Fantasía

Después cogió la verga con la mano y jugó un rato con ella en la entrada del coñito y del ojete, sin llegar a meterla en ninguno de los sitios.

Estábamos mi fantasía y yo en una habitación de un pazo (palacio) gallego de un amigo mío que fuera contrabandista de tabaco rubio y que se fuera el fin de semana a París con su esposa. Sentado en el borde de la cama la tenía sobre mis rodillas y le azotaba las nalgas.

-... Que, -¡plas!, no -¡plas!- me -¡plas!- en -¡plas!- te -¡plas!- re -¡plas!- yo -¡plas!- que ¡plas! es -¡plas!- te -plas!- cu -¡plas! li -¡plas! to -¡plas!- pa -¡plas!- sa -¡plas! ham -¡plas! bre. ¡Plas, plas, plas plas!

-Pues dale de comer y no dejes que mi coñito se cele.

-¡No me rechistes que te vuelvo a calentar el culo!

Sacudió las nalgas, y me dijo:

-Mira cómo tiembla mi culito.

Mi mano subió y bajo.

-¡Plas, plas, plas, plas, plas, plas!

De su coñito comenzaron a caer gotitas de jugo.

-Este juego me ha puesto muy caliente, cariño. Necesito hacer el amor.

Me puse en pie y volví a admirar aquel cuerpo de ensueño, con tetas talla cien de areolas marrón clarito y pezones grandes y gruesos, como gruesos eran los labios de su coñito y su clítoris.

Al ponerme en pie me empujó. Me dejé caer sobre la cama y después me puse a lo largo. Se subió a la cama, y me dijo:

-Cierra los ojos y disfruta.

Cerré los ojos. Sentí como me cogía la verga, a media asta. Me lamía, me chupaba las pelotas y la masturbaba, después la metía en la boca y me hacía una mamada... La puso dura. Subió encima, me cogió las manos, estiró mis brazos y presionó mis manos contra la cama haciéndome su prisionero y después me dio sus deliciosas tetas a chupar. Me harté de comérselas.... Luego aplastó mi verga con su coñito mojado y frotó los labios desde la base al glande, y desde el glande a la base, lo hizo más de cincuenta veces, lentamente, mientras su boquita de fresa me entregaba sus más dulces besos....

Después cogió la verga con la mano y jugó un rato con ella en la entrada del coñito y del culo, sin llegar a meterla en ninguno de los dos sitios.

Al rato los labios de su coñito abierto subieron mojando mi vientre, mi pecho... Vi cómo se agarraba a la cabecera de la cama y cómo me ponía el coñito en la boca. Le cogí las nalgas y le metí la lengua dentro. Ella echaba la pelvis hacia delante... luego se incorporó un poquito y lo que me puso en la boca fue el culo. Le lamí el periné y el ojete... Después de haberle follado el ojete con la punta de la lengua, me volvió a poner el coñito en la boca. Ya sólo tuve que dejar la lengua fuera. Movió la pelvis y con ella el culo de atrás hacia delante y de adelante hacia atrás cada vez más rápido... Cuando se corrió en mi boca ya se movió con lentitud, temblando y entre deliciosos gemidos, sólo pudo decir:

-¡Qué ricooooooo!

Al acabar de correrse volvió a bajar como subiera hasta mi boca, arrastrando el coñito por mi pecho y por mi vientre... Volvió a coger la verga con la mano. Esta vez metió la punta en el coñito y me hizo el amor despacito, metiendo y sacando el glande. Yo quería clavársela toda, pero cada vez que lo hacía retiraba el culo.

Tanto fue el cántaro a la fuente, que su coñito acabó apretando mi glande y bañándolo con su jugo. Esta vez no había avisado.

Corriéndose la miré a la cara. Me gustaba cada vez más su cabello negro, corto, sus bellos ojos negros (ahora vidriosos) y sus sensuales labios, que en ese momento deseé morder... Me gustaba todo de ella.

Me volvió a besar. Volvió a coger mi verga. La acercó al ojete, empujó y volvió a meter otra vez sólo el glande. Lo metía y lo sacaba, lo metía y o sacaba... Me estaba encantando. Me relajé esperando llegar al éxtasis y correrme dentro de su culo, pero me di cuenta de que ella también lo estaba disfrutando, pero que así no se iba a correr. Saque la verga de su culo, le di la vuelta, me metí entre sus piernas y me dispuse a darle placer...

La punta de mi lengua se deslizó por la rajita entreabierta, muy lentamente, sin llegar a entrar en ella. Llegó al clítoris y lo rozó con la suavidad de una pluma. Lo besó. Después le levanté el culo con las manos y lamí su periné. La punta de mi lengua hizo círculos en la entrada de su ojete. Sentí como se abría y se cerraba. Le abrí el chochito con dos dedos. Vi que estaba mojado con babitas. Se las lamí. Luego le lamí varias veces los labios. Volví a lamer el clítoris cómo hiciera la vez anterior. Le metí mi dedo medio en el culo. De su garganta salió un desgarrador gemido de placer. Vi cómo su vagina se abría y se cerraba. Le metí la punta de la lengua dentro. Exclamó:

-¡Me voy a correr!

Puse mi lengua sobre su clítoris. Levantó la pelvis y la frotó contra ella. Dejé parte la lengua sobre el clítoris y le metí el resto en la vagina.

-¡¡¡Me corro!!!

Estaba viendo sus ojos en blanco cuando de mi verga comenzó a salir leche calentita que bajó y me mojó la mano.

Me había hecho una paja pensando en mi amor platónico, en la musa que ha inspirado mis últimos relatos, Ella Y Él, Princesa, Diana...

Quique.