Fantasía cumplida (3 y final)
Mi madre todavía podía sorprenderme...
Hacía ya 6 meses que mi madre y yo éramos amantes. Nuestra vida sexual era muy excitante. No es que lo hacíamos todos los días, pero cada vez que teníamos ganas.
Mi madre aprendió a chupármela, y le encantaba que le chupara la concha. Lo hacíamos a cualquier hora y en cualquier lugar de la casa.
Teníamos la costumbre de poner música, para que los vecinos no escucharan los gemidos de placer de mi madre (y mios), cuando había música en la casa, había fiesta.
Llegó el día de mi cumpleaños. Cumplía 21 años, la mayoría de edad. Realmente no me importaba mucho, hacía años que no hacía nada importante, mi madre me preparaba una torta y algunos familiares y amigos me visitaban.
Ese día no fue diferente, una pequeña reunión con amigos y algunos familiares. Mi madre me dió su regalo, una billetera. En un momento dado coincidimos en la cocina y mi madre se me acercó y me dijo al oído que me daría mi verdadero regalo cuando todos se hubieran ido.
Yo me imaginaba lo que era el regalo, de hecho, no se había dejado coger por una semana, pretextando dolores de cabeza o que estaba muy cansada, así que yo estaba bastante caliente y esperando ansiosamente que todos se fueran para disfrutar de mi madre.
Por suerte, mi hermana iba a una escuela que quedaba cerca de la casa de mis abuelos, por eso se quedaba con ellos la mayor parte del tiempo, y tenía que ir al día siguiente, así que cuando mis abuelos se fueron ella también lo hizo y nos quedamos mi madre y yo con un par de amigos mios. No sabía como hacer para que se fueran, al final nos dejaron solos.
Mi madre me dió entonces un beso en los labios, y me dijo que esperara a que me llamara, que iba a preparar mi "regalo", y que no se me ocurriera espiar porque era una sorpresa.
Yo no me imaginaba como podía ser una sorpresa, estaba claro que íbamos a culiar hasta caer rendidos, pero esperé pacientemente y no esperé.
Después de unos 10 minutos, mi madre me llamó. Lo que ví me dejó sin habla.
Mi madre estaba totalmente desnuda en la cama, boca abajo, con almohadas debajo para levantarle el culo, había un pote de vaselina abierto cerca de su culo, en la cama. Lo más extraño, es que había una tarjeta de cumpleaños apoyada pegada con cinta adhesiva a su culo.
Me había quedado inmobilizado del asombro, entonces ella me dijo si no iba a leer la tarjeta.
La tomé y la leí, decía "feliz cumpleaños hijo. Disfrutá, pero tratá de no hacerme daño"
no lo podía creer, mi madre me iba a dar el culo como regalo de cumpleaños. Cuando me acerqué ví que temblaba, estaba asustada, me dijo "con mucho cuidado por favor", le pregunté si estaba segura y me dijo que si.
No sé si lo había dicho ante, pero el culo de mi madre era especial, muy grande y carnoso, no era muy estético, era muy grande para su cuerpo, pero sexualmente hablando era una delicia, el sueño de cualquier hombre, no me extrañaba que todos sus amantes hubieran querido perforárselo, pero yo iba a ser el primero.
Se lo empecé a tocar y a besar, poco a poco me fui acercando a su ano, y empecé a lamerlo, eso le gustó a mi mamá que empezó a gemir, yo estaba en la gloria.
Después me unté los dedos con vaselina y le introduje un dedo, costaba entrar, estaba muy tensa, así que me acerqué a ella y comencé a besarla en la boca, con mucho cariño, pero masajeando su ano, hasta que se relajó y pude meterle el dedo, muy despacio, luego 2 y 3, después de al menos 1 hora preparándole consideré que estaba lista, me unté mucha vaselina en la verga y me puse detrás.
Empecé a empujar, su ano se abría lentamente, y se quejaba, le dolía mucho, así que solo metía unos centímetros y luego la sacara, para que se acostumbrara.
Estaba tan concentrado en no hacerle daño que creo que por eso no acabé de inmediato. con mucha paciencia logré meterle el glande, y continué empujando, todavía le dolía pero estaba más relajada y después de varios mete y saca finalmente le pude meter mis 20 cm en su ano.
La sensación fue indescriptible, nunca había sentido tanto placer y no creo que sea posible gozar más.
Quería que durara, así que culiaba muy despacio, mi madre mordía la almohada del dolor, pero poco a poco se fue acostumbrando y lo empezó a disfrutar, según me dijo después, no era lo mismo que por la concha, no era ese tipo de excitación, pero le resultaba placentero sentir mi pija entrando y saliendo de su culo.
Me eché sobre ella para poder culiarla a gusto, quería besarla cuando lo hacía, ella giraba la cabeza para ofrecerme sus labios. Le dije que la amaba y que quería ser su amante para siempre, ella me dijo que también me amaba, y que por eso me había dado ese regalo, porque sabía que yo lo deseaba.
No sé cuanto tiempo estuve dándole por el culo, hasta que finalmente me vacié en sus intenstinos, como nunca antes lo había hecho, parecía que no terminaba nunca de eyacular.
Después nos acostamos abrazados y felices, y hablamos, ambos nos habíamos confesado nuestro amor, algo que nunca habíamos dicho antes. Mi madre me dijo que era la primera vez que sentía que un hombre era sincero cuando le decía que la amaba, y que era extraño oir esa confesión, tan romántica, con una pija en el culo, tan poco romántico.
Nos reímos, y hablamos de lo que sentíamos, los 2 creíamos (y creemos) que no era realmente que estuviéramos enamorados, pero nos complementábamos muy bien sexualmente, nos hacíamos felices el uno al otro, y por eso estábamos juntos.
La relación continuó por muchos años, y tengo que decir que fueron los mejores años de mi vida. Nunca ninguna mujer me hizo gozar como lo hizo mi madre, fue la mujer de mi vida.