Fantasía con dos hombres

Una mujer accede a hacer un trío para satisfacer a su pareja.

Aquella noche de sexo fue el punto de inflexión en la relación que mantenían desde hacía ya varios años.

Haciendo el amor, ambos imaginaban para el otro, en voz alta, la presencia de otras personas, que les permitirían disfrutar aún más de su intimidad.

Cuando terminaron, Cristina le preguntó a Juan si la fantasía que habían tenido, de que un hombre estuviera con ella, sería capaz de hacerla realidad.

Juan y Cristina hacía poco que habían atravesado el límite de los cuarenta años. Su vida era relajada y feliz. No estaban casados, aunque desde hacía unos cinco años, vivían juntos. Ninguno de los dos tenía hijos de otras relaciones anteriores, por lo que se podían dedicar todo el tiempo del mundo el uno al otro.

Cristina, ante la mirada callada de su pareja, volvió a hacer la misma pregunta. Te gustaría que un hombre estuviera conmigo mientras tú miras?

Juan seguía sin responder, aunque ahora esbozaba una leve sonrisa ante la pregunta de su novia.

Cris, dime, a ti te gustaría estar con otro hombre que no fuese yo?

Ahora fue ella quien quedó callada, sin saber que contestar..

No sé, la verdad es que hasta esta noche, nunca lo había pensado. Si he tenido la fantasía, pero siempre como un sueño, nunca he pensado en llevarlo a la práctica.

Aquella noche la conversación terminó ahí, aunque ambos sabían que su relación había dado un paso hacia delante.

Durante los días siguientes, aunque hicieron el amor, no volvieron a sacar el tema, aunque estaba claro que una llama se había encendido, no sólo en la mente, sino también en la pasión de ambos.

Llegó de nuevo el fin de semana. Ambos se acostaron totalmente desnudos, como lo hacían habitualmente.

Cristina era rubia, no muy alta, con abundante pecho y las piernas estilizadas. Un bonito cuerpo para ser admirado por cualquier hombre.

Juan tocaba el cuerpo de su novia, y ella le pidió que le contase una historia a la vez que lo hacía. Debía imaginar que estaba un hombre con ellos, y le debía explicar todo lo que debía hacerle para que su excitación no tuviera límite.

El la iba tocando, mientras le susurraba al oído las palabras que deseaba escuchar y aumentaban por momentos su excitación.

Estas son sus tetas. Ves que grandes son? Y estos sus pezones, que como puedes ver se ponen de punta al roce con mis dedos.

Ella cerraba los ojos e imaginaba que no estaban solos, que alguien los miraba e incluso la tocaba.

Tócalos tú ahora, decía Juan, hablando a la persona imaginaria que se encontraba con ellos.

A la vez, mostraba los pechos de Cristina, apretándolos, para que sus pezones apuntaran el techo como flechas. Cuando su boca terminaba de decir las frases, sus labios y su lengua se acercaban y disfrutaban de los encantadores senos de la mujer.

Ella se sentía guapa con la palabras de su pareja. Sus piernas no podían parar de moverse, al igual que su cabeza, que intentaba mostrarse atractiva, delante de aquel hombre que inexistente, contemplaba en su mente su cuerpo y sus movimientos.

Su mano derecha, se fue deslizando lentamente hacia su estómago primero, y después hacia sus muslos, donde sin dificultad alcanzó su sexo, muy cuidado, casi sin pelo, con una ligera línea que hacía de continuidad en su raja.

Cuando sintió los dedos de su pareja, inmediatamente separó las piernas y él comenzó a hablar de nuevo.

Mira: este es el coñto de Cristina. Como puedes ver, es precioso. Le encanta que le pase el dedo por su rajita, tal y como estoy haciendo ahora. Le gusta que mi dedo la penetre, y juegue por dentro de su vagina. El dedo tiene que estar dentro y girarlo cuando se encuentra en la posición.

De nuevo, cuando su voz paró, comenzó a besarla y a lamerla. Esta vez era su coño el blanco de su lengua, y en especial su clítoris.

Le encanta que separe sus labios y con el dedo alcance su clítoris. Cuando hago esto, ella está muy mojada, y es cuestión de segundos que obtenga el orgasmo.

Antes de terminar de decir estas palabras, Cristina comenzó a temblar, llegando a su climax sexual.

Juan tenía una erección importante, y directamente procedió a penetrar a su novia. Ella ahora se sentía más relajada, aunque contenta por las sensaciones que acababa de experimentar.

De veras serías capaz de permitir que un hombre participase en nuestros juegos eróticos? Preguntó él.

Cristina le sonrió mientras con sus piernas rodeaba la cintura de Juan, quien la penetraba cada vez más intensamente.

Me da vergüenza pensarlo, me hace sentir una puta, pero a la vez excita muchísimo. Si tú quieres lo haremos.

Al oír esto, Juan no pudo aguantar más, aceleró su ritmo, se vació totalmente dentro de Cristina y ambos se quedaron dormidos a los pocos minutos.

En el fin de semana, salieron solos a cenar, y después a tomar una copa. Otra vez volvió a surgir la conversación sobre que otro hombre estuviera con ella.

Cristina sonrió a Juan, le dijo que era una fantasía, y que le excitó mucho la historia en la que le puso el último día que hicieron el amor. Dejando eso a parte, tampoco era algo que le obsesionase.

Te atreverías a ir esta noche a un local liberal? Preguntó Juan.

A Cristina, casi se le atraganta la bebida que tomaba, y de de perturbación inicial, empezó a poner excusas con poco fundamento.

Juan sabía que era fruto de su vergüenza. Era fruto de su timidez, y ella esperaba que él la animase a ir.

Después de discutir varios minutos, ella aceptó siempre y cuando no estuviera obligada a hacer nada, sólo irían a mirar, y ella decidiría si era viable la situación cuando esta se produjera.

Antes de marcharse, Juan pidió un par de consumiciones más para cada uno, asegurándose que las de ella estuvieran un poco más cargadas.

A las dos de la madrugada cogieron un taxi, que les llevó al local que había decidido. Entraron y volvieron a tomar dos combinados.

Ninguno de ellos había estado nunca en un local swinger. Estuvieron haciendo un recorrido por los diferentes habitáculos que existían, y se sentaron en uno de los sofás que estaban libres.

Cristina se sorprendía de la cantidad de mujeres que había, pensando que estarían en clara minoría, y no era así, estaban aproximadamente los sexos equilibrados.

Aquella noche, sin haberlo previsto antes, parecía que la ropa que llevaba era propicia para estar en un sitio como aquel. Un vestido vaquero, abotonado por delante, cuya falda se quedaba ligeramente por encima de las rodillas.

Probablemente, por el alcohol que llevaba en su cuerpo, se sentía muy liberada, y no paraba de besar a su novio.

Juan le susurró al oído que se quitara las bragas y el sujetador. Ella comenzaba a excitarse por el ambiente. La acompañó al baño y cuando salió le tocó el culo, comprobando que no existía vestigio de sus bragas y su espalda, que no mostraba ningún nudo de su sujetador. Por su parte el se quitó su ropa, y quedó tapado con una toalla.

Continuaron paseando por las instalaciones que tenía el local, hasta que llegaron a un cuarto oscuro. Allí se besaron apasionadamente. Juan subió la falda de su chica, mientras con la otra mano le acarició los muslos primero, llegando enseguida a su coño.

Pasó un dedo por su raja, que se encontraba muy mojada. Subió sus manos y desabrochó el primer botón de su vestido para besar y lamer su cuello.

Quitó otro botón, y ya tenía acceso libre a sus pechos. Los tocaba, besaba, chupaba. Al hacer esto, vio que un chico joven, de no más de 25 años, se acercó por la espalda de ella, tomando su cintura.

Con gran descaro, agarró fuertemente sus tetas, y comenzó a masajearlas. Cristina se sintió extraña, pero le resultaba placentero que le sobasen sus pechos, centrándose en sus pezones. Su novio, le dejó hacer al muchacho, mientras él se centraba ahora en su coño.

El coño de Cris parecía una fuente. El joven era muy descarado, y no tardó en sacar el resto de los botones de su vestido.

La mujer quedó totalmente expuesta ante su novio, con su vestido totalmente abierto-

Juan le dio la vuelta bruscamente, apartando su ropa por los hombros, y quitándole el vestido, lo que hizo que quedase totalmente desnuda delante de un hombre que no conocía de nada.

El chico se aferró a sus tetas, comenzó a besarlas, de forma más brusca que Juan, fruto de la inexperiencia, pero a ella le seguía excitando la situación.

Juan subió sus manos a los pechos, para que el muchacho se centrase en su sexo, y vaya si lo hizo.

El chico le tocó su coño, le metió el dedo varias veces en su vagina, después se agachó e hizo abrir ligeramente las piernas a Cris. Comenzó a comerle su coño. Juan le besaba en la cara, y le preguntaba si lo estaba disfrutando. Ella no paraba de gemir, y sólo podía asentir con la cabeza.

Decidieron salir del cuarto, y se situaron en un sofá. Los dos hombres se quitaron la toalla.

Cris se colocó con la espalda en el pecho de Juan, se abrió de piernas delante del otro hombre.

Mira, dijo Juan, le encanta que le toquen el coño, ves que bonito lo tiene?

El joven asintió. Mira, te separaré los labios mientras le pasas tu lengua por su clítolis.

Cris se extremecía mientras sentía que dos hombres hurgaban en su sexo.

Ahora puedes tocárselo con la mano, incluso meterle el dedo. Así estuvieron un largo rato.

El muchacho les pidió permiso para penetrarla. Cris contestó que no hablase y se limitarse a hacer su trabajo.

Se colocó un preservativo, mientras Cris se situaba a cuatro patas. El joven comenzó a penetrarla mientras ella chupaba la polla de su novio.

El chico bamboleaba ritmicamente su culo mientras se lo hacía, le agarraba las caderas y ella sólo tenía que cubrir el pene de su novio con su boca.

Juan se corrió enseguida, la situación para él era insostenible. Cris, por su parte, había tenido ya varios orgasmos, pero tuvo que aguantar varios minutos hasta que el muchacho se corrió.

Cuando terminaron, Cris le preguntó el nombre. Me llamo Jose Mari, y suelo venir frecuentemente. Si quereis, otro día podemos coincidir.

La pareja, se marchó a casa, con sensaciones contrapuestas, pero con la idea clara de que habían disfrutado del sexo de una forma diferente.