Fantasia BDSM con un poco de exibicionismo

Fantasía hecha realidad con mi novia. Espero que os guste.

Hola a todos! soy aficionado a todo relatos y he leído muchas de vuestras fantasías, y me encantan. Me he decidido a contar este relato que nos pasó a mi y a mi novia el otro día.

Para empezar voy a presentarnos. Yo me llamo Javier, tengo 21 años y mi novia, Ana, tiene 22. Ambos somos estudiantes y llevamos saliendo un año y medio, pero éramos amigos desde el instituto. Ana mide 1,75, tiene un buen tipo, sobre todo destaca por sus pechos, grandes y bien enseñados con un buen escote hace que más de uno y una se quede embobado mirándolos por la calle. Tiene una melena rizada espectacular, que le llega a media espalda, y su sonrisa y cara de buena siempre me deja atónito mirándola.

Teníamos una relación muy sana, y coincidíamos en algo muy importante, a los dos nos encantaba experimentar, y teníamos la mente muy abierta en cuanto al sexo se refiere. A Ana le atraía el BDSM, pero bien entendido. Es un acuerdo (y no intento hacer analogía de cierta novela best seller), una parte de carácter sumiso plantea unas normas de juego. Hay ciertas cosas que son un no rotundo, y otras que son más flexibles. En el juego, la parte dominante es la que va tentando y tanteando para ver si se sobrepasan o no los límites flexibles.

Pues bien, Nos conocimos en el instituto en Madrid, y ambos somos de la capital, pero yo estoy estudiando en Zaragoza. Vivo en un piso yo solo por lo que no tengo que darle explicaciones a nadie sobre cuando y cuanto tiempo viene mi novia.

Llevábamos un mes sin vernos y la verdad es que ambos nos teníamos ganas. Nos llamábamos por videollamada y algunas veces acabábamos calientes los dos, ya que Ana muchas veces se cambiaba mientras hablábamos, dejándome ver sus enormes pechos de una manera muy discreta, ella sabia que yo me fijaba y le encantaba ponerme cachondo. Yo hacia lo mismo otras veces por supuesto, bajándome los pantalones sin que se viera en la pantalla y tentándola, diciéndole lo cachondo y duro que estaba.

Ella decidió venirse unos días, a pesar de que ya había acabado pero yo seguía de exámenes. La falta de sexo me volvió creativo y tenía una fantasía preparada. Le dije que la recibía encantado en mi casa, pero con dos condiciones, tenía que venir con falda y con unas bragas que no les tuviera mucho aprecio.

Mientras ella venía en su coche yo tenía 3 horas para prepararlo todo. Llegó el momento y sonó el timbre, me apresuré a abrir la puerta y allí estaba ella. Preciosa, con la cara muy bien maquillada, un pinta labios rojo, el pelo lo tenía echado sobre uno de sus hombros, dejando ver la suave piel de su largo y blanco cuello; que te guiaba bien a su tersa mandíbula y su pequeña oreja o hacia su clavícula y la suave piel de su pecho. Lo que yo llamo la “preteta”, ya que intuyes y hace fluir la imaginación pero no enseña nada. llevaba un escote impresionante, que dejaba ver la curva exuberante de sus pechos en el canalillo. Me había hecho caso y venia con una falda que llegaba a media pierna y unas medias que llegaban a medio muslo, justo por donde la falda tapaba.

Al verla así le cogí el cuello y nos besamos en un largo y cariñoso beso después de tanto tiempo.

-Que tal el viaje?

-bien, no había mucho tráfico, pero la verdad es que venía un poco distraída, pensando en que me tenías preparado.

-Todo a su tiempo, ¿quieres algo de beber?

Después de contarnos que tal nos había ido en este tiempo y de hablar y reírnos un rato le pregunté:

-Bueno, veo que vienes cumpliendo una de las condiciones. Necesito comprobar que cumples la otra, acompáñame.

La lleve al dormitorio y se quedó sorprendida, estaba muy cambiado a como ella lo recordaba. El colchón estaba apoyado en la pared de la ventana, y el somier estaba apoyado de lado en la pared contraria, con las cuatro patas de hierro mirando hacia la habitación. En el suelo un collar de cuero con una arandela, una correa, 4 cuerdas de 7m, unas tijeras, una maquina de afeitar eléctrica, una cuchilla de afeitar, un cuenco con agua y jabón y una toalla.

-Bien, primero vas a ponerte de rodillas, sentada sobre tus talones y vas a coger el collar y ponerlo en tu regazo.

Cogí su pelo y lo aparte de su nuca, cogí el collar y se lo abroche alrededor de su cuello, mientras su respiración se aceleraba, tenía el cuello muy sensible.

La até con la correa y tire de ella para acercarla y besarla, esta vez mordiéndole el labio inferior, que sabía que le encantaba.

-Voy a tener que atarte, si no cumples la segunda condición voy a castigarte.

Cogí una de las cuerdas y la desenrolle delante de ella, dejando caer las ásperas fibras sobre la suave piel de sus muslos.

-Vas a cruzar los brazos en tu espalda y te vas a agarrar los antebrazos. ¿A que si?

-Si

contestó ella en una actitud sumisa, y obedeció mis ordenes mientras se mordía el labio inferior.

Cogí la cuerda y le até las muñecas en su espalda, una contra otra. Pasé la cuerda con bastante tensión por su brazo izquierdo, pasando por encima de sus pechos, manteniendo la tensión y rozándole el cuello y el escote mientras estaba pendiente de las cuerdas. Su respiración se aceleraba.

Volví a dar otra vuelta a su torso pero esta vez pasando por debajo de sus pechos, apretando fuerte las cuerdas. Al terminar la segunda vuelta, pasé por sus hombros la cuerda y al hacer el nudo, la cuerda de debajo de sus pechos se tensó hacia arriba, aprisionándolos; y haciendo que parecieran aún más grandes. Al hacer esto ella soltó un profundo suspiro.

-Ponte de pie y pon tu espalda en el somier y mira hacia la pared de la ventana.

Obedeció servicialmente y se colocó donde le dije. Yo me acerque por un lado hasta su cuello, mientras tiraba de la correa. Acerque mi boca hasta estar a un par de centímetros de su piel, ella notaba mi respiración caliente y su vello se erizó. Me acerque hasta su oreja y le susurre:

-Voy a comprobar si eres una buena sumisa y haces caso a tu amo

con un píe separe sus piernas un poco, y mientras agarraba la correa subí con mi mano por su muslo, acariciándolo por encima de las medias, muy lentamente, disfrutando del momento. llegue a la goma que sujetaba las medias y la sobrepasé, tocando la piel suave y caliente de sus muslos hasta llegar a su entrepierna, rocé su suave ingle y deje mi mano apoyada encima de su sexo.

-Estas empapada, así me gusta. Pero vas a tener que portarte bien si quieres que te baje ese calentón.

Su coño desprendía mucho calor y las bragas estaban mojadas con el viscoso jugo que producía.

Le cerré las piernas y le bajé la falda de golpe. Ahi estaban, unas bragas grises, sin más. Ella solía llevar tangas de encaje. Me miró excitada desde arriba.

-Muy bien has cumplido la condición, Pero voy a comprobar algo más.

-El que?

-Quiero ver si llevas el coño depilado

Le rocé la piel por encima de sus bragas, es una zona sensible y se que la vuelve loca. Bajé la parte de delante de sus bragas un poco y comprobé que seguía llevando el triangulito de vello que se dejaba siempre. La miré y vi que ella me miraba de vuelta, nerviosa y desafiante.

-Esto merece un castigo señorita

Metí mi mano en su escote entre las cuerdas, y le saqué las tetas, estaban enormes, enrojecidas por la presión y con los pezones erectos y rositas.

Ella no paraba de suspirar. le di la vuelta y le apoye la cara contra el somier, las bragas eran simples pero dejaban ver la parte de abajo de su culo un poco. Le azoté con fuerza una nalga y le deje una marca roja de mi mano. Ella jadeo y me miró con actitud sumisa.

Desenrollé otra cuerda y le rocé sus piernas con su aspereza. Le até la nueva cuerda a la que ya tenía en sus muñecas, y até esta cuerda al somier, dejándola en la misma posición que estaba antes pero atada a la estructura de hierro.

Me acerqué a ella de frente, puse mi paquete, que por estas alturas estaba enorme dentro de los pantalones rozando con su coño y me acerque a sus tetas. Muy cerca de sus pezones como antes, acariciándola con mi respiración, ella respiraba cada vez mas rápido. Rocé con mi lengua sus pezones tiesos mientras ella se estremecía. Le volví a separar las piernas con brusquedad, cogí otras dos cuerdas y le até las piernas al somier, dejándolas abiertas. La miré y me miró de vuelta, aceptando lo que fuera a pasar sumisamente. Me agaché y pase mi mano por los objetos del suelo, llegando a las tijeras.

Cogí las tijeras y las sujeté abiertas, rozando la piel de sus muslos hacia arriba, arañándola suavemente con el frío metal. Ella no podía más. Iba lentamente, haciéndola sufrir y disfrutar con la expectativa. Introduje mis manos entre el borde de las bragas y su piel. Introduje las frías tijeras y le corte un triángulo de tela en la parte de delante. Las bragas Seguían sujetas a su culo pero ahora exponían su pubis y el inicio de su raja. Ella suspiraba y movía sus caderas por la excitación.

Cogí la correa, la tense y le comí la boca, nos fundimos en un beso muy lascivo con nuestras lenguas jugando en su boca. le metí un dedo en la boca y ella me miró con cara de guarra mientras lo chupaba como si fuera mi polla. deslice el dedo por su escote, rozando sus pechos. pasando por encima de la camiseta por su tripa, llegué al pequeño arbusto de vello que tenia en el coño, lo acaricié y llegué a su raja, a su clítoris, lo pase como si nada mientras ella suspiraba hasta llegar a la entrada de su vagina, donde lo introduje sin mucho problema ya que se encontraba empapado, lleno de jugo y muy caliente. Ella suspiro y dijo:

-Por dios cómemelo

-No, vienes sin depilar, no te lo has ganado, no vienes lo suficientemente arreglada como para que te coma tu coño.

Cogí la maquinilla de afeitar y ella se tensó. Se dejaba el triangulito desde hacía años para no parecer una niña. Encendí la maquina y la acerque a su pubis, lentamente. Ella me miraba nerviosa. Le rasuré todo el pelo dejando su coño calvito, y lo repasé con la cuchilla hasta dejarlo bien suave y ella excitada lo contemplaba todo desde arriba, atada sin poder moverse. Atada al somier, medio desnuda. Su coño brillaba por la excitación y por el afeitado. Estaba enrojecido e hinchado.

-¿Te gusta?

-Si, me gusta. ¿Ahora me he ganado que me comas el coño? ¿Me lo merezco?

-No, todavía no. Eres una guarrilla, y todavía no tienes derecho. De hecho no tienes ni derecho a la intimidad.

Cogí el colchón y lo moví, exponiendo la ventana, que daba al patio de vecinos. La ventana era de cristal esmerilado, era translucida pero no transparente. La abrí de golpe y le dije:

-Ahora todos los vecinos van a ver lo guarra que eres.

Y ahi estaba ella, expuesta, atada con sus pechos al aire y su coño, apenas tapado por una bragas medio rotas expuesto, rasurado a la fuerza y húmedo, muy húmedo.

Cogí las tijeras y las rocé por su cuello, por su escote, por sus muslos y por su culo. Ella jadeaba y a la minima que me acercaba intentaba besarme, estaba muy cachonda. Se intentaba acercar al bulto que dejaba mi dura polla en los pantalones cuando me acercaba. le corte lo que quedaba de bragas y se las quite tirando hacia arriba, pasándolas por su coño. Estaban empapadas. Las hice una pelota, tiré de la correa y se las metí en la boca. Ella me miraba con cara de guarra, pidiéndome más con la mirada.

Me puse de rodilla delante de ella, me miraba y miraba la ventana nerviosa. Me giré y ahi estaba la vecina de enfrente, Una chica de nuestra edad más o menos, en su ventana, había salido a secar la colada y se había quedado a medias con el espectáculo que estábamos dando. Cruzamos las miradas y me sonrió mientras se mordía el labio y repasaba a Ana de arriba a abajo. Me volví a girar y miré a Ana a los ojos, veía su cara entre sus pechos, atados y al aire. su cara de morbo con sus bragas rotas y empapadas con sus jugos metidas en su boca. Si a ella le molestase sabía que me lo diría, teníamos esa norma. No se hacía nada que el otro no quisiera hacer. Le pregunte con la mirada y ella asintió.

-¿Crees que eres digna de que te lo coma ahora?

Asintió con la cabeza.

-¿vas a disfrutar mientras la vecina te ve desnuda y expuesta? ¿Vas a dejar que vea lo guarra que eres?

Volvió a asentir con la cabeza. La vecina no perdía detalle de lo que estaba apunto de suceder. Me arrodillé, acerque mi cara poco a poco a su suave coño. Acerqué mi boca hasta estar a unos milímetros mientras la miraba fijamente a la cara. Ella tenía puesta la mirada en mi y en la vecina. Introduje mi lengua en su raja, desde la húmeda entrada de su vagina deslizándome hacia arriba, hasta su clítoris, lo rodeé con la boca y lo succioné para jugar con el en mi boca. Ana gemía y se movía sin parar. Se retorcía de placer y miraba fijamente a la vecina a través de la ventana. Le seguí comiendo el coño un rato, disfrutando del sabor que tenia. Me encanta ese sabor, me pone muy cachondo. Algo dulce, algo salado. Debe ser por la excitación o las feromonas, pero tener la cara enterrada en su húmedo coño me excitaba como si fuera un afrodisiaco. Me transformo en un animal cuando pruebo ese jugo.

Paré de repente, ella me miró, diciéndome con la mirada que por favor no parase. Me giré y la vecina se acariciaba un pecho por debajo de la camiseta y la otra mano la tenia dentro de sus pantalones de pijama, o eso parecía. No perdía detalle de lo que estaba ocurriendo en ese cuarto.

Me puse de píe, al lado de Ana, Me bajé los pantalones y me saqué la polla. Me puse donde la vecina pudiera vernos a los dos. Le hundí mis dedos a Ana en su coño mientras yo me hacía una paja. La miraba, estaba gimiendo con sus bragas en la boca, y a la vecina, que se estaba masturbando también con la imagen.

-Te vas a correr para mi y para la vecina ¿a que si?

ella asintió rápidamente la cabeza mientras gemía.

-¿Vas a correrte como una buena guarra a que sí?

Volvió a asentir con la cabeza.

Cogí la correa y me la puse en la boca mientras seguía haciéndole un dedo a Ana. Tire con la boca de la correa y aceleré el ritmo de los dedos y de mi paja. Miraba a la vecina y escuchaba los gemidos de Ana bien cerca. Mientras estaba ahi, expuesta, atada, sin poder moverse. Con las tetas rojas al aire, abierta de piernas y con mis dedos entrando y saliendo de su coño, haciendo ese sonido característico. Aceleré aún más, haciéndolo rápido y muy fuerte. Ella gemia y miraba a la vecina mientras se contorneaba del gusto. Le dije:

-¡¡Me voy a correr!!

Ella asintió con la cabeza rápido y gimió más fuerte.

Me corrí con 5 fuertes chorros de lefa sobre su camiseta, sus tetas y su pubis. Noté que ella se corría también poco después de recibir mi corrida porque me apretó los dedos dentro de su coño con fuerza, se puso roja mientras gemía. Se tenso entera, las cuerdas impedían que se moviera. Al acabar, le quite las bragas de la boca, le metí los dedos en ella y muy servicialmente me los limpió de los jugos de su coño y de la corrida que les había caído. Me acerqué a la ventana, con la polla aun medio empalmada, La vecina estaba roja, se sacó la mano de los pantalones, se lamió los dedos mirándonos con cara morbosa. Se subió la camiseta y nos enseñó unas tetas pequeñas, con un piercing en el pezón. se bajó la camiseta y nos mandó un beso al aire. Se lo devolví y cerré la ventana.

Desaté a Ana con cuidado y nos tumbamos en el colchón, dándonos mimos, abrazándonos. Volviendo a la normalidad después del juego que acabábamos de vivir. Puedo ser muy autoritario en el juego, pero soy muy cariñoso.

-Te quiero

-Yo también te quiero.

Y hasta aquí el relato. Espero que os haya gustado.

Javier.O.swinger@gmail.com