Fantasía con el profesor de música

Hacia algún tiempo que estábamos coladas por él, hasta que nuestro sueño se cumplió...

Desde principio de curso, nuestro profesor de música nos pareció atractivo. Un día, nos empezó a gustar cada vez y  más, nos encantaban sus clases, siempre nos poníamos guapas para él y espiábamos sus mensajes en las redes sociales. Nos ponía muchísimo, siempre nos lo imaginábamos haciéndolo con él a sus 45 años y nos alegramos muchísimo al averiguar que estaba separado, eso nos ponía aun más.

Un día, nuestro profesor nos mando ir a por una clase a por unas carpetas, nosotras rezábamos para que el de música estuviera allí y pudiéramos deleitarnos con su atractivo. Fue pura suerte pero allí estaba en medio del pasillo, de solo mirarlo a nosotras se nos cayeron las bragas, estaba guapísimo, como siempre, nosotras íbamos con escotes, que sin duda le llamaron la atención, eso pretendíamos.

Él nos saludó con su amplia sonrisa, pero entre pasillos no era el mismo que el de clase, era muchísimo mas seductor y atractivo, nos saludo con una amplia sonrisa sexy y nos acompaño a su clase, la clase de música en la que habíamos estado tantas veces desnudándolo con nuestra mente, en la que tanto le habíamos deseado, ahora estábamos allí los tres solos. Rápidamente cerró todas las persianas y nos subió a su mesa. Nos besaba ardientemente primero a una y después a otra, nosotras empezábamos a sentir nuestras bragas húmedas.

Era lo que llevábamos deseando desde principio de curso y aunque fuera nevara, nosotras estábamos ardiendo. Nos quitó nuestras chaquetas mientras nos besaba lentamente por el cuello seguido por las camisetas hasta llegar al sujetador. Se detuvo, nos quiso desabrochar los sujetadores con los dientes. Que situación tan caliente, queríamos estallar.

Nos quitó los pantalones, era increíble, el mejor. Estamos tan entretenidas en ser las mejores para él que no nos dimos cuenta de que una de nosotras tenía la regla. MIERDA. Nos arruino nuestros planes. Pero él siguió, nos manoseó las tetas, estábamos gozando, bajó lentamente lamiéndonos hasta nuestras bragas, donde nos las quitó. Era increíble. Lentamente, escogió a la primera, su primera princesa, la primera princesa en ser desvirgada. Ella nerviosa, se dejó llevar por el, en aquella mesa gris, viendo todos los pupitres, recordando cuando le veía tan sensual en sus explicaciones, gozaba, gozaba como una perra.

El notó lo nerviosa que ella estaba, le dijo que se relajara, que todo iba a salir bien con aquella voz que cada vez que la oía le ponía más cachonda aún. Estaba húmeda. Llegó el coito, lentamente él introducía su pene erguido en ella, la haría suya en escasos segundos, llegaría al punto más morboso de ella. Hazme el amor y no me sueltes nunca. Su fantasía se hacía realidad, quería estallar, pensar que era un sueño del que gozaba muchísimo y no despertar nunca.

Y llegó, como llegan los días. Sintió algo de dolor, pero no le importaba ni lo más mínimo porque estaba sintiendo su sueño, el era su principe y ella la princesa. La había hecho suya, é

l era su dueño y ella su perra.

Mientras, la otra princesita disfrutaba lo que veía y queriendo gozar como lo había hecho su amiga, el se la acercó, quería gozar, pero el se dio cuenta de que tenía la regla, no quería intentarlo, pero le prometió de que harían cuentas el próximo día, esto no iba a quedar así, el quería más, y ella le quería a él.