Fantasía en el subte
Llevó su mano derecha por debajo de mi falda hasta mi pelvis y empezó a jugar con mis labios por encima de mi tanga. Cuando vio que estaban completamente mojados lo sentí estremecerse y apretarme la concha con toda la mano.
Marce y yo nos conocemos desde adolescentes, pero aunque siempre sentimos cosas uno por el otro las relaciones que cada uno tenía y algunos desencuentros nunca llegamos a concretar nada. Claro que nos besamos algunas veces, pero nunca pasó nada más.
Mi nombre es Alex, tengo 23 años y soy de Argentina. Mido 1,55 mts, soy algo delgada pero tengo 100 de pecho y una cadera y cola bastante grandes también. A lo largo de mi vida tuve momentos de estar más gordita o más flaca, pero el entrenamiento me mantiene bastante en forma desde hace algún tiempo.
A Marce lo conocí por amigos en común hace varios años, es músico y es completamente opuesto a mi. Tiene 26 años, mide más de 1,70 mts y tiene una espalda anchisima y un poco de panza, además de unas piernas bastante grandes. Es muy divertido y siempre congeniamos muy bien. Estuvimos distanciados un tiempo mientras él estaba en pareja, pero hace poco se separó y empezamos a juntarnos regularmente otra vez. Como siempre pudimos hablar sin tapujos, los dos conocemos todos los secretos y los morbos que nos atraen, y nuestras fantasías.
Ese día me pasó a buscar por mi trabajo para ir a un recital. En ese momento trabajaba en Capital y tomar cualquier transporte público en hora pico es una locura. Toda la gente viaja apretada y casi sin respirar, y aun así hacen fuerza para sacar sus celulares y abstraerse del mundo.
Tomamos juntos la línea B del subte, casi en sus inicios, y dos paradas más adelante la gente que combina con la línea C copó por completo todos los espacios de aire que quedaban, empujándose unos a otros para entrar, y dejándonos a nosotros apretados contra la pared del subte, en el espacio para discapacitados. Él quedó con su espalda completamente apoyada en la pared y yo apretada a él de costado, apoyando media nalga y el muslo contra su pierna. Nos reímos de la situación y hablamos un poco, pero hacía mucho tiempo que no estábamos tan pegados y se sentía entre los dos una tensión que venía desde hace mucho tiempo. Con los movimientos del subte empecé a sentir como su pene se endurecía en su pantalón, apretado contra mi muslo izquierdo. Intentó disimular un poco y correrse, pero moverse para cualquier lado era imposible y a mi me encantaba sentir como su pene latía y crecía sobre mi. Fingí no darme cuenta de la situación y rote un poco mi cuerpo para quedar con mi cola completamente apoyada contra su pene. Al principio pareció sorprendido, pero con una mirada entendió lo que quería y empezó a deslizar sus manos por mi cintura hasta la cadera. Yo empecé a mover mi cola lentamente de arriba hacia abajo mientras él usaba sus manos para apretarme más y más su pene, ahora completamente erecto. Ese día estaba usando una falda muy corta que con el movimiento se fue levantando hasta quedar por arriba de mis nalgas, dejando al descubierto mi tanguita negra casi invisible.
Como me vuelve loco ese culo, negra.
Llevó su mano derecha por debajo de mi falda hasta mi pelvis y empezó a jugar con mis labios por encima de mi tanga. Cuando vio que estaban completamente mojados lo sentí estremecerse y apretarme la concha con toda la mano.
Ay Marce, qué rico se siente.
Corrió mi tanga hacia un costado y empezó metiendome un dedo, mientras con el pulgar jugaba con mi clítoris. Se sentía increíble como me tocaba, esa situación tan bizarra y tan excitante al mismo tiempo.
Por un momento salí de mi transe y me di cuenta de que estábamos en un subte lleno de gente y miré hacia mi alrededor. La gente que teníamos cerca estaba de espaldas a nosotros y con el celular o auriculares, nadie parecía haber visto nada. Ahora estaba lista para entregarme completamente.
Lleve mi mano derecha atrás y desabroche como pude su pantalón, para introducir mi mano y empezar a acariciar su pene de arriba a abajo. Después de unos minutos así él me detuvo:
Ahora ya no podemos parar, no hagas ruido que nos van a ver.
Tomo su pene con su mano y lo llevó hasta la entrada de mi concha, que ya estaba empapada con todo el manoseo que estaba recibiendo. Yo no podía más de la calentura, ya no me importaba que alguien pudiera vernos, quería que me coja de una vez ahí, con toda esa gente alrededor. El subte dio un giro y en la sacudida su pene entró por completo adentro mío. Se me escapó un gemido entre la sorpresa y el placer, y él llevó una mano a mi boca:
Te dije que no hagas ruido, si te portas mal te voy a tener que castigar
Metió un dedo en mi boca y empecé a lamerlo con fuerza, intentando contener los gemidos que querían salir con las embestidas brutales que me estaba dando. Volvió a llevar su mano libre a mi clítoris y a hacer círculos apretando de forma intensa mientras metía y sacaba su pene produciendo un sonido exquisito. Empecé a sentirlo latir adentro mío y conseguí un orgasmo delicioso, mientras él mantenía el ritmo por un momento más para acabar por completo adentro mío.
Los fluidos de los dos empezaron a chorrear por mis piernas, así que agarré unos pañuelos de papel que tenía en la mochila y me limpie tan bien como pude. Cuando terminamos de componer nuestra ropa y vimos en qué parada estábamos, notamos que deberíamos habernos bajado hacía un buen rato. Nos reímos y bajamos en la siguiente estación, dispuestos a volver el camino hacia atrás. Después de todo, con semejante cogida tenía más ganas de ir a ducharme y dormir que de ir a ningún recital.