Fantasía en el cine porno

Orgía desatada en un complejo de cines porno de Buenos Aires.

Fantasía en el cine porno

Viernes 10 de agosto, promedia la tarde y estoy tan caliente que apenas mantengo mis manos fuera de mi pantalon. Todavía en la oficina, aunque por poco tiempo más, voy a ver a mi jefe e invento cualquier excusa como para salir en el acto; un malestar repentino o algo así. Salgo a la calle y comienzo a caminar.

Mi nombe es Ariel, tengo 38 años, heterosexual y con el cuerpo y la mente plagados de fantasías. Saliendo a la calle, paso por un ciber con cabinas privadas y entro para ver qué onda, buscando incrementar el clima de exitación todavía más. Al cabo de unos minutos salgo, porque no encontré nada que me mantuviera dentro por más tiempo.

De nuevo en la calle, decido probar suerte esta vez con una "conference line", ustedes  saben, las líneas donde se puede hablar con mucha gente y resguardar la identidad mientras lo decidamos. La presentación de mi aviso está orientado a buscar parejas porque me fascinan los trios; esa mezcla uniforme de cuerpos retorciéndose y gimiendo para el placer de todos. Durante mi incursión por el sistema, encuentro a Débora, una mujer de 29 años que buscaba conversar con hombres. Le dejo un saludo usando una voz sugerente que ya ha rendido sus frutos en otras ocaciones, y que vuelve a funcionar ahora. Pide una conversación en privado, yo acepto y entonces me dice:

  • Hola Bebé..., mmmh... así que te gustan los tríos y las orgías...
  • Lo de las orgías lo dijiste vos, ... pero ahora que te escucho, algo me hace pensar que estamos buscando lo mismo, me equivoco...?
  • Jeje..!, no sé, depende, vos qué proponés ?
  • Estoy en las nubes, volando de calentura, mi pija está empapando mi ropa interior con la lechita que está a punto de saltar... Me gustaría compartir una aventura con vos, un encuentro real, te animás..?
  • Contame
  • Me enloquecen las putas hermosas como vos, así... tan ardientes y busconas, ... y cuando pronunciaste la palabra orgía, mi mente me dijo que este sería un momento inigualable para ir juntos a ver una película a un cine XXX.
  • Ah, bueno... parece que tenés clarísimo lo que buscás de mí... me encanta y no te puedo decir que no. Adónde estás y cómo haríamos.
  • Yo estoy en Corrientes y Suipacha y el cine está a media cuadra, lo conocés ?
  • Sí, lo ví aunque jamás entré... y cómo te voy a conocer ?
  • No te preocupes, eso dejalo por mi cuenta. No te vas a olvidar más...

Combinamos el encuentro para dentro de 20 minutos en la entrada. El cine tiene un amplio hall que separa la boletería de las salas. Yo me quedo allí y aguardo.

Al cabo de pocos minutos, la puerta se abre y una mujer delgada, de cabello castaño claro, enteramente vestida de jean, con botas negras y una cartera mediana entra. Apenas entra nos miramos como si ella y yo ya nos reconociéramos. Para no pasar por desesperado, aunque estaba a punto de estallar a pesar de las dos pajas que ya tenía hechas en lo que iba del día..., busco su mejilla mientras dejo salir un hola. Pero Débora, con un rápido giro de su boca me da un beso en la comisura misma de mis labios.

  • Uy, cómo estás Bebé...!, viniste. Estás hermosa.
  • No podía faltar con una propuesta como esta.

Pago las entradas, entramos y los hombres que están por ahí no ocultan las ancias de cojerla allí mismo, haciéndole no sé cuántas cosas con sus miradas.

Comenzamos a subir las escaleras rumbo a las tres salas que hay en la planta alta y le pregunto :

  • conocés ?
  • no
  • entonces dejame que te guíe...

Mi brazo buscó su cintura pero el vaivén de su cadera dessvió mi mano hasta su culo tan apetecible. No sé cuánto tiempo habremos tardado en subir los veinte escalones hasta el primer piso, sólo sé que ella cerró sus ojos cuando mis dedos resbalaron hacia su concha y tocaron su piel. No lo había notado hasta ahora, pero su jean estaba prendido en la entrepierna por botones a presión, lo cual permitió que mis dedos lograran alcanzar lo inimaginable.

Llevé mis dedos húmedos hasta mi boca mientras la miraba a los ojos con una sonrisa. El sabor de su nectar era una mezcla perfecta entre salado y dulce que dió la cereza de que lo mejor aún estaba por venir.

Ella se giró y con sus ojos cerrados se abarzó de mi cuello y disparó su lengua hacia mis labios abiertos, a lo que yo respondí acariciando su nuca y tirando levemente de su cabello como para ver su lengua y así jugueteamos hasta que sus ojos se abrieron, rosados como sus mejillas, mientras jadeabamos.

  • Guau !
  • Y esto es sólo el comienzo le dije.
  • Quiero que me cojas acá mismo...!
  • No putita... primero vas a gozar de todo lo que nos aguarda más adelante... vení conmigo.

Subimos y abrí la puerta de la sala 3 para que ella pudiera pasar, como se espera de un caballero. Dentro, la única luz estaba en la puerta, donde nos encontrábamos ubicados, las butacas estaban ocupadas al parecer sólo por hombres que siemore están atentos a quién pueda entrar. La retuve para que nos quedáramos allí mismo y abrazándola desde atrás por la cintura, ella arqueó su espalda reclinó sucabeza hacia atrás, mientras mi bulto a punto de estallar se estampaba descaradamente contra su culo. Yo no llevaba puestos calzoncillos, por lo que el contacto se sentía casi de piel con piel.

Ella llevó su mano derecha hasta mi cabeza y con su lengua volvió a buscar la mía, jadeante y repleta de saliva. Era una hembra terrible y estaba exitadísima. Acompañé el meneo de su cola contra mi pija y el resorte de nuestras lengua remolieando en nuestras bocas con atroces masajes en sus tetas, juntándolas, fregándolas, estrujándolas con desenfado, como queriendo mostrarles a los asistentes, quién tenía el control de aquella situación.

El orgasmo de Débora inundó todos los rincones de mi boca y los hombres de la sala jadeaban con nosotros. Ssentí que los gemidos de la película en proyección sonaban apagados ahora y en su lugar, eran los suyos y los nuestros los que prevalecían. El aire se llenó del olor espeso que le dan una decena de descargas de sexo imposibles de contener. Ella abrió entonces los ojos y todavía exitada me dijo:

  • vamos a la siguiente sala...

Salimos de la sala 3, atravesamos un hall grande y abrazados caminamos hacia la sala 5 por un pasillo casi en penumbras. Nos cruzamos con un infierno de travesti que ofrece sus servicios allí. Su nombre es Alejandra y su cuerpo es un delirio absoluto, aún para alguien que prefiere mujeres. Alejandra nos mira y nos sonríe y me dice con vos seductora:

  • Hola bombón, si necesitan compañía, por favor no se olviden de mí, dale...? y nos arroja un besito mientras desciende.

Débora se muerde los labios y terminamos de recorrer los últimos peldaños hasta la puerta de la nueva sala. El ingreso es dirírmos por el frente, o a un costado, por lo que nos dirijimos hasta el fondo, donde hay una baranda que cruza la sala de lado a lado, uniendo los pasillos laterales, y desde donde se puede apreciar todo el auditorio iluminado por los cuerpos rubios e inmaculados que se deshacen de placer en la pantalla. La producción denota un gran despliegue escénico para recrear con estilo un palacio romano de muchos siglos atrás. Dos damas por demás gustosas de deleitarse con los placeres de la carne, reparten su cuerpo con tres gladiadores cada una, dispuestas a dejarse rellenar cada una de sus brillantes y abiertas cavidades. Así, mientras la primera está sentada de frente a uno que está sentado sobre un sillón de fino paño rojo, otro le ofrece un deguste de gran porte para que su boca la chupe con frenesí. El tercero, habiendo conseguido vencer la escasa resistencia de su esfinter, bombea incesantemente su culo con una pasión que arranca de la chica, gritos de ardor y placer que por momentos suenan descontrolados, como fuera del guión.

La otra está arrodillada sobre la alfombra y recibiendo caño por el culo a morir mientras con su boca y sus manos atiende a otros dos fornidos e incansables machos que sólo se detendrán cuando estén listos para llenarle el cuerpo con litros de leche hirbiendo.

Mi hembra y yo estamos apoyados en la baranda del fondo, como dije. Ella de frente a la pantalla, con las manos apoyados sobre la baranda, las piernas bien abiertas y ofreciéndome su culo para que yo lo tome y lo haga mío ahí mismo. Sus tetas cuelgan dentro de la remera blanca y ajustada que trae puesta, ahora que se quitó la campera de jean que tenía puesta. Yo hago descender mi mano hasta su entrepierna y de un tirón abro los broches de su pantalón, dejando ver a contraluz del reflejo de la pantalla, los pliegues de su mojadísima concha. Se la vé carnosa y se la siente aún deliciosamente mejor. Ella mantiene sus ojos entrecerrados y ella se mueve apenas de lado, con una mezcla de estremecimiento, para dejar entrar dos de mis dedos, los que resbalan sin problema en toda la extensión.

Yo entonces, me arrodillo al tiempo que levanto su pierna izquierda sobre la baranda, y de espaldas a la misma, abro mi boca y mi lengua salta como un resorte una vez más, chupando y lamiendo todo a su paso. Sus jugos me impregnan de fragante sabor todo el exterior de mi boca, mis labios y parte de él también resbala hacia mi pera levantada, para facilitar la introducción de mi lengua en su tajo abierto. Con mis manos alzadas y su cuerpo aún más inclinado paso mis mano por debajo de la remera para masajearle los pezones durísimos de sus tetas, ahora más enormes que antes. Podría cerrar los ojos como a mí me gusta pero el placer de ver todo ese espectáculo lo dobla.

Mi nueva amiga se mece descontroladamente sobre mi boca y me acaba una vez más mientras jadeando me implora:

  • aahh...! Qué caliente sos, Bebé !!, cojeme ya, te lo pido por favor... cojeme ahora y acá!!
  • Te gusta la pija ...
  • Sí, me encanta, ... la tuya, ay... quiero la tuya, Ariel !
  • entonces chupame la pija, perra ...!, quiero ver si estás preparada para ser mi putita este día...
  • mmh, ...mmhh, ...mmmh...!! , ella se arrodilla y su boca se dedica a saborear el nectar de mi pija a punto de estallar en pedazos, producto de todo el caliente franeleo hasta ahora.

Es una hembra increíble; su vigor parece inagotable, sus ancias de sexo parecen no conocer fin. Me está procurando una mamada que pone mi pija hasta el fondo de su garganta en cada embestida y su campanilla acaricia la cabeza de mi miembro, haciéndome delirar. Es toda una maestra. Sostiene mi herramienta por la base del tronco y la aprisiona entre sus dedos índice y pulgar para que no acabe rápido y su aliento me entibia la bolsa de mis testículos a la vez que oxigena su cuerpo.

Ahora me incorporo y la ayudo a levantarse, abro su boca y busco el frenesí de su lengua una vez más, que es generosamente correspondido. Inclinada hacia adelante nuevamente sobre la baranda separo sus piernas y le introduzco en su glorioso capullo la enormidad de mi miembro todavía chorreante de su saliva caliente. Sus gritos ya se escuchan en toda la sala, lo que al comienzo eran gemidos tímidos y ahogados, ahora se transforman casi en alaridos, como si soltara un orgasmo en cada embatida. Los espectadores de la sala, la más grande de todas, han dejado de prestar atención a la película desde apenas instantes después de nuestra entrada. Nadie o muy pocos pueden creer lo que ven y los más osados se van acercando cada vez más, masajeando sus pijas ya fuera de sus pantalones, con la esperanza de tomar parte de aquella escena.

Ya perdí la cuenta del número de veces que Débora lleva acabando en esa posición. No hay dudas de lo que goza en esta posición, Es evidente que la hace acabar muy rápido y que disfruta como una llegua en celo. Yo, en tanto doy mis últimos embestidas y ella presiente que será inundada por mi leche como ocurrió con las dos rubias de la pantalla, de hace unos minutos.

  • Ahh, AAAAAAhhhhh ...!! Uff, te acabo Puta divinaaa ...!!!, son mis clamores, en tanto que ella me susurra:
  • No, esperá... dámela en la boca...!!, y como disparada se coloca de rodillas otra vez, en medio de mis piernas, capullando y descapullandome la pija con el ritmo justo hasta que mi revolver le descarga tres chorros desbordantes de sexo que dan de lleno en el fondo de su garganta. Ambos cuerpos se estremecen y los gemidos que ronronea con mi pija en el fondo de su boca me dan la confirmación de que saboreó hasta la última de mis gotas. Los demás presentes nos han acompañado, en especial en los instantes finales y como abatidos por una metralla, algunos retoman sus butacas, de alguna forma agradecidos por la "función" que terminamos de dar y creyendo que con eso sería suficiente. Débora y yo quedamos exhaustos y a ambos aún se nos extemece el cuerpo. Ha sido una sesión por demás intensa, pero no estamos dispuestos a dejarlo todo sin conocer lo que nos depara la última sala. Los hombres nos abren paso, hay algunas manos que rozan lo que pueden del cuerpo de Debora mientras, como podemos, vamos camino a fuera.

Subimos hasta la última sala, el sonido de los gemidos de la sala que dejamos atrás se entremezclan con los de la próxima, anticipándonos más diversión. De a poco recupero el aliento de mi cuerpo aún tenso. Mi pene, lejos de estar fláxido, recostado levemente hacia la derecha, se mantiene erguido, alerta y todavía babeando unas gotas de semen que resbalan por mi pierna.

Detrás nuestro, una procesión de hombres que nos han seguido desde las otras salas. Demasiado tumulto en estos casos no es bueno porque sabido es que esto es un cine y no una casa donde se puedan practicar orgías, así que los empleados procuran mantener el clima bajo control, calmando los ánimos mediante recorridas periódicas por las salas y "corriendo" a quienes no practiquen sexo discretamente.

El hecho es que llegamos y por ser la última sala, esta no es tan grande ni está tan iluminada; quién sabe si por un capricho de quién diseñó la distribución del complejo. Pero lo cierto es que los que somos "habitues" del lugar sabemos que esa es la sala más escondida, y que, por estar en un extremo del edificio, es la que menos tránsito tiene, a diferencia de las anteriores, por las que sí o sí hay que pasar para moverse de una a otra.

Débora va caminando como en sueños, medio aturdia, un par de escalones delante mío; la distancia y la altura suficiente com para permitirme oler los perfumes que su cuerpo emana mientras camina. Una parte, producto de la escencia que se puso para esta cita, muy dulce y atractivo. Otra, una mezcla de olores provenientes de unas gotas de mi leche que resbalaron de su boca por accidente y de los aromas de sus jugos, impregnados en mi nariz y en mis fauces.

Llegamos y recorremos todo el largo de la sala hasta ubicarnos en la última fila de asientos, a dos butacas de la pared, en el últimísimo rincón. Los espectadores que allí se encuentran adivinan que algo sucede o va a suceder porque no es usual ver tamaño contingente entrar a  esta sala. Podemos ver fácilmente a algunos acariciándose sobre las ropas, otros con las manos en pleno ejercicio propio o ajeno.

Sentados, yo paso mi brazo por sobre su hombro y mi mano izquierda levanta su remera para descubrir sus turgentes pechos, húmedos y a la vez palpitantes. Yo hundo mi cara sobre ese mar de tetas calientes y mi lengua se desvive sobre toda su extensión, mamando sus pezones mientras mis labios sorben cuando pueden, sin control. Levanto mi cabeza buscando su cuello y chupando todo a mi paso. Sus gemidos vuelven si alguna vez se fueran antes. Su sonido faniliar me excita y mi pija se endurece cada vez más. Los hombres que nos acompañaban se han ubicado a nuestro alrededor aunque a una distancia prudente. Ella mantiene sus ojos cerrados como si esa manera le permitiera gozar especialmente más; yo temo que si los abre, se espante y todo se termine.

Nos besamos y jadeamos juntos por entre las butacas hasta que me resvalo hasta abajo, abro sus piernas y entonces pongo toda mi dedicación en separar los labios de su vagina muy despacito, acariciandolos con las yemas de los dedos y lamiéndole el clítoris que ya está tan hinchado como una aceituna de carne sabrosa. Mi lengua acaricia el canal de su vagina e inundo de saliva mis dedos para penetrarla. Ella se resvala hacia el filo de la butaca, destraba el resto de las presillas de su pantalón y ahora es como una gran capa al viento, como una pollera inservible, que pone lo mejor de su cuerpo al alcance de mis sentidos.

  • Ay, así... así, mi amor, ...! qué macho sos, Bebé...!! , qué bien lo hacés, me muero, me hacés desear más de lo que puedo aguantar... ahaaa, ahhh !!!
  • Sos una bebota ardiente y una puta adorable... No temas, que guardé lo mejor para el final. No quiero que te pierdas nada de esta fantasía.
  • No, no... lo que vos digas...mmhh, mmh...!! Sí, sí... más, más....mmh ..!

Algunos hombres se acercan un poco y yo apunto a uno de ellos, con una pija más grande que la mía, como de 23 o 24 cms. y le hago señas para que se acerque por detrás de nuestra butaca. Entonces le digo a Débora:

  • Mirá lo que te traje, Debbie... abrí los ojitos y más que los ojitos, la boquita...
  • Mmmh, mmh...!! fué todo lo que se escuchó. El flaco, ágilmente había levantado una pierna desde atrás, por sobre nuestro respaldo y con la otra pierna manteniéndose de pié, le daba de comer en la boca a Debbie, que golozamente repetía la técnica anterior para engullirse tremenda pija hasta la raiz.

  • Cómo te gusta la pija, mami...!! Qué hermosa que sos...!! Cométela así, así...!!

Mis dedos juegan ahora en su culito y ya han dejado de pedir permiso, soy dueño de su cuerpo. Yo mando y él cede a mis órdenes. Si no la sostuviera con la mano hubiera caído de su butaca, sin fuerzas por tanto deleite. Yo, ni lerdo ni perezozo, aprovecho así a resvalar mis dedos hasta el final y lubrico así su culo cada vez más caliente, preparándola para lo que ella ya imagina y delira con poder sentir, si es que no se desmaya antes, piensa.

Mientras tanto, a contraluz, una silueta que parecía de una mujer increíble, con unas tetas enormes y desbordantes y una colita salvajemente parada se acerca por el pasillo. Rubia ella, es Alejandra, la travesti, que atento se acerca a ver qué estamos tramando o mejor dicho, ya ejecutando activamente. Me reconoce y entonces me dice:

  • Ariel, finalmente se te hizo realidad !! Tantas veces me dijiste que querías vivir esta fantasía que por fin encontraste a una puta llo suficientemente fogoza como para seguirte el tren a vos, mi amor...!!
  • Es cierto pero de ninguna manera me permitiría dejarte afuera de esto, te lo aseguro. Querés sumarte ?
  • Con todo gusto, si tu amiguita no tiene problemas, aunque a juzgar por el empeño que está poniendo, me imagino que no...!
  • No, para nada Ale... vení que para vos también hay.

Debbie le pidió a Alejandra que sentase en la butaca contigua y se sentó en la pija de Alejandra, estampándole un beso en la boca y restregando sus tetas contra las de Alejandra. Era un sueño porque a juzgar por las contorciones la pareja, de la cintura hacia arriba, parecía una ardiente escena de lesbianismo. En tanto, por debajo, los movimientos de abajo eran un ritmo inequívoco de la cogida estupenda que Alejandra, en su rol de macho, ahora, le estaba dando a mi amiga.

  • Ah, Ah...!! Qué buena puta, jugoza, te encontraste Arieito...me decía Alejandra. Qué hembrón me trajiste...!!
  • Viste...! Es una delicia y coje com ouna máquina, sin parar !!
  • Muy bien chiquita, ahora te vamos a dar un recuerdo como para que te lleves lo mejor de cada uno de los que estamos aquí. Seguro que va sa querer hacer honor a tu nombre de "debora pijas"...jeje !!

Acto seguido, Ale, que por trabajar allí conocí amuy bien el ambiente, hizo desfilar uno por uno a todos sus amigos y conocidos, para que Debbie los chupara mientras ella misma se encargaba de saltar sobre la pija del travesti. Yo no aguanté más y me puse a sus espaldas susurrándole muy despacito al oído:

  • Me imagino que no te vas a negar al placer de sentir mi pija en ese culo estrello y caliente, no mi amor...!!?
  • Dale, dame, dame... Dame con fuerza ...mmmh, mmh ...!! Te gusta que sea así de puta !! Jamás me creí capaz de sentir tanta fuego y tanta piel juntas !!

Mi bestia de carne se hundió entre sus nalgas, que Alejandra se encargó de levantar y abrir para mí, para que yo pudiera cojerla con comodidad y ella sintiera el menor dolor posible.  El contacto de las dos pijas en su interior representaba una sensación que Debbie desconocía y eso hizo que lanzara un grito de placer casi interminable mientras descargaba una vez más una catarata de jugos sobre la pija que montaba y perdiera el control, hasta prácticamente caer sobre su amante. Después de cerciorarme de que se enconttraba bien y de que sus fuerzas la habían avandonado sólo momentaneamente, comencé a bombear ese culo espectacular una y otra vez, cada vez con mayor fuerza y ritmo más acelerado, arrancando gemidos desde el fondo de su garganta medio ahogada por las eyaculaciones de tres hombres que hasta ahora le habían dejado su marca, rápidamente ante tanto sexo.

Al cabo de incontables minutos, Débora adquirió una perfección todavía mayor en el dominio de su cola y consiguió darle a mi pija unos masajes que provenían del interior de su canal, que me apretaban todo el choto, como exprimiéndolo y entonces :

  • Aaah, Aaah... Me muero, te lleno, te lleno de leche...!!!  y me desaté en un mar de leche caliente dentro su culo, al tiempo que Alejandra abandonaba su contención y le inundaba la concha, descargandose toda.

Cuando todo termino, muchos lamentamos que el baño no resultara suficiente para todos los hombres pero Alejandra compartió con Debbie el que tenía reservado para él para que así pudiera higienizarse antes de salir.

Yo esperé a Debbie y le ofrcí llevarla hasta su casa pero me dijo que no me preocupara que se tomaría un taxi sobre Corrientes y que llegaría pronto. Quedamos en seguir nuestro contacto por la línea de encuentros que nos permitió esta inolvidable experiencia.

Del mismo modo, también le pregunté a Alejandra cuánto me costaría por ese servicio, pero ella muy risueñamente me dijo.

  • Estás loco, Arielito..? Sabés cuánto hace que esperaba una fiesta así...? Esta mina es increíble, muy caliente y espero que no la pierdas de vista. Para mí fué todo placer, no sé si se notó, jeje...!

La tarde se había ido y la noche ya casi terminaba de llegar. Yo, con los ojos medio ojerosos emprendí el camino a mi casa, previo tomarme un café para despejarme un poco. Sólo pensabamos en dormir.