Fantasía gay
Una fantasía que me desvela.
En mi fantasía siempre ocurre lo mismo. Aunque no nos conocemos, nos encontramos para amarnos, para expresar libremente todo aquello que por miedo ó simple formalidades no nos atrevemos a liberar en la forma que nos gustaría. Somos hombres y nos gustan los hombres, y estamos allí, frente a frente, dispuestos a compartir esos sentimientos que durante todo este tiempo reprimimos y rechazamos. Pero ya no quiero más hiprocesías ni falsedades. Quiero sentirte y que me sientas. Quiero culearte y que me culees.
Un so9fá nos ofrece su invalorable cobijo.
Ya en confianza y a sabiendas de lo que ambos pretendemos, nos besamos, un beso parece la mejor forma de comenzar para quienes no practican con asiduidad el sexo con sus congeneres.
Mientras nuestras lenguas se entrelazan y saborean, deslizó una mano por sobre tu pierna y te agarró el bulto, ya estás armado, me estremezco todo se solo sentirlo palpitar.
No puedo aguantarme las ganas.
Te bajo el cierre de la bragueta y te la pelo.
Ya la tenes bien dura y empinada. Tiesa y reluciente. Toda rodeada de trepidantes y amoratadas venitas.
Mientras seguís chuponeándome, besándome el cuello y la cara, te la meneo, me encanta sentirla vibrar entre mis dedos, acrecentando vertiginosamente su ya de por si exuberante volumen.
Con todas mis ansias a flor de piel, me acomodo entre tus piernas, en el suelo, y me la meto en la boca. Me lleno el paladar hasta con el último trozo, y te la chupo. Te la chupo frenéticamente, liberando de una vez por todas esas ganas contenidas durante tanto tiempo.
Me encanta saborearla. Masticarla. Paladearla. Sentirla crecer y crecer en mi garganta.
Mientras te la chupo, te amaso los huevos. Los acuno entre mis dedos, extasiándome con esa trepidante ebullición que ya te llena y rebalsa.
Mis fosas nasales se llenan con tu fragante aroma, esa deleitable fragancia a la cuál me siento irresistiblemente atraído.
Yo mismo te pongo el forro y me montó encima de ti, empalándome todo ese brutal volumen, sintiendo como me va desgarrando lenta y plácidamente, abriéndome el ojete de par en par. Juntos cabalgamos hacia la gloria, hacia la consumación plena y absoluta de nuestros más aviesos deseos.
Si te sentís igual que yo, con ganas de estar con otro hombre, pero no te animás, escribime, quizás juntos podamos hacer realidad eso que nos carcome el alma.
Te prometo discreción y responsabilidad.
Hasta entonces, un beso... en la puntita.