Fantasía envolvente
Lo insoportable de no poder tocarte.
En mi mente tu imagen juega a perturbar mi tranquilidad. Ese trocito de piel que alcancé con la punta de mis dedos va haciéndose grande a medida que se oscurece el día. Son mis noches eterno delirio de pasiones imaginadas, besos robados, caricias perniciosas subiendo por la curva de tu espalda. Es tan grande el dominio que ejerces sobre mí que mis manos no me obedecen, y no paran de juguetear con mis pezones, intentando en vano que aparezcas para morderme. Mi razón no puede parar los movimientos rítmicos que mis caderas ensayan, tan embriagada de tu aroma que soy incapaz de pensar y me muevo en la cama, rozando con mi cuerpo desnudo la calidez de las sábanas, como una gata en celo que necesita ser saciada. El inicio de tu espalda que mis dedos tocaron aquella noche me ha convertido en un animal ansioso, con la excitación a flor de piel y la humedad persistente de mi sexo llamándote. Ese instante me ha convertido en mujer.