Fantasía caribeña
Una noche, en un bellos lugar...
Fantasía caribeña
Caminaba por la playa de mis más exóticos sueños
Era una noche calurosa.
El cielo estrellado, la luna en lo alto.
Una leve brisa aliviaba la transpiración de mi cuerpo.
Mí vestido blanco se pegaba a mi piel, dejando traslucir lo único que llevo debajo: una cadena de plata con la inicial de mi nombre.
El agua parece deliciosa. Me desnudo, la soledad del lugar me permite hacerlo.
Así, sin más, como vine al mundo, me meto en el mar caribeño. Esta tibio, lo suficiente como para refrescarme.
Cada minuto, cada segundo en el agua son instantes de felicidad. Nada puede ser más placentero... nada puede traerme tanta paz. Estoy perdida del mundo.
Nado. El calor de mi cuerpo se disipa, incluso llego a sentir un poco de frío.
De pronto una rara sensación se apodera de mí. Ya no me siento sola. Alguien me observa.
Busco a mí alrededor, pero no veo nada.
A lo lejos, observo que alguien se acerca, caminando por la arena acercándose al lugar donde reposa mi vestido, tendido en la blancura de la arena al son de la brisa.
Sigo con mi mirada su andar, sus movimientos, me tiene hechizada.
Nuestras miradas se cruzan, una sonrisa aparece en sus labios, encantadora y perversa.
Sabe que estoy allí y no le importa. Se sienta junto a la tela que momentos antes cubría mi cuerpo.
Me mira, sus ojos, destellantes, se posan en los míos. Telepáticamente me invita a jugar, me desafía, me incita. En ese momento el tiempo se detiene. Todo pasa muy rápidamente, pero de la forma más lenta posible.
La brisa ya no existe, las hojas han dejado de moverse
Obnubilada por ese ser que no conozco, pero quiero conocer, acepto el juego.
Entendiendo mi respuesta, se acerca a las aguas, y como yo momentos antes, o tal vez horas, ¿quién sabe ya?, se mete en ellas. Todo su cuerpo se empapa. Las gotas se posan en sus piernas, sus manos, en su pecho, en toda su piel.
Es un ser luminoso, lleno de paz.
El agua parece más caliente. Está a sólo unos pocos metros de mí. En ese momento todo desaparece, la playa, el cielo, el vestido blanco
Sólo somos él y yo en la calidez del mar.
Por un instante, tan sólo un segundo, no más, trato de escapar de esa magia, de ese hechizo. Pero no puedo, algo no me deja, me tiene atrapada en su mirada, la cual sostiene la mía, no me deja ver hacia otro lado, solo a la negrura de sus ojos.
Sin vacilar se acerca, nuestros cuerpos se rozan, se sienten, se tocan.
Su mano acaricia mi rostro, en mi piel puedo sentir la dureza de su cuerpo.
Sus brazos me rodean, me atraen hacia él. Son fuertes, como tenaza de cangrejo. No puedo escapar tampoco quiero .
De pronto puedo ver claramente su rostro, su ser.
Sonrió, una alegría inmensa me toma de sorpresa este chico, este hombre, es la persona con la que siempre soñé, un ser que habita en mis sueños, alguien irreal no se cómo, pero sé que yo soy lo mismo para él. Soy esa mujer que siempre quiso y nunca pudo tener, a la que siempre busco y nunca encontró.
Ahora estamos los dos unidos vaya a saber uno porque extraña coincidencia del destino, en el lugar de nuestro sueño, con ese ser esperado, amado, deseado, aquel con el que sueño, aquel con el que siempre soñamos, a pesar de creer que era en vano.
Nuestros cuerpos se fusionan, se transforman en uno, nuestra mente ya no está con ellos está en lo alto, más arriba, disfrutando del encuentro, gozando del placer.
Entendiendo porque el sueño se hizo realidad: dos mentes se encontraron en un mismo lugar
Abrazados siendo uno, acaricia mis cabellos y sin previo aviso tira de ellos como riendas de caballo... me duele pero me gusta, no me quejo, solo me dejo hacer
Salimos del agua y vamos a un lugar oscuro y silencioso . Lejos de ser dulce, me toma abruptamente, me penetra varias veces. Me gusta, es violento, fuerte.
Hay velas encendidas por doquier, como si el encuentro hubiese estado planeado de antemano... ¿Y acaso no fue así?, ¿acaso en nuestros sueños no imaginábamos eso?
Con sus manos recorre todo mi cuerpo. Unta sobre él el zumo de un dulce cítrico, para luego lamer cada rincón de mi ser, hasta los mas oscuros
Mis jugos vaginales se incrementan y bebe de ellos, como jugo de naranja.
Sacia su sed y lame mi cuerpo, cree apoderarse de mí. Que poco me conoce.
Como un animal hambriento, la rabia y el deseo me toman entre sus garras...
La situación es mía. Me subo en él, tomo una de las velas y unto la cera caliente sobre su pecho. En su rostro se percibe dolor y placer... toda una mezcla de sentimientos.
Me odia... pero me ama. Desea hacerme suya... pero me detesta.
Solo desea mi cuerpo... que equivocado esta, no sabe que luego de conocerme no podrá dejarme jamás.
Recorre mi ser...lo disfruta... lo conoce... aprehende cada parte de el.
Nuestras miradas se cruzan... él es el hombre con el que siempre soñó... y ella... la mujer que atormenta sus noche...
Se aman se besan, no pueden dejar de tocarse. Pero a la vez de odiarse
CB
17-04-05