Fantasía demoníaca
¿Alguna vez han soñado con morir a manos de un demonio?
De un tiempo para acá estoy obsesionada con algo… demonios; pienso en ellos todo el tiempo, me lleno de fantasías, cuando me baño, mientras me masturbo, busco porno hentai con demonios, están en mi cabeza y no puedo sacarlos de ella.
Con esa idea en mente he estado investigando una forma de invocarlos, no me importa si se llevan mi alma al averno, quiero una buena cogida antes de morir, me he preparado para morir en ese momento; después de mucho tiempo invertido he localizado un libro que explica a detalle como invocar al demonio que corresponde a tu fecha de nacimiento.
¡Por fin!, para resistir las embestidas de este exquisito y enorme monstruo, he preparado un gran botiquín para no sentir un dolor extremo, no me importó lo que pague para poder tener toda esa morfina, además de ketoloraco inyectable, cápsulas, lubricantes y todo lo que podría necesitar.
Lo primero era tener una noche sola, no sabía si las mascotas contaban cómo estar o no sola, pero lo intentaría, en casa dije que tenía que hacer un viaje de trabajo, no suelo mentir, así que me creyeron; aunque no fui a ningún otro lado, salvo a la habitación de un motel que alquile por una noche.
Tenía que estar relajada, sin mayores preocupaciones y qué mejor para eso que un buen baño de burbujas, con hidromasaje, con velas apropiadas para la ocasión, colocadas por la habitación, apague la luz, entré al jacuzzi, comencé a jugar un poco conmigo misma, iniciando la invocación…
Después de un grato momento salí de la tina, sequé un poco mi cabello y fui a la cama, mi cuerpo se secó prácticamente solo, me recosté e inicie un ejercicio de relajación y meditación, continuando con la invocación, no dibujé un círculo de sal, ni nada de eso, mi idea no tiene nada que ver con protegerme de quien quiero que me coja, así que me concentré en el sello de mi demonio.
Tenía los ojos cerrados, repasaba parte por parte lo que había hecho, cada detalle, las velas colocadas en los puntos del sello demoníaco, repartidas por la habitación, incienso, todo ya que por el tiempo que transcurrió me dio la impresión de que no funcionó, sin embargo, cuando estaba apunto de rendirme y abrir los ojos sentí algo… una especie de uña muy larga y caliente al tacto, recorría muy lentamente mi pie, subiendo por la pantorrilla, incrustándose en mi rodilla, a pesar del dolor no abrí los ojos, cuando de mi voz salió un jadeo por el dolor escuche su voz… no podría decir si realmente la escuche o estaba en mi cabeza:
-¿Por qué me has llamado inútil humana?
Antes de poder responder, en mi mente pasaron todas las imágenes del porqué lo había llamado, incluso de cómo busqué información y de mi kit de supervivencia al lado de la cama. No fue necesario decir nada, sacó toda la información de mi mente, como si hubiese proyectado una película… lo escuche reír.
-Lo que deseas es algo muy peculiar, tu especie nos llama para pedir dinero y poder, pero tú estás dispuesta a morir por tener sexo conmigo. Bien, hagamos algo, pídeme algo, supongo que por alguna razón no has abierto los ojos, aún sabiendo que estoy aquí.
-Señor, respondí, quiero que me ayude a no tener miedo cuando abra los ojos, no quiero ofenderte si me asusto.
-Eso depende de ti humana, ¿no quieres cumplir tu deseo?
El solo escuchar eso me hizo abrir los ojos de par en par, la velas seguían encendidas, no había usado ningún tipo de protección o amuleto así que él era libre de destrozarme sí deseaba pero, supongo que sentía curiosidad por mi deseo.
Su pecho era negro, muy negro, rostro hinchado coronado por un cintillo de fuego con dos juegos de cuernos, lo segundos mas grandes y anchos que los primeros, de gran tamaño al rededor de 8 pies de alto, musculoso, de cabello castaño y ojos brillates que cambiaban de color, tenía alas como las de un murcielago, no usaba ropa, supongo que cualquier persona habría muerto de miedo, sin embargo yo, estaba anodadada, perdida bajo su influjo… tal vez fue al ver… su enorme y muy… muy grueso pene… que me hizo tragar saliva al verlo.
-¡Vaya!, en verdad lo quieres, ¿no es así?
-Eres hermoso, pensé.
-¡Vaya!, no había conocido a ningún mortal que pensara eso, con eso me di cuenta de que podía leer mi mente.
Traté de levantarme de la cama pero no me lo permitió, su enorme garra entró más profundo, podría jurar que sentí como atravesaba el hueso, grite de dolor; volvió a reír, con grandes carcajadas, era increíble que nadie escuchara esas risas o mis gritos, de lo contrario estarían tocando a la puerta de la habitación para saber si todo estaba bien.
-Tienes lo que necesitas ahí, ¿no?, dijo señalando con la mirada el kit de primeros auxilios, asentí, no podía hablar debido al dolor, mi mente envió una súplica a ese ser demoníaco… ya que parecía desvanecerse en el aire.
-No te vayas, quédate… por favor, dije sujetando su mano…
Estoy casi segura de que le vi titubear, sacó su garra de mi piel, chupó mi sangre en ella… dibujó una sonrisa en su rostro, como una rana sacó una enorme lengua de su boca y la llevó a mi rodilla para lamer la sangre de la herida, el dolor se fue en un instante, la herida desapareció.
-Morirás, susurro.
-No me importa, respondí sin soltar su mano.
Con su lengua dibujó un camino, uno en el que bajaba y subía un poco cada vez, mi respiración se entrecortaba cada que lo sentía subir, en un instante lamió de la rodilla a mi entrepierna, gemí y cerré los ojos, apretando su mano entre las mías.
Su lengua se movía, girando sobre mi clítoris, deslizándose sobre mis labios mayores y menores, enjugando todo a su paso; entró profundamente en mi vagina con ella, recorría las paredes vaginales como si quisiera sentir cada borde o protuberancia interna, la longitud de esa lengua, de esa maravillosa lengua, le dejaba juguetear mi orificio anal sin salir de la vagina, cuando me llevó al orgasmo se puso sobre mi y con su boca sobre la mía, tragó mi aliento, hasta el último jadeo.
Dijo que era suficiente, había probado un orgasmo provocado por la lengua de un demonio y era suficiente, pero no lo era para mi, quería más mucho más.
Sin pensar en nada, me arroje al suelo de rodillas, tomé su enorme miembro fálico entre mis manos y lo empecé a lamer, no le molesto, pues no me mató y se quedó, no lograba entrarlo totalmente en mi boca pues era muy grueso, trataba de compensarlo con mis manos y saliva, el demonio sacó su larga lengua otra vez para clavarla en mi ano, la sensación que me daba era la de poder modificar su grosor a placer ya que al profanar mi ano, entró fácil, la lengua era delgada, pero poco a poco sentía como me abría desde el interior, el no mostraba señal alguna de placer, aún así yo volví a llegar, fue mi primer orgasmo anal.
Parpadee una par de veces, sentía el palpitar de mi sexo por el orgasmo, el frenesi de mi corazón por las sensaciones y la voracidad de mi mente clamando por más.
Al salir del trance me di cuenta de que no estábamos en el mismo lugar de antes, la habitación del motel ahora era una castillo en ruinas, había pasto y vegetación, la luz de la luna nos iluminaba, me perdí en él al ver su silueta bañada por la luz lunar, tomó mi mano y me cargó sin ningún esfuerzo.
Al fondo estaba una mesa de piedra, era como una especie de altar, tras ella una cascada, en verdad el lugar era hermoso, estábamos resguardados por viejas y derruidas paredes, con un techo inexistente y la luz de la luna llenando el lugar, fue cuando pensé que era el lugar más hermoso para morir.
-Trataré de no matarte, es la primera vez que hago esto con una humana.
Me puso sobre la mesa de piedra, me imaginé como el sacrificio y acepté mi destino, abrió mis piernas, se colocó de pie entre ellas, pasó su lengua mojando todo a su paso, ¡Por fin mi deseo se haría realidad!, puso su glande sobre la mesa, dirigiéndolo a mi vagina, le dio con su falo unos golpes primero, luego comenzó a empujarlo dentro de mí, era muy ancho, demasiado, sólo el glande se sentía muy apretado y no entraba, respire profundo, relajandome, para que mis paredes cedieran con mayor facilidad, no quería que esto terminara rápido, sino todo lo contrario.
Me enderecé un poco, recargando el peso en un brazo, recorrí su pecho con mi mano, dibujando cada línea en el con mis dedos, alcance a decir “Eres hermoso, no pares por favor”, como si mis palabras hubieran tenido un gran efecto, se reclinó sobre mi y me besó, ese beso contenía un aroma entremezclado, por un lado juré percibir los inciensos de la habitación, por otro azufre... el más inquietante por ser de mis favoritos, el aroma del… café.
Su beso era tierno y apasionado, sabían a la gloria de mil infiernos, me aferré a su pecho colgando mis brazos de su cuello, sujetando los cabellos de su nuca y abriendo las piernas para asirme a su cintura, empujé mi cadera para lograr que su pene entrara, tomó mi cabeza en una de sus manos y tiró hacía atrás, mordió mi cuello, sentía la sangre caliente deslizándose por mi piel, al tiempo que la succionaba, sus garras abrieron la piel de mi espalda dejando salir borbotones de sangre, la cual se extendió por la mesa de piedra, delineando varios surcos en una especie de forma, mi vagina cedió, abrazando en su totalidad la enorme extensión fálica de mi demonio, entraba y salía de mi con fuerza, con voracidad, comencé a sentirme mareada por la sangre derramada, pero no vacilé, quería mi orgasmo final, ese magno orgasmo que me quitaría la vida con una enorme sonrisa en el rostro.
Me puso de pie, apoyando mis brazos en la mesa de piedra, de espaldas a él, su pene entró ya con total facilidad, sus embestidas eran lo más glorioso que jamás hubiera vivido, su lengua entro en mi culo, dilatando sus paredes, sabía que era lo que buscaba y no lo detendría; al ver mi sangre note que la forma dibujada sobre la mesa era su sello, por alguna razón eso me hizo muy, muy feliz; apuntó su verga a mi culo, de una embestida lo metió hasta el fondo, grité de dolor, de un inmenso dolor que me quemaba por dentro, un dolor que de a pocos, con ayuda de su lengua, se fue transformando en placer.
Con sus brazos me levantó por el aire y me giró, al parecer mis kilos extras no eran nada para él, estaba destrozando mi esfinter anal, mientras su lengua continuaba llevandome a un extasis sin igual, sentía mi vida y placer pender juntos de un hilo.
Mi humanidad ya no daba para más, un gran orgasmo se formaba desde el interior de mis entrañas, mi cuerpo se tensaba más y más, mis gemidos aumentaban al igual que la velocidad de sus penetraciones, rápidamente me acostó sobre la mesa de piedra, en la posición del misionero me llevó a la muerte, bien dicen que un orgasmo es como morir y volver a la vida, sin embargo, sabía de antemano que de este no volvería, cerré los ojos, escucharle gemir de placer inundo mis oídos y me dejé llevar, me dejé llevar por el sin fin de sensaciones que embriagaron cada célula de mi cuerpo, por ese orgasmo último de mi vida y que valía perfectamente el precio, dejé de respirar al tiempo que sentí que mi hermoso demonio se corría dentro de mí en un sonoro bufido, un fin magistral y sin igual.
En agonía, antes de mi último aliento, lo escuché decir -No morirás, no aún-, su voz retumbó en mi cabeza, pero ya no pude más y me fui…
Desperté… confundida… adolorida, estaba en mi cama, en mi casa por lo que veía, mis perros dormían a mi lado… pensé que fue un sueño, me levanté con mucho esfuerzo, entré a la regadera y al verme de reojo en el espejo, algo en mi espalda llamó mi atención, regresé y miré mi espalda en el reflejo, recordé sus garras haciéndome sangrar, lo que ahí estaba, era su sello, puso su sello en mi y por eso seguía con vida, lo que me hizo pensar que no sería la única vez que podría copular con ese hermoso demonio.