Fantasía
Increible experiencia a traves de un contacto "Tu tenías una visión inmejorable del culo de tu esposa y la mano de tu amigo jugando entre ese chochito que tan bien conoces y aprecias. Lo malo fue que la pareja que allí estaba, se percato de la movida...."
FANTASIA 1
Tras tres meses relacionándonos por carta, contándonos nuestras cosas, conociéndonos y expresando sincera y libremente toda nuestra sexualidad, aficiones y gustos, parecía que esta relación quedaba algo huérfana, necesitaba nuevos ingredientes para no agotarse, y a través del teléfono decidimos conocernos personalmente.
De modo que decidí adelantar uno de mis viajes habituales a Madrid por asunto laboral, y así poder pasar una tarde-noche con vosotros y hablar frente a frente, conocernos más a fondo, aunque a esas alturas nuestros cuerpos no eran ningún secreto entre nosotros, ni nuestros caprichos, pensamientos o deseos.
Así pues llegue a Madrid esa tarde de domingo cerca de las siete, aparque el camión en el mercado y tome un taxi, dando vuestra dirección, en media hora me encontraba ante el portal de vuestra casa, con cierta inquietud y nervios mi dedo presiono el timbre y sonó la voz de Concha. "si ¿quién es?"- "Hola soy Juan", respondí. "Ah.. sii.., tembló su voz, sube, te abro". Una vez arriba me recibisteis los dos en la puerta, nos dimos un abrazo y un cordial beso en la mejilla. Me hicisteis pasar y ya en el salón me invitasteis a una cerveza. Contemplaba a Concha emocionado, viéndola tan hermosa y atractiva o más, de cómo mostraban sus fotos; lucía un vaquero ajustado y un suave suéter corto y ceñido que realzaban su imponente y provocativa figura. Tu por otra parte, sonriente y amable como siempre reflejabas cordialidad y te sentí más cerca, apuesto e interesante.
Entre ciertos titubeos e inseguridades fuimos conversando de cosas habituales, como estabamos, como había ido el viaje, que tal estaba Pepa, y tantas cosas de nuestra vida que iban surgiendo en la charla, lo que hizo que esta fuera cada vez más relajada y que el ambiente fuese perdiendo la tensión propia del primer momento. Sobre todo resulto emotivo, cuando Concha se levanto y encendió el equipo de música comenzando a sonar el "adagio de Albinoni", fue un regalo para mí, pues ella ya sabía que para mí era la pieza musical más sublime y hermosa que se ha compuesto, y la mejor compañía para dos cuerpos abrazados y fundidos en pleno acto amoroso. Para mí fue una señal inequívoca de ser bienvenido.
Con esas maravillosas notas sonando, la atmósfera era cada vez más cálida y agradable de modo que seguimos charlando y disfrutando de la compañía. Al comprobar que la conversación se tornaba más fluida y abierta, me anime y os invite a cenar, pero os deje que eligieseis el lugar vosotros. Aceptasteis con agrado, al tiempo que le pediste a Concha que se pusiera guapa para la ocasión, idea que acepto gustosa y coquetamente se levanto y se dirigió a la habitación.
Tu y yo nos quedamos en el salón, mirándonos con cierta sonrisa picara y cómplice. Abrimos otra cerveza entre nuevos comentarios. Al cabo de unos minutos, puse cara de asombro y exclame "ohhhhhhhh". Y no era para menos, pues Concha apareció radiante, elegante y provocadoramente ataviada. Y es que si antes ya la vi muy atractiva, ahora más y además atrevida, incitante. Lucia una corta e insinuante minifalda negra, que resaltaba sus largas y hermosas piernas, cubiertas por unas finas medias también negras, una ligera blusa de seda blanca desdibujaba sutilmente su pecho y encima una chaqueta de cuero negro, al estilo rockero, daban la nota heavy y dura a inquietante imagen de mujer fatal. Realmente impresionados los dos, tu le decias"asi me gusta, mi vida", ella sonreía y yo tragando saliva dije "listos, venga, vamos allá".
Bajamos hasta la cochera, dirigiéndose Concha a su coche, al subir a él, te pedí si podía ir delante, pues normalmente me suelo marear si no conduzco, accediste gentilmente. Así pues sentado al lado de Concha que conducía, nos dirigimos hacía un restaurante que conocíais. Durante todo el trayecto, se me hacía difícil hablar, pues a través de las iluminadas avenidas mi mirada se poso sobre los muslos de tu mujer semidescubiertos al arremangarse su falda al sentarse de modo que dejaba a la vista las puntillas de su media y parte de sus muslos desnudos, incluso en una zona más
iluminada, pude vislumbrar en parte sus bragas. Esta visión me estaba produciendo una excitación exagerada, aunque no hice comentario al respecto, sino que seguí vuestros comentarios, aunque note que Concha era consciente que mi mirada y mi pensamiento se posaban una y otra vez entre sus piernas, lo que supuse, también le estaba calentando.
Una vez en el restaurante nos acomodamos en la mesa dispuesta en un rincón. Estaba muy tranquilo, tan solo había dos mesas más con una pareja cada una. Pedimos una buena ensalada y un segundo cada uno y para beber un Faustino I reserva. Dimos buena cuenta de la cena entre comentarios y sonrisas, y sobre todo del excelente vino que ayudaba a reconfortar el ambiente y a desinhibir nuestra conversación. Ya en el postre y el café, empece a alabar y piropear a Concha , haciendo insinuaciones eróticas con relación a lo que había visto y leído en vuestras cartas, y tu respondiste con toda naturalidad, comentando y ampliando temas. Concha por su parte se puso algo nerviosa, pero con apenas palabras y algunos gestos me incitaba a elevar el tono lujurioso de mis palabras. Comprobé que las otras mesas se habían marchado, y así mientras apurábamos el café, no dude más y por debajo de la mesa pose mi mano sobre el muslo izquierdo de ella, justo donde terminaban sus medias y empezaba su cálida y desnuda piel. Su primera reacción fue retirar la pierna, pero mis dedos se aferraron con fuerza evitándolo; se volvió bruscamente hacía mi, como si fuera a gritarme o decir algo, pero se quedo muda con la cara sonrojada, tu decías no sé que.....ausente. La mire al tiempo que mi mano furtiva ascendía por su muslo, y te dije "mira Juan, que colores se le han puesto a Concha, se nota que el vino hace efecto", y sonreiste. Justo cuando mi mano llegaba a rozar sus braguitas y con mi dedo índice rozaba sus labios vaginales sobre sus bragas de abajo a arriba, sintiendo como se entreabría su puerta, al rozar su clítoris, suspiro tímidamente "uuhau". Pare las caricias, pero deje mi mano allí sintiendo su calor y cierta humedad. No sé si tu notaste algo, pero con un "ahora vengo" te marchaste hacía los servicios.
"Pero que haces, me soltó Concha en cuanto te alejaste, para por favor", pero entonces mis dedos ya habían traspasado el umbral de sus bragas y aprisionados en su interior recorrían y revoloteaban por su delicioso coño, mojadisimo, abierto, caliente y tembloroso. Ella ya no sabía si cerrar los ojos, gemir y entregarse a mis caricias o intentar convencerme sin fuerzas para que no siguiera. Me acerque a su oído, intensificando la presión de mis dedos, y le dije "Concha ahora cuando venga Juan, quiero que vayas al lavabo, te quites tus bragas y cuando vuelvas me las das descaradamente mirando a tu marido, sé que eso le va a gustar", y la bese dulcemente en su oreja.
Y así fue, era evidente que estaba salida y muy caliente, sin poder dar marcha atrás, y en cuanto volviste, ella se fue al lavabo. Aproveche ese momento para decirte que vieras lo que vieras o lo que pasara, que por favor te mantuvieses al margen como espectador, aceptaste con una pérfida y comprensiva sonrisa. Tal como se sentó Concha, extrajo del bolso sus excitantes bragas rojas de encaje y con provocación y descaro me las puso en mi mano encima de la mesa, mirándote fijamente, las mire y las pase por mi boca y nariz como si de una servilleta se tratase, y luego las guarde en mi pantalón. De nuevo mi mano busco la calidez de su chocho ansioso, pero esta vez sin las trabas de su ropa intima. Tan evidente situación, te hizo cambiar el semblante, tus ojos se desorbitaban con la morbosidad y fogosidad de tu "tímida" esposa que te miraba con sus ojos entornados de placer, mientras su lengua relamía sus labios entreabiertos y rojos de pasión.
Al pensar en la situación comprometida para un restaurante, te sugerí que fuésemos a otro lugar más "intimo", a tomar una copa. "Vamos a casa", contestaste, "no,no a algún pub o similar" propuse. Hablaste de un lugar llamado "La Tarara" , y no quedaba lejos de allí. Nos levantamos sobreponiéndonos al ardor desatado y tal como salíamos, Concha comento que no recordaba bien como llegar a ese pub, por lo que te entrego las llaves del coche para que condujeras tu.
Ella se sentó en la parte de atrás y yo me senté junto a ella en el asiento trasero, quedándote tú al volante como un taxista o chofer. Una vez en marcha, se me abrazo mientras mi mano volvía a recorrer cada pliegue de su caliente conejito y con la otra palpaba sobre su blusa, sus duros pechos apreciando sus excitados y tiesos pezones, nos besamos apasionados y sin ningún reparo te dije: "no veas como tiene las tetas la zorra de tu mujer, y ¿decías que era poco lanzada?, pues tiene el chocho chorreando, la muy guarra tiene unas ganas locas de que le metan una buena polla, que la follen sin parar". Concha jadeaba y gemía como una loca cerca del éxtasis, mis palabras le incitaban aun más y su mano hurgaba torpemente en mi bragueta hasta conseguir abrirla y sacar mi endurecida y caliente verga.
Estabamos a punto de consumar un delicioso polvo en el coche mientras tu, cornudo complaciente, nos paseabas por la ciudad. Pero de pronto cesamos en nuestras caricias, al notar que habías detenido el coche, sin saber donde estabamos. Tu sin volverte, nos dijiste "ya estamos", y pude ver a través del cristal las luces de neón del pub. "Bueno que hacemos", y al volverte viste como Concha me estaba mamando la polla, saboreándola como si le fuera la vida en ello.
Presione su cabeza suavemente, apartándola de mi rabo tieso y dije "si, vamos a pasar un rato y tomaremos una copa", ella no parecía dispuesta a dejar escapar aquel momento y gritaba, "no, no y no, quiero que me folles ahora, si ahora, ven métemela por favor si, siiiii...". Tome su cara dulcemente y le di un beso, "espera, no tengas prisa, gozaras como nunca pero sin prisas".
A regañadientes conseguí que se bajara y nos adentramos en el local, sonaba el "Layla" de Eric Clapton, buena música pense. Una vez en el interior comprobé que estaba casi vacío, claro era domingo, tan solo había un tipo en la barra y una pareja en una mesita a un lado. Ya en la barra, pedimos unas copas, éramos el blanco de las pocas miradas, no sé yo si por recién llegados o por que Concha reflejaba en su rostro el deseo, o desprendía el aroma de hembra en celo. Yo me senté en un taburete de espaldas a la barra, y Concha se pego frente a mí, acariciándome la cara y restregando todo su pubis sobre mi rodilla, tú a un lado te quedabas al margen. Desabroche dos botones de su blusa, haciendo aparecer las puntillas de su sostén y el canalillo de sus tetas, y te pedí que nos dejases solos, que te sentaras en esa mesa de enfrente, y hasta allí te fuiste con tu copa.
Concha y yo nos abrazamos y nos besamos con lujuria, mis manos asidas a sus prietas nalgas, disfrutaban acariciando tan apetitoso culo con tanto frenesí que por un momento elevando su falda se lo deje a la vista, separando sus glúteos y paseando mis dedos por su rajita abierta y sonrosada.
Tu tenías una visión inmejorable del culo de tu esposa y la mano de tu amigo jugando entre ese chochito que tan bien conoces y aprecias. Lo malo fue que la pareja que allí estaba, se percato de la movida, y algo incómodos se levantaron con ademan de marcharse. El barman por su parte, un chico de veinti pocos años, detrás de la barra no podía observar el panorama, pero se pudo oler algo de lo que pasaba. El tipo que estaba en el otro extremo de la barra, me pareció que estaba bastante bebido y perdido como para enterarse de nada.
Al pasar por delante de nosotros la pareja que salía, frene mis impulsos y tan solo susurre unas palabras a Concha en su oído. Tome mi copa y me senté en la mesa junto a ti. "¿Qué te parece?, te comente, ¿te gusta verla así de caliente verdad?". "Me encanta, me pone a mil, verla así de lanzada, como una golfa hambrienta y desenfrenada, que gusto", respondiste. Entonces Concha tras dar un sorbo a su copa de espaldas a nosotros, separo sus piernas y ahuecando su falda poso su atractivo trasero sobre el taburete, apoyo sus piernas en el posapies, y dio un par de vueltas sonriendo y subiendo su falda sobre sus muslos, y al detener sus giros quedo frente nuestro con la mini arremangada en sus ingles ofreciéndonos una turbadora visión de su jugosa y apetitosa almeja, como invitación a degustar su delicioso sabor, su coño resplandecía húmedo y abierto. Increíble que delirio, tu te restregabas los ojos, yo me relamía los labios y ella sin freno se giro, paseaba sus dedos por el interior de sus muslos y rozaba sus labios vaginales levemente alargando y recreándose en su placer.
Embriagada por el goce, inconsciente de gusto, se removió en el taburete quedando expuesta con sus caricias al borracho de la barra, que atónito clavo su mirada en ella al tiempo que agarrándose a la barra se dirigió hacia ella. Yo me levante de golpe y Concha reacciono de inmediato al percartarse, y se cubrió tirando de la falda. Llegue y me abrace a ella, mientras el tipo voceaba casi ininteligiblemente a escaso medio metro de nosotros cosas como que "quería tocarle el coño, que se lo comería con gusto, y que se la follaría allí mismo", pero con voces y forma muy desagradable. Le dimos la espalda y el barman tuvo que salir de la barra con evidente enfado y bronca, y consiguió echar al borrachuzo del bar. Al volver nos dijo "y vosotros, id pensando en abriros, que voy a cerrar ya". Bueno si tranquilo terminamos la copa y nos vamos, le conteste.
El se puso a recoger, Concha y yo nos volvimos a abrazar, nuestras manos no se podían detener y tan pronto acariciaba sus pechos como su culo. Sentado en el taburete, ella se subió la falda por detrás apoyando su desnudo culo sobre mi entrepierna, de espaldas a mí, sintiendo y deseando percibir al máximo la dureza y tamaño de mi polla. Así frente a ti sentados, Concha restregaba su culo sobre mi cipote aún oculto, con rítmicos y circulares vaivenes guiados por mis manos en su cintura.
Fue entonces cuando el chaval se planto delante de nosotros, enojado pero con una mirada de deseo reprimido difícil de ocultar y a escasos cms. de Concha, nos dijo "Y vosotros, ya esta bien, largaos por ahí a montaros la película en otro lugar". Mientras soltaba su sermón, mis dedos fueron desabrochando uno a uno los botones de su blusa, abriéndola de par en par y mostrando su jadeante pecho bajo su sexy sujetador rojo. El clavo su mirada allí, tal como termino de hablar, metí mis manos en el sostén, liberando los hermosos y duros pechos de Concha diciéndole "pero que té pasa muchacho, ¿es que no te apetece probar estas deliciosas tetas?", y se las cogí con las dos manos, pellizcando sus tiesos y negros pezones.
El quedo mudo con la boca abierta, y fue Concha la que tomo la cara del chico y lo atrajo hacía su pecho, haciéndole posar la boca sobre uno de sus pezones. El ya no dudo más, glotonamente se puso a lamer, chupetear y mordisquear sus pezones, con las manos aferradas a la cintura de ella, que se retorcía y apretaba aún más su culo sobre mi verga, a partir de ese momento me olvide de ti, creo que los tres nos olvidamos de que tu estabas allí, viendo a la golfa de tu mujer gozando con dos tíos. Así vi como él le cogía las tetas y le lamía los pezones pasando de uno al otro a gran velocidad, ella le cogió la cabeza presionándosela hacía abajo, deseaba sentir esa lengua endiablada lamiéndole todo el chocho, y tal como descendía con la lengua recorría húmeda su cuerpo, tintineando su ombligo, yo aproveche para acariciar su pecho suave y resbaladizo por la saliva que había dejado en él. Concha con su espalda pegada mi giro su cabeza y me ofreció su lengua, sus labios, en un lascivo, atrevido y húmedo beso. Note que se incorporaba un poco para facilitar que el chico que tiraba de su falda, pudiera rematar la faena y bajársela por completo, cosa que hizo con suavidad, desnudando así el centro de placer más intenso de toda mujer, su coño.
El joven lo admiro unos segundos y con su lengua comenzó a lamer despacio, suave, casi rozándolo apenas, saboreando todo ese néctar maravilloso. Concha se desplomaba de gusto, con sus dedos enroscados en los cabellos de él y sujeta a mí para no desplomarse.
Hice girar a Concha frente a mí, con lo que el joven tuvo que abandonar su coño, y dedicarse a sobar y besuquear sus nalgas. Concha excitadisima me desabrocho la camisa, acariciando mi pecho y vientre, y sin esfuerzo me desato el cinturón para bajar la cremallera de mi pantalón y saco ansiosa mi erguida y dura polla, y su boca me lamía tragándosela cm. a cm. mientras se acariciaba los pechos.
El chico sentado en el suelo se afanaba en lamer su culo y su chocho, pero al ver la imponente mamada con que me estaba deleitando, se incorporo y bajándose los pantalones, acerco su fascinante e imponente verga a la boca de ella que seguía tragándose y succionando toda mi virilidad.
En cuanto se percato de la enorme verga de él rozándole la mejilla, saco la mía meneándola con su mano izquierda, y su mano derecha se aferro a la enorme polla de él. Yo pense que no le iba a caber en la boca, pero ensalivo el capullo y chorreando por toda su longitud fue absorbiéndola en su cálida boca, para continuar con una frenética follada bucal. Es más me pareció que aún aumento más el tamaño de tan descomunal aparato. Así siguió alternando sus mamadas en una y otra verga, mientras te ofrecía a ti la visión desbordada de su trasero y su coño rezumando jugos que resbalaban por sus muslos.
Ante tanta excitación vi como el joven gemía y chillaba su orgasmo, pues a borbotones y a toda presión brotaba su leche golpeando el cuello y el pecho de Concha y desde allí resbalaba y goteaba.
Ella siguió con mi polla, pero yo no quería acabar de esa manera, así que la hice separarse y cogiéndola en brazos la lleve hasta la mesa de billar y la senté sobre el mismo canto, la abrace, la bese, con mi verga tiesa rozando su pubis, buscando la entrada al placentero y celestial coño. En cuanto mi capullo froto su raja, se perdió irremisiblemente en su interior y me volqué en un mete-saca deliciosamente lubricado y ardiente. Ella se abandono, recostando todo su cuerpo sobre la mesa, agitando su cabeza locamente con mis embestidas. El chico se acercó hasta allí y se sentó encima de la mesa, justo al lado de la cabeza de Concha, su polla sin estar erecta y dura, mantenía toda su grandeza. Acarició la cabeza de Concha, su frente, sus mejillas, sus ojos, su boca, y al rozar sus labios con los dedos, ella se los atrapo con la lengua, tragándose dos dedos, así lamiendo esos dedos fálicos y sintiendo mi polla entrando y saliendo en su chocho, parecía estar en el séptimo cielo, sus espasmos salvajes denotaban el orgasmo explosivo que estaba sintiendo, parecía no terminar nunca de correrse y su ímpetu le llevo de nuevo a coger la polla del joven y tragársela con ansia y voracidad, de modo que al momento relucía tiesa, dura e imponente de nuevo, follandole su dulce boca. Salí de concha para cambiar de posición y me quede observando como se relamía con el enorme falo en su boca.
Pero ella desesperada y fogosa como estaba, se removió sobre la mesa de billar y semincorporada hizo tumbar al muchacho y a horcajadas sobre su cintura, froto la verga de él por su raja y con sumo placer descendió su cuerpo haciendo penetrar la descomunal tranca en sus entrañas. Así, empalada, lleno su coño por la abundante y turgente carne, se puso a cabalgar sobre tan caliente y complaciente cabalgadura. Yo me enervaba viendo esos dos cuerpos fundidos, duramente unidos en el engranaje perfecto de sus sexos. Admire durante un buen rato la fusión, ese robusto miembro penetrando el tembloroso y lúbrico coño de Concha, dilatado al máximo para absorber toda su dimensión. La visión era fascinante, y el chapoteo sexual, morbosamente sonoro, se mezclaba con sus gemidos, con sus suspiros, soldados en un fuerte abrazo sus caderas mantenían el ritmo frenético de un apasionado polvo.
Tras deleitarme con esa imagen, decidido y al rojo vivo como estaba, pase a la acción de nuevo, recorriendo con la punta de la lengua las nalgas de Concha, mordisqueando sus glúteos. Excitadisimo con el primer plano de sus jadeantes sexos, no pude reprimir el deseo de la<mer y relamer su ojete que se dilataba con mis caricias, incluso mi lengua se desplazaba hacía sus sexos lamiendo los cálidos jugos de su chocho y la engrasada verga de él, néctares afrodisiacos. Mi polla no resistía más, su dureza me pedía follar, así que presione con mi capullo su culo ensalivado con fuerza, pero despacio, poco a poco la introduje en tan estrecho y apretado orificio, oyendo a Concha "Uhauuuu, Uhauuu, Uhauuuuuuuu..", derretirse de gusto. Jodiendola por el culo, impuse mi ritmo de modo que tal como se la metía, se clavaba ella más en el cipote del joven, es más nuestras pollas se rozaban en su interior y ese roce me daba aún más placer.
Mi cuerpo sobre su espalda, sudoroso, conformo un sándwich sexual en el que tu querida esposa era cubierta y plenamente satisfecha por los dos. Con tanto frenesí y excitación, tras varias acometidas acabe explotando, corriéndome en su interior, llenando todo su culo de mi abundante y caliente leche. Inerte ya en su culo, salí de ella para no frenar el intenso polvo que el joven le seguía propinando. Su aguante era bestial, tras su primera corrida, daba la sensación de que podía pasarse toda la noche jodiendo con Concha, y ella parecía quedarse ya sin fuerzas, pues se había corrido al menos ya tres veces, así que le incitaba "me vas a matar, cabrón que bien me follas, así, asiii, así es como me gusta, más, más maaaas....uhouuuuu", se corrió de nuevo, " por favor córrete, dame toda tu leche, si, así, por favor", y al instante el chico saco su polla en erupción, escupiendo un chorro de semen tras otro, que regaron todo su culo y muslos. Ella se desplomo resoplando y suspirando entre los dos, agitada pero satisfecha, feliz. La bese, la abrazamos y con dulces caricias fuimos alcanzando el relax tras tan intensa agitación.
Fue entonces cuando de nuevo repare en ti. Sentado en la mesa ponías cara de sorpresa y de vicio al mismo tiempo. Por un gesto tuyo con tus manos en la entrepierna bajo la mesa, supuse que debías estar más empalmado que un tótem, o que acababas de hacerte una consoladora paja.
Tal como nos recuperamos, me levante, me acerque a la barra y recogí la ropa de Concha y volví hasta donde estaba ella, tome su mano incorporándola y le dije "vamos que nos tenemos que ir, pues este chico querrá cerrar ya", y con toda la dulzura del mundo me puse a vestirla, a veces puede ser tan sensual y hermoso vestir como desnudar, y más tras haber satisfecho los deseos más íntimos.
Ya arreglada, ella se acerco al joven, le beso dulcemente en la boca, yo le entregue a él las bragas de Concha como recuerdo, le sonrío y con un adiós se volvió agarrándose a mi cintura y nos dirigimos hacía ti. Al llegar a tu mesa tanto Concha como tu os mirasteis profundamente sin poder mediar palabra, tampoco era necesario, sonrío ella y tu asentiste con tu cabeza.
Salimos del local, eran ya las dos de la madrugada. Tu te pusiste al volante del coche, a Concha y a mí, en el asiento de atrás abrazados amigablemente ya sin la pasión anterior, nos invadió la calma y sosiego habitual tras el ajetreo. Así en silencio llegamos a vuestra casa. Ya arriba en la vivienda, le propuse a ella tomar una ducha juntos y acepto de buen grado, de hecho nos hacía buena falta. Tu nos acompañaste al cuarto de baño, por si necesitábamos algo. Nos desnudamos el uno al otro, con calma, sin ansia, pero con gran sensibilidad y parsimonia, sintiendo el roce de nuestros cuerpos desnudos, nos metimos bajo el agua, enjabonándonos y masajeando nuestra piel con la suavidad del jabón. Tu sentado frente a nosotros, admirabas nuestra tranquila candidez. Bien limpios ya, te pedimos un par de toallas, y del mismo modo, con suma suavidad y dulzura nos secamos, abrace a Concha, la bese y tomándola en brazos te la entregue a ti. Ya en tus brazos os dije "ha sido realmente un placer, pero será ya hora de acostarse, os acompaño hasta la habitación".
Concha abrazada a tu cuello, te besaba el rostro y tú la estrechabas aun más entre tus brazos. Ya en la cama, la acomodaste en ella, estaba espléndida, desnuda y hermosa, relajada pero tan sugerente y atractiva como siempre.
Mientras tu te desvestías para acostarte, me acerque a Concha para despedirme y agradecerle su apasionada y fogosa entrega, besando sus carnosos labios, recorrí con la palma de mi mano su cara, cuello, pechos, vientre, su pubis y sus duros muslos, con caricias suaves como la brisa y de vuelta mis dedos rozaron los labios de su coño, aun dilatado tropezando con su prominente clítoris, lo que la hizo saltar de nuevo, aferrando sus manos a mi cuello, atrayéndome hacía ella. Pero la frene al tiempo que le dije "pero mi niña, como eres Concha, hay que ver lo que te gusta, que viciosa eres. Pero no puede ser, aquí esta tu marido, que te desea más que nunca, seguro que se muere por follar contigo", y me separe de ella. Entonces vi como Concha se abalanzo sobre Juan, que la abrazo con fuerza, besándose sus manos recorrían con lujuria, tocándose, sintiéndose y al momento ella gozaba de nuevo como loca comiéndote la polla y tú la hiciste tumbar para hundir tu boca y recorrer con tu lengua su delicioso y profanado chocho.
Así saboreando y gozando de vuestros sexos en un apasionado sesenta y nueve, amandoos como la primera vez sentí que la golfa de tu mujer y tu cornudo realizado, no erais tales, sino unos auténticos enamorados del sexo y el placer, y que vuestro amor era más fuerte y duradero que las aventuras y juegos sexuales. Emocionado de veros entregados y dedicados el uno al otro, me despedí con un "buenas noches, hasta mañana", que creo no llegasteis ni a oír y marche a la otra habitación a descansar.
Al día siguiente el despertar fue muy agradable, pero la vuelta a la rutina me obligaba a dejaras para ir a atender mi trabajo. Pero todo había empezado, iba a haber otros días, otros momentos y una amistad y complicidad que nos llevara a otras aventuras e historias. . . . . . . . . . .