Fantasía cumplida

Emitió un pequeño gemido cuando sintió que el Doctor me metió uno de sus dedos, apretó mi mano y pude ver en su rostro una combinación de vergüenza y placer al mismo tiempo

Me llamo Enrique y estoy casado con Ana, ambos de 40 años. En el físico de ella se destaca su 1,60 de estatura, algo rellenita, aunque con provocativas curvas, tetas grandes y redondas, piernas gruesas y bonitas, pelo liso castaño oscuro, ojos acaramelados y en general unas facciones bonitas. Resalta su gran concha cuando usa pantalones ajustados o lycras cuya presión se la parte en dos.

Voy a contarles que con motivo de su chequeo médico anual ella tenía que acudir a la clínica, aunque estábamos un poco disgustados por cosas de pareja, me pidió la acompañara. Yo estaba un poco reacio, pero a la final decidí aceptar.

Cuando llegamos a la clínica fuimos al laboratorio, luego donde hacen las radiografías y por último al consultorio. Estuvimos esperando un largo rato y justo cuando tocaba el turno, la Doctora salió y nos pidió disculpas porque tenía que salir de emergencia, pero que si queríamos nos podía atender el Doctor que trabajaba con ella. Al principio no nos pareció la idea, pero como ya habíamos esperado tanto, le pedí a Ana que saliera de eso de una vez. Luego de pensarlo le dijo a la Doctora que aceptaría pero con la condición que el Doctor permitiera que yo estuviera a su lado, para ella sentirse menos incómoda. A mi no me pareció buena idea, pero a la final acepté, con tal de salir pronto de la clínica.

Cuando pasamos nos conseguimos con un Doctor algo mayor, ya que sus canas y sus entradas dejaban ver su edad. Tal vez tendría unos 58 años, aunque se le veía muy bien conservado, de unos 1.78 de estatura, contextura fuerte, con una pequeña barriga, pero que no le quedaba mal, de piel morena, con grandes manos.

Conversamos acerca de la historia clínica, cuando el Doctor le pidió que pasara al cubículo, se desvistiera y se colocara un bata desechable que estaba sobre la camilla. En ese momento ella le hizo hincapié en su petición, a lo que él no puso ninguna objeción.

Cuando el Doctor me invitó a pasar ya ella estaba acostada en la camilla, sólo cubierta con la bata desechable. El Doctor me pidió que me colocara cerca de la cabecera, al lado de ella. Así lo hice y a partir de ese momento no pude evitar empezar a sentirme excitado. Aunque sólo era un examen médico, la sola idea de verla allí acostada, desnuda y casi servida ante aquel hombre moreno, que dicho sea de paso son su debilidad, me provocaba morbo y excitación.

Ella notó inmediatamente lo que me estaba pasando, tomó mi mano y me guiñó el ojo. En ese momento el Doctor se volteó para colocarse los guantes y ella me dijo en voz baja que me quedara tranquilo.

Una vez en posición el Doctor procedió levantarle la bata, dejando su cuerpo totalmente desnudo, con sus grandes manos le hizo las palpaciones en su abdomen y vientre hasta que llegó a sus tetas, las recorrió suavemente, las observó minuciosamente, primero una, luego la otra, luego las dos. Esa escena hizo que mi pija se levantara y Ana apretó mi mano para calmarme. Luego el Doctor levanto las piernas de Ana y las colocó en los apoyadores, quedando totalmente abierta, bajo un poco la bata, no permitiendo que viera cuando le metía sus dedos.

Ana emitió un pequeño gemido cuando sintió que el Doctor me metió uno de sus dedos, apretó mi mano y pude ver en su rostro una combinación de vergüenza y placer al mismo tiempo. Creo que la situación también la estaba excitando.

En ese momento la enfermera entró y le dijo al Doctor que tenía en línea la llamada que estaba esperando. El pidió disculpas y salió. Fue cuando aproveché para preguntarle si estaba excitada, pero me respondió que no, que me quedara tranquilo, pero su rostro me decía lo contrario. Por eso solté su mano y me puse donde estaba el Doctor y pude ver su gran concha, con sus labios carnosos y pronunciados, totalmente abierta. Y pude notar que algo se deslizaba hacia su culo, pensé que era lubricante, pero al acercar mi nariz pude constatar que eran sus jugos vaginales que estaban fluyendo. Ciertamente se estaba excitando. Aproveche para tomarle una foto en esa posición.

Me regresé a mi posición original y le dije al oído lo puta que se estaba comportando al dejar correr sus jugos frente al Doctor. En ese momento ella reconoció que ciertamente se estaba excitando y que no lo podía evitar, sobre todo porque ella sabía que yo estaba disfrutando también. Le di un beso en señal de complicidad y esperamos que el médico regresara.

El Doctor regresó se colocó de nuevo los guantes y siguió con el examen, pero en ese instante pude ver en su rostro una sonrisa al ver lo que le estaba pasando a mi esposa.

Culminó la consulta, la mandó a vestir y salimos de la clínica.

Mientras caminábamos Ana me confesó que la situación le había resultado muy agradable, pero que estaba algo tensa y que la rigidez le había provocado un leve dolor de cuello.

Fue cuando le sugerí llevarla a un nuevo masajista que me habían recomendado, A ella le pareció buena idea, ya que aún teníamos tiempo libre antes de almorzar.

Le comenté que era un centro donde tenían nuevas técnicas, lo que le pareció interesante ya que quería conocer nuevos equipos. Lo que ella no sabía era que se trataba de un nuevo centro pero de masajes para mujeres, atendido por hombres, donde no sólo daban masajes relajantes sino todo tipo de terapias sexuales.

Al llegar al edificio nos atendió un joven blanco alto, quien nos pidió que entráramos a una especie de oficina donde nos hicieron esperar. Ana al verse allí sabía de qué se trataba. Trató de oponerse, pero al recordarle lo tensa que estaba y de lo bien que la había pasado en el consultorio aceptó quedarse. De nuevo entro el joven que nos recibió, se presentó y dijo que irían pasando los chicos que estaban disponibles. Entro uno bajito y gordito, de contextura blanca, luego un tipo alto y delgado de ojos grises con porte de galán pero blanco, luego entró un joven moreno de contextura atlética, con buen parecido, de unos 27 años. Luego otro tipo también alto, pero de piel morena clara.

Entró de nuevo el encargado y pidió el nombre del que había seleccionado. Ella de inmediato le dijo que era Henrry el tipo moreno de contextura atlética.

La hicieron pasar a la habitación y Henrry le indicó que debía quitarse toda la ropa y acostarse boca abajo en la camilla. Mientras ella se preparaba afuera yo arreglaba lo del pago con el masajista, ya que tienen diferentes tarifas según lo exigido por el cliente. Yo le dije que el acuerdo era que le diera un masaje relajante, sensitivo y estimulante en mi presencia. El preguntó que si hacía algo más, a lo que le respondí que hiciera todo lo que ella le permitiese hacer.

Cuando entramos Ana me llamó aparte para preguntarme que era lo que tramaba y sólo le dije "déjate llevar hasta donde tú quieras llegar, sin límites". A lo que ella respondió: ¿Lo que yo quiera?......... Y si el tipo quiere chupármela? ,,,,,, ¿Dónde vas a estar tú? ….. ¿Qué vas hacer si el tipo me quiere coger?...... ¿Te vas a molestar?.......

Ante todas esas preguntas sólo atiné a darle un beso y llevarla de la mano hasta la camilla y le dije al oído, estaré todo el tiempo aquí observándolo todo. Déjate hacer lo que tú quieras, no te preocupes por mí, estaré bien, además que me excita la idea de verte en manos de otro hombre.

Ella subió a la camilla, se colocó boca abajo, mientras llegaba Henrry. Cuando él entro en interior, pude notar que realmente tenía un cuerpo atlético, con pectorales, brazo y piernas muy bien definidas. El color de piel era bastante oscura, pero con rasgos agradables.

Comenzó a sobar suavemente sus pies, ella tenía sus ojos cerrados disfrutando el masaje, que con la música y el agradable aroma del ambiente hacían la combinación perfecta. Los movimientos de sus manos eran acompasados, firmes e intensos.

Subió por sus piernas, separándolas para poder masajear sus muslos por la parte interna, con lo Ana comenzó a gemir y a mover su cintura. Luego las manos en sus nalgas, donde dibujó perfectamente su redondo culo son sus manos. Luego la espalda y finalmente el cuello. En este momento estaba bastante relajada, se podía ver en su rostro lo agradable del masaje.

Henrry se acercó a su oído y le pidió que se volteara. Ella lo hizo, él separó sus piernas. Untó más crema en sus manos y comenzó de nuevo en masaje desde sus pies. Cuando subía las manos por sus muslos ella abrió sus ojos y comenzó a buscarme con su mirada y me consiguió recostado en el sofá disfrutado plenamente de la escena. Mi pija estaba totalmente parada, tenía unas ganas enormes de hacerme una paja, pero debía aguantar mis ganas para el final. Ella me hizo una seña para que me acercara y tomó mis manos, cuando ya Henrry colocaba las manos en su concha ella apretó sus ojos denotando gran placer. Desde mi posición podía ver su cuca totalmente húmeda y los dedos de masajista impregnados de sus jugos. Henrry levantó su mirada como buscando mi aprobación y le hice señas para que se la chupara. Ana encogió sus piernas y pidió que no lo hiciera, pero ya todo estaba servido, me acerque a su oído y le pedí que se relajara y disfrutara de la chupada, que yo estaba feliz de verla gozando. Ante aquella declaración Ana se relajó y dejó que el chico hiciera su trabajo. Solté mis manos y mientras observaba como le comían la concha a mi esposa comencé a sobar sus tetas y a chuparlas de manera suave y fuerte, ya que a ella la excita sentir que le toquen las tetas.

Como ella estaba muy excitada, tomé sus piernas y las levanté para que Henrry pudiera comerle y chuparle toda su concha. En ese momento le hice señas para que el masajista se colocara el condón y la penetrara, el se separó para acomodarse mientras yo le decía a mi esposa lo rica que se veía en esa posición y lo placentero que me resultaba tenerla allí como una puta servida, ya que a ella le gusta que le diga esas cosas. De repente ella reaccionó cuando Henrry tenía la pija en la entrada de su concha. Ella se negó hacerlo, pero yo le pedí a Henrry que se acercara, cuando el lo hizo ambos pudimos ver con asombro que tenía una gran herramienta larga y gruesa, y sobre todo muy oscura. Ella trato de disimular pero su mirada la delató, definitivamente aquel trozo de carne la había impactado. Sin embargo hice le papel de convencerla, ya que esa era la oportunidad que habíamos esperado tanto tiempo. Como ella estaba muy excitada desde la mañana con el examen médico, no fue nada difícil convencerla.

Henrry se colocó al borde de la camilla, le levantó las piernas y puso su miembro en la entrada de su lubricada vagina, ante esa sensación ella comenzó a moverse y sin ayuda su verga encontró su camino y le partió en dos la cuca de mi mujer. En ese momento su rostro dejo de ser el de mi esposa para convertirse en el de una ramera,

Yo podía ver con gran excitación como la verga de Henrry entraba y salía, produciendo gran placer en mi esposa, que con cada embestida sus tetas saltaban.

Mientras el negro se cogía a mi esposa ella decía en voz alta: Cabrón aquí me tienes perforada por otro hombre!!!!! Eso era lo que queríassss?.... Aprovecha de verme en este momento para que te imagines como lo hago cuando tu no estas!!!!!

Esas frases retumbaron en mi mente y no pude evitar sacar mi verga y comencé hacerme una paja mientras veía como mi mujer se retorcía de placer y gemía al compás de las contracciones obtenidas por aquel fabuloso orgasmo que estaba alcanzando. No pude aguantar mucho y logre vaciar toda mi leche sobre sus tetas.

Henrry terminó de embestir y acabó con su preservativo dentro de la concha de mi esposa.

Salió de la habitación y nos dejó solos, nos miramos a los ojos y nos fundimos en un fuerte abrazo. Luego nos fuimos a coger de lo lindo a casa.