Fantasia 1 ( La amiga de mi hermana 7)

Pues ha pasado mucho tiempo si, pero tengo que terminar o continuar esta historia que lleva en mi cabeza mucho tiempo, recomiendo leer los anteriores capítulos para entender este.

Natalia me hizo pasar al hall de la casa, era una edificación moderna pero se veía que estaba diseñada por un arquitecto con ideas muy modernas.

-          Lo primero que haremos es ir a tu habitación. Allí te dejaré unos minutos para que te relajes y si quieres te cambies algo de ropa. Después te arreglaré ese desastre que llevas en el maquillaje. Ven conmigo.

Había tal extensión de terreno que la casa solo tenía una planta, Natalia me condujo por un largo pasillo hacia la derecha. Daba la impresión de ser un hotel por la cantidad de habitaciones que había. No hubo que recorrer mucho pues en la segunda puerta habían preparado mi habitación.

-          De momento Arturo nos ha pedido que tengas intimidad, si lo decidís conjuntamente trasladaremos tus cosas a su habitación.

-          Gracias, esto es increíble.

Natalia abrió la puerta de aquella habitación y me quedé abobada. Era más grande que el piso de Mónica o la casa de mis padres. En una sola habitación podría haber 100 metros cuadrados divididos en tres espacios un pequeño saloncito con un sofá y sillones de diseño, una espectacular cama de 2 metros en el dormitorio y un vestidor con un tocador enorme. Además había un baño con jacuzzi.

-          Te dejo unos minutos y vendré para retocarte el maquillaje.

-          Gracias Natalia

Según se iba la observé mover el culo. No llamaba más la atención porque estaba sin arreglar,  llevaba unos pantalones vaqueros anchos y una simple camiseta. Su larga melena  rubia estaba recogida en una coleta y usaba zapatillas de deporte, pero se podía una imaginar cómo luciría cuando se vistiera para otra ocasión que no fuera las labores de aquella inmensa casa.

Absorta en aquellos pensamientos me acerque al inmenso espejo que había en el vestidor y me miré. Recuerdo que pensé que con la ropa adecuada un buen peinado y unos tacones cualquier persona podía ser una bella mujer. Viéndome allí reflejada sentía que era imposible que Mario hubiera desaparecido de los reflejos de los espejos.

Rebusque en el vestidor y vi que habían comprado algo de ropa para mi, sobre todo había lencería y algo para los próximos días. Era ropa de diferentes estilos, trajes de fiesta, un par de pantalones, sueters y una falda larga y otra corta. Calzado no había más que unos zapatos de salón con un gran tacón, botines cómodos sin apenas tacón y zapatillas de diseño. Eso sí, todo era de los mejores diseñadores.

De nuevo entró Natalia.

-          Siéntate en el tocador María, vamos a arreglar el maquillaje.

En cinco minutos y en el más absoluto de los silencios mi cara volvía a relucir. Notaba que la situación no estaba siendo cómoda para ninguna de las dos. Yo estaba avergonzada y mi súbita timidez desde que me sentía María, me impidió intentar entablar conversación con ella. Además era evidente que mi presencia no le agradaba.

-          Bueno, esto ya está. Si quieres puedes pasear por la casa para que la vayas conociendo, cuando llegue Arturo cenareis.

-          Gracias por todo. – Le dije casi en un susurro y bajando la cabeza.

Esperé unos minutos tras la marcha de Natalia y salí de la habitación, recorrí el pasillo en la dirección contraria a mi llegada, de nuevo me encontraba en el hall.  No había ni rastro de Miguel y Natalia así que mi intuición me hizo llegar hacia un enorme salón decorado con muebles muy modernos, una espectacular chimenea, un gran piano cerca de las ventanas. Estaba anocheciendo y me dirigí hacia ellas, retire la cortina hacia un lado y descubrí un jardín espectacular, con piscina cubierta y vistas hacia el Mediterráneo. Intente abrirlas pero en seguida comprendí que eran automáticas así que busque con la mirada un aparato que de inmediato encontré.

Salí hacia el lateral de la piscina y llegue hasta el final del jardín, donde la naturaleza me ofrecía un espectáculo impresionante. Me senté en un sillón y me deje llevar por la brisa del mar, por el olor de las plantas que había en aquel jardín y me estremecí. Me sentía una cenicienta, aquello parecía un sueño, en el que un príncipe azul me había inmerso, haciendo olvidar absolutamente toda mi vida. Estaba tan cansada que me dormí.

Me despertó un agradable susurro en mi oreja,

-          María, ¿ estás bien?

-          Perdón, me he dormido.

Abrí los ojos y le volví a ver, era Arturo. Di un respingo y me quise levantar.

-          Tranquila María, estas preciosa. Vamos a cenar.

Me tendió la mano y me ayudo a levantar. Yo seguía en silencio.

Lo único que se me ocurrió en ese momento fue darle dos besos y las gracias por su hospitalidad y por todo lo que había ocurrido durante el día.

Durante la cena me estuvo contando cosas de su vida, de la relación con Miguel y Natalia, de nuestro primer encuentro. De mi trabajo para el como hombre…… yo me fui distendiendo y le conté exactamente como había llegado allí por una venganza de mi hermana y que estaba absolutamente confusa, pero a la vez muy bien y agradecida por haber podido vivir esa experiencia.

Terminada la cena, decidimos que lo mejor era retirarnos a dormir, yo estaba muy cansada y quería al menos quitarme aquellas preciosas botas. Pero la realidad es que quería estar con el, asi que cuando me dijo que eligiera donde quería descansar, sin dudarlo un instante, le dije que con el.

Me tomó de la mano y me llevo por el pasillo interminable hacia su habitación, yo estaba muy excitada, porque esperaba lo mejor y lo peor, quería en ese momento tener un momento de esfuerzo con Arturo para acabar absolutamente agotada durmiendo en sus brazos. Aparte de las enseñanzas de aquel día, mis paso sonaban fuertes y decididos, aquel taconeo aun me excitaba más y empezaba a sentir dolor. Movía mis caderas acompasadamente al ritmo de los tacones y Arturo me miraba orgulloso y sorprendido de mi actitud.

Al entar a su habitación mes soltó y esperó a ver mi reacción. Presidiendo aquel fastuoso dormitorio había un mural enorme. Era una foto antigua, de Arturo con una chica que era prácticamente igual que yo. No igual que Mario, era igual que la María que había salido de la clínica de estética aquella tarde.

-          ¿Entiendes todo ahora? Sonia murió hace casi treinta años, yo no he vuelto a enamorarme de nadie hasta que te vi en aquella discoteca, porque en ti la veía a ella.

-          Pero, ¡¡ Es increíble!! – Exclamé

-          Eres igual que ella, estas preciosa, eres una delicia y aquella noche descubri que eres además una gran mujer y muy ardiente. Estoy absolutamente decidido a pasar el resto de mi vida contigo. Es difícil, pero no imposible.

Sin poder articular palabra, me acerque a él y le abracé. Empecé a llorar y sentí como me apretaba contra el. El me aparto el pelo y me besó en cuello. Eso fue como una espoleta pues de súbito me vino el dolor porque tuve un nuevo intento de erección en  la prisión de mi pene, pero no me importaba nada.

Busque su boca con la mía y le introduje la lengua, el beso estaba siendo espectacular. Jamás había besado a nadie así nunca, el me cogió de la nuca y me acariciaba a la vez que impedía que retrocediera lo más mínimo.

Conseguí zafarme lo suficiente para desabrocharle la camisa, se la quite con dureza y comencé a lamer y besar aquel torso maduro pero bien cuidado. Me agache lentamente mientras seguía lamiendo su abdomen y le desabroche el cinturón. Sabía que ahí estaba lo que yo quería en ese momento y quería también agradecerle todo lo que había hecho por descubrir mi verdadera personalidad.

Le baje los pantalones, y el slip y ante mí se presento la polla que había cambiado mi vida. Sin pensarlo dos veces me la metí en la boca, hasta la garganta. Y comencé a hacer la mamada más impresionante que recuerdo, y era yo, el antiguo Mario, ahora convertido en la insaciable María que estaba absolutamente loca por aquel hombre.

Cuando el vio que se iba a correr, me hizo parar.

-          María,  quiero amarte, quiero sexo, pero no así.

Me fue quitando la ropa lentamente, yo sentía que al quitarme aquella preciosidad perdería el encanto, pero no fue así. Me quede desnuda, excepto el corset, y el gran espejo de la habitación me ofrecía un espectáculo abrumador. Un hombre maduro de complexión atlética abrazado a una niña con grandes tetas, cintura de avispa y piernas largas. Lo único fuera de lugar era aquel engendro que tenia amordazando mi polla a punto de estallar.

Fuimos a la cama y  el se tendió hacia arriba ofreciéndome de nuevo su pene. Yo abri bien mi culo y me la introduje sin pensármelo dos veces. Saltaba como una loca, estrellando mi culo contra los muslos de Arturo que jadeaba como un poseso y me gritaba que me quería, que no me fuera jamás, que yo era suya para siempre. Yo gritaba de placer, y notaba como mis pechos golpeaban sobre mi torso, temi que cayeran, pero se mantuvieron en su sitio. Yo me miraba en el espejo porque quería ver la cara de zorra que tenia en ese momento y aun me ponía mas caliente.

De repente el me cogió de la cintura y no dejó que volviera a subir, levantó su cadera y buscando lo más profundo de mi culo, gritando de placer, note como entre grandes espasmos mi culo se llenaba de su leche. Yo grite y en ese momento por el orificio de mi “coño de plástico” eyacule como nunca lo había hecho. Caí sobre él y le bese durante mucho tiempo.

Quedamos abrazados y mordisqueándonos durante un rato, hasta que necesité mas y bajando hacia su polla, de nuevo me la metí en la boca, sabia diferente puesto que había una mezcla de flujos que la primera vez no pude probar, aun me gusto mas.

En cuanto Arturo estaba de nuevo en condiciones de amarme, me levante gire mi culo hacia el, puesta a cuatro patas y le suplique que me reventara, follandome como una perra. No se lo pensó dos veces, me agarró por la cintura y poniendo su polla en mi entrada al placer me dio una embestida que me hizo morderme los labios tanto, que comencé a sangrar.  Gritaba y gritaba de placer y le pedía mas, y le confesaba ser su perra para siempre. No pude mas y me corrí antes que él, mi cuerpo temblaba y mi agujero estaba absolutamente en carne viva des pues de aquel glorioso día. Arturo la sacó de improviso, me dio la vuelta y descargó su leche en mis tetas y en mi boca.

No pude moverme más, sin hacer un solo movimiento caí en brazos de Morfeo durante muchas horas.

Al despertar, Arturo había partido de nuevo a su trabajo, pero me había dejado una nueva carta con la última propuesta. ¡¡¡ Era, todo o nada!!!

Continuará