esto no lo hacía desde hace mucho tiempo, recibirme así, en plan provocativo. Tras el beso y los abrazos de rigor y ponernos mutuamente al corriente de las vicisitudes del día, fui a asearme un poco y a ponerme una ropa más cómoda.

Al salir de la ducha, me percaté que mi "soldadito" se encontraba en posición de firmes. ¡Increíble!, una magnífica ración de sexo por la mañana; otra ración de sexo extenuante hacía poco más de una hora y ahora, para bajar la calentura, me propuse follar con mi mujer. ¿Será verdad que el sexo, contra más se hace, más predispuesto está uno a continuar haciéndolo?

Sí, efectivamente, habrán adivinado que esa misma noche disfruté nuevamente del sexo con mi esposa. Y al día siguiente también, en un par de ocasiones. Sexo anodino, no muy apasionado por la falta de entrega de mi esposa, pero me desahogaba y hacía bajar el deseo y la calentura que me producía pensar en el plan que tenía para el domingo.

Finalmente llegó el domingo. Como norma, me suelo levantar media hora más tarde que a diario, a eso de las 7:30 horas, tras el aseo personal y un frugal desayuno, sin olvidar como algo excepcional en este días, tomarme un pastillita de "cialis", no fuese cosa de no dar la talla. Continué con la rutina dominical enfundándome el equipo de protección personal par circular en moto: colocación de la faja, ponerme el mono integral de piel, botas, limpieza de la pantalla del casco, puesta en marcha de la moto para que vaya calentando el motor, últimas caladas del cigarrillo matutino, ponerme el casco en la cabeza, y finalmente, los guantes. Ya de esa guisa, subir a la moto y... a rodar, jejejeje. Ir en moto, es lo mas divertido del mundo sin necesidad de desnudarse, os lo aseguro.

Continué con la rutina, como cualquier otro domingo. Una corta ruta hasta el pueblo próximo y parada, para llenar el depósito de gasolina, y tomar un café en el parador, donde atienden unas bonitas y apetecibles camareras de distintas nacionalidades y fumarme el segundo cigarrillo de la mañana. De paso, dejaría correr el tiempo para llegar al domicilio de Lola y Mario a la hora convenida. No era cuestión de pillarlos en "paños menores" pero tampoco que hubiesen empezado la juerga sin mí.

A la hora indicada por Rubí, pulsaba el timbre del video portero del chalet, e instantes más tarde, apareció el rostro de Mario en la diminuta pantalla.

Hola Mario, buenos días, soy Tony. – Dije al tiempo que me sacaba el casco para que pudiera reconocerme.

Bienvenido Tony, pasa que ya tenemos todo preparado. Contestó Mario, al tiempo que la verja de la entrada comenzó a abrirse silenciosamente.

Colocando el casco sobre el depósito de la moto, reanudé la marcha hasta la entrada del chalet, donde ya me esperaba Mario enfundado en un albornoz. Tras el cordial apretón de manos, me indicó que dejara la moto junto al Mercedes Benz que tenía en la cochera.

Deja la moto y pasa para dentro. Empieza a desnudarte, que las chicas no nos dejan entrar en el dormitorio hasta que no estemos los dos totalmente desnudos.

¿Ya está aquí Rubí?

Sí, llegó hace cosa de media hora. Según me ha dicho Lola, nos están preparando algo muy especial para entrar en "calor". – Contestó Mario con un brillo muy especial en sus ojos. - ¿te apetece un café con algo de licor?

Sí, pero no lo cargues muchos.

En cuestión de unos segundos me encontraba ante Mario como mi madre me trajo al mundo, en tanto Mario me traía de la cocina una taza de humeante café recién hecho en una mano y una botella de brandy Cardenal Mendoza en la otra.

Estaba escanciando un buen chorro de brandy en el café cuando a través de la puerta del dormitorio, pudimos escuchar la voz de Lola:

¿Ha llegado ya Tony?

Sí, ya está aquí... y para vuestra información, ya estamos los dos preparados.- Contestó Mario, con suma excitación en su voz. - Vosotras, ¿ya estais preparadas?

Sí cariño, en una par de minutos, podéis entrar.

Fueron los dos minutos más largos de mi vida. Me tomé el "carajillo" y estuvimos Mario y yo, cruzándonos nerviosas sonrisas constantemente. Ambos teníamos las vergas apuntando al techo.

Pasad ya, por favor – Escuchamos decir finalmente Lola, precipitándonos hacia la alcoba.

Era una habitación enorme, de unos 60 metros cuadrados aproximadamente. En el centro de la misma, una cama donde podrían dormir 4 personas sin tocarse, donde habían colocado dos cómodos butacones, para poder ver el espectáculo que nos tenía preparado. Las persianas estaban bajadas, y la luz artificial de la habitación, incidía totalmente en el lecho.

Rubí, estaba tumbada en el centro de la cama, atada de pies y manos en forma de aspa, con un pañuelo tapándole los ojos, y un "catsuit" negro, muy fino y transparente que le cubría totalmente desde el cuello hasta las muñecas y tobillos. Se notaba que su respiración era muy agitada por la forma en que sus pechos subían y bajan. Por su parte, Lola, vestía con estética de "dómina", con un brillante corsé que dejaba sus pechos a la vista y del que salían unos porta ligas que se unía a unas medias del mismo material, complementado con un erótico tanga con una apertura en el centro que dejaba su brillante coño totalmente expuesto.

Vaya, vaya, vaya, - Dijo Lola con ironía y una malévola sonrisa en los labios. - Los chicos vienen con muchas ganas de guerra y con sus pollas bien tiesas. Lástima que no puedas ver vuestras herramientas la putita que tengo atada en la cama. Sentaos, que vamos a empezar.

Siguiendo sus instrucciones y sumamente excitados, tomamos asiento en primera fila y Lola comenzó la actuación, poniéndose en pié a un lado de Rubí. Tomó una botella en cada mano de una especie de aceite tipo gel, y empezó a dejarlo caer por todo el cuerpo de Rubí, empapando el catsuit y haciéndolo mucho más transparente y brillante. Acabado el contenido de ambas botellas, inició un suave y sensual masaje por todo el cuerpo y extremidades de Rubí, consiguiendo excitarla de tal manera que sus suspiros de agónico placer, resonasen por la habitación.

Mario, se acariciaba el pene casi de forma convulsiva de ver el espectáculo. Por mi mente pasó el lanzarme a la cama e iniciar una follada salvaje con Lola, que con la vestimenta que llevaba puesta, no estaba para otra cosa, haciendo un colosal esfuerzo para no iniciar una salvaje paja.

Aparecieron en las manos de Lola unas tijeras, con las que inició una serie de cortes en el catsuit en que estaba enfundada Rubí. Pronto tuvimos ante nuestros ojos sus suculentos pechos, que asomaba brillantes y erguidos como montañas contrastando sensualmente con el negro de su vestimenta, con unos pezones erectos como nunca había visto. Lola continuaba con su erótico masaje sobre el cada vez más excitado cuerpo de Rubí, haciendo que la nuestra fuese creciendo paulatinamente, sin olvidar de vez en cuando, hacer algún que otro corte por distintas partes del catsuit, dejándonos a la vista cada vez más partes de su brillante piel.

Mi mente quedó totalmente concentrada en las eróticas evoluciones que las dos ninfas nos estaban dando, abstrayéndome por completo de todo cuanto sucedía a mi alrededor. Una oleada de placer llegó a mi cerebro desde mi polla que me obligó a bajar la vista y... ¡Mario me la estaba mamando transmitiéndome unas sensaciones que jamás había sentido!. El bueno de Mario, llevaba dentadura postiza, y el cabrito de él se la había quitado para comerme la polla. No sé como describir la sensación. ¿Alguna vez un bebé recién nacido ha chupado vuestro dedo?... bien, pues imaginar esa sensación en el centro de placer de un hombre. ¡Increíble y súper satisfactorio, os lo aseguro!.

Bien, si era capricho de Mario comerme la polla de la forma tan formidable que me lo estaba haciendo, es su problema. Por mi parte, encantado de que así sea. Me relajé y nuevamente me concentré en la actuación de las chicas, justo en el momento en que Lola realizó un tajo en la tela que cubría la entrepierna de Rubí, dejando ante mis ojos el su soberbio coño, que emitía unos destellos preciosos, no sé si por el aceite, por sus propios flujos o por la suma de los dos. Y claro, llegó o inevitable: empecé a eyacular en la boca del bueno de Mario y a manifestar mi clímax con una serie de bufidos y gritos que llamó la atención de Lola.

¡Joder!, desconocía en ti esa faceta de come-pollas, Mario. –Dijo Lola con cierta sorna.

¡Dios que mamada más impresionante!. Chicas, Mario os ha superado con creces en estos menesteres.

Juega con ventaja, eso de pueda sacarse los "piños" y pueda comerte el chichi o en tu caso la polla, no tiene parangón, ¿verdad? – Dijo Lola tras una sonora carcajada.

Verdad Lola, verdad. – Contesté entre jadeos tras el intenso placer recibido.

Mario se encontraba sentado entre mis piernas, con su miembro como un poste, chorreando mi semen por las comisuras de sus labios y una cara de felicidad que daba envidia al mirarlo.

Perdona Mario, me he corrido en tu boca y sinceramente, ni he pensado en avisarte. Lo siento.

No hay nada que perdonar Tony, de verdad. Siempre he querido saber de primera mano que se siente al hacer una felación y a que sabe el semen de un hombre. Ahora ya lo sé. No ha sido para tirar cohetes, pero no me importaría repetir. – Contestó al tiempo que volvía a sentarse en la butaca.

Tranquila putita – le dijo Lola a Rubí – No has vista nada de lo que han hecho los chicos, pero ahora vas a sentir lo que ningún hombre ha logrado con su rabo.

¡Quiero veros! ¡Quítame la venda, te lo ruego! – Suplicó Rubí

No cariño, aún no es el momento. – Le contestó Lola con una voz profunda y sensual, al tiempo que inició una serie de caricias sobre la vulva de Rubí.

De forma sutil, Lola tiró de un cabo y a partir de ese momento las extremidades de Rubí empezaron a moverse con entera libertad. Las caricias de Lola, fueron acompañadas con introducciones de un dedo, más caricias y dos dedos, luego fueron tres dedos, después cuatro... nos quedamos anonadados cuando vimos con nuestros propios ojos como la vagina de Rubí engullía la mano derecha de Lola quien tras unos lentos movimientos iniciales, terminó por introducir más allá de la muñeca, arrancándole unos gemidos de intenso placer que inundaron la estancia.

Tanto Mario como yo, estábamos absortos ante el espectacular "fisting" vaginal que estábamos viendo por esas dos espectaculares mujeres.

Lola tras fundirse con Rubí un largísimo, tórrido y húmedo beso, le susurró al oído.

Ponte a cuatro patas, pero despacito, no te vayas a dañar.

Rubí, con lentos movimientos, se colocó en la posición requerida y Lola, con un par de tirones en el catsuit, hizo un desgarro que dejó al descubierto su soberbio culazo, todo ello sin haber sacado su mano de la vagina de Rubí y sin que ésta dejase de expresar el intenso placer que estaba sintiendo en su cuerpo.

Lola, con una expresión tremendamente lujuriosa, se nos quedó mirando con una sonrisa.

Necesito a un voluntario.

Es tu turno Mario – me apresuré a decir.

Me miró con una sonrisa de agradecimiento y saltó sobre la cama. Estaba ágil, para la edad que tenía.

¿Qué tengo que hacer? – preguntó con ansiedad y excitación.

¡Follale el culo a ésta zorra, que lo está deseando! – Ordeno a su marido.

Se ubicó Mario con una pierna a cada lado del brazo de su mujer, que seguía fustigando con su mano el coño de la excitadísima Rubí, dirigiendo la polla su brillante agujero trasero, e iniciando una lenta penetración anal, iniciando la receptora del miembro viril, una auténtica sinfonía de exclamaciones de placer. Por primera vez en toda la mañana pudimos escuchar su voz.

¡Sí, Sí, me encanta!, ¡Me gusta ser así de puta!. ¡Me muero de placer!. ¡Folladme como a una perraaaaa!

Mario, inició una follada llena de vigor, como si ese fuese el último polvo de su vida.

¡Dame por el culo más fuerte cabrón! – Gritaba Rubí. - ¡Y tu zorra, muévete más de prisa! ¡aaaaaaah, que bueno eeeeess!

Tony, ven aquí – Me invitó Lola – Yo también necesito una polla.

Me aproximé a Lola y ésta se colocó en la posición de perrito

Fóllame por donde quieras, quiero sentirte dentro de mí.

Ante la visión de tal preciosidad de glúteo, no me lo pensé dos veces, y fui directamente a profanar su ano, que me recibió con una serie de contracciones que hicieron la penetración más placentera aún, acompaña con un alarido de placer tremendo. ¡Se estaba corriendo como una perra, solo penetrándola!. Que puta es Lola. Y no lo disimulaba en absoluto. Bueno yo, la verdad, tampoco estaba para aguantar mucho rato sin explotar de nuevo, pero allí estaba, atacando como un campeón. Mario, tensó todos los músculos de su cuerpo en esos instantes, y con un feroz gruñido, nos indicó que se había corrido en lo más profundo de las entrañas de Rubí, quien no dejaba de jadear y grita, expresando así el placer que en esos momentos estaba sintiendo en todo su cuerpo. Por mi parte continuaba atacando desenfrenadamente la retaguardia de Lola y empezaba a notar los primeros síntomas, muy a mi pesar, de la inminente corrida que iba a tener.

Casi al unísono, como si todo hubiese sido planeado así, empezamos a dejarnos caer sobre la cama totalmente exhaustos: primero fue Mario, obviamente; A continuación, fui yo; las chicas, aguantaron unos instantes más, los suficientes, para que Lola sacase su mano de la vagina de Rubí con delicadeza, para no dañarla. Entonces sí, ambas, se dejaron caer perezosamente sobre la cama, agotadas, exhaustas, con la respiración agitada pero con una cara de satisfacción increíble.

Los cuatro, nos dejamos llevar por el amodorramiento durante una media hora. Nadie decía nada. Nuestras respiraciones se normalizaron, y la relajación invadió nuestros cuerpos. Las imágenes retenidas en mi cerebro de las dos últimas horas, pasaban ante mis ojos una y otra vez, aumentando mi libido y haciendo que mi erección reapareciese de nuevo placenteramente, aunque mi cuerpo se encontrase inerte.

¡Joder Lola, le ha dejado la vagina a Rubí, enorme!. ¡Me da la sensación de meterla en un bote de aceite¡

¿Ya estáis follando otra vez? - Dijo Lola, acompañando su pregunta con una sonora carcajada. – Por cierto Rubí, ¿qué tal lo pasaste?

¡Ha sido increíble!. Sinceramente, no sé si he tenido diez orgasmos seguidos o uno inmensamente largo.

Mario, espera un momento. - Interrumpí. - Rubí, se ha llevado lo suyo desde que hemos empezado y, tu pobre mujercita, se ha llevado todo el trabajo, sin apenas recibir nada a cambio.

Oye, que yo me lo he pasado de miedo con ésta guarra mal follada. – Intervino Lola incorporándose y quedando sentada.

Vale, lo que tú digas Lola, pero dudo que te niegues a mi propuesta. Mario, vamos a hacerle una doble penetración a tu esposa... tu eliges agujero.

¡El culo, yo quiero el culo! – Exclamó Mario con lujuria – Cariño, siempre he deseado hacerlo y nunca me he atrevido a pedírtelo.

Lola besó en los labios a su esposo con cariño y ternura.

Es todo tuyo, ahora y siempre que quieras mi amor.

Gracia mi vida, eres la mejor en todo.

¿Nos perdonas un ratito Rubí?

Encantada, así podré descansar un poco más. Me habéis dejado destrozada.

Descansa entonces, porque la siguiente doble penetración, serás tú quien la reciba.

En tanto, Mario y Lola estaban montando el operativo para iniciar una nueva vorágine sexual: Lola hizo que Mario quedase tumbado en la cama con las piernas colgado, mientras ella misma, procedía a sentarse sobre el erecto pene de su esposo introduciéndoselo ella misma por su culo, dejando sus piernas flexionadas y abiertas al máximo y quedando, por tanto, su preciosa y brillante vagina, totalmente expuesta.

Fóllame el chocho Tony, es todo tuyo. Me incito con inusitada lujuria.

Sin mediar palabra, me introduje en ella, apreciando nítidamente la presión que ejercía del pene de Mario desde el ano.

Iniciamos torpemente los primeros movimientos y muy pronto la sincronización de los mismos empezó a ser perfecta. Lola comenzó con los primeros suspiros y gemidos de placer, que fueron creciendo en intensidad y volumen, conforme nuestras acometidas se iban haciendo más fuertes y profundas.

Mario había se descargado una vez, que yo supiera, en el culo de Rubí; Por mi parte, había sido dos: en la boca de Mario y en el culo de Lola. El tercero, estaba totalmente seguro, iba para largo. Continuábamos a buen ritmo Mario y yo, taladrando sin compasión los orificios de Lola, sin olvidarnos del correspondiente masaje a sus preciosas tetas. Mario desde atrás, las amasaba a placer y deseo. Por mi parte, cuando alguno de sus pezones quedaba a la vista, aprovechaba para lamerlos y morderlos con auténtico deleite, o de su boca, besándonos casi con grosería. Y ella, con los ojos en blanco, gimoteando y azuzándonos para que continuásemos dándole caña bien fuerte.

Reparé unos instantes en Rubí, quien se encontraba sentada sobre sus propios talones, contemplando la escena que le ofrecíamos, acariciaba su clítoris, mientras de su vagina salía un hilo de su exquisito néctar.

Rubí, deja que te coma el coño Mario, que prueba el sabor de tus jugos – Le indiqué, tomando inmediatamente la posición apropiada, aprovechando para abrazar a Lola desde atrás, estimulándole las tetas y el clítoris a Lola, empezando ambas mujeres a juntar sus bocas e iniciar una singular batalla con sus húmedas lenguas.

¡No aguanto mas!... ¡Me corrooooo! – Gritó Lola a los pocos segundos, al tiempo que una sucesión en contracciones vaginales y anales, demostraron el fabuloso orgasmo que estaba teniendo, apreciando por mi parte, como los flujos vaginales comenzaban a empaparme al escurrir fuera de su vagina.

Cuando pudimos aprecian que el intenso orgasmo de Lola había finalizado, comencé a dar las oportunas indicaciones a todos para iniciar la segunda doble penetración entre Mario y yo.

Lola se retiró, dejándose caer sobre uno de los sillones; a Rubí le indiqué que se pusiera en la misma posición en que había estado Lola, pero metiéndose la polla de Mario en su coño y a continuación, fui yo quien se la metió también por su dilatado coño.

Mario dio un fuerte gruñido de placer al entrar en Rubí, y esta, asombrada por lo que sus propios ojos estaban viendo, de ver como dos pollas se abrían camino por el mismo orificio, me miró fijamente a los ojos diciendo:

Los tres sois unos jodidos pervertidos... pero me encantaaaaaa... Diooooosss, que gustazo más grandeeeee.

Te vamos a llenar el coño de leche, a ver si te quedas preñada de nuevo de una puta vez, a ver como se le queda la cara al hijo de puta mal tratador de tu marido – Le dije, aún a sabiendas de que tenía efectuada la ligadura de tropas.

No metas a ese cabrón en esto y follarme los dos como su fuera el último polvo de vuestra vida, haber si tenéis cojones de reventarme el coño, joder.

Ante semejante, tanto Mario como yo, iniciamos un violento y profundo mete saca. La sensación que me producía la fricción del miembro de Mario con el mía, suavizada por los líquidos de Rubí y mezclados con las "aportaciones" de Rubí en mi rabo, era totalmente nueva para mí. Algo distinto, como si la vagina de Rubí, tuviese vida propia o una habilidad especial que le permitiese masturbarme de forma sublime. No sé como explicarlo, pero sí es altamente gratificante y placentero. Por otra parte, sus tetas también fueron blanco de nuestras atenciones, así como su "pepita", que Mario se encargaba de acariciar con sus dedos. ¡Qué jodido el Mario!, parecía una persona anodina y estaba demostrando ser tan vicioso o mas que su mujer, sin cortarse para nada a la hora de proporcionar placer a una mujer, o a un hombre, como ya me había demostrado.

Con un coño tan sensibilizado como tenía Rubí, pronto alcanzó su clímax, aportando más lubricación, si cabe, a nuestras pollas, que continuaban taladrándolo sin compasión. Curiosamente, ni Mario ni yo, estábamos aún por la labor de acabar, pero el ambiente y la excitación del momento de estar experimentando cosas nuevas, hicieron que empezáramos a experimentar todos y cada uno de nosotros el clímax sexual.

Acabados los tres, sudorosos y con las pulsaciones por encima de 120, nos dejamos ir cayendo exhaustos para recuperarnos un poco y normalizar nuestros corazones.

Si planeáis algo similar para el próximo fin de se semana, no contéis con migo. -Afirmo Rubi de forma entrecortada. – Pero para dentro de quince días...

Mario, cariño, desconocía esta "potencia sexual" en ti. Ni cuando éramos jóvenes gozabas de tal energía.

Será la pastillita de "cialis" que me tomé antes de empezar... Me he dado cuenta que es más fácil recuperarse entre orgasmos y que "duras" un poco más.

Ratifico todo cuanto acaba de decir Mario. – dije en esos momentos.

¿Tu también has tomado alguna pastilla? – me preguntó Rubí.

Sí, me tomé una. No sabía como se desarrollaría la sesión que hemos tenido y, quería cumplir. Te aseguro que el tercero no lo hubiese conseguido.

¿El tercero?, con Lola uno, con migo otro... ¿cuál ha sido el otro? - preguntó Rubí.

"La mamada" que le ha hecho mi marido. – Contestó Lola. - ¿Qué os parece si tomamos alguna cosa y planificamos la próxima?

Todos contestamos que sí al unísono y levantándonos perezosamente, nos dirigimos a la cocina, donde entres bromas y comentarios, comentamos la experiencia que las horas que habíamos pasado juntos, mientras dábamos buena cuenta de la viandas y del cava que había sobre la mesa.

Fue, sin duda, uno de los encuentros más memorables que tuvimos los cuatro. En posteriores ocasiones, se unió la empleada de hogar que tenían Lola y Mario, que resultó ser una muchacha encantadora y totalmente desinhibida en el plano sexual, aguantando el acoso de las dos parejas a un tiempo y disfrutando de su cuerpo como una auténtica diosa.

Juer, 16 páginas ya.. no hago una aportación cortita y jugosa ni por recomendación del médico. Buenos, hasta la próxima.