Fantasía cumplida 2

Continuación del fin de semana. Sigo cumpliendo con mi fantasía de ser dominada y humillada.

Me quedé parada, no sabía si salir corriendo o dejarme llevar y disfrutar la experiencia que tantas veces había soñado. El ver mujeres en el grupo me hacía dudar, yo nunca había tenido una experiencia lésbica y tampoco había fantaseado con ello, pero imaginarme que me podían follar entre tantos hombres era alucinante.

Carlos tiró de la correa y me acercó a la mesa.

  • Ahora, perra, te voy a presentar a unos amigos y amigas. Se van a quedar todo el fin de semana conmigo y tú vas a ser la perrita de todos. Me perteneces y les vas a obedecer tanto como a mí. Has entendido? Ladra si lo has entendido

Me quedé mirándole, desafiándole con la mirada. Yo no hablaba, tal y como me había ordenado, pero no iba a ladrar ni de coña. Era humillante. Y lo sé, sé que era mi fantasía, pero una cosa es imaginar y otra la realidad. Y no me salía lo de obedecer a la primera.

  • Con qué esas tenemos, perrita

Me decía, mientras me acariciaba la cabeza. Cogió la varita de las descargas y me la puso directamente en mi pecho derecho, que estaba colgando y casi rozando el suelo.

  • Ladra, perra

Que dolor!!! Puta descarga que daño me hacía. Aún así, apreté los dientes de nuevo y no ladré. Todos ellos se reían de mí y me humillaban, y eso era todavía peor para mí. Me hacían sentir una cosa, sin ningún tipo de valor. Un recipiente para ser follado, un recipiente de semen.

  • Que bien me lo voy a pasar, voy a disfrutar mucho domandote

Esta vez puso la varita en una nalga y la dejó más tiempo, no serían más de unos segundos, pero se me hicieron eternos. Menudo dolor, aún así no ladré. Que malo es el orgullo a veces.

  • Bien, sigue así perra, mejor para mi

Sin darme casi cuenta se puso detrás de mi, me puso la varita justo en mi clítoris. Intente moverme, pero el adivinó mis intenciones y antes de poder realizar ningún movimiento me agarró de la coleta y encendió la varita.

Pensé que se me incendiaba el coño, me abrasaba totalmente y la descarga me recorrió todo el cuerpo. Fue lo peor que he sentido en mi vida.

Ladré, muy alto, varias veces. No podría aguantar otra descarga de ese tipo.

  • Así me gusta, buena perra

Lo dijo mientras me acariciaba la cabeza y se me escapaban alunas lágrimas.

  • Ahora voy a charlar con mis amigos. Mientras tu vas a ponerte debajo de la mesa y vas a comernos el rabo y el coño hasta que nos corramos. Uno a uno. Usa solo tu boca, perra. Y no desperdicies ni una gota que va a ser tu cena.

Debido a las barras que llevaba en el cuello y en los tobillos fue bastante difícil maniobrar pero una vez que lo conseguí me puse manos a la obra.

Todos llevaban una especie de túnica blanca y, por lo que pude comprobar más tarde, ninguno llevaba ropa interior.

Mientras me metía debajo de la mesa Carlos se dirigió hacia un armario que había en la sala y también se cambió de ropa colocándose también una túnica.

  • Chicos, esta vez creo que nos lo vamos a pasar muy bien. Es novata y no está amaestrada. Aunque parece ser muy puta. Acaba de llegar y ya está empapada y con muchas ganas de polla

  • Y vosotras, chicas, no os preocupéis, que también tendrá ganas de coño por la cuenta que la trae

Yo debajo de la mesa empecé con el que tenía más a mano. Levante la túnica y me encontré con una polla ya erecta, dura, brillante. Era grande, gorda, venosa. Me gustaba lo que veía. Me lancé a ella con ganas, hambrienta de polla. Saboreándola, disfrutando del momento. Lamiéndola golosamente. Me la tragué como una glotona. Me la metía hasta la garganta para notarla bien al fondo, como a mi me gusta. No tardó mucho en correrse directamente en mi garganta. Y tal y como me habían dicho, no desperdicié ni una gota.

Seguí con la siguiente polla e igualmente la estuve comiendo hasta que se corrió, y así con más. Cuando pasé a la siguiente persona ya sabía que me esperaba un coño antes de subir la túnica. Había visto los zapatos.

Como ya había dicho antes, nunca había estado con una mujer, nunca había probado ningún coño, ni siquiera me había parado a pensar en si me iba a gustar o no.

Subí la túnica y me encontré con un coño totalmente depilado. Ni un solo pelo. Tardé un poco. No sabía ni como empezar así que hice lo que querría que me hicieran a mí. Empecé dando unos buenos lametones. De arriba abajo. Suavemente.

La mujer estaba bien abierta de piernas y se movió hacia delante para facilitarme la labor. Seguí lamiendo, poco a poco. Sin prisas. Siempre de arriba abajo y cuando llegaba al clítoris le daba una buena chupadita. Algún mordisquito suave. Algunas veces lo absorbía con ganas. Notaba que le estaba gustando. Lo estaba haciendo bien.

Subió las piernas y puso los pies encima de la silla quedándose totalmente abierta delante de mi cara. Creo que fue una invitación a que mi lengua empezara el recorrido en el ano hasta llegar al clítoris y así lo hice.

Tardaba mucho en correrse. De hecho escuchaba como comentaban de forma jocosa lo egoísta que era esa mujer por acapararme y retenerme mucho tiempo para ella sola. Finalmente me agarró de la cabeza y me empujó contra su coño apretándome fuertemente.

Yo seguía metiendo la lengua en su vagina moviéndola lo más rápido que podía mientras ella restregaba todo su coño contra mi cara. Se puso a gritar mientras se corría en mi cara. La notaba empapada. Totalmente mojada de su corrida. Me dijeron que no me podía limpiar.

Cuando llegue a la última persona, deduje que era otro coño. Por los zapatos y porque solo me había comido uno hasta hora. Vi los zapatos de tacón rojos, piernas bien depiladas y bien torneadas. Me lleve una gran impresión cuando al subir la túnica me encontré de nuevo una buena polla. No una polla flácida, una buena polla, grande, dura, tiesa.

Oí como todos se reían y algunos comentaban “sorpresa” seguido de más risas.

Yo casi ni lo pensé, me comí esa polla igual que las anteriores, con la diferencia que esta me llegaba a la garganta mucho antes que las otras.

No tardó en correrse y acabé toda La Ronda y pude salir de debajo de la mesa.

Vi como entonces todos se empezaron a tomar unas pastillas y me dieron a tomar a mi otra igual. A mi no me apetecía tomar ninguna droga y me aparté un poco. Fue Carlos el que me explico:

  • Tranquila, es un afrodisiaco muy potente, no tiene efectos secundarios

Me la metió en la boca y yo la tragué

  • Con esta droga vas a estar durante 48 horas cachonda perdida y con ganas de follar todo el tiempo. Muchas más ganas de las que tienes ya, perra

En ese momento llamaron a la puerta, fue Carlos, el anfitrión, el que fue a abrir. Cuando volvió lo hacía acompañado de un camarero y de una camarera con un carrito lleno de comida.

  • La cena está lista, comentó

Y mirándome a mi

  • Tu ya estarás empachada de tanto comer rabo, así que ahora mismo no te necesitamos.

Me llevo hacia un rincón, me quitó las barras metálicas tanto de los tobillos como del cuello, me hizo ponerme de pie y me dijo que me agachara como si me fuera a tocar los pies con las manos. En cuanto me coloque de esa forma me acercó a la pared y me empezó a introducir por el coño un pene de tamaño considerable. El pene estaba pegado a la pared.

  • Así vas a estar quietecita hasta que nosotros te llamemos, perra

Me notaba llena, tenía el tapón anal y ahora ese enorme pene introducido en el coño. Estaba incómoda en esa postura y me movía de vez en cuando para que no fuese tan molesto, pero al moverme notaba mucho más el pene y se introducía mucho más. Intente avanzar un poco lentamente y así poder sacarlo un poco de mi coño y que no fuera tan molesto. Lo malo es que al mirar hacia abajo yo no sabía si me estaban mirando o no.

Aún así me arriesgue y me moví, lo hice muy lentamente para que fuese lo más disimulado posible. No fue tan disimulado como yo pensaba.

  • Mirad como se mueve la perrita. Se piensa que somos tontos y que no la vemos.

Carlos se acercó a mi y me volvió a colocar, introduciéndome el pene todavía más a fondo y me ato los tobillos a la pared. Ahora si que ya no podía moverme nada.

  • Esto lo pagarás después. Habrá un buen castigo para ti, perrita

Todos se desnudaron del todo incluido los camareros. Se sentaron a la mesa y los camareros empezaron a servir la cena. Todo acompañado de azotitos en el culo, en los testiculos, caricias, lametones, pellizcos y burlas de todo tipo

Yo aunque estaba incómoda de vez en cuando levantaba la cabeza para poder ver todo lo que sucedía. Vi como Carlos cogió a la camarera y apartándose un poco de la mesa, le hizo sentarse encima de él, introduciéndole su polla en su culo, directamente, sin ningún tipo de aviso, ni lubricación. La camarera soltó un grito, pero creo que fue más de la sorpresa que de dolor. Le dijo, que se enculara ella misma, que fuese subiendo y bajando su culo mientras el seguía cenando.

La transexual miraba con envidia la escena y cogió al camarero para hacerle lo mismo, se la quería meter en el culo. El pobre gritó que no, que él no era homosexual y que era virgen de culo. Lo único que consiguió fue que todos rieran y empezaran a jalear que se la metiera hasta el fondo.

  • Métesela, metésela hasta el fondo, que sepa lo que es una buena polla.

La transexual no se hizo derogar y se la incrustó de golpe, hasta el fondo. El alarido del camarero fue bastante potente, retumbó en toda la habitación.

Cuanto más gritaba y suplicaba el camarero más parecía gustarles al resto. Les estaba calentando más y más.

Yo estaba un poco asustada y a la vez muy cachonda. Estaba totalmente excitada. Estaba empalada por el culo y por el coño y el ver esa escena me calentaba mucho más. Todo el mundo estaba disfrutando y yo todavía no me había corrido. No pude evitarlo y me empecé a tocar. Empecé a frotarme el clítoris despacio, disfrutando. Viendo como enculaban delante de mi a los dos camareros. Quería ser uno de ellos, que me encularan a mi y que me pudiese correr.

De repente Carlos se fijó en mi y se empezó a reír a carcajadas.

  • Ehhh mirad todos a la perra!!! Que puta está hecha. No es capaz de aguantarse sin tocarse el coño la muy guarra!!!

Todos se reían de mí, mirándome.

Carlos sacó su polla del culo de la camarera y se dirigió hacia mi. Me sacó el pene del coño y me soltó los tobillos. Me coloco de nuevo las barras y me coloco otra vez de nuevo a cuatro patas encima de un colchón. Tenía la cara pegada al suelo, mi coño y mi culo totalmente expuesto.

  • Si quieres correrte, tendrás que suplicar

Yo estaba ardiendo. No es que quisiera correrme, es que lo necesitaba. Estaba a punto de explotar. Mis ganas de follar ganaron a mi orgullo esta vez y empecé a ladrar. Ladraba como una perra suplicando un trozo de comida, aunque lo que quería era polla y no comida.

  • Me ha parecido oír a un perro ladrar. Habéis oído algo.

Todos decían que no. Así que empecé a ladrar más fuerte.

  • Hombre, si nuestra perrita está ladrando. Nos quiere decir algo. Que quieres?

Yo volví a ladrar varias veces nuevamente

  • Ummm, vamos ver, perrita. Creo que quieres polla, verdad? Quieres polla perrita?

Volví a ladrar, necesitaba correrme.

  • Sabes, las perritas cuando tienen ganas de rabo, menean el culo. No me queda muy claro lo que quieres.

Si las miradas matasen, Carlos estaría muerto en ese momento. Sabía muy bien como humillar. Pero sabía que si me ponía cabezona no podría correrme.

Me acerqué como pude hacia el y enseñándole mi culo empecé a menearlo y a intentar restregarlo contra sus piernas, cosa que no era fácil en mi postura, y por el tapón anal que seguía llevando.

Me agarró el tapón anal y lo daba vueltas, lo sacaba un poco y lo volvía a meter

  • Muy bien perrita, voy a dejar que te corras en cuanto hagas que se corra mi amiga

Lo dijo mientras señalaba a la mujer transexual. Se acercó al armario y sacó un arnés. Me quitó la barra de los tobillos de nuevo y me coloco el arnés. Tenía una polla bastante considerable.

  • Ahora con este juguetito vas a poderte follar el culo de mi amiga si y consigues que se corra te dejaremos quedarte satisfecha por ahora.

Ella ya estaba colocada a cuatro patas encima del colchón y se le veía el rabo colgando entre las piernas. Me acerqué a ella y me puse de rodillas por detrás, el problema es que yo tenía las manos atadas al cuello y por más que moviese la cadera era imposible meterle el rabo. Todos estos intentos conseguían que se rieran y me humillaran todavía más.

  • Perrita, en primer lugar, se te ha olvidado que antes de meterla en el culo, tienes que lubricarlo muy bien, no crees? Así que ya sabes, saca la lengua y lame y lubrica muy bien por dentro y por fuera.

Nunca había besado el ano a nadie, pero sabía que no me iba a servir de nada el negarme, así que me puse manos a la obra y empecé a lamerlo.

No era cosa fácil, no podía abrir las nalgas con la mano y tampoco me podía apoyar en el suelo, así que tuve que apoyar toda mi cara en su culo y usarlo como punto de apoyo.

Mandaron al camarero que me ayudase abriendo las nalgas. Empecé a lamer por fuera, haciendo círculos alrededor del agujero.

Violeta, que así se llamaba la transexual, me iba dando instrucciones y diciéndome como le gustaba.

  • Si, así, sigue así, más rápido! Más húmedo.

  • Méteme la lengua puta, hasta el fondo, entera, pon dura tu lengua como si me metieras una polla, venga perra, sigue, más, más adentro, mueve la lengua, que la note

Empezaba a notar el efecto de la pastilla que me habían dado, me quemaba el coño, quería correrme y me faltaba poco, pero sabía que tenía que correrse primero ella, así que puse todo mi empeño con mi lengua. Le metí la lengua todo lo que pude, la movía dentro de su culo haciendo círculos dentro de el. Todos estaban jaleando

  • Mirad a la perrita como le gusta comer culos, que guarra está hecha. Vaya puta

Y a mí todo eso me ponía más caliente. Me dijeron que ya valía, que parase y ahora hicieron que el camarero chupara mi polla, era muy humillante para el. Y a mí ver a ese pobre chico comerme el rabo, aunque fuese de plástico, me calentaba más todavía. Me di cuenta que era más pervertida de lo que yo suponía. Después de un rato le hicieron ayudarme a metérsela.

Coloco la punta de mi rabo en el ano de Violeta y empujé, lentamente, no quería hacer daño y que me castigaran por ello.

Poco a poco fui introduciéndosela. Sacaba y metía con cuidado para que se fuera incrustando en su culo poco a poco. Era una delicia ver como ese agujero se iba abriendo mientras yo misma le iba introduciendo una polla.

Mandaron al camarero tumbarse boca arriba justo debajo de violeta y que le chupara la polla. Yo lo agradecí, ya que cuanto antes se corriera Violeta, antes me podría correr yo.

Carlos apareció delante de Violeta y le puso la polla en la boca y empezó a follar su boca.

  • No te alegres tanto, las pastillas que hemos tomado a parte de ponérnosla dura durante horas también hace que aguantemos sin corrernos mucho más tiempo.

Después de decir eso, mandó a la camarera que se pusiera detrás de él a lamerle el culo

En ese momento no aguante más y supliqué que me dejaran correrme que iba a explotar. En cuanto abrí la boca y vi como me miró Carlos supe que había fallado completamente, hablé sin permiso cuando solo podía ladrar.

En ese momento noté como otro de ellos me quitaba en tapón anal y seguidamente me metió su polla al mismo tiempo que me metía el tapón en la boca.

  • No lo sueltes, que no se te caiga. A ver si así estás calladita.

En cuanto note el primer bombeo en mi culo no aguanté más y me corrí. Llevaba tiempo aguantándome, me quería correr, entre el afrodisíaco que me habían dado y el trenecito que estábamos montando no pude aguantar más y estallé. Fue el mayor orgasmo de mi vida. No solo eso, sino que me corrí varias veces seguidas juntando un orgasmo con otro. Perdí la cuenta. Después de eso, la siguiente en correrse fue Violeta en la boca del camarero, después Carlos, que en el ultimo momento salió de la boca de Violeta y se corrió en mi cara y seguidamente se corrió el que estaba follandome el culo. Note claramente como inundaba todo mi intestino con su leche. Fue una corrida abundante por lo que pude apreciar.

En cuanto Violeta se movió y sacó su culo de mi verga, caí hacia delante, boca abajo, rendida. No podía ni moverme. Mandaron al camarero limpiarme bien el culo, le obligaron a que no desperdiciara ni una sola gota de leche que saliera de mi culo. Y puso mucho empeño en hacerlo.

Empezaron todos a irse hacia la mesa pero antes de nada, Carlos se me acercó al oído y me advirtió

  • Perrita, descansa. Cuando acabemos de cenar te espera un castigo

Me dejo templando a ver su cara

Continuará….