Fantasia hecha realidad (1)

Mi imagiación en el plano sexual, siempre ha sido un poco calenturienta... y poco a poco, ciertas fantasías se fueron convirtiendo en realidad.

FANTASIA HECHA REALIDAD. (1ª PARTE)

Me encuentro ante una página en blanco tratando de estructurar este relato, surgido como consecuencia de una "infidelidad continuada" por mi parte y, por qué no, también por parte de mi amante. He dudado mucho si debía dividirlo en varios capítulos, y finalmente he decidido hacerlo en solo dos partes, aún a riesgo de ser criticado quizá, por la excesiva dimensión de los mismos, como suele pasarme en casi todos mis relatos.

Pero vayamos por partes y poco a poco. Tanto mi amante, Rubí, como yo tenemos nuestras respectivas parejas y correspondientes hijos en la actualidad. También es cierto, que ambos, tenemos algunas carencias dentro de nuestras respectivas parejas, y la consecuencia de dichas carencias, dieron lugar a una sucesión de esporádicas infidelidades, alguna de las cuales quizá la publique en otra aportación.

Para comprender un poco mejor "nuestra especial relación" en la actualidad, daré unas pinceladas de cómo nos conocimos y como surgió nuestra común "fantasía sexual", que no es otra que el intercambio de parejas, y ver a nuestra pareja manteniendo relaciones sexuales con otra persona, sin importarnos mucho que fuera del mismo sexo o del sexo contrario, pero con una serie de matices un tanto especiales por mi parte. Por otra parte, plantear esto con nuestras respectivas parejas es un tema imposible de llevar a cabo, y por distintos motivos, que seguramente podrán imaginar, de no poder llevarlas a cabo.

Rubí y yo fuimos hace unos cuantos años compañeros de trabajo en una importante multinacional española, donde nos conocimos. Ella en aquellas fechas tenía 25 años, era soltera y sin compromisos reconocidos; Por mi parte, contaba con 28 años y estaba en los primeros meses de mi matrimonio, y aún no tenía planteado el hecho de tener hijos. Tras unas continuas y agotadoras jornadas de trabajo, un tanto tensas entre Rubí y yo, decidí intentar que volviera la calma entre los dos, invitándola a comer tras la correspondiente jornada laboral, para tratar de limar las asperezas derivadas de nuestros continuos roces en el trabajo. Como consecuencia de los buenos resultados de ese discreto encuentro, terminamos en la habitación de hotel follando como locos a lo largo de toda la tarde, eso sí, sin que ninguno de los dos dijéramos frases como "te quiero", "te amo" o "te prometo...", solo sexo por el sexo, como desahogo de las tensiones internas que los dos llevábamos acumuladas desde hacía varias semanas, y con total instinto animal y salvaje.

Pude apreciar que tenía un carácter muy fuerte y una forma de pensar muy peculiar, que en ocasiones no llegaba a comprender pese a los esfuerzos y predisposición que yo mostraba, y que era el motivo fundamental por el que ocasionalmente teníamos esos "roces" y tensiones en el trabajo, ya que ninguno de los dos daba su brazo a torcer, al tener también yo un carácter igualmente fuerte y un tanto intransigente a la hora de ceder ante cualquier diferencia que nos pudiera surgir. Por así decirlo, únicamente nos entendíamos a la perfección en el plano sexual, donde siempre hemos tenido un acoplamiento del perfecto el uno al otro.

Hacía unas mamadas maravillosas aunque jamás me permitió eyacular en su boca. Su culo era toda una tentación, máxime cuando adoptábamos la posición "del perrito", pero jamás permitió que le acariciase lo más mínimo su agujero trasero. Me permitía que le comiese su sabroso coño durante unos pocos minutos, lo suficiente para que su libido adquiriese el nivel óptimo para dar el siguiente paso, pero jamás obtuvo un orgasmo con mi lengua. En estos aspectos, podría decir que era un tanto frustrante el sexo que con ella mantenía, pero todo quedaba olvidado en cuanto nuestros cuerpos se unían íntimamente... Entonces se transformaba en una perra en celo o en una amazona domando potros salvajes, en función de la posición que adoptásemos en el acto sexual. Eso sí, siempre follábamos con condón, ya que no utilizaba ningún otro medio anticonceptivo en aquella época.

A partir de éste primer encuentro totalmente sexual, en cuando nuestras "necesidades" de sexo eran acuciantes, nos poníamos en contacto y... bueno, pueden imaginar... Sin apenas preliminares románticos, sin apenas caricias previas, nos lanzábamos a la vorágine sexual, como si tratásemos de aprovechar nuestros últimos instantes de vida. En cada sesión de sexo que teníamos, quedábamos agotados y satisfechos por unos cuantos días.

Pasado un tiempo dejé mi empleo en la empresa y comencé una nueva singladura profesional como empresario en mi propio negocio. Continuaron nuestros ocasionales encuentros a lo largo de algo más de un año, justo hasta el momento que decidió casarse con un hombre del que decía, estaba profundamente enamorada, y que la satisfacía plenamente en el apartado sexual, a pesar de sufrir ciertas "disfunciones" físicas que le impedía mantener unas relaciones sexuales con normalidad, si bien me comentó, que ocasionalmente habían logrado alguna penetración, aunque no enteramente "satisfactoria" para ella, pero sí complementadas por "otros actos gratamente satisfactorios". La verdad, sobre esto poco puedo opinar, ya que jamás me comentó cuales eran esas "disfunciones"... ni yo le pregunté, ya que tampoco me importaba lo más mínimo.

Me extrañó mucho que tomara tal decisión con un hombre con el cual debía de compartir su futuro, ya que ella sentía la imperiosa necesidad de tener sexo periódicamente, de ser penetrada con intensidad para obtener su satisfacción sexual. Obviamente, era un tema en el que yo no podía intervenir, ni ella me lo hubiese permitido.

Más aún me extrañó que justo 24 horas antes de su boda me citase para el que tenía que ser nuestro último encuentro sexual, ya que a partir del día de su enlace iba a ser "totalmente fiel a su marido". Mayor aún fue mi extrañeza cuando al desnudarse toda su ropa interior era de color blanco y me afirmó que esa misma lencería iba a ser la que al día siguiente utilizaría en sus esponsales y que su recién estrenado marido tenía que despojarle a la hora de "consumar el matrimonio". Esta mujer me estaba dejando aturdido y totalmente descolocado.

Fóllame como si este fuese el último polvo de tu vida – Me dijo al tiempo que se abría totalmente de piernas dejando ante mis ojos su vulva y apartaba a un lado su impoluto tanga blanco.

¿Sin condón? – Le pregunté.

Sí, así a pelo... quiero sentirte dentro de mí, piel contra piel.

Me lancé sobre ella y, como de costumbre entre nosotros, la penetré sin contemplaciones, casi de forma salvaje. Mi bombeo fue frenético, profundo y duro. Muy duro. Hasta el punto que había momentos en que sentía dolor en el pene. Normalmente el primer polvo siempre era así, salvaje y muy duro, de desahogo... después, en el segundo asalto, ya nos lo tomábamos con más calma y nos permitíamos disfrutar realmente y con mas tranquilidad de los placeres sexo.

Al ritmo que había adquirido, era sabedor que ambos, pronto llegaríamos al clímax. Cuando comencé a sentir mi explosión de placer, y de forma totalmente refleja, salí de su interior depositando todo mi semen entre sus piernas y sobre la sábana.

Noooooo... qué has hechooooo... quería tu leche dentro, en mi útero.

Mujer no me jodas, ¿Y si quedas embarazada?

Eso quiero joder, que me dejes preñada... Mañana me caso ¿Verdad?, pues mañana también follaré con mi hombre, pero el no me podrá dejar preñada así, follando, metiéndome un buen polvo. Los dos os parecéis mucho, el también es rubio y te aseguro que no se daría cuenta. Tú hubieras sido el padre, pero jamás tendrías ningún derecho sobre ese hijo, ni tampoco obligaciones, ya que no deberías saberlo... Me has hecho decirte mis intenciones... Hoy solo quería usarte como semental para que me preñaras. - Me dijo con rabia y lágrimas en los ojos.

¡Estás loca Rubí, como una puta cabra! ¿Pretendías que te dejara embarazada sin que yo lo supera?

¡Sí!. – Me contestó con tono y mirada desafiante.

Dios mío, pero ¿Cómo has tenido valor de utilizarme así?

No me culpes ostias. Quiero ser madre y con mi hombre eso va a ser casi imposible a no ser que utilice otros medios, como la fecundación asistida... Y estoy obsesionada por ser preñada como una perra en celo, por el sistema tradicional. Que tú me preñes.

Estas loca... loca de remate... Si tienes esos problemas con tu hombre, no te cases, búscate otro y no seas infeliz durante toda tu vida. Necesitas follar casi tanto como comer y éste tío no te dejará satisfecha sexualmente jamás

Le quiero...

No lo dudo, pero estoy seguro que no serás feliz ni tú ni él...

Tony te lo ruego, déjame embarazada... por lo menos lléname el coño con tu leche... por favor. - Me rogó con mucha tristeza en su mirada.

Lo siento mucho... No puedo. Piensa por un momento que accedo a tu descabellada petición y tuvieses un hijo mío. Por mi parte, con mi mujer que tuviera una hija y en el futuro se conociera, se enamoraran y... Dios mío no quiero ni pensarlo. No, olvídate de esa idea tan absurda.

De forma muy triste nos despedimos. Ambos sabíamos que habíamos llegado a un punto de desencuentro en el que difícilmente podríamos mantener ningún tipo de relación, posiblemente, ni como simples amigos. Y mucho menos como amantes. El fin de nuestra relación había llegado definitivamente.

El tiempo fue pasando y cada uno de nosotros continuó su vida sin saber nada del otro. Por mi parte, tampoco tenía ganas de saber nada de ella aunque ocasionalmente, no pretendo negarlo, evocaba los momentos vividos juntos y sentía una morbosa curiosidad por saber de ella, de como funcionaba su matrimonio, si finalmente esa obsesión de ser madre se había cumplido y como... Sinceramente me hubiese sido sumamente fácil localizarla y haber sabido de su vida... pero algo en mi interior me decía que no debía hacerlo. Me dolió muchísimo que intentara utilizarme de una forma tan poco ortodoxa.

Pasaron no menos de ocho o nueve años sin tener noticias suyas, hasta que por una casualidad de la vida, nos encontramos fortuitamente en una calle de la ciudad. Paseaba con su madre y empujaba un carrito con una preciosa niña de un par de añitos a lo sumo. Estuvimos unos instantes charlando animadamente y al despedirnos, me pidió por favor que la llamase por teléfono a su trabajo en unos quince días, ya que ahora estaba de baja por una operación que había sufrido y en ese plazo de tiempo se incorporaría nuevamente a su puesto. Sinceramente, en esos momentos yo no estaba por la "labor" de llamarla y reiniciar una relación antigua y que terminó de una forma no precisamente agradable para mí. Aún sentía dolor en mi interior por haber tratado de utilizarme años atrás de forma tan poco ética. No iba a ser yo quien diese el primer paso, y de eso estaba totalmente convencido.

Pasaron un par de meses desde ese casual encuentro, cuando mi secretaria me pasó una llamada telefónica.

¿Quién es? – pregunté a la empleada.

Una tal Rubí... me ha dicho que es un tema personal.... no me ha querido decir nada más.

En ese momento no sabía de quien se trataba, y como andaba enfrascado en un informe muy importante y urgente para un cliente, di instrucciones de que tomase nota del nombre y teléfono y que le indicara a la tal Rubí, que la llamaría en breve. Segundos más tarde, me dejaban una nota, con un nombre, un número de teléfono y una anotación marginal en rojo que decía "URGENTE". Continué a lo largo de la jornada totalmente enfrascado en mi trabajo sin pensar en otra cosa.

A la mañana siguiente, reparé en la nota que me habían dejado sobre mi escritorio. La leí y ese número de teléfono anotado me resultaba sumamente familia, aunque en esos instantes no lo relacionada con nadie en concreto y mucho menos con Rubí. Marqué los números y esperé la señal.

o Empresas XXX, habla con Ramón, dígame que desea, por favor – Contestó una voz masculina.

o Con la señorita Rubí, por favor.

o Un momento por favor, le paso con ella. ¿De parte de quién?

o De Antonio... llamó ayer a mi despacho. –Se cortó la comunicación unos instantes mientras pasaban la llamada, antes de escuchar una agradable voz femenina.

o ¿Tony?... ¿eres tú?

o Sí, al aparato... me llamaste ayer

o ¿No me conoces?... Soy Rubí... Rubí XXX...

o Ostia, Rubí... me estaba haciendo cruces quién podía ser... me alegro de escuchar tu voz.

o Verás, tengo ganas de charlar un rato contigo, con tranquilidad y sosiego, tomándonos un café o una copa. ¿Tienes algo que hacer ésta tarde?...

o Trabajar... tengo la jornada partida, no como tú que solo trabajas por la mañana.

o Bueno, pero seguro que te podrás "escapar" un rato, que para eso eres el jefe ¿no?

o Rubí, no puedo prometer nada, estoy bastante liado estos días con el trabajo. ¿Dónde puedo localizarte a eso de las cinco?... A esa hora creo que podría tener una "excusa creíble" para salir del despacho un rato... Tengo que dar ejemplo de laboriosidad ¿no?

o Llámame a mi casa, al teléfono xx xx xx.... Esperaré impaciente tu llamada ¿vale?

o Si no surge ningún contratiempo, te llamo.

o Conforme, espero ansiosa tu llamada. Un beso. Chao.

o Chao.

Anoté los datos en mi agenda y continué enfrascado en mi trabajo a lo largo de toda la mañana. Salimos a la hora de comer y regresé antes de hora por la tarde, en un intento de "adelantar trabajo" para que no se me retrasase excesivamente. Con Rubí, nunca podía saber el rato que estaríamos de "cháchara". En eso momentos no pasó por mi mente ningún tipo de "encuentro erótico" para esa misma tarde. Solo sería un encuentro, tomarnos un café y despedirnos. Finalmente a la hora prevista, marqué su número de teléfono. Tras tres o cuatro tonos, escuché su voz:

o ¿Sí?

o Hola Rubí, soy Antonio.

o Hola guapetón. Tengo todo preparado y a punto, vente a mi casa y hablamos tomando un café... o lo que quieras.

o ¿A tu casa?... preferiría quedar en una cafetería. – Le contesté extrañado a su propuesta. - En tu casa podría "comprometerte" con algún vecino ¿no?

o Vale, como quieras... una lástima. Mi marido está en Italia y mis hijos con mi madre... estaríamos solos y sin que nadie nos molestase para...

o Rubí, prefiero que nos veamos en una cafetería, de verdad... – La interrumpí, por lo extraño de su invitación.

o Vale, vale, no insisto más... entonces en media hora nos vemos en el "Melbourne" ¿conforme?

o Muy bien, allí estaré.

Me dispuse a salir y "olvidé" el móvil sobre mi mesa a propósito. No quería interrupciones inoportunas esa tarde. Dejé unas instrucciones a mi secretaria y me dirigí al lugar de la cita, llegando cinco minutos antes de la hora. Solicité a la camarera una consumición y me senté en un discreto rincón con un diario en la mano para ojear las noticias locales.

Pasados unos diez minutos, Rubí apareció por la puerta. Estaba sencillamente arrebatadora. Su figura había mejorado desde la última vez que la vi, al desaparecer de su cuerpo algún que otro michelín. Vestía unas botas de charol altas, por encima de la rodilla del tipo pirata con unos tacones de vértigo, una minifalda de punto color crema por mitad de muslo, que le sentaba maravillosamente bien, una blusa negra de gasa transparente y una cazadora corta de piel de color rojo. Como es su costumbre, levemente maquillada, pelo muy corto, coloreado en varias tonalidades rojizas que le favorecían muchísimo y lentillas verdes en sus ojos, que le daban un aspecto felino y muy sensual.

Hola Antonio – me dijo al tiempo que me daba un "pico" en los labios, haciéndome notar la humedad de su lengua de forma leve, pero muy erótica.

Hola Rubí... Dios mío, estas rompedora... ¿planeas ir de safari ésta tarde?

Reímos mi comentario, sentándonos en una mesa velador y comenzamos a charlar cosas intrascendentes, pasamos a cosas más personales poco a poco y llegó el tema de nuestros hijos, de nuestros respectivos matrimonios... y alguna intimidad. Me hizo una confesión que me dejó totalmente perplejo:

No tengo relaciones sexuales con mi marido desde que nació mi hija, hace dos años y medio. Ni con mi marido ni con nadie, siendo sincera.

Me imagino que tus motivos tendrás... y quiero suponer que también tu marido.

No puedo darte un motivo concreto... sencillamente es así. Pero sucede que cada día que pasa, y más aún desde que me operé de la espalda, tengo más ganas de follar, de sentir una polla dentro de mí, de notar unos buenos chorros de leche golpeando mis entrañas, pero no con mi marido, al que le he sido totalmente fiel desde el día que nos casamos... Joder, solo de pensar y decir todo esto, me estoy mojando toda y para colmo no llevo ropa interior...

Mis alarmas interiores, se dispararon ante esas palabras.

¿Pretendes "utilizarme" nuevamente como la última vez?, porque si es así nos despedimos ahora mismo. Fuimos amantes hace ocho o nueve años, y todo fue perfectamente hasta que pretendiste utilizarme de "semental" y eso me dolió muchísimo.

Comprendo todo lo que pudiste sentir en esos...

No Rubí, no lo comprendes – La interrumpí, con cierta brusquedad y crispación. - Eso fue un golpe bajo que me dolió muchísimo

Tienes toda la razón... a mí también me dolió mucho intentar utilizarte así y me he arrepentido cientos de veces... Durante estos años he estado pensando y sé que hice mal y precisamente uno de los motivos de que nos viésemos era esto, rogar que me perdonases esa inconsciencia juvenil... Creo que fue motivada principalmente porque de alguna forma estaba enamorada de ti, aunque jamás quise reconocerlo. Por favor, perdóname. Me gustaría que volviésemos a ser amigos, aunque solo sea eso, amigos. Me falta valor para pedirte que volvamos a ser amantes, aunque lo deseo con toda mi alma y me encantaría que así fuera. –Sus ojos en esos instantes estaban bañados de lágrimas.

No sé que decirte Rubí. Aquello fue muy fuerte... venga va, olvidemos este tema, que nos entristece tanto. Me alegro de verte, de que te vaya bien en el plano laboral, de que tengas tus hijos... no puedo decir que me alegre por como va tu matrimonio, es algo que desde un principio me imaginaba que iba a pasar... pero quiero que me digas la verdad... ¿cuál es el motivo real de haber promovido esta cita?... de que vengas vestida de forma tan excitante y encima me digas que vienes sin ropa interior... ¿pretendes "seducirme" de nuevo?

Si. – me contestó secándose las lágrimas, con total seguridad en sí misma, dejándome una vez más fuera de juego y sin saber qué responder. Quiero decirte una serie de cosas para tu tranquilidad – Continuó hablando – Tras el nacimiento de mi hija, sufrí una grave lesión en la espalda, de la cual me operé satisfactoriamente, aunque el riesgo de quedarme nuevamente embarazada, podía poner en peligro mi propia vida. Por este motivo, decidí hacerme una ligadura de trompas, para tener la total seguridad de que esto no pueda suceder nunca más.

Está bien eso de la ligadura de trompas, pero el método anticonceptivo que vienes utilizando en los últimos tiempos con tu esposo, es mucho igual seguro y más económico.

No seas borde, Antonio

Perdona, no pretendía molestarte. Continúa por favor.

Sabes que tuve varios amantes antes de casarme, pero con ninguno, y digo con ninguno, he disfrutado del sexo como contigo. Tú fuiste quien me enseñó a disfrutar realmente de mi sexualidad, a sacar la puta que llevaba dentro. Ese es el motivo fundamental por el que hoy, y te lo digo sinceramente, pretendo "seducirte nuevamente", convencerte para que volvamos a ser amantes, sin ninguna obligación ni derecho de uno sobre el otro, sin decir jamás "te amo" o "te quiero", Solo sexo y las guarradas que nos dé por hacer o decir mientras estemos follando como animales. Se que el sexo te gusta tanto como a mí, somos máquinas sexuales y en nuestras vidas es tan importante como el aire que respiramos. ¿Qué opinas de mi proposición?

Me quedé unos instantes sopesando sus palabras y tratando de buscar una respuesta que no me comprometiese en esos instantes. Debía ganar tiempo y madurar bien ésta posible reanudación de aquella dolorosa vieja relación.

No sé que decirte en estos momentos Rubí. De verdad, no lo sé. Me has pillado totalmente desprevenido y lo último que esperaba es que tuvieses coraje de proponerme todo esto como si nada hubiese pasado. Es muy fuerte, la verdad. No me niego a ello rotundamente, pero al menos, déjame pensarlo y madurarlo ¿vale?

Me tomó la mano izquierda y disimuladamente la llevó decididamente bajo su falda, abriendo ligeramente las piernas. Las yemas de mis dedos entraron en contacto con su vulva, que se encontraba bastante húmeda de sus flujos vaginales, al mismo tiempo que me decía con una voz de auténtica zorra:

Vale, piénsatelo, pero no tardes mucho que esto que estás tocando necesita una parte de ti urgentemente.

Sigues tan salida como siempre. Y tu coño tan mojado como de costumbre.

¿Lo has echado de menos?

He de confesar que sí, muchas veces. Y que algunos de nuestros encuentros me han servido de inspiración onanística en bastantes ocasiones

Lo sé. Soy una mujer que deja huella allá por donde pasa. Y tú también. Durante todo éste tiempo que no hemos tenido contacto, te he echado mucho a faltar.

Y si tan puta te hice ¿Por qué no me llamaste alguna vez?

Por miedo, por vergüenza a no saber como reaccionarias por todo lo que pasó...

Descaradamente y sin previo aviso y con cierto atisbo de violencia, le introduje el dedo corazón lo más profundamente que pude en su vagina e inicié un rápido movimiento de vaivén, cogiéndola totalmente por sorpresa. Su cuerpo se estremeció y su respiración se aceleró; sus ojos se cerraron y la boca la mantenía abierta para facilitar la respiración Realmente estaba necesitada de una buena follada y no hacía nada por ocultarlo. Continué con mis movimientos durante unos minutos, el tiempo suficiente para arrancarle un buen orgasmo, que dejó mis dedos empapados con sus flujos.

Gracias Tony, esto lo necesitaba muchísimo... pero quiero algo más.

No lo dudo, pero como te he dicho, quiero meditarlo a conciencia antes de seguir adelante en nuestra posible relación.

Al tiempo que le hablaba, mi mano izquierda volvió a ser visible sobre la mesa, dejando el dedo corazón a escasos centímetros de su boca.

Me lo has mojado con tu corrida de perra en celo. Límpialo con la boca. – Le ordené de forma tajante.

Preferiría limpiarte a fondo otra cosa más gorda y sabrosa. – Contestó con voz melosa de niña mimosa.

Rubí, límpiame el dedo con la boca. ¡ya! - Dije en un tono un tanto amenazador aunque sin levantar mi tono de voz lo más mínimo.

Mirándome a los ojos directamente, abrió su boca y comenzó a mamarme literalmente el dedo. Dios mío, si en un dedo es capaz de darme el placer que me está dando, no quiero ni pensar hasta donde puede llegar con mi apéndice sexual en su magistral boca. Así estuvimos unos minutos, hasta que nos vimos interrumpidos por unos clientes que se aposentaron en una mesa próxima a la que nos encontrábamos. Me miraba con una expresión de súplica, esperando una contestación a su propuesta. Me levanté sin mediar palabra y fui a pagar las consumiciones. Quería aceptar su proposición, pero bajo unas condiciones que Rubí, sin haberse percatado de ello, había empezado a aceptar. Mientras pagaba las consumiciones, tracé un plan para salir del paso y al mismo tiempo tener dos o tres días de margen para madurarlo completamente e intentar llevarlo a cabo.

Vamos a tu casa. Pero no vamos a tener sexo. Hoy no, desde luego.

¿Tú crees que no vamos a tener un buen revolcón? - Dijo con voz burlona.

No Rubí, no lo vamos a tener. Si quieres reanudar una relación, será con mis condiciones, y eso ha de quedarte muy claro. – le contesté con dureza en el tono de mi voz, mientras seguíamos caminando a buen ritmo en dirección a su domicilio, muy próximo al lugar de nuestro encuentro.

¿Condiciones? ¿Qué condiciones?

Las que yo imponga. Todas sin excepción deberás cumplirlas a rajatabla, por absurdas, estúpidas o incomprensibles que te puedan parecer.

Me asustas Tony...

¿Te asusto?, no me hagas reír. ¿Te piensas que tienes en mí una polla con piernas para satisfacer tus deseos sexuales, tus caprichos y tus apetencias cuando te apetezca?... Así ya me tuviste anteriormente, porque sabías perfectamente que me tenías "encoñao" y finalizó como "el rosario de la aurora", mal. Ahora las reglas del juego las quiero poner yo y a partir de éste mismo instante. Hemos llegado a la puerta de tu casa. Si aceptas, subimos, de lo contrario subes tú sola. Elije.

La expresión de su rostro era de total desconcierto, de extrañeza y de un mar de dudas. Estaba totalmente desorientada. Nunca me había visto con una expresión tan dura en mi rostro y con una entonación tan firme y categórica en mi voz.

Quiero saber tus condiciones. - Contestó con un hilo de voz, al tiempo que un temblor recorrió su cuerpo.

Las sabrás todas y cada una de ellas a su debido tiempo. De momento solo te diré que si aceptas, serás exclusivamente mi puta y disfrutarás del sexo como pocas mujeres tienen la fortuna de gozarlo. Estarás a mi disposición cuando y como yo te diga, sin excusas de ningún tipo. Y estarás bien follada, como a ti te gusta estarlo. Sí o no. Decide rápido, que no tengo ganas de estar perdiendo el tiempo.

Acepto. Subamos a mi casa. – Aseveró con total convencimiento, sin mostrar duda alguna.

Seguí sus pasos y tomamos el ascensor. Vivía en un coqueto piso, con una preciosa terraza con magníficas vistas de parte baja de la ciudad, como pude comprobar instantes más tarde.

En cuanto entramos en la cabina del ascensor, pulsó el botón número 9, sin mediar palabra comencé a desabrochar los botones de su blusa negra hasta dejar sus pechos a la vista, arropados por un bonito sujetador del mismo color que a duras penas podía ocultarlos. Su respiración se agitó sin oponer ningún tipo de resistencia a mis acciones. Pasé mi mano derecha a su espalda y con un hábil movimiento de mis dedos logré soltar los dos ganchitos que cerraban la prenda, consiguiendo así dejar al descubierto sus voluptuosas glándulas mamarias, bastante más grandes de cómo las recordaba y obviamente algo más caídas, tras sus dos maternidades.

Se detuvo el ascensor e hizo un amago de cubrirse los pechos. Se lo impedí, y por si eso fuese poco, la mini falda que llevaba, se la subí lo suficiente para que la parte inferior de sus glúteos quedasen totalmente a la vista. Su rostro se congestionó por el rubor que apareció en él.

Salió decidida y fue directamente hacia la puerta de su casa, abriendo la puerta tan rápido como le fue posible. Una vez en el interior, pregunté por su dormitorio y sin mediar palabra alguna nos dirigimos hacia él. Estaba respondiendo muy bien a mis intencionados planes.

¿Dónde guarda tus prendas íntimas?

En el primer cajón de tocador.

Me dirigí hacia el lugar indicado, y comencé a mirar su abundante ajuar. Comprobé que casi la totalidad eran conjuntos de sujetador y bragas, los menos con tanga y un solo par de conjuntos completos muy eróticos, con liguero y otros complementos, seguramente de cuando aún follaba con su marido.

A partir de ahora mismo, no quiero verte ningún conjunto con bragas, solo con tanga y que sean lo más pequeños posible y los sujetadores, deberán dejar al descubierto los pezones... no utilizarás pantys, solo medias. He apreciado que tu coño lo tienes descuidado... demasiado pelo y eso no me gusta. Lo reduces a la mínima expresión o aún mejor, totalmente depilado. No me llamaras por teléfono jamás, bajo ningún concepto. En todo caso, algún mensaje corto, pero que no sea comprometedor, ¿Entiendes qué quiero decir? Seré yo quien te cite cuando y donde me plazca y deberás acudir siempre con faldas muy cortas o si son largas, con cortes centrales o laterales muy altos, que se te vean las bonitas piernas que tienes; el tanga en el bolso; y con zapatos o botas como las que llevas, con un tacón alto, elegante y generoso... quiero que vayas siempre luciendo tus piernas y con escotes pronunciados, que despiertes deseos en cualquier hombre que te mire.

Joder, pareceré un puta.

Es lo que a partir de ahora eres, una puta... mi puta. Seguirás como hasta ahora, sin follar con tu marido y obviamente con ningún otro hombre, a no ser que yo te lo permita. ¿Entendido?

Sí, pero...

Sin "peros" ni "peras", Rubí. Recuérdalo.

Lo recordaré, no te preocupes. – Contesto sumisamente.

Como ya te he advertido, hoy no haremos nada más de lo que ya hemos hecho. Y ahora contéstame, ¿sigue sin gustarte tragar el semen?

No, sabes que no me gusta.

A partir de ahora, jugarás con mi semen en tu boca y te lo tragarás... No me mamarás la polla, te follaré la boca y te la meteré entera hasta hacerte vomitar si es preciso. Te vas entrenando con pepinos, globos o con lo que tengas a mano en forma de polla ¿Entendido?... ¿Te han follado por el culo?

No, nunca... siempre me ha dado...

Pues te compras un consolador de tamaño pequeño y te lo vas acostumbrado. El próximo día te lo follaré, te guste o no.

Entendido. – Contestó muy sumisamente y mirándose la punta de sus botas.

Solo falta un detalle. ¿sigue sin gustarte que te coman el coño?

Mi marido me acostumbró y ahora me encanta que me lo coman.

Perfecto. Menos mal que algo te ha enseñado ese pobre diablo. Por cierto, según donde estemos te presentaré como mi mujer o como mi pareja. ¿Cuándo tienes cursillos en Barcelona?, cursillos de 3 ó 4 días, que tengas que quedarte allí a dormir.

Si no pasa nada dentro de un mes. Me tienen que pasar la circular.

Perfecto, me tendrás al corriente de este tema.

Así lo haré. ¿Puedo pedirte algo? – Preguntó tímidamente.

Habla. – le contesté con cierto desdén, mientras curioseaba entrando y saliendo por todas las dependencias de su vivienda.

¿Me dejas comerte la polla?

No. Todo lo que te he dicho tienes que pensarlo detenidamente. Aún estás a tiempo de cambiar de opinión. En tres días te llamaré, es decir el próximo viernes. Te diré una hora y un lugar. Si acudes, sabré que has aceptado las condiciones que te he dicho y las que te ponga en lo sucesivo y, obviamente, tendrás tu recompensa y satisfacción. De lo contrario, no me importará que en lo sucesivo si nos encontramos por la calle charlemos o vayamos a tomar alguna cosa, pero jamás tendremos relación sexual de ningún tipo. Ahora me marcho, tengo trabajo y no tengo ganas de terminar tarde y llegar a casa a las tantas de la noche.

Allí estaba Rubí, frente a mí, con las tetas al aire en una forma un tanto grotesca al estar apoyadas sobre las copas del sujetador, la mini falda subida y dejando al descubierto su peludo pubis, aunque se podía apreciar que los llevaba perfectamente perfilados de forma profesional, sus ojos totalmente empañados por las lágrimas, y una expresión en su rostro de súplica para que no la dejase sola ni en esas condiciones de excitación que llevaba. Sin más dilaciones marché de su casa tras darle un beso en los labios al tiempo que le apreté con fuerza un pezón y pasé un dedo rozando sus empapados y abultados labios vaginales, acariciando levemente su empitonado clítoris, arrancándole un profundo suspiro de placer.

Los tres días que tuve hasta concertar la próxima cita, tracé un maquiavélico plan. En esos momentos no podía distinguir si era por pura venganza o simplemente por el placer de dar "un par de vueltas de tuerca", y terminar de emputecer a Rubí, sin que en ningún momento dejara de ser una dama.

Finalmente llegó el viernes. Madrugué un poco más de lo habitual, ya que eso formaba parte de mi plan. Rubí, hace jornada intensiva matutina y disponía en gran medida de las tardes libre. En mi caso, ya lo había organizado todo el trabajo para disponer de unas 5 horas "ilocalizable" para dar rienda suelta a mi propia excitación. Poco antes de las 8:00 am., hora de entrada a trabajar de Rubí, me aposté en una cafetería de amplias cristaleras, desde donde podía observar perfectamente tanto la parada del autobús, como la puerta de entrada a su oficina. Poco minutos más tarde, apareció bajando del autobús urbano. Vestía elegante y sensual con un conjunto de color marfil, compuesto por chaqueta corta, tipo "torera" y una mini falda que le cubría medio muslo. Bajo la chaqueta un top de tirantes anchos, con un pronunciado escote redondo de color marrón oscuro, todo ello complementado con unos botines negros con unos vertiginosos y finos tacones.

Rápidamente, seleccioné su número en mi teléfono móvil y le hice una llamada.

¿Si? – contesto, con voz algo somnolienta.

Estás muy guapa y sexi ésta mañana. Me gusta como vas vestida.

¿Dónde estás? – Contestó ansiosa mirando en todas las direcciones.

Tranquila putita... aún no es el momento de vernos.

Quiero verte... tomemos un café, solo eso... deseo verte, por favor...

No es la hora de vernos aún... esta tarde a las 5 te recogeré en la puerta de tu casa. Quiero que vengas vestida tal como estás ahora, pero sin ropa interior. ¿Estás excitada?

Sí, mucho...

Lo celebro... hasta luego. – Colgué el teléfono sin darle opción alguna de réplica.

Paró de caminar mirando y manipulando su teléfono (imagino que grabando mi número en la memoria), y de forma automática siguió buscándome con su mirada para tratar de localizarme. Me escabullí por una puerta lateral de la cafetería y me perdí entre los transeúntes.

A eso de las 9:20 de la mañana, recibí un mensaje corto en mi móvil: "¿Es tuyo el regalo que acabo de recibir?". Mi respuesta fue muy simple: "Si. Te las pones en el coño, ya". Eso era una parte de mi plan, tener a Rubí estimulada sexualmente la mayor parte del tiempo posible. Para ello le envié por mensajeros unas "bolas chinas": dos bolas de plástico, con unos contrapesos interiores, unidas entre sí por un cordoncito. Eso la tendría estimulada para lograr el siguiente propósito de la mañana.

Aproximadamente a las once de la mañana, fui yo quien le envió un "msn" a su móvil:

"en 10 minutos sales a tomar café y vas a plaza 207 del parking, sin bragas.". No habían pasado aún treinta segundos, que recibí una escueta contestación "ok". Estupendo, mi plan seguía el curso planeado.

Estaba bajando con mi coche la rampa de acceso al parking que seria testigo de nuestro primer y fugaz encuentro matinal. Tras retirar la tarjeta de entrada, me dirigí rápidamente a la plaza en cuestión, la cual, al encontrarse en la 2ª planta y muy lejos de las salidas peatonales de la zona comercial y por lo general, siempre estaban desocupadas. Dicha plaza se encontraba en una posición bastante resguardada de miradas indiscretas, aunque en realidad, poco o nada me importaba que alguien pudiese reconocerla. Aparqué el vehículo en la plaza indicada con el morro del mismo dirigido hacia los viales para coches y peatones, de tal forma que cualquiera que pasase de una forma u otra, pudiese vernos.

No tuve que esperar mucho ya que Rubí apareció con puntualidad germánica. Le hice una señal para que se aproximara a la ventanilla del coche donde yo me encontraba. Hizo un amago de besarme en los labios, pero le corté su acción en seco con mi seriedad y la cortante pregunta que le hice.

¿Llevas mi "regalo" en el coño?

Sí, desde que me lo has ordenado

¿Cómo te sientes?

Excitadísima... ya he perdido la cuenta de los orgasmos que he tenido, el último bajando las escaleras del parking.

Enséñame las tetas, hace tiempo que no te las veo.

Nos pueden ver y me conoce mucha gente en la zona.

Lo sé, eso es lo interesante. ¿no te parece?

Totalmente ruborizada y con una forzada sonrisa en sus labios, procedió a bajar el top lo suficiente para que sus orondos pechos pareciesen ante mis ojos. Mis manos los acariciaron a placer y mi boca se apoderó de sus erectos pezones, arrancando de su garganta notorios suspiros de placer.

¿Te has depilado todo como te dije?

Sí, con cera.

Levanta la falda, quiero ver como te ha quedado.

Déjame entrar en el coche, podría verme algún conocido

Después, ahora quiero verte el coño.

No si antes mirar en todas direcciones, subió su falta hasta la cintura, dejando a la vista la perfecta depilación integral de su pubis. Entre sus labios vaginales se veía perfectamente un trocito de cordón atado en su extremo a una anilla de las bolas chinas que llevaba insertadas en su coño. Como si de un ritual se tratase, tomé con mis dedos la anilla y le propiné unos leves tirones que arrancaron de su garganta un profundo suspiro de place.

Entra en el coche, tal como estás. – Le ordené.

Apresuradamente rodeó el vehículo se sentó en el asiento del acompañante. Nuevamente intentó besarme y de nuevo le impedí que lo hiciera con una orden.

Trágate mi polla y hazme correr. Tú, ya llevas lo tuyo y yo aún no he empezado.

Con inusitada voracidad, se lanzó hacia mi entrepierna, y con nerviosismo logró sacar mi erecto pene de su encierro, aprisionándolo con sus labios y llevándolo a lo más profundo de su garganta, iniciando una de las mejores mamadas que un hombre puede recibir. Cerré los ojos relajándome en el asiento del coche, percibiendo nítidamente en todo mi ser el placer que me proporcionaba tan cálida y húmeda boca, olvidándome por completo que nos encontrábamos en un lugar a la vista de cualquier persona que quisiera mirar.

Lo sabía, jajajajaja – Una profunda voz femenina seguida de una sonora carcajada, nos sobresaltó interrumpiéndonos en nuestro placer y mirando hacia la ventanilla de mi izquierda.

Lo sabía, cuando ésta mañana te vi en la oficina vestida como una putita y con el coño al aire y bien depilado, jajajaja – Continuó diciendo la mujer que se había apostado mirando hacia el interior del coche.

Joder Lola, que susto me has dado... ¿qué coño haces aquí mirando como ...?

¿Mirando como se la comes a tu amante?... Sois la ostia, ¿no tenéis dinero para ir a un hotel que lo hacéis en el coche? Jajajajajaja... perdonad la interrupción, pero esta mañana cuando te he visto, sabía que tenías algo planeado. Desde mi tienda te he visto salir de la oficina con esas prisas, y he decidido seguirte sin pensármelo dos veces. Por cierto, tu semental está bien armado - dijo al tiempo que alargaba su mano sin pudor alguno y tomando mi polla con total descaro, comenzó a pajearme.

Joder, deja ya de meterle mano a mi hombre. ¿qué coño quieres?

Forllarte. Te tengo ganas desde hace mucho tiempo, querida. Y visto lo visto, también quiero follarme a tu hombre... por cierto, ¿no nos presentas?. – Sus palabras salieron de su boca con un deseo y una lujuria inusitada.

Eres un zorrón Lola, seguro que tú también vas sin bragas debajo de ese cinturón ancho que llevas por falda.

Sí, ya sabes que soy una puta viciosa que se folla cualquier cosa que lleve faldas o pantalón, que nunca llevo ni bragas ni sujetador, que tenía enormes deseos de pillarte en éstas condiciones para llevarte a mi terreno.

Me encontraba en medio de una conversación entre dos mujeres, vestidas de forma similar, que lejos de bajarme la excitación tras el susto, me la estaban subiendo a cotas inusitadas. Decidí entrar en la conversación, de una forma descarada, para tratar de tomar el timón y dejar de ser un mero observador. La intrusa en cuestión, estaba de muy buen ver y en la posición en que se encontraba, asomada por la ventanilla del coche, mostraba la totalidad sus pechos, no muy abundantes pero sí se apreciaban turgentes y con los pezones totalmente erectos.

Con total descaro por mi parte, metí mi mano izquierda bajo la mini falda de Lola quien, efectivamente, no llevaba ropa interior.

Encantado en conocerte Lola – Le dije al mismo tiempo que mis dedos acariciaron su empapada vagina.

Mmmmm, estoy chorreando, ¿verdad?... necesito echar un polvo ya.

¡Que puta que eres Lola! - Exclamó Rubí.

Sí, somos las dos unas putas muy putas.

Bien chicas, las dos estáis muy buenas y las dos sois unas putitas encantadoras. Nunca he hecho un trías con dos mujeres, así que tenemos que planear un encuentro los tres, sin tardar mucho. Yo me encargo de organizarlo. Pero hoy, no va a poder ser porque está el día planeado. ¿De acuerdo?

Sí – Contestó Lola de forma instantánea.

No me hace ninguna gracia que una tía me quiera meter mano. –Contestó Rubí al tiempo que intentaba colocarse la ropa en condiciones.

Lo sé cielo, pero verás como te gusta en cuanto pases por mis manos. –Dijo Lola con un profundo y sensual tono de voz.

Tengo que marcharme, he estado fuera más tiempo de la cuenta. Lo siento Tony, ésta tarde continuaremos.

Ok. Luego te llamo.

¿No quieres que hagamos un trío Rubí? – preguntó Lola con sarcasmo.

Solo hago aquello que mi hombre me pide. - le contestó Rubí ya fuera del coche de forma retadora.

Pues, ya estaremos en contacto cielo, tengo ganas de follar con los dos. – Dijo Lola. - iré a recoger unos paquetes a mi coche, por disimular un poco, jajajaja.

Asomándose nuevamente por la ventanilla del vehículo y dándome un pico en los labios, aún sabiendo que Rubí nos estaba mirando, me dijo en un susurro.

Tú y yo vamos a follar mucho antes de lo que te imaginas, guapo. - Y diciendo esto, se alejó con un provocativamente contorneando sus caderas, al tiempo que se levantó descaradamente la mini falda mostrando su precioso y desnudo culo.

Y allí estaba yo, con el "soldadito" mirando hacia el techo, un dolor testicular de mil demonios y sin ninguna de las dos que me desahogara. Mi cerebro funcionó rápidamente y llegué a una conclusión. Antes de comer tenía que echar un polvo.

CONTINUARÁ ...