Fantasia cumplida
Un encuentro fugaz para cumplir una fantasia rapida
Un día más, con más calor que los anteriores, o simplemente en el que la desidia se había apoderado de mi, se hacía tarde y había quedado en acercarme a una quedada del foro, pero ¿Por qué ir? Tan lejos… ¿Dónde iba a aparcar? Se estaba bien en casa, podía hacer miles de cosas que no implicaban mover el coche y.. que diablos! para un dia que libro y puedo estar tranquila...
Había encendido el msn, en Badoo siempre había personas dispuestas a decirte lo estupendo que sería que salieras a echar un polvo con ellos, ¿con un individuo que no me motiva? No, decididamente no. Tampoco me motiva nada últimamente, el sexo se ha vuelto algo tan mecánico, y tan carente de emoción que no lo necesito, más que en situaciones esporádicas.
Y de pronto una figura conocida en msn, sonreí de medio lado, una propuesta… recurriendo a una fantasía que expresé hace tiempo a través de un relato.
Creerias que estoy loca si te digo que a las 4 menos 20 de la mañana caminaba hacia el parque de la iglesia, sí, aquella iglesia que me había visto crecer, donde me bautizaron e hice la comunión, donde me confirme e incluso estuve dando catequesis, y esta noche había quedado allí, a esas horas intempestivas, había quedado en sentarme en un banco, en llevar falda, en este caso un vestido de lycra negra pegado al cuerpo con la espalda descubierta y atado al cuello, sin braguitas ni tanga, y lo más peculiar: llevaría dos pinzas de la ropa, una en cada pezón y otras dos enganchadas a mi sexo, en los labios, y de esta guisa caminaba a buscar un banco donde sentarme, él me reconocería, cuando llegué vi un hombre con un polo blanco como buscando algo, seguí mi camino, era él, se había quedado mirándome y había parado su búsqueda cuando me vio aparecer, me concentre en buscar el banco y seguir con mi partida de apalabrados en el móvil y no se hizo esperar.
Noté sus manos escurrirse por los lados del vestido para tocar mis tetas, comprobó que las pinzas estaban colocadas en su sitio y tiro suavemente de ellas, apretó mis pechos entre sus manos y me susurró: “Eres una putita, no me mires”, sus manos se abrieron camino por debajo de la falda para comprobar las otras dos pinzas, “sujeta las pinzas hacia los lados, eres una zorrita a la que la gusta exhibirse y que todo el mundo que pase vea como te masturban en el parque” sus dedos entraban y salían de mi coño una y otra vez, con fuerza, “ahora no me podrás decir que no te gusta”, yo callaba, sólo gemía ahogadamente, “mira que sumisa mas buena me he buscado” y metía sus dedos llenos de mis jugos en mi boca, se sentó a mi lado “eres una perrita, y te gusta mojarte, ¿verdad?” desató el vestido de mi cuello, dejó mis pechos al aire, sólo subía un poco el vestido si alguien se acercaba mucho “levanta zorrita, vamos a otro lugar” me conducía a lo largo del parque, junto a la carretera donde mas coches pasaban levantó mi vestido y me hizo echar hacia delante el cuerpo para poder dejar mi culo más expuesto y alcanzar mejor a meter los dedos de nuevo en mi coño, “mira lo mojada que estas zorrita, lame los dedos que sé que te gusta lamerlos” mi excitación crecía por momentos con aquel “desconocido” con quien había hablado muchas veces por email o msn pero nunca en persona, “dí que te gusta, perra”, ufff cada vez me gustaba más “ me gusta” confesé al fin, entramos en su coche, yo seguía sin mirarle, sin hablar casi, movió su coche a una zona menos transitada, sacó una bolsa del maletero, unas bolas chinas fueron depositadas en mi interior, con una cuerda ató uno de mis pechos “Ves lo bonito que queda atado? Y lo bien que se puede atar? Mira que sensible se queda” notaba la cuerda presionando, toda la superficie del pecho quedaba muy sensible, me excitaba cualquier roce, él lo agitó, volvió a masturbarme con fuerza, apoyé mi cabeza en su hombro casi sin poder contenerme y…paró, “No voy a dejar que pienses que es tan fácil, a esto se le llama negarle el orgasmo a la sumisa” quitó la cuerda que aprisionaba mi pecho, sacó las bolas chinas, “vístete y sal, ya volveremos a vernos” me ayudó a atarme el vestido al cuello, “gracias” susurré, “no, no, Gracias que?” “Gracias Amo” contesté, en ése momento me permití mirarle, una sonrisa plena llenaba su rostro, triunfante, me dio un beso dulce en la mejilla y me acerco a mi casa “nos volveremos a ver, ves como sólo hay que calentarte un poco?” sonreí y Salí del coche, él sabía que hubiera hecho cualquier cosa que me hubiera pedido en ése momento y lo mejor es que no lo hubiera hecho por que volviera a masturbarme, sino por ver ésa sonrisa de satisfacción en su rostro.